La búsqueda constante de la verdad
Después de tantos años de guerra en Colombia y llevando siglos de literatura universal con la que se ha intentado comprender el fin de un conflicto para llegar a la verdad, ¿qué ha aprendido y en qué ha avanzado el país? Un aporte a este diálogo desde la Comisión de la Verdad.
Andrei Gómez-Suárez *
La verdad ha sido una búsqueda constante. Forma parte del proceso de construir sociedades que hagan menos traumático nuestro paso por el mundo. El conflicto también forma parte de nuestra historia. Los desacuerdos radicales han desencadenado episodios violentos que resultan en cadenas de venganza y que, sostenidos en el tiempo, se transforman en procesos planificados de acciones violentas para imponer la voluntad de una de las partes. Por eso, según Clausewitz, “la guerra es la continuación de la política por otros medios”.
Desde siempre la guerra y la verdad han estado entretejidas. Sun Tzu escribió dos mil años antes de Clausewitz que “la guerra es el arte del engaño”. Esa revelación la han comprendido muchas sociedades y la han transmitido, por eso es común escuchar que “la primera víctima de la guerra es la verdad”.
La búsqueda constante por la verdad está íntimamente ligada con el esfuerzo continuo de terminar la guerra para vivir en paz y transformar los conflictos y sus causas; para “tener mejores conflictos”, diría Estanislao Zuleta. Por eso el primer paso en la construcción de paz es el esclarecimiento de lo que pasó en la guerra, más allá de las narrativas heroicas de los bandos armados que legitiman su lucha con una versión de la historia que usualmente niega el impacto de sus actos en los sectores más vulnerables: los civiles no combatientes.
Colombia es el producto de intensas batallas asimétricas desde la llegada de los españoles. Hoy siguen resistiendo los pueblos indígenas que los colonizadores encontraron en el río Yuma, que bautizaron “Magdalena”. Allí los pueblos afros encontraron un refugio para escapar a la esclavitud, como lo narra Wade Davis. Esa historia ha sido contada, pero su verdad no ha sido escuchada.
Es también el resultado de docenas de guerras en el siglo XIX, desde la de Independencia hasta la Guerra de los Mil Días. Guerras entre ejércitos de generales criollos que pelearon por imponer un modelo de gobierno que oscilaba entre el secularismo y el concordato, el federalismo y el centralismo. A pesar de la profunda transformación política, económica y social, muchos de los problemas estructurales de la violencia del siglo XX provienen de allá.
Colombia está intentando salir de un conflicto armado que revivió con fuerza a mediados del siglo XX. El número de víctimas sobrepasa los nueve millones, alrededor del 20 % de su población. Todos los sectores han sido impactados por los actores armados, legales e ilegales. El CNMH hizo un esfuerzo por documentar esta violencia acercándose a las víctimas, pero no todos contaron su historia y la mayoría de la sociedad desconoce sus informes.
La lucha por la verdad ha sido el ADN de las organizaciones sociales. El clamor por la verdad está en la Mesa por la Verdad, una plataforma que aglutina a muchas organizaciones sociales y de víctimas, que participó en el acuerdo que creó la Comisión de Esclarecimiento de la Verdad y en la redacción del decreto-ley que la hizo posible y el acto legislativo que la puso a funcionar.
La Mesa ha acompañado el trabajo de la Comisión de la Verdad, aportando de manera crítica al cumplimiento de su mandato, que termina en seis meses con la entrega de su informe final. La Mesa entiende que este no es un punto de llegada, sino un punto de fuga para un movimiento social de 500 años de historia.
* Cofundador de Rodeemos el Diálogo y profesor investigador del Centro de Religión, Reconciliación y Paz de la Universidad de Winchester, en Reino Unido.
*Este texto es producto de “Reflexiones sobre la verdad”, una alianza de Colombia2020 con la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición.
Le recomendamos:
El país necesita una pedagogía de la verdad (y varias claves están en los pueblos indígenas)
La verdad ha sido una búsqueda constante. Forma parte del proceso de construir sociedades que hagan menos traumático nuestro paso por el mundo. El conflicto también forma parte de nuestra historia. Los desacuerdos radicales han desencadenado episodios violentos que resultan en cadenas de venganza y que, sostenidos en el tiempo, se transforman en procesos planificados de acciones violentas para imponer la voluntad de una de las partes. Por eso, según Clausewitz, “la guerra es la continuación de la política por otros medios”.
Desde siempre la guerra y la verdad han estado entretejidas. Sun Tzu escribió dos mil años antes de Clausewitz que “la guerra es el arte del engaño”. Esa revelación la han comprendido muchas sociedades y la han transmitido, por eso es común escuchar que “la primera víctima de la guerra es la verdad”.
La búsqueda constante por la verdad está íntimamente ligada con el esfuerzo continuo de terminar la guerra para vivir en paz y transformar los conflictos y sus causas; para “tener mejores conflictos”, diría Estanislao Zuleta. Por eso el primer paso en la construcción de paz es el esclarecimiento de lo que pasó en la guerra, más allá de las narrativas heroicas de los bandos armados que legitiman su lucha con una versión de la historia que usualmente niega el impacto de sus actos en los sectores más vulnerables: los civiles no combatientes.
Colombia es el producto de intensas batallas asimétricas desde la llegada de los españoles. Hoy siguen resistiendo los pueblos indígenas que los colonizadores encontraron en el río Yuma, que bautizaron “Magdalena”. Allí los pueblos afros encontraron un refugio para escapar a la esclavitud, como lo narra Wade Davis. Esa historia ha sido contada, pero su verdad no ha sido escuchada.
Es también el resultado de docenas de guerras en el siglo XIX, desde la de Independencia hasta la Guerra de los Mil Días. Guerras entre ejércitos de generales criollos que pelearon por imponer un modelo de gobierno que oscilaba entre el secularismo y el concordato, el federalismo y el centralismo. A pesar de la profunda transformación política, económica y social, muchos de los problemas estructurales de la violencia del siglo XX provienen de allá.
Colombia está intentando salir de un conflicto armado que revivió con fuerza a mediados del siglo XX. El número de víctimas sobrepasa los nueve millones, alrededor del 20 % de su población. Todos los sectores han sido impactados por los actores armados, legales e ilegales. El CNMH hizo un esfuerzo por documentar esta violencia acercándose a las víctimas, pero no todos contaron su historia y la mayoría de la sociedad desconoce sus informes.
La lucha por la verdad ha sido el ADN de las organizaciones sociales. El clamor por la verdad está en la Mesa por la Verdad, una plataforma que aglutina a muchas organizaciones sociales y de víctimas, que participó en el acuerdo que creó la Comisión de Esclarecimiento de la Verdad y en la redacción del decreto-ley que la hizo posible y el acto legislativo que la puso a funcionar.
La Mesa ha acompañado el trabajo de la Comisión de la Verdad, aportando de manera crítica al cumplimiento de su mandato, que termina en seis meses con la entrega de su informe final. La Mesa entiende que este no es un punto de llegada, sino un punto de fuga para un movimiento social de 500 años de historia.
* Cofundador de Rodeemos el Diálogo y profesor investigador del Centro de Religión, Reconciliación y Paz de la Universidad de Winchester, en Reino Unido.
*Este texto es producto de “Reflexiones sobre la verdad”, una alianza de Colombia2020 con la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición.
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