La necesidad de propiciar la participación de las mujeres en el posacuerdo
Representantes de la comunidad internacional, mujeres de organizaciones sociales y en proceso de reincorporación analizaron cómo avanza la participación femenina en la construcción de paz durante el posconflicto. Se debatieron posturas en torno a la seguridad, alcances en la implementación de políticas suscritas en el Acuerdo y en la aceleración que debe tener el enfoque de género para materializar acciones en los territorios que visibilicen las labores de las lideresas y sus comunidades.
El presente y futuro de la implementación del Acuerdo de Paz, en buena medida, depende de la integridad que esta tenga en torno a las políticas de género. Según el Registro Único de Víctimas (RUV), el conflicto armado colombiano dejó más de 4.2 millones de mujeres víctimas, a las que, además sufrir históricamente la violencia sistemática y desproporcionada durante los años más crudos de la guerra, el país les debe esfuerzos y compromisos para que el rol femenino sea preponderante para reconstruir el tejido social.
Ese fue el tema de discusión en el conversatorio “En Colombia la paz avanza con las mujeres”, organizado por Colombia2020, ONU Mujeres, la Unión Europea y la Embajada de Noruega. A seis días de que se cumplan cuatro años de firmado el Acuerdo de Paz, fue necesario analizar los avances y oportunidades que el enfoque de género propone.
Sobre las oportunidades y perspectivas del enfoque de género dentro de la construcción de paz, Carlos Ruiz Massieu, jefe de la Misión de verificación de la ONU, aseguró que este es un momento adecuado para buscar el empoderamiento de la mujer, en aras del fortalecimiento de sus garantías para que se instalen de una manera más eficiente en la vida política y social. “Tenemos que mostrar aún más por qué este acuerdo emblemático nos hace privilegiados. Hay que seguir trabajando con las distintas comisiones para que aspectos como el CONPES 3931 se consolide en todos los territorios”, dijo.
Esta necesidad parte también de los problemas que viven las mujeres rurales en sus territorios. Magda Yaneth Alberto Cubillos, miembro de la Instancia Especial de Mujeres para el Enfoque de Género en la Paz, dijo que hay que seguir insistiendo en la construcción de paz, donde “las prioridades deben recaer en un diálogo más abierto con los territorios, que nos cuenten las necesidades y que se entienda el carácter diferencial de las mujeres en la seguridad comunitaria”.
Estas preocupaciones las compartió la senadora del partido FARC, Victoria Sandino, quien exigió “una voluntad férrea del gobierno y de la sociedad para que las transiciones hacia la paz para las mujeres fueran oportunidades de crecimiento y no realidades que se entienden desde los asesinatos”.
(También le puede interesar: ¿Cómo va el enfoque de género tras cuatro años de la firma del Acuerdo de Paz?)
Con otro punto de vista, la consejera Presidencial para la Equidad de la Mujer, Gheidy Gallo, dijo que las oportunidades que se ven dentro de esta temática para implementar paz se deben entender a partir de los esfuerzos nacionales para impulsar a la mujer rural, a partir de una deuda histórica que se tiene con ellas. En ese sentido, la funcionaria invitó a que “se le debe apostar al fomento de asociatividades, a la titulación de tierras y al emprendimiento, que son una caja de herramientas clave entre los territorios”.
Las perspectivas a futuro, el segundo eje temático del conversatorio, ampliaron las diferencias entre los panelistas, en la medida que Victoria Sandino, Magda Yaneth Alberto y Janneth Lozano Bustos, directora Comunidad de Apoyo a las Comunidades Populares - CODACOP, dijeron, casi en conjunto, que mientras que el Acuerdo no entre dentro de la agenda pública y política, es difícil poder consolidar una implementación acelerada para el enfoque de género y las medidas que a nivel local e internacional se esperan de esta experiencia de paz.
“Sí, hay oportunidades para mejorar porque los movimientos de mujeres están en todos los rincones del país, pero los mecanismos de justicia y de reparación aún adeudan mucho, a pesar de los lineamientos de la Resolución 1325 que parcialmente se cumplen sin tener una hoja de ruta consolidada para adaptarla en el país. Tenemos que hacer una revolución cultural que acabe con los imaginarios de que la violencia es el camino. Nosotras podemos trazar otro rumbo”, manifestó Lozano.
(Lea también: En video: ¿Qué es y cómo marcha la Resolución 1325 de la ONU en el posconflicto colombiano?)
Victoria Sandino, en esa misma línea, sostuvo que la estigmatización hacia la mujer reincorporada también debe entrar al análisis de los desafíos que el país debe tener en el posconflicto. “No solo nos marginan a nosotras como firmantes de paz, también a la mujer rural. El asesinato de casi 250 de nuestros compañeros, que aunque para algunos parezcan pocos cuando deberían ser cero, también se siente en el campo”, sentenció la senadora.
Cerrando el panel y habiendo escuchando estos puntos de vista, la consejera Gheidy Gallo resaltó la gestión del gobierno para llevar la paz a los territorios, con la mujer como protagonista. Dijo que la la implementación del acuerdo es un tema transversal para el Plan Nacional de Desarrollo y que a pesar de la violencia y el peligro que representan las economías ilícitas, las “políticas de seguridad nacional están listas para mitigar este impacto en los PDET y en las zonas futuro, acompañadas por proyectos productivos”, concluyó.
Los desafíos siguen y hay un camino largo por delante. Veedores internacionales de la implementación de lo pactado en la Habana, como el Instituto Kroc de la Universidad de Notre Dame, advierten que las 130 medidas sobre enfoque de género que recoge el acuerdo, tan solo se han cumplido satisfactoriamente 12 (9%). Si bien esto también se debe ver a la luz del Plan Marco de Implementación (PMI), para ver las proyecciones de paz de cara a los próximos 15 años, ahora es un momento importante para escuchar más a las voces de las mujeres rurales, a las lideresas que promueven la paz en sus territorios y a todas aquellas que dejan su vida para que el panorama mejore y haya avances significativos.
