‘La impunidad cierra la posibilidad de futuros diálogos en Colombia’: Pepe Mujica
El expresidente de Uruguay aseguró, en medio de la celebración de los dos años de la política “Paz con legalidad” del presidente Iván Duque, que el país se debe preocupar por el conflicto en Chocó y Catatumbo, y el asesinato de exguerrilleros, quienes “han puesto su pellejo” por el acuerdo de paz de La Habana (Cuba).
José o Pepe Mujica, expresidente de Uruguay y uno de los tantos mandatarios del mundo que apoyaron el proceso de paz, fue invitado a la celebración de los dos años de la política “Paz con legalidad” del presidente Iván Duque. En ella, aprovechó para dar un balance de lo que ha sido hasta ahora la implementación del acuerdo y su percepción sobre lo hecho hasta ahora el Gobierno. Si bien resaltó que va por un buen camino, destacó que el narcotráfico, la erradicación forzada y el asesinato de excombatientes son sus principales preocupaciones.
Para empezar, señaló que al hacer “es enorme lo que se ha hecho, pero es mucho más enorme lo que queda por hacer y que nos está desafiando”. Por eso comparte la necesidad de que la paz en Colombia sea un proyecto de tres o cuatro gobiernos. Insistió en que no cree que cada gobierno pueda refundar una nueva Colombia y que “la construcción de la paz en Colombia no debiera ser un componente de las luchas políticas”, porque entonces se multiplican las amenazas del fracaso.
(Lea también: Cuatro años del Acuerdo de Paz: Las posiciones divididas sobre la dejación de armas)
Mujica fue enfático en que Colombia no tendrá una paz consolidada "si no se entiende la importancia de avanzar en la justicia y en las cuestiones sociales, de la tierra y del funcionamiento sano de la economía”. Uno de los grandes problemas que debe asumir el país hoy, para el político, es “la desgracia del narcotráfico, el espectro de una riqueza fácil, con cierta rapidez, que significa uno de los peores incentivos que se le puede presentar a una sociedad”.
Para Mujica, es enorme el esfuerzo que ha hecho el Gobierno, sin embargo, advirtió que aún queda “una magnitud colosal por delante”. El expresidente latinoamericano revisó punto por punto. Primero, resaltó que la franja de la justicia y la reparación marcha bien y agregó que espera que no le falten los recursos, pues estos puntos pactados en La Habana (Cuba) son “los elementos centrales de los acuerdos”.
Además, Mujica le recordó al presidente Duque no olvidar la reforma agraria y la consolidación del catastro multipropósito. También le pidió más apoyo a la Comisión de la Verdad y la importancia de reconocer e incluir en la construcción de memoria los delitos como los “falsos positivos” o muertes ilegítimamente presentadas como bajas en combate, a las que calificó de “deformaciones de la sociedad”. Dijo sin titubear: “Más que para juzgar, para saber; la verdad en el fondo es la médula de la justicia”.
Llamó la atención sobre el conflicto que continúa en Chocó y Catatumbo, relacionado con el narcotráfico y con la sustitución de cultivos de uso ilícito: “Fundamentalmente me parece que la política de erradicación forzosa de los cultivos abre campo a la aparición de pseudo organizaciones que son un verdadero peligro… Mientras exista ese mercado tentador va a haber fuerzas que se mueven para cubrirlo y esto no se arregla con apoyo militar o económico, necesitamos que la gran nación del Norte tenga conciencia que representa el más tremendo mercado y que cargue con su responsabilidad y lo enfrente”. Por eso, insistió en que la paz de Colombia debería ser una preocupación internacional.
El expresidente uruguayo dijo que, aunque compadece a Duque por los desafíos que tienen por delante y quiere ser solidario con sus angustias y sus preocupaciones, no puede dejar de lado ni abandonar a quienes “han puesto su pellejo”. Se refiere a los más de 200 excombatientes de las Farc asesinados. Y expresó: “Espero que la aclaración de estos hechos sirva como freno para que no se vuelva a repetir una reiterada historia trágica en los distintos procesos que ha vivido Colombia, porque el fracaso de estas cosas, la impunidad estas cosas, abre la puerta para que un diálogo a futuro sea prácticamente imposible”.
(Puede interesarle: Así llegaron las Farc a la mesa de negociaciones hace ocho años)
No abandonó la conversación sin antes asegurar que espera volver a caminar por las calles colombianas, sobre todo “por la tremenda vorágine de su naturaleza y su potencial riqueza”, que le hace pensar que “cuanto más potencialmente rica es en una sociedad, más peligro tiene de no entenderse a sí misma”.
Otro exmandatario invitado fue Felipe González, expresidente de España, quien destacó que “por primera vez en la historia vemos que hay un acuerdo respecto de un conflicto vivo dentro del Estatuto de Roma", y en el que las víctimas aparecen como los protagonistas. González reiteró que el acuerdo de paz “supusieron a nivel internacional no solo una gran satisfacción” sino el gran desafío de la reconciliación entre todos los colombianos.
