Los beats, la danza y los murales que frenan la violencia en Buenaventura
En el puerto más grande de Colombia, la gente resiste al conflicto con arte y folclor. Yudi Angulo y sus muchachos previenen, enseñan y sanan para que los jóvenes opten por la música y la danza como proyectos de vida.
Yudi Angulo creció en las periferias del Distrito de Buenaventura. En estos barrios, en medio de la guerra entre bandas criminales, los jóvenes reciben constantes ofertas de motos, joyas o dinero en efectivo. Para ella no había otra opción; entrar en la guerra o morir por esquivarla. El Estado no pudo y no quiso ofrecerles alternativas. Ante los ojos de todos, la disputa entre bandas carcomió los proyectos de vida de los más pequeños sin importar sus sueños y talentos paras las artes y los deportes. Buenaventura es cuna de la música y el fútbol, resguarda la ancestralidad del pueblo negro afrocolombiano del Pacífico, pero en su historia más reciente ha sido sometida a la desesperanza y la violencia.
El conflicto entre las bandas urbanas de los Shottas y Espartanos, conformadas por jóvenes, hizo que en 2021 Buenaventura tuviera una tasa de asesinatos de 67 por cada 100.000 habitantes. Una cifra que dobló la media nacional en ese año que fue el más violento desde la firma del Acuerdo de Paz.
En ese contexto desfavorable, Yudi salió adelante con el arte. Cree firmemente en que la cultura y las letras salvan vidas.
“Soy una mujer negra del distrito de Buenaventura. Llevo más de 13 años en organizaciones sociales y procesos juveniles que me motivan a trabajar para jóvenes que les tocó como a mí, sin posibilidades, se puedan encontrar en espacios que los haga crecer y en los que puedan aportar a la ciudad que nos vio crecer”, cuenta Yudi.
El estilo es parte de su esencia. Un ‘look’ urbano, de pelo corto, pintado de morado y el derroche de expresividad hacen parte de su carácter, templado a punta de caer y levantarse. El mantra de Yudi es que el arte es una herramienta transformadora. “¿Cómo no creer en eso si la cultura es lo que me ha permitido estar acá, permanecer en la tierra que me ha dado todo?”
Así ha logrado evadir la sombra de la delincuencia y ha logrado enseñarles a jóvenes del Distrito que es posible prevenir una realidad violenta. Eso lo hace desde el ejemplo y muestra día tras día que a pesar de lo irremediable e inevitable que se ve el panorama de violencia, el no estar en una banda o delinquiendo es posible.
“Aquí el talento está en todo lado. He vivido momentos en los que le pasamos un bafle y un micrófono a un muchacho en la calle y sin saberlo tiene un talento grandísimo. El tema es la falta de oportunidades, o si no estaríamos hablando de otra realidad para nuestro distrito. Es mentira que el arte es incompatible con contextos violentos. Es el mismo arte el que nos ha permitido entrar a barrios a los que antes no se podía cruzar. Con la música, el canto y el baile trazamos rutas de prevención y generamos incidencia. Es que creamos el cuento, potenciemos nuestras habilidades y tendremos millones de historias por contar lejos de las armas y el desespero por no ver salidas”, narra Angulo.
Lea: Recorrido por Miramar, el barrio donde nació la guerra entre Shottas y Espartanos
El Programa de Participación y Reparación Colectiva de las Víctimas de USAID, implementado por la Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento, CODHES, ha impulsado proyectos organizativos juveniles desde el arte como al que pertenece Yudi. Organizados bajo la asociación Rostros Urbanos, jóvenes como ella han logrado un liderazgo social que ha logrado cambiar las vidas de sus pares y ganarle al conflicto armado con claves de baile, timbal, rap y rimas.
“Poco a poco hemos convertido a Rostros en la madre de otros procesos. Inicialmente llevamos su impacto a las calles de Yurumanguí, San Francisco y al barrio Vista Hermosa, pero la meta siempre ha estado en tocar las puertas de todo el puerto”, indica Yudi.
“Los jóvenes de acá no queremos ver que siempre nuestro puerto entrega su riqueza. Damos siempre sin recibir. Nos violentan y nadie se da cuenta. Aquí lo que hay son talentos por explotar y eso nos mantiene en pie y con ganas de seguir”, dice Leonard Rentería, líder social bonaverense y representante del colectivo Eleggua Comunicaciones.
Eleggua Comunicaciones, desde la comuna 6 de Buenaventura, ha sido fuertemente impactada por Rostros Urbanos. Los talentos que se forjan allí son muestra viva que de la unión comunitaria en favor de los muchachos del distrito sólo surge sabor y resistencia con un propósito claro: el de ser felices al ritmo de sus cantos y danzas.
