Villarrica revivió la memoria de un hito censurado del conflicto en Colombia
Este sábado, el fotógrafo Stephen Ferry, en compañía de la Comisión de la Verdad, entregó a los sobrevivientes de la guerra de Villarrica (Tolima) el periódico La Época: una reconstrucción de la historia censurada por Gustavo Rojas Pinilla sobre la confrontación entre el Ejército y las guerrillas comunistas de la época.
Natalia Romero Peñuela
La imagen de una niña que corre desnuda mientras llora por el napalm que quema su piel en medio de la Guerra de Vietnam cumplió hace unos días 50 años dando vueltas por la memoria mundial. Otra fue la historia de decenas de campesinos que entre el 7 y el 10 de junio de 1955, hace 67 años, vieron caer sobre La Colonia, una vereda enclavada en la montañas del Tolima, 50 bombas de ese mismo combustible arrojadas por aviones de la Fuerza Aérea Colombiana con la orden del entonces presidente Gustavo Rojas Pinilla. Un hito fundamental, pero casi desconocido en la historia del conflicto armado de Colombia.
El presidente Rojas, se informó, le dio permiso a la Fuerza Aérea para el uso ‘discreto’ del napalm para esta operación.
El napalm, una especie de gasolina espesa y viscosa, quemó a su paso cultivos, casas, animales y personas en el punto más álgido de la campaña militar de ese gobierno contra los campesinos liderados por guerrilleros comunistas que se refugiaban en Villarrica (Tolima). Pese a lo escandaloso de los hechos, todo fue secreto. No se escribió ni oyó una palabra al respecto fuera de la región. Y sin embargo, hay, en la actualidad, además de un puñado de sobrevivientes, una carta, un testimonio escrito y un comunicado para el Departamento de Estado de EE. UU. en el que confirman: “El presidente Rojas, se informó, le dio permiso a la Fuerza Aérea para el uso ‘discreto’ del napalm para esta operación solamente”.
Lea la entrevista completa a Stephen Ferry: “Villarrica evidenció el peligro de la censura”
Ese poco, pero muy significativo archivo histórico, fue recopilado por el fotógrafo y escritor Stephen Ferry junto a su equipo de trabajo de Ojo Rojo Fábrica Visual y la Comisión de la Verdad. El trabajo fue publicado este sábado a manera de periódico en el informe La Época: reportajes de una historia vetada. En su edición única, cuentan el contexto, antecedentes y consecuencias de la Guerra de Villarrica que se extendió de 1954 a 1957. Los hechos fueron prácticamente borrados de la historia por un régimen de censura impuesto por Rojas y se han mantenido así pese a que marcaron un hito fundamental para la posterior creación de la guerrilla de las Farc en 1964.
Este sábado, el periódico fue entregado a los sobrevivientes y a la comunidad de Villarrica, en la misma vereda de La Colonia, donde se concentró la confrontación. Con engrudo de yuca realizado por las mujeres de la zona, Ferry y su equipo pegaron las 63 páginas ampliadas del periódico sobre las paredes desgastadas de una escuela que sobrevivió a los bombardeos. Varias fotografías del archivo de El Espectador, tomadas por Daniel Rodríguez y Jorge Sánchez, fueron claves en esa reconstrucción.
Descargue aquí el periódico La Época: reportajes de una historia vetada
El evento de entrega se realizó en la iglesia de La Colonia, que también conserva algunos de los muros que sobrevivieron de la época. Allí, Ferry conversó con algunos sobrevivientes de la guerra, entre ellos Víctor Pulido, quien combatió en la guerrilla desde los 13 años y aportó con sus memorias a esta reconstrucción.
Don Víctor, de 80 años, está muy orgulloso de haber participado. ”La historia de Villarrica es muy impactante. Es muy duro lo que pasó y la mayoría del pueblo la ha sufrido. Hoy todo el mundo me ha felicitado porque dicen que están bien las memorias. Ellos recuerdan y me dan la razón”, dijo en una corta llamada a Colombia+20. También explicó cómo tiene registradas sus memorias: “La reconstrucción de la guerra la tengo en un documento escrito por mi propio puño y mi propia experiencia. Yo me considero con autoridad para decir lo que escribo porque lo he vivido, a parte de eso fui alguien rebelde o subversivo porque viví esa etapa como miembro de la subversión”, añadió entre risas.
