Así nació el grupo que se separó de Mordisco y que ahora negocia la paz con Petro

Actualmente en Colombia hay cuatro grupos armados que surgieron después de la firma del Acuerdo de Paz con las FARC. Uno de ellos es el Estado Mayor de los Bloques y Frente, comandando por Calarcá Córdoba y una estructura que se mantiene en los diálogos de paz. ¿Quiénes son? ¿Dónde se ubican? ¿Cómo ha avanzado esa mesa?

Juan Pablo Contreras Ríos
03 de diciembre de 2024 - 11:43 p. m.
Alexander Diaz, mejor conocido como Calarcá Córdoba, máximo cabecilla del Estado Mayor de los Bloques
Alexander Diaz, mejor conocido como Calarcá Córdoba, máximo cabecilla del Estado Mayor de los Bloques
Foto: Julián Ríos Monroy
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Desde antes de la firma del Acuerdo de Paz con las FARC, el Gobierno de Juan Manuel Santos ya sabía que no todos los hombres de la guerrilla iban a entregar las armas. Cuando se dio la décima y última conferencia de las antiguas FARC en donde se dio a conocer lo acordado en La Habana, varios hombres ya habían desertado.

Era un un grupo de por lo menos 60 rebeldes, quienes después fundarían lo que hoy se conoce como Estado Mayor Central (EMC), la mayor disidencia de las FARC, que ahora tiene más de 6.000 combatientes en la guerra.

De la división de ese grupo surgió lo que hoy se conoce como Estado Mayor de los Bloques y Frente (EMBF), una fracción del ECM que se quedó en la mesa de diálogos con el Gobierno de Gustavo Petro. La figura más visible del EMBF es Alexander Díaz, mejor conocido como Calarcá Córdoba, un viejo guerrillero que ingresó al frente 40 de las FARC en 1998.

Su estructura armada está conformada por los bloques Comandante Jorge Suárez Briceño y por el Magdalena Medio Comandante Gentil Duarte, así como por el el frente Comandante Raúl Reyes.

¿Cómo se dio la división?

El levantamiento regional del cese al fuego ordenado por el presidente Petro en marzo de este año, tras un ataque del grupo de Mordisco a una comunidad indígena en Toribío fue el inicio de la fractura. Mientras unos delegados del EMC querían mantener el alto al fuego, la mesa de diálogos e incluso avanzar en más acuerdos parciales, otros querían tomar medidas más radicales, pero no encontraron apoyo.

Días después, el 6 de abril, la mesa tuvo una reunión extraordinaria donde terminó de conjurarse la división.

A la cita llegó Calarcá Córdoba; Andrey Avendaño, exjefe de la delegación del Estado Mayor Central y hombre fuerte del Catatumbo, y representantes de la estructura Carolina Ramírez que opera en Putumayo. Sin embargo, otros no estuvieron. Sobre las ausencias, concretamente no estuvieron representantes de los bloques y frentes de Cauca -que también tienen incidencia en Nariño- y los Arauca (Willy Romero).Tampocoestuvo Sebastián Martínez, representante del Cauca, quien no había concurrido a las últimas reuniones ni tampoco ha manifestado que quiera adherirse a los compromisos pactados. El hombre es miembro del frente Jaime Martínez, uno de los jefes del Cauca y delegado de la disidencia en la mesa de diálogo.

El 16 de abril Mordisco fue expulsado de la mesa de diálogos.

¿Por qué y cómo siguió la mesa?

Tras la ruptura con el EMC, el bloque de Calarcá Córdoba se posicionó en Caquetá, Norte de Santander y Meta, pero siguió adelante con la agenda de diálogos que ya se había adelantado con el Ejecutivo.

El 16 de julio pasado, cuatro meses después de la última reunión, tanto el Gobierno como las fracciones que ahora estaban bajo el mando de Calarcá volvieron a encontrarse en el quinto ciclo. De acuerdo con lo que trascendió de reuniones privadas y de esa ronda de negociación, las partes decidieron seguir adelante en los diálogos.

“Tenemos unas expectativas muy positivas de avanzar en temas fundamentales y en darle contenido a la agenda temática para el acuerdo de paz. Son muchos los retos, las expectativas no son anuncios protocolarios, sino que tienen un antecedente muy serio, por el trabajo que se ha hecho en estos meses”, decía el comunicado publicado entonces.