“Rostros Urbanos retoma el territorio después de que la violencia se tomara a Buenaventura por años. Los apoyos desde afuera, como los de USAID y CODHES, han sido importantes esencialmente por un propósito: enseñan a la comunidad a actuar cuando la organización ya no esté en el territorio. Rostros nos ha enseñado a los que hemos pasado por este proyecto a pintar, a bailar, a cantar y a ser nosotros mismos sin temor alguno. La guerra no nos intimida mientras estemos en juntanza y haciendo lo que nos gusta. Eso lo tenemos en Eleggua -que prácticamente salió de Rostros Urbanos- y con eso vemos que lo lindo en la vida es vivir el ahora, el estar aquí y al servicio del arte. Con Yudi hemos trabajado para eso”, comenta Leonard Rentería.
La utilización de menores de edad en el conflicto urbano en Buenaventura sigue creciendo. Es por eso que la lucha de Rostros Urbanos para prevenir su entrada a la guerra o permitir condiciones que los alejen de la violencia en su ciudad es un caso de éxito.
La Fundación Paz y Reconciliación (Pares) ha seguido de cerca las campañas para promover la educación artística en jóvenes y que eso sea una forma de construir paz. El investigador de esa oficina en Buenaventura, Dennis Huffington, aseguró que en tiempos de negociación con bandas y mucho más en días de crisis se deben cobijar las propuestas artísticas para contrarrestar a los violentos.
Vea también: ¿Cómo se cocinó la mesa de paz en Buenaventura?
“Se ha querido mostrar a Buenaventura como una ciudad con pocas alternativas. Evidentemente el crimen ha entrado con fuerza al distrito, pero no podemos olvidar a quienes quieren erradicar eso sin portar un arma o amedrentar a nadie. Aquí hay liderazgos como los de Yudi o Leonard que son necesarios para el territorio. Son defensores de paz y empoderan desde las artes. Hay que fortalecerlos, acogerlos y construir agendas de paz desde ahí”, manifestó.
Hoy Yudi es administradora de empresas, magister en Innovación Social y Territorio y con escuela callejera; con la experiencia de mirar a los jóvenes de Buenaventura como a sus hermanos. Agradece y sueña con que más organizaciones en el puerto logren lo que a pulso obtuvo con Rostros Urbanos.
“Antes éramos una organización sin experiencia ni orden. No sabíamos ejecutar proyectos para las juventudes. Ganamos herramientas para ser reconocidos y no sabe lo que eso me llena de orgullo. No perdamos la fe, hay mucho por hacer. Encontrémonos en 12 años acá mismo en Buenaventura y van a ver todo lo que habrá cambiado mi puerto para ese entonces. Lento, pero a paso seguro y bailando”, concluye.
Yudi Angulo creció en las periferias del Distrito de Buenaventura. En estos barrios, en medio de la guerra entre bandas criminales, los jóvenes reciben constantes ofertas de motos, joyas o dinero en efectivo. Para ella no había otra opción; entrar en la guerra o morir por esquivarla. El Estado no pudo y no quiso ofrecerles alternativas. Ante los ojos de todos, la disputa entre bandas carcomió los proyectos de vida de los más pequeños sin importar sus sueños y talentos paras las artes y los deportes. Buenaventura es cuna de la música y el fútbol, resguarda la ancestralidad del pueblo negro afrocolombiano del Pacífico, pero en su historia más reciente ha sido sometida a la desesperanza y la violencia.
El conflicto entre las bandas urbanas de los Shottas y Espartanos, conformadas por jóvenes, hizo que en 2021 Buenaventura tuviera una tasa de asesinatos de 67 por cada 100.000 habitantes. Una cifra que dobló la media nacional en ese año que fue el más violento desde la firma del Acuerdo de Paz.
En ese contexto desfavorable, Yudi salió adelante con el arte. Cree firmemente en que la cultura y las letras salvan vidas.
“Soy una mujer negra del distrito de Buenaventura. Llevo más de 13 años en organizaciones sociales y procesos juveniles que me motivan a trabajar para jóvenes que les tocó como a mí, sin posibilidades, se puedan encontrar en espacios que los haga crecer y en los que puedan aportar a la ciudad que nos vio crecer”, cuenta Yudi.
El estilo es parte de su esencia. Un ‘look’ urbano, de pelo corto, pintado de morado y el derroche de expresividad hacen parte de su carácter, templado a punta de caer y levantarse. El mantra de Yudi es que el arte es una herramienta transformadora. “¿Cómo no creer en eso si la cultura es lo que me ha permitido estar acá, permanecer en la tierra que me ha dado todo?”
Así ha logrado evadir la sombra de la delincuencia y ha logrado enseñarles a jóvenes del Distrito que es posible prevenir una realidad violenta. Eso lo hace desde el ejemplo y muestra día tras día que a pesar de lo irremediable e inevitable que se ve el panorama de violencia, el no estar en una banda o delinquiendo es posible.