Vea: Fotos del archivo de El Espectador, claves para reconstruir guerra de Villarica
También hicieron parte del evento Carlos Morales, investiigador de Sumapaz y la región centro de la Comisión de la Verdad y el párroco Jonathan Collazos, quien ha contribuido a la reconstrucción de la iglesia y el pueblo. La comisión presentó el documental Sumapaz y el oriente del Tolima: en el corazón de la guerra y la paz y se abrió un espacio para una exposición de la fotógrafa Lady Arévalo, sobre el proceso de recuperación del Bosque de Galilea, un centro de memoria local.
“La gente está muy motivada, para muchos fue una sorpresa, y todos están encantados con la presentación gráfica. Para otros es nuevo porque es conocer la historia oculta”, describió en medio del evento Alejandro Pulido, hijo de Víctor.
Un aporte a la memoria nacional
“La intención con este periódico es llenar ese vacío en la historiografía”, aseguró en conversación con Colombia+20 Stephen Ferry, quien insiste en que durante su investigación para el libro Violentología, sobre el conflicto en Colombia, no encontró mayor información sobre la Guerra de Villarrica. “Pero esto es una precuela. En el marco mundial de la Guerra Fría entre Washington y Moscú, la de Villarrica fue prolongación del discurso anticomunista a una confrontación entre guerrilleros y el gobierno de Rojas. Esos mismos comunistas crearon una década después a las Farc”, explica.
Le puede interesar: Nacimiento de las Farc: De El Davis a Villarrica
El investigador Carlos Morales coincide con el fotógrafo. Pese a lo poco mencionados que han sido estos hechos en las clases de historia de colegios y universidades fueron determinantes para el paso de la etapa conocida como La Violencia al conflicto armado reciente. “Ese momento representa un giro en la guerra de la lógica tradicional liberal -conservadora a una guerra anticomunista. Y es un escenario fundamental en la historia nacional porque aquí (a Villarrica) llegaron los guerrilleros comunistas del sur del Tolima luego de que Rojas Pinilla pactara la paz con las guerrillas liberales”, añade.
Por eso Morales considera que ese momento también representó el inicio de la desconfianza por parte de las guerrillas comunistas a los llamados de paz de los gobiernos. “Aunque el pacto fue inicialmente con las guerrillas liberales, los comunistas no entregaron las armas pero no las estaban usando, porque, además, el gobierno había declarado ilegal el comunismo. Entonces antes de que iniciaran los ataques ellos estaban en posición de paz”, señala. Esa desconfianza continuó con posteriores pactos de paz que terminaron en la muerte de los principales líderes guerrilleros.
Las amenazas de Rojas Pinilla hacia la prensa fueron de tal magnitud que ni el mismo Gabriel García Márquez, que estuvo en el lugar en 1955, pudo contar en sus reportajes lo que estaba sucediendo y tuvo que escribir solo sobre el drama de los desplazados y los niños que terminaron conducidos a asilos.
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Por eso, además de Ferry, que lleva 12 años documentando el conflicto en Colombia, un equipo de reporteros y fotógrafos, entre los que se encuentran Tomás Mantilla, Andrés Caicedo, Constanza Vieira, Fabio Cuttica y Mauricio Palos escarbaron en el archivo histórico, investigaron y volvieron al lugar a entrevistar a los que quedan para contrarrestar la censura de aquel momento. “Todos creemos profundamente en la libertad de prensa como condición fundamental para un país en paz”, exaltó Ferry en una entrevista reciente para El Espectador.