El quinto ciclo terminó con el compromiso de avanzar en los diálogos, pero se dio en medio un panorama complejo y tenso, tras haber protagonizado varios hechos de violencia que despertaron el rechazo del Gobierno y la sociedad. El primero, las amenazas de uno de sus frentes contra los exguerrilleros de las FARC que habitan el antiguo Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación (ETCR) de Miravalle, en Caquetá. A eso se suma al ataque ocurrido el jueves en Valdivia, Antioquia, donde murieron seis soldados del Ejército en un campo minado que, según las Fuerzas Militares, fue accionado por miembros del EMC.

A eso se sum que, apenas unos días después ocurrió la que podría ser una de las mayores crisis de la mesa: el escándalo por el uso de camionetas de la Unidad Nacional de Protección (UNP).

En un retén militar en la vía que conduce de Medellín a Anorí, a la altura de Puente Gabino, fueron ubicados varios jefes de las estructuras de Calarcá, mientras se transportaban a bordo de al menos nueve camionetas de la UNP. Aunque los miembros de la delegación pueden transportarse en esas camionetas —entre otras cosas en virtud del proceso de paz—, la polémica se generó porque dentro de esos vehículos estaban varios disidentes que tienen órdenes de captura vigentes.

Siete de los pasajeros de las camionetas fueron capturados por las autoridades, cuatro de los cuales luego fueron nombrados gestores de paz, pero permanecen en la cárcel.

¿Dónde hace presencia el EMBF?

En varias zonas del país, aunque tienen control territorial principalmente en Catatumbo (con eje en Tibú), el norte, nordeste y Bajo Cauca antioqueño, y el sur de Bolívar. También en regiones como San Vicente de Caguán (con eje en las sabanas del Yarí y otras áreas del Caquetá), sur del Meta, áreas de San José del Guaviare y Putumayo.

¿Qué temas ha abordado la mesa de negociación con el EMBF?

El sexto ciclo de negociaciones se dio hace casi un mes, el pasado 18 de octubre y fue en el que mayor avance hubo de los temas de la agenda de negociacion. El principal resultado de esta ronda fue la extensión, por seis meses, del cese al fuego bilateral. Sin embargo, también se avanzó en un acuerdo de participación de la sociedad civil en el proceso, así como pactos de transformación territorial en dos regiones del país, entre otros acuerdos.

El tema de la participación contará con un protocolo y recogerá lo avanzado en algunas actividades que se han realizado durante los últimos meses y han involucrado a más de 15.000 personas procedentes de organizaciones de base, campesinos, indígenas, afrocolombianos, raizales y palenqueros, de víctimas, mujeres, jóvenes y firmantes de paz, con presencia de autoridades territoriales municipales, departamentales y nacionales.

En esta ronda de diálogos, las partes identificaron dos zonas de intervención. La primera está conformada por Catatumbo (con eje en Tibú), el norte, nordeste y Bajo Cauca antioqueño, y el sur de Bolívar.

La segunda incluye regiones como San Vicente de Caguán (con eje en las sabanas del Yarí y otras áreas del Caquetá), sur del Meta en los municipios de Vista Hermosa, Puerto Rico, áreas de San José del Guaviare y Putumayo.

Justo en esta zona se dio el fin de semana pasado un encuentro para dialogar con campesinos y comunidades para frenar la deforestación. Aunque no se llegó a un acuerdo, la mesa recogió algunas de las propuestas.

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Además, hay un compromiso de georreferenciación que no es más que el grupo armado entregue al Ejército las coordenadas donde están ubicadas las tropas.

¿Hay cese al fuego con el EMBF?

Sí. Cumplió un año el pasado 17 de octubre. El pasado 16 de ese mismo mes se extendió por seis meses más.

¿Cuántos disidentes que hacían parte del EMC quedaron en la mesa de negociación?

Aunque la mesa de diálogos con el Estado Mayor de los Bloques y Frente avanza, es importante señalar que tras la ruptura de la disidencia de Mordisco, menos de la mitad de los combatientes negocian con el Gobierno Petro. Estimaciones oficiales afirman que podría ser el 40 % del total de la disidencia Estado Mayor Central.

El origen de las disidencias

Los diálogos de paz entre el Gobierno y la extinta guerrilla de las FARC avanzaron a paso lento, pero en medio de las conversaciones se logró convencer a más de 13.000 excombatientes que dejaron las armas en 2017 y se acogieron a lo acordado en La Habana para acabar con décadas de conflicto armado.

