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Nevardo Fernández tenía 24 años cuando fue detenido y desaparecido en Campoalegre (Huila), el 22 de octubre de 1987. Desde febrero de 1986 había decidido irse a vivir a Neiva a una parroquia franciscana, motivado por el trabajo artístico que podía desempeñar con jóvenes. Todo desde la perspectiva de la fe cristiana. Él cantaba, tocaba guitarra, escribía poemas y hacía teatro. Protestaba desde el arte, con sus letras, sus canciones y sus escenas.
“Misteriosos personajes en moto comenzaron a intimidar a amigas cercanas que participaron en el grupo de teatro”, escribió el padre Javier Giraldo en su libro: "Aquellas muertes que hicieron resplandecer la vida". Giraldo documentó su historia. Ese mismo octubre, Nevardo y varios integrantes del grupo juvenil de la parroquia conformaron el Comité de Apoyo a los Indígenas, un colectivo para defender a la comunidad indígena de Caguán-Los Dujos, que estaba en riesgo de desalojo. Días después, también participó en las exequias del aspirante presidencial Jaime Pardo Leal, asesinado el 11 de ese mes. “Mi mamá estaba muy asustada de toda la situación del país, le había dicho a Nevardo que ya se viniera para Bogotá”, recuerda su hermano Omar Fernández, miembro del grupo coordinador de la Mesa a nivel nacional, pero el compromiso social fue mayor.
El 22 de octubre lo detuvieron, iba con Luz Stella Vargas, catequista y compañera de teatro, con Carlos, el Gobernador indígena, y con Salvador, un indígena de la comunidad. Los retuvieron, torturaron y asesinaron. Fueron encontrados tres días después, ya descompuestos, por lo que no pudieron tener una velación cristiana.
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Nevardo y Luz Stella son solo dos de las más de cien víctimas del sector cristiano que ha venido documentando la Mesa Ecuménica por la Paz de manera juiciosa desde hace dos años. Sin embargo, el trabajo de las comunidades de fe organizadas por la paz se remonta a los años 80. Su trabajo en pro de la construcción de paz tomó un nuevo rumbo con la apertura del diálogo y posterior firma de los Acuerdos de Paz entre el Gobierno y las Farc. Luego, cuando apareció la Comisión de la Verdad, vieron un nuevo escenario para exponer sus hallazgos y, sobre todo, para que el país conozca la verdad de este sector, explica Yolanda Reyes, politóloga y miembro del equipo de animación de la Mesa.
Sobre esto, Omar Fernández y parte de esta organización ya se reunió con la Comisión de la Verdad para presentar su trabajo por la documentación y la visibilización de las víctimas del sector cristiano y para poner de manifiesto su intención de encontrar la verdad de lo sucedido en el conflicto armado.
¿Por qué decidieron acudir a la Comisión de la Verdad?
Uno de los aspectos que motivó al sector cristiano a visibilizar las víctimas es que, si bien estaban referenciadas en una cantidad de documentos escritos, son casos que estaban y están en la total impunidad. Eso tenía un poco amarrado el proceso porque estábamos buscando que se pudiera llevar un procedimiento jurídico para que pudiera tener una respuesta a esa condición de asesinato. Pero no hubo nunca una respuesta, entonces para nosotros la Comisión de la Verdad fue la posibilidad de demostrar que hay patrones y sistematicidad en las victimizaciones hacia el sector cristiano.
¿Qué le presentaron a la Comisión de la Verdad?
La reunión la planteamos nosotros como el inicio de una ruta y de un proceso sostenido que nos lleve a identificar que estamos ante un conjunto de hechos sistemáticos, que reflejan patrones y que evidencien que el sector cristiano fue perseguido. Lo que hicimos fue presentarle a la Comisión el proceso que traemos, los resultados que hay, las tareas que estamos realizando y una serie de propuestas para poder consolidar el trabajo que estamos haciendo de documentación y organización de los familiares de las víctimas. Porque también estamos favoreciendo una organización de las víctimas para que hablen por sí solas ante los escenarios que correspondan.