La entrega de ese informe, además de un reconocimiento a la comunidad tolimense, es un aporte a la memoria nacional. “Cuando empezamos a entender la importancia de estos hechos quedamos asombrados porque la censura, cuando funciona, funciona demasiado bien, hasta el punto de que algo tan importante puede desaparecer enteramente de la memoria. Entonces la idea es ayudar a que la historia sea más completa, tanto en la conciencia a nivel local, pegando con engrudo el papel en las paredes de una vereda, hasta en las universidades donde la Guerra de Villarrica tampoco ha recibido la importancia que tiene”, añade Ferry.
La imagen de una niña que corre desnuda mientras llora por el napalm que quema su piel en medio de la Guerra de Vietnam cumplió hace unos días 50 años dando vueltas por la memoria mundial. Otra fue la historia de decenas de campesinos que entre el 7 y el 10 de junio de 1955, hace 67 años, vieron caer sobre La Colonia, una vereda enclavada en la montañas del Tolima, 50 bombas de ese mismo combustible arrojadas por aviones de la Fuerza Aérea Colombiana con la orden del entonces presidente Gustavo Rojas Pinilla. Un hito fundamental, pero casi desconocido en la historia del conflicto armado de Colombia.
El presidente Rojas, se informó, le dio permiso a la Fuerza Aérea para el uso ‘discreto’ del napalm para esta operación.
El napalm, una especie de gasolina espesa y viscosa, quemó a su paso cultivos, casas, animales y personas en el punto más álgido de la campaña militar de ese gobierno contra los campesinos liderados por guerrilleros comunistas que se refugiaban en Villarrica (Tolima). Pese a lo escandaloso de los hechos, todo fue secreto. No se escribió ni oyó una palabra al respecto fuera de la región. Y sin embargo, hay, en la actualidad, además de un puñado de sobrevivientes, una carta, un testimonio escrito y un comunicado para el Departamento de Estado de EE. UU. en el que confirman: “El presidente Rojas, se informó, le dio permiso a la Fuerza Aérea para el uso ‘discreto’ del napalm para esta operación solamente”.
Lea la entrevista completa a Stephen Ferry: “Villarrica evidenció el peligro de la censura”
Ese poco, pero muy significativo archivo histórico, fue recopilado por el fotógrafo y escritor Stephen Ferry junto a su equipo de trabajo de Ojo Rojo Fábrica Visual y la Comisión de la Verdad. El trabajo fue publicado este sábado a manera de periódico en el informe La Época: reportajes de una historia vetada. En su edición única, cuentan el contexto, antecedentes y consecuencias de la Guerra de Villarrica que se extendió de 1954 a 1957. Los hechos fueron prácticamente borrados de la historia por un régimen de censura impuesto por Rojas y se han mantenido así pese a que marcaron un hito fundamental para la posterior creación de la guerrilla de las Farc en 1964.
Este sábado, el periódico fue entregado a los sobrevivientes y a la comunidad de Villarrica, en la misma vereda de La Colonia, donde se concentró la confrontación. Con engrudo de yuca realizado por las mujeres de la zona, Ferry y su equipo pegaron las 63 páginas ampliadas del periódico sobre las paredes desgastadas de una escuela que sobrevivió a los bombardeos. Varias fotografías del archivo de El Espectador, tomadas por Daniel Rodríguez y Jorge Sánchez, fueron claves en esa reconstrucción.
Descargue aquí el periódico La Época: reportajes de una historia vetada
El evento de entrega se realizó en la iglesia de La Colonia, que también conserva algunos de los muros que sobrevivieron de la época. Allí, Ferry conversó con algunos sobrevivientes de la guerra, entre ellos Víctor Pulido, quien combatió en la guerrilla desde los 13 años y aportó con sus memorias a esta reconstrucción.
Don Víctor, de 80 años, está muy orgulloso de haber participado. ”La historia de Villarrica es muy impactante. Es muy duro lo que pasó y la mayoría del pueblo la ha sufrido. Hoy todo el mundo me ha felicitado porque dicen que están bien las memorias. Ellos recuerdan y me dan la razón”, dijo en una corta llamada a Colombia+20. También explicó cómo tiene registradas sus memorias: “La reconstrucción de la guerra la tengo en un documento escrito por mi propio puño y mi propia experiencia. Yo me considero con autoridad para decir lo que escribo porque lo he vivido, a parte de eso fui alguien rebelde o subversivo porque viví esa etapa como miembro de la subversión”, añadió entre risas.
