“Eln y gobierno deben pactar cese bilateral del fuego definitivo”: Carlos Velandia, promotor de paz
Desde el gobierno de Santos, Velandia ha acompañado los fallidos diálogos con la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (Eln). En entrevista con Colombia+20 profundizó los retos de la participación de todos los frentes de esta guerrilla en la mesa de diálogo y dijo que se debe avanzar al máximo en los próximos dos años.
Silvia Corredor Rodríguez
Carlos Arturo Velandia ha acompañado los diálogos con el Eln de tres presidentes de Colombia. Ahora, con el gobierno de izquierda de Gustavo Petro, parece que se están dando las condiciones para que la negociación llegue, por fin, a buen término.
Velandia fue comandante del frente Domingo Laín de esa guerrilla, estructura que operó en el departamento de Arauca. Estuvo en la cárcel por 10 años y al cumplir su pena, comenzó su rol de promotor de paz. También está al frente de la asociación ABC Paz donde académicos, activistas y defensores de los derechos humanos investigan y acompañan procesos de resolución de conflictos y contribuciones a la paz.
Desde allí ha publicado diferentes libros sobre sus experiencias con el Eln, sus aportes a la verdad, historia de los procesos de paz en Colombia y el más reciente titulado “La paz o la guerra, esa es la cuestión”. En dicho libro, abordó los retos por asumir en el actual proceso de diálogo que el pasado lunes cerró el primer ciclo de negociaciones en Caracas (Venezuela).
En entrevista con Colombia +20, Velandia enfatizó en la importancia de un cese bilateral del fuego definitivo para evitar que se repitan acciones como el anuncio del paro armado indefinido por el Frente de Guerra Occidental ‘Omar Gómez’, que tiene presencia en el Medio San Juan (Chocó) y el río Calima (Valle del Cauca), que iniciará hoy 15 de diciembre. “Que no pierdan el tiempo en ceses temporales, intermedios, porque estamos en el extremo final del conflicto y hay que terminarlo bien, ¿Para qué prolongarlo? Cualquier alargue que se haga a las negociaciones, es alargar el conflicto”.
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¿Cuáles son sus expectativas con este proceso de paz con el Eln?
Las más grandes que se hayan podido tener en todos los tiempos, al menos con el Eln, por varias razones. La primera, el proceso de paz que se hizo con las Farc logra llevar el conflicto armado interno a su tramo final. La guerrilla hace dejación de armas, se transforma en un movimiento político y están en un proceso de construcción de un partido político democrático.
Un segundo aspecto es el cambio de gobierno, con esto no se contaba antes. Hoy tenemos un gobierno de izquierda, de estirpe popular con un mandato muy claro para trabajar la paz. En tercer lugar, la lucha armada fue una metodología de lucha política con armas para acceder al poder, pero eso ya no es posible, se está mostrando que se puede acceder a la vía democrática sin armas, quizás es la mayor demostración que hemos hecho en América Latina hasta ahora. Aquí podemos tener una revolución por la vía democrática, a través de los votos y promover una nueva sociedad con cambios.
Pablo Beltrán, jefe negociador del Eln, ha dicho que esa guerrilla no está detrás de curules ¿Cómo encaja eso con la apertura política que dio el proceso con las Farc?
El Eln ha dicho “yo no quiero nada para mi”, pero muy seguramente al dejar las armas, sus militantes seguirán siendo actores políticos en los territorios donde siempre han estado y querrán la posibilidad de participar en la democracia representativa, este puede ser un escenario. Ellos quieren darle todo el protagonismo a la sociedad, por eso ellos en cierta forma se niegan y dicen “eso no es para mí”, es que la sociedad participe.
Desde el marco de la Constitución del 91, está súper desarrollada la democracia representativa, donde los ciudadanos votamos para que otros nos representen y hablen en nombre nuestro y eso está bien; hace parte de la democracia. Pero hay otros elementos como la democracia participativa donde la persona se representa a sí mismo, participa, va ayudar a construir con otros. Por eso, la agenda del Eln, en términos temáticos, no tiene anuncios de tierras, petróleo o desarrollo económico, habla de participación o “democracia para la paz”. La participación no puede ser un salto al vacío o que lo es todo, hay que determinar varias cosas. Primero, cuánta participación es necesaria y suficiente porque se puede participar pero no concretar nada. Esto debe ir a que participe la gente pero salimos de la guerra porque participamos junto con la gente, en igualdad de condiciones. Por eso, el Eln debe buscar, en la medida en que se generen espacios de participación, de participar pero sin armas
En contexto: ¿Qué son los acuerdos humanitarios y por qué importan en los diálogos con el Eln?
Usted menciona la posibilidad de ubicar una zona colombo-venezolana para el tránsito de esta guerrilla a la vida civil, tras la firma de un eventual acuerdo, ¿cómo imagina este escenario? ¿qué tan viable sería?
Cerca del 70% de las fuerzas del Eln están en la frontera con Venezuela, es una circunstancia que hace que el territorio venezolano sea muy utilizado y de mucho tráfico en ambas direcciones. Entonces es crear una zona de exclusión militar, de exclusión de guerra y una zona protegida al estilo de un santuario, así se le llama, para que allí puedan juntarse las fuerzas guerrilleras colombianas que están en Venezuela y permanecer allí con seguridad; incluso, allí mismo podrían desarrollarse las conversaciones de paz. Así, ellos podrían hacer un proceso de tránsito, entregar las armas en un territorio donde estén protegidos y acompañados por Naciones Unidas y otros países garantes, como se hizo con el proceso con Farc.l Para esto, se necesitan corredores de salida y llegada con protección. Esto podría ser en el estado de Apure, donde al frente estaría el departamento de Arauca.
¿Qué pasaría con las estructuras del Eln que están en