No obstante, los esfuerzos del Gobierno y las peticiones del pueblo colombiano para firmar la paz nunca resonaron de la cabeza de Néstor Gregorio Vera, el comandante del frente Primero Armando Ríos de las FARC y hoy conocido como el sanguinario Iván Mordisco.

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Su ideología de guerra estaba ligada a sus principios como estructura, la cual se movía en Vaupés, Guaviare y Guainía reclutando jóvenes a sus filas para entrenarlos y luego enviarlos a las demás divisiones de la guerrilla. Era uno de los bloques más fuertes de las FARC, pero a la vez uno de los más bélicos.

Justamente por eso fue que Mordisco y muchos de sus hombres no se acogieron al punto 3 del Acuerdo de Paz que se firmó en 2016 en el cual se pactó el cese al fuego con las FARC y se estableció el cronograma de desarme de la guerrilla en 2017.

Hemos decidido no desmovilizarnos, continuaremos la lucha por la toma del poder por el pueblo y para el pueblo; independientemente de la decisión que tomen el resto de integrantes de la organización guerrillera. Respetamos la decisión de quienes desistan de la lucha armada, dejen las armas y se reincorporen a la vida civil, no los consideramos nuestros enemigos”, se lee en un comunicado del 6 de julio en el que Mordisco oficializó su ruptura con las FARC.

Los diálogos avanzaron y desde Cuba los máximos comandantes de las FARC enviaron un mensaje a sus tropas para comenzaran el proceso de desarme, pues lo pactado en La Habana daba por terminado el conflicto entre el Estado y esa guerrilla.

En septiembre de 2016 lo que aún se conocía como el Secretariado de las FARC convocó la décima -y última- conferencia de esa guerrilla en los llanos del Yarí donde se reunieron cerca de 300 comandantes para socializar lo que se había acordado con el Estado. Sin embargo, Mordisco fue el único ausente.

Al finalizar el encuentro, los líderes llevaban a sus tropas el mensaje para entregar las armas y el plan de marcha que se haría para movilizarse hasta los centros en donde se concentraron los excombatientes en su proceso de reincorporación.

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Pero justo en una de esas marchas, Gentil Duarte, comandante del séptimo frente, desvió su camino junto a unos 100 guerrilleros, armas y dinero para unirse a Mordisco y comenzar la historia de las disidencias.

Al nuevo grupo comandando por Gentil Duarte e Iván Mordisco se unieron los frentes 10, 28 y Carolina Ramírez de las FARC para organizar su primer encuentro como grupo disidente en Vichada y dejar en firme sus banderas de lucha, esas mismas que llevaron a la formación de las extintas FARC: Programa Agrario de los Guerrilleros y la Plataforma Bolivariana por la Reconstrucción y la Construcción Nacional.

Su expansión territorial se dio entre 2017 y 2018 por los espacios que habían dejado las tropas que se habían desmovilizado. Sin embargo, como era de esperarse, su consolidación como grupo armado fue violenta y vino cargada de asesinatos a líderes sociales y a firmantes de paz, especialmente en el sur del país.

La formación de esta guerrilla se dio en medio de milicianos desencantados por el Acuerdo de Paz y por aquellos que nunca tuvieron voluntad de entregar las armas. Sin embargo, con el tiempo la estructura se fue unificando bajo el mando de Duarte y Mordisco creando en el 2019 el Estado Mayor Central (EMC) de las FARC-EP con presencia en Cauca, Nariño, Catatumbo, Arauca y Antioquia.

Su expansión estuvo marcada por disputas con bandas criminales y otros grupos armados que controlaban las economías ilícitas a las que el EMC estaba intentando entrar para financiarse como guerrilla.

Para comienzos de 2023, las disidencias de Mordisco ya tenían por lo menos 3.200 personas alzadas en armas que estaban distribuidos en 23 frentes y cinco grandes estructuras o bloques.

*Esta pieza periodística hace parte de la iniciativa “Comunidades que Transforman” de El Espectador, el Centro Internacional para la Justicia Transicional (ICTJ por su sigla en inglés) y la Embajada de la Unión Europea. Esta es una alianza para producir contenidos que narran los esfuerzos de las organizaciones comunitarias, las autoridades y el sector privado en la construcción de paz.

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Juan Pablo Contreras Ríos

Por Juan Pablo Contreras Ríos

Comunicador social- periodista de la Universidad Externado de Colombia. Se interesa por temas judiciales, políticos y de orden público.juanpablocr3006jcontreras@elespectador.com

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