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También hicieron parte del evento Carlos Morales, investiigador de Sumapaz y la región centro de la Comisión de la Verdad y el párroco Jonathan Collazos, quien ha contribuido a la reconstrucción de la iglesia y el pueblo. La comisión presentó el documental Sumapaz y el oriente del Tolima: en el corazón de la guerra y la paz y se abrió un espacio para una exposición de la fotógrafa Lady Arévalo, sobre el proceso de recuperación del Bosque de Galilea, un centro de memoria local.
“La gente está muy motivada, para muchos fue una sorpresa, y todos están encantados con la presentación gráfica. Para otros es nuevo porque es conocer la historia oculta”, describió en medio del evento Alejandro Pulido, hijo de Víctor.
Un aporte a la memoria nacional
“La intención con este periódico es llenar ese vacío en la historiografía”, aseguró en conversación con Colombia+20 Stephen Ferry, quien insiste en que durante su investigación para el libro Violentología, sobre el conflicto en Colombia, no encontró mayor información sobre la Guerra de Villarrica. “Pero esto es una precuela. En el marco mundial de la Guerra Fría entre Washington y Moscú, la de Villarrica fue prolongación del discurso anticomunista a una confrontación entre guerrilleros y el gobierno de Rojas. Esos mismos comunistas crearon una década después a las Farc”, explica.
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El investigador Carlos Morales coincide con el fotógrafo. Pese a lo poco mencionados que han sido estos hechos en las clases de historia de colegios y universidades fueron determinantes para el paso de la etapa conocida como La Violencia al conflicto armado reciente. “Ese momento representa un giro en la guerra de la lógica tradicional liberal -conservadora a una guerra anticomunista. Y es un escenario fundamental en la historia nacional porque aquí (a Villarrica) llegaron los guerrilleros comunistas del sur del Tolima luego de que Rojas Pinilla pactara la paz con las guerrillas liberales”, añade.
Por eso Morales considera que ese momento también representó el inicio de la desconfianza por parte de las guerrillas comunistas a los llamados de paz de los gobiernos. “Aunque el pacto fue inicialmente con las guerrillas liberales, los comunistas no entregaron las armas pero no las estaban usando, porque, además, el gobierno había declarado ilegal el comunismo. Entonces antes de que iniciaran los ataques ellos estaban en posición de paz”, señala. Esa desconfianza continuó con posteriores pactos de paz que terminaron en la muerte de los principales líderes guerrilleros.
Las amenazas de Rojas Pinilla hacia la prensa fueron de tal magnitud que ni el mismo Gabriel García Márquez, que estuvo en el lugar en 1955, pudo contar en sus reportajes lo que estaba sucediendo y tuvo que escribir solo sobre el drama de los desplazados y los niños que terminaron conducidos a asilos.
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Por eso, además de Ferry, que lleva 12 años documentando el conflicto en Colombia, un equipo de reporteros y fotógrafos, entre los que se encuentran Tomás Mantilla, Andrés Caicedo, Constanza Vieira, Fabio Cuttica y Mauricio Palos escarbaron en el archivo histórico, investigaron y volvieron al lugar a entrevistar a los que quedan para contrarrestar la censura de aquel momento. “Todos creemos profundamente en la libertad de prensa como condición fundamental para un país en paz”, exaltó Ferry en una entrevista reciente para El Espectador.
La entrega de ese informe, además de un reconocimiento a la comunidad tolimense, es un aporte a la memoria nacional. “Cuando empezamos a entender la importancia de estos hechos quedamos asombrados porque la censura, cuando funciona, funciona demasiado bien, hasta el punto de que algo tan importante puede desaparecer enteramente de la memoria. Entonces la idea es ayudar a que la historia sea más completa, tanto en la conciencia a nivel local, pegando con engrudo el papel en las paredes de una vereda, hasta en las universidades donde la Guerra de Villarrica tampoco ha recibido la importancia que tiene”, añade Ferry.