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“Se lo explico con plastilina”: así se narran historias de desplazamiento en el arte

Por medio de sus obras, el artista Edgar Álvarez busca plasmar los sentimientos de desarraigo que siembra este flagelo en el país. Así es su proceso creativo.

Redacción Colombia +20
27 de junio de 2024 - 06:52 p. m.
Tras retornar a su hogar en Tumaco, Atocha sueña con ser modista.
Tras retornar a su hogar en Tumaco, Atocha sueña con ser modista.
Foto: ACNUR/ María José Gómez Valencia

Edgar Álvarez toma un trozo de plastilina y al tiempo habla con Atocha, una mujer afro de la vereda Alto Jagua, en Tumaco, Nariño. Mientras reciben el fresco de la tarde, Edgar le va explicando a Atocha las escenas que pueden recrear con ese material: un baile, un retrato familiar o el recuerdo antes de ser víctima de desplazamiento forzado. “Ahora tu eres la artista”, le sentencia Edgar.

Atocha lo escucha con atención, moldea su plastilina y relata en una frase lo que podría resumir lo que ha sido su vida. “Nosotros antes vivíamos alegres, contentos, sin miedo, sin susto. Llegó un momento en que entró la desgracia a nuestro barrio”.

En el año 2016, los enfrentamientos entre grupos armados en la zona provocaron el desplazamiento masivo de 60 familias, 172 personas entre 95 mujeres y niñas; 78 hombres y niños. Atocha recuerda que para esa época lo recomendado era “ver y callar la boca” y caminar por los montes se volvió peligroso.

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Atocha sigue amasando la plastilina mientras recuerda con detalles el día en el que los grupos ilegales sembraron el miedo en su vereda en Tumaco. “Eran las cinco de la tarde cuando se formó ese problema. Estábamos merendando y oímos una balacera”, cuenta.

Esa tarde hubo una disputa por el territorio y la comunidad, en medio del fuego cruzado, corrió a buscar refugio. Al tiempo que Atocha relata el momento de temor que vivió, Edgar trata de capturar la mayor cantidad de detalles para traducir sus sentimientos en un pedacito de plastilina y lograr recrear la escena de Atocha y sus hijas escondidas debajo de la cama.

Ese día se taparon con las cobijas hasta que terminaron los disparos, pero esa noche nadie durmió, esperaron con ansias que saliera el sol para huir en canoas hasta Tumaco. Tenían temor de que regresaran los grupos armados y los disparos.

En medio del relato, Atocha hace una pausa para evaluar su trabajo con plastilina. “¿Qué tal este muñeco?”, le pregunta a Edgar. Él le responde que le explique a quienes moldeó. Ella le cuenta que hizo a su esposo y a su hija. “Y esta soy yo, la más negra y le falta el afro todo grande”, le dice Atocha.

Un puente para que la gente se conmueva

Edgar trabaja con plastilina hace más de 30 años. Cree que la clave está en la historia que cada uno lleva por dentro. “Este no es un tema lejano para mí. Hay algo que es clave y es que mi familia también fue desplazada y yo crecí con todas esas historias de amenazas, de esconderse en el campo”, relata Edgar mientras recuerda las imágenes que por mucho tiempo lo acompañaron en su imaginación.

“Mi familia siempre me describía los páramos llenos de cruces. Entonces la primera vez que fui a un páramo veía los frailejones y los asociaba con muertos. Uno crece con todas las historias y eso ayuda a entender”, dice.

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Su sensibilidad para crear las escenas nace desde el tema del rechazo que deriva en que las personas tengan que salir de sus sitios como los desplazados, refugiados y migrantes. “Algo que me sirve mucho es que así como la gente logra conmoverme, yo también espero hacer eso con las otras personas. Eso se vuelve como un canal. Yo sirvo de puente para que la gente se conmueva”.

Otra de las claves que destaca el artista al momento de crear las escenas es tener un ambiente de confianza y para ello, el material con el que trabaja es fundamental.

Yo tengo una ventaja grandísima y es la plastilina. Cuando alguien ve a un tipo haciendo muñequitos en plastilina, la relación es muy distinta. No es tener una grabadora para ver qué piensa, sino que lo diga con plastilina. Mientras hace un muñequito va explicando qué es lo que ha pasado. Cuando se representa algo gráficamente hay que pensar muy bien, es algo muy concreto”, concluye Edgar.

“El que vive en casa ajena nunca vive bien”

Cuanto Atocha y su comunidad fueron desplazadas, la alcaldía de Tumaco los recibió con una colchoneta, una cobija y otras cosas básicas. En ese momento, Atocha decidió quedarse en la casa de su cuñada durante casi un mes, pero con los días los recursos eran pocos y la vida era más cara. Atocha decidió retornar a su vereda por sus propios medios porque “el que vive en casa ajena nunca vive bien”.

“La cosa estaba muy dura. Una noche no teníamos plata para estar comiendo y usted sabe que en Tumaco vive el que tiene plata. El que no tiene plata no vive aquí en Tumaco”, dice Atocha mientras vuelve a interrumpir el relato para pedirle opinión a Edgar sobre la plastilina. “¿Este pollito me queda bonito, verdad?”, pregunta.

Junto a Atocha, de las 75 familias que salieron desplazadas de sus hogares, alrededor de 65 retornaron al territorio y otras decidieron quedarse en Tumaco.

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Dos años después del desplazamiento, en el año 2018, se aprobó el plan de retorno étnico de Alto Jagua que tenía como objetivo principal restituir los derechos colectivos afectados por el desplazamiento forzado. En ese plan, ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, tuvo un papel fundamental, pues apoyó a Atocha y su comunidad en el plan de retorno a la vereda.

La alianza entre las instituciones, alcaldía, gobernación y Unidad para las Víctimas; la comunidad y la cooperación entre 2021 y 2023 ha sido catalogada como un proceso de soluciones duraderas. Hoy por hoy, Atocha siente que con su comunidad han aprendido a exigir sus derechos y pueden volver a bailar como lo hacían antes.

“Ahí están bailando”, le dice Edgar a Atocha y ella le responde que sí, “aquí estamos contentos. Tengo cara alegre. Caritas, caritas alegres”.

Ahora que Atocha regresó a su hogar, y con ella la tranquilidad, quiere cumplir su sueño de ser modista. “Ese es mi gran anhelo. Tengo como 30 metros de tela para coser. Yo mi tela no la quiero dañar, quiero convertirla y ser alguien en la vida”, dice.

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