Según el político español, “nadie, ningún grupo puede justificar el mantenimiento de la violencia”. De hacerlo, sólo estarían cobijados bajo “la criminalidad organizada relacionada con el narcotráfico y ocupando el territorio con una verdadera vocación de paz y de reconciliación”. No dudó en afirmar que el esfuerzo colectivo para implementar la paz en Colombia “sería una bocanada de oxígeno para lo convivencia” del país y del mundo, que ahora se enfrenta a una de sus peores crisis por culpa de la pandemia del COVID-19.
José o Pepe Mujica, expresidente de Uruguay y uno de los tantos mandatarios del mundo que apoyaron el proceso de paz, fue invitado a la celebración de los dos años de la política “Paz con legalidad” del presidente Iván Duque. En ella, aprovechó para dar un balance de lo que ha sido hasta ahora la implementación del acuerdo y su percepción sobre lo hecho hasta ahora el Gobierno. Si bien resaltó que va por un buen camino, destacó que el narcotráfico, la erradicación forzada y el asesinato de excombatientes son sus principales preocupaciones.
Para empezar, señaló que al hacer “es enorme lo que se ha hecho, pero es mucho más enorme lo que queda por hacer y que nos está desafiando”. Por eso comparte la necesidad de que la paz en Colombia sea un proyecto de tres o cuatro gobiernos. Insistió en que no cree que cada gobierno pueda refundar una nueva Colombia y que “la construcción de la paz en Colombia no debiera ser un componente de las luchas políticas”, porque entonces se multiplican las amenazas del fracaso.
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Mujica fue enfático en que Colombia no tendrá una paz consolidada "si no se entiende la importancia de avanzar en la justicia y en las cuestiones sociales, de la tierra y del funcionamiento sano de la economía”. Uno de los grandes problemas que debe asumir el país hoy, para el político, es “la desgracia del narcotráfico, el espectro de una riqueza fácil, con cierta rapidez, que significa uno de los peores incentivos que se le puede presentar a una sociedad”.
Para Mujica, es enorme el esfuerzo que ha hecho el Gobierno, sin embargo, advirtió que aún queda “una magnitud colosal por delante”. El expresidente latinoamericano revisó punto por punto. Primero, resaltó que la franja de la justicia y la reparación marcha bien y agregó que espera que no le falten los recursos, pues estos puntos pactados en La Habana (Cuba) son “los elementos centrales de los acuerdos”.
Además, Mujica le recordó al presidente Duque no olvidar la reforma agraria y la consolidación del catastro multipropósito. También le pidió más apoyo a la Comisión de la Verdad y la importancia de reconocer e incluir en la construcción de memoria los delitos como los “falsos positivos” o muertes ilegítimamente presentadas como bajas en combate, a las que calificó de “deformaciones de la sociedad”. Dijo sin titubear: “Más que para juzgar, para saber; la verdad en el fondo es la médula de la justicia”.
Llamó la atención sobre el conflicto que continúa en Chocó y Catatumbo, relacionado con el narcotráfico y con la sustitución de cultivos de uso ilícito: “Fundamentalmente me parece que la política de erradicación forzosa de los cultivos abre campo a la aparición de pseudo organizaciones que son un verdadero peligro… Mientras exista ese mercado tentador va a haber fuerzas que se mueven para cubrirlo y esto no se arregla con apoyo militar o económico, necesitamos que la gran nación del Norte tenga conciencia que representa el más tremendo mercado y que cargue con su responsabilidad y lo enfrente”. Por eso, insistió en que la paz de Colombia debería ser una preocupación internacional.
El expresidente uruguayo dijo que, aunque compadece a Duque por los desafíos que tienen por delante y quiere ser solidario con sus angustias y sus preocupaciones, no puede dejar de lado ni abandonar a quienes “han puesto su pellejo”. Se refiere a los más de 200 excombatientes de las Farc asesinados. Y expresó: “Espero que la aclaración de estos hechos sirva como freno para que no se vuelva a repetir una reiterada historia trágica en los distintos procesos que ha vivido Colombia, porque el fracaso de estas cosas, la impunidad estas cosas, abre la puerta para que un diálogo a futuro sea prácticamente imposible”.
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No abandonó la conversación sin antes asegurar que espera volver a caminar por las calles colombianas, sobre todo “por la tremenda vorágine de su naturaleza y su potencial riqueza”, que le hace pensar que “cuanto más potencialmente rica es en una sociedad, más peligro tiene de no entenderse a sí misma”.
Otro exmandatario invitado fue Felipe González, expresidente de España, quien destacó que “por primera vez en la historia vemos que hay un acuerdo respecto de un conflicto vivo dentro del Estatuto de Roma", y en el que las víctimas aparecen como los protagonistas. González reiteró que el acuerdo de paz “supusieron a nivel internacional no solo una gran satisfacción” sino el gran desafío de la reconciliación entre todos los colombianos.
Según el político español, “nadie, ningún grupo puede justificar el mantenimiento de la violencia”. De hacerlo, sólo estarían cobijados bajo “la criminalidad organizada relacionada con el narcotráfico y ocupando el territorio con una verdadera vocación de paz y de reconciliación”. No dudó en afirmar que el esfuerzo colectivo para implementar la paz en Colombia “sería una bocanada de oxígeno para lo convivencia” del país y del mundo, que ahora se enfrenta a una de sus peores crisis por culpa de la pandemia del COVID-19.