El presente y futuro de la implementación del Acuerdo de Paz, en buena medida, depende de la integridad que esta tenga en torno a las políticas de género. Según el Registro Único de Víctimas (RUV), el conflicto armado colombiano dejó más de 4.2 millones de mujeres víctimas, a las que, además sufrir históricamente la violencia sistemática y desproporcionada durante los años más crudos de la guerra, el país les debe esfuerzos y compromisos para que el rol femenino sea preponderante para reconstruir el tejido social.
Ese fue el tema de discusión en el conversatorio “En Colombia la paz avanza con las mujeres”, organizado por Colombia2020, ONU Mujeres, la Unión Europea y la Embajada de Noruega. A seis días de que se cumplan cuatro años de firmado el Acuerdo de Paz, fue necesario analizar los avances y oportunidades que el enfoque de género propone.
Sobre las oportunidades y perspectivas del enfoque de género dentro de la construcción de paz, Carlos Ruiz Massieu, jefe de la Misión de verificación de la ONU, aseguró que este es un momento adecuado para buscar el empoderamiento de la mujer, en aras del fortalecimiento de sus garantías para que se instalen de una manera más eficiente en la vida política y social. “Tenemos que mostrar aún más por qué este acuerdo emblemático nos hace privilegiados. Hay que seguir trabajando con las distintas comisiones para que aspectos como el CONPES 3931 se consolide en todos los territorios”, dijo.
Esta necesidad parte también de los problemas que viven las mujeres rurales en sus territorios. Magda Yaneth Alberto Cubillos, miembro de la Instancia Especial de Mujeres para el Enfoque de Género en la Paz, dijo que hay que seguir insistiendo en la construcción de paz, donde “las prioridades deben recaer en un diálogo más abierto con los territorios, que nos cuenten las necesidades y que se entienda el carácter diferencial de las mujeres en la seguridad comunitaria”.
Estas preocupaciones las compartió la senadora del partido FARC, Victoria Sandino, quien exigió “una voluntad férrea del gobierno y de la sociedad para que las transiciones hacia la paz para las mujeres fueran oportunidades de crecimiento y no realidades que se entienden desde los asesinatos”.
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Con otro punto de vista, la consejera Presidencial para la Equidad de la Mujer, Gheidy Gallo, dijo que las oportunidades que se ven dentro de esta temática para implementar paz se deben entender a partir de los esfuerzos nacionales para impulsar a la mujer rural, a partir de una deuda histórica que se tiene con ellas. En ese sentido, la funcionaria invitó a que “se le debe apostar al fomento de asociatividades, a la titulación de tierras y al emprendimiento, que son una caja de herramientas clave entre los territorios”.
Las perspectivas a futuro, el segundo eje temático del conversatorio, ampliaron las diferencias entre los panelistas, en la medida que Victoria Sandino, Magda Yaneth Alberto y Janneth Lozano Bustos, directora Comunidad de Apoyo a las Comunidades Populares - CODACOP, dijeron, casi en conjunto, que mientras que el Acuerdo no entre dentro de la agenda pública y política, es difícil poder consolidar una implementación acelerada para el enfoque de género y las medidas que a nivel local e internacional se esperan de esta experiencia de paz.
“Sí, hay oportunidades para mejorar porque los movimientos de mujeres están en todos los rincones del país, pero los mecanismos de justicia y de reparación aún adeudan mucho, a pesar de los lineamientos de la Resolución 1325 que parcialmente se cumplen sin tener una hoja de ruta consolidada para adaptarla en el país. Tenemos que hacer una revolución cultural que acabe con los imaginarios de que la violencia es el camino. Nosotras podemos trazar otro rumbo”, manifestó Lozano.
(Lea también: En video: ¿Qué es y cómo marcha la Resolución 1325 de la ONU en el posconflicto colombiano?)
Victoria Sandino, en esa misma línea, sostuvo que la estigmatización hacia la mujer reincorporada también debe entrar al análisis de los desafíos que el país debe tener en el posconflicto. “No solo nos marginan a nosotras como firmantes de paz, también a la mujer rural. El asesinato de casi 250 de nuestros compañeros, que aunque para algunos parezcan pocos cuando deberían ser cero, también se siente en el campo”, sentenció la senadora.
Cerrando el panel y habiendo escuchando estos puntos de vista, la consejera Gheidy Gallo resaltó la gestión del gobierno para llevar la paz a los territorios, con la mujer como protagonista. Dijo que la la implementación del acuerdo es un tema transversal para el Plan Nacional de Desarrollo y que a pesar de la violencia y el peligro que representan las economías ilícitas, las “políticas de seguridad nacional están listas para mitigar este impacto en los PDET y en las zonas futuro, acompañadas por proyectos productivos”, concluyó.
Los desafíos siguen y hay un camino largo por delante. Veedores internacionales de la implementación de lo pactado en la Habana, como el Instituto Kroc de la Universidad de Notre Dame, advierten que las 130 medidas sobre enfoque de género que recoge el acuerdo, tan solo se han cumplido satisfactoriamente 12 (9%). Si bien esto también se debe ver a la luz del Plan Marco de Implementación (PMI), para ver las proyecciones de paz de cara a los próximos 15 años, ahora es un momento importante para escuchar más a las voces de las mujeres rurales, a las lideresas que promueven la paz en sus territorios y a todas aquellas que dejan su vida para que el panorama mejore y haya avances significativos.