Definimos una ruta que se plantea más o menos a un año y medio. Esperamos ofrecer unos resultados más sólidos. Es importante esclarecer los hechos, identificar las lógicas que acompañaron estas acciones represivas y de muerte, para que eso no vuelva a ocurrir.
¿De qué se trata la ruta?
El componente central será el acopio y la interpretación de la información, entonces tenemos la tarea documental para poder demostrar la victimización sistemática. Otra cosa es el fortalecimiento de la organización de víctimas del sector cristiano y el acompañamiento que se espera que pueda ofrecer la Comisión de la Verdad. Otros temas tienen que ver con el reconocimiento por parte de la sociedad de que este sector ha sido victimizado. Esperamos también formas de reparación simbólica que puedan surgir fruto de este intercambio con la Comisión de la Verdad.
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¿Han encontrado territorios en los que la victimización ha sido mayor?
Hemos encontrado territorios fuertemente golpeados y son en los que, además del conflicto, había procesos muy fuertes de organización cristiana que repercutían en las situaciones de injusticia, denuncia y organización ciudadana. También en comunidades étnicas.
Hay zonas como en Trujillo, Antioquia, Ocaña y Huila. En todos esos sitios había redes impresionantes de comunidades y procesos eclesiales que estaban teniendo un impacto muy grande en sus regiones. Hay regiones donde podemos encontrar más de 30 víctimas.
Cuando empezamos a buscar en las regionales nos encontramos con otros hechos victimizantes, como desplazamiento forzado o desplazamientos masivos de familias, exilio. Conociendo la verdad será la mejor manera de visibilizar una categoría como esta.
¿Por qué son tan particulares estar regiones?
En estas últimas reuniones han llegado tantos casos de Antioquia, porque allá había muchos sacerdotes y religiosas que estaban haciendo un trabajo pastoral excelente. Además, estuvo el adalid de lo que sería la figura más represiva de la iglesia católica: monseñor Alfonso López Trujillo., que él mismo entregaba a la inteligencia militar los datos de los sacerdotes y religiosas, persiguió sacerdotes, les hizo la vida imposible a agentes de Pastoral, impidió que muchas comunidades llegaran a Antioquia. Es decir, no fue solo el Estado, sino también desde la misma iglesia articulados con la inteligencia militar.
¿Cuántas víctimas de asesinato han documentado?
Cerca de 100 víctimas de asesinato, pero esto puede duplicarse en este ejercicio de información primaria. Esta es la modalidad fuerte.
Sin embargo, cuando empezamos a buscar en las regionales nos encontramos con otros hechos victimizantes, como desplazamiento forzado o desplazamientos masivos de familias, exilio, desaparición forzada o tortura.
¿Quiénes eran?
Eran animadores y animadoras de la palabra, líderes pastorales, pastores, pastoras, obispos, religiosas.
¿Han identificado casos representativos?
Estamos en esa investigación. Ya identificamos al padre Tiberio Fernández, porque recoge a la comunidad de Trujillo y la victimización ocurrida en ese lugar. Sobre esto esperamos que la Comisión nos pueda brindar apoyo.
¿Los casos de desaparición forzada los piensan llevar a la Unidad de Búsqueda de Desaparecidos?
Eso hablamos. Como hay una cercanía de la Comisión y la Unidad de Búsqueda, entonces en la medida en que vayamos encontrando estos casos, podremos acudir a este mecanismo.
¿Además de demostrar la posible sistematicidad y los patrones en los casos, qué más esperan de la Comisión de la Verdad?
Queremos que nuestros casos se lean en clave del contexto del país y también de manera regional e internacional. ¿Qué estaba pasando en el país en ese momento? ¿Quién era el alcalde del municipio donde sucedió? ¿Quién era el gobernador? ¿Qué presiones internacionales había sobre Colombia en ese momento?
¿Cuál es el mayor reto que tienen?
La parte organizativa. Muchas familias están desencantadas porque no han encontrado nunca verdad judicial, el caso no avanza, entonces estamos en proceso de motivarlas para que acudan a la Comisión y se unan para encontrar la verdad histórica.