“Aquí el talento está en todo lado. He vivido momentos en los que le pasamos un bafle y un micrófono a un muchacho en la calle y sin saberlo tiene un talento grandísimo. El tema es la falta de oportunidades, o si no estaríamos hablando de otra realidad para nuestro distrito. Es mentira que el arte es incompatible con contextos violentos. Es el mismo arte el que nos ha permitido entrar a barrios a los que antes no se podía cruzar. Con la música, el canto y el baile trazamos rutas de prevención y generamos incidencia. Es que creamos el cuento, potenciemos nuestras habilidades y tendremos millones de historias por contar lejos de las armas y el desespero por no ver salidas”, narra Angulo.
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El Programa de Participación y Reparación Colectiva de las Víctimas de USAID, implementado por la Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento, CODHES, ha impulsado proyectos organizativos juveniles desde el arte como al que pertenece Yudi. Organizados bajo la asociación Rostros Urbanos, jóvenes como ella han logrado un liderazgo social que ha logrado cambiar las vidas de sus pares y ganarle al conflicto armado con claves de baile, timbal, rap y rimas.
“Poco a poco hemos convertido a Rostros en la madre de otros procesos. Inicialmente llevamos su impacto a las calles de Yurumanguí, San Francisco y al barrio Vista Hermosa, pero la meta siempre ha estado en tocar las puertas de todo el puerto”, indica Yudi.
“Los jóvenes de acá no queremos ver que siempre nuestro puerto entrega su riqueza. Damos siempre sin recibir. Nos violentan y nadie se da cuenta. Aquí lo que hay son talentos por explotar y eso nos mantiene en pie y con ganas de seguir”, dice Leonard Rentería, líder social bonaverense y representante del colectivo Eleggua Comunicaciones.
Eleggua Comunicaciones, desde la comuna 6 de Buenaventura, ha sido fuertemente impactada por Rostros Urbanos. Los talentos que se forjan allí son muestra viva que de la unión comunitaria en favor de los muchachos del distrito sólo surge sabor y resistencia con un propósito claro: el de ser felices al ritmo de sus cantos y danzas.
“Rostros Urbanos retoma el territorio después de que la violencia se tomara a Buenaventura por años. Los apoyos desde afuera, como los de USAID y CODHES, han sido importantes esencialmente por un propósito: enseñan a la comunidad a actuar cuando la organización ya no esté en el territorio. Rostros nos ha enseñado a los que hemos pasado por este proyecto a pintar, a bailar, a cantar y a ser nosotros mismos sin temor alguno. La guerra no nos intimida mientras estemos en juntanza y haciendo lo que nos gusta. Eso lo tenemos en Eleggua -que prácticamente salió de Rostros Urbanos- y con eso vemos que lo lindo en la vida es vivir el ahora, el estar aquí y al servicio del arte. Con Yudi hemos trabajado para eso”, comenta Leonard Rentería.
La utilización de menores de edad en el conflicto urbano en Buenaventura sigue creciendo. Es por eso que la lucha de Rostros Urbanos para prevenir su entrada a la guerra o permitir condiciones que los alejen de la violencia en su ciudad es un caso de éxito.
La Fundación Paz y Reconciliación (Pares) ha seguido de cerca las campañas para promover la educación artística en jóvenes y que eso sea una forma de construir paz. El investigador de esa oficina en Buenaventura, Dennis Huffington, aseguró que en tiempos de negociación con bandas y mucho más en días de crisis se deben cobijar las propuestas artísticas para contrarrestar a los violentos.
Vea también: ¿Cómo se cocinó la mesa de paz en Buenaventura?
“Se ha querido mostrar a Buenaventura como una ciudad con pocas alternativas. Evidentemente el crimen ha entrado con fuerza al distrito, pero no podemos olvidar a quienes quieren erradicar eso sin portar un arma o amedrentar a nadie. Aquí hay liderazgos como los de Yudi o Leonard que son necesarios para el territorio. Son defensores de paz y empoderan desde las artes. Hay que fortalecerlos, acogerlos y construir agendas de paz desde ahí”, manifestó.
Hoy Yudi es administradora de empresas, magister en Innovación Social y Territorio y con escuela callejera; con la experiencia de mirar a los jóvenes de Buenaventura como a sus hermanos. Agradece y sueña con que más organizaciones en el puerto logren lo que a pulso obtuvo con Rostros Urbanos.
“Antes éramos una organización sin experiencia ni orden. No sabíamos ejecutar proyectos para las juventudes. Ganamos herramientas para ser reconocidos y no sabe lo que eso me llena de orgullo. No perdamos la fe, hay mucho por hacer. Encontrémonos en 12 años acá mismo en Buenaventura y van a ver todo lo que habrá cambiado mi puerto para ese entonces. Lento, pero a paso seguro y bailando”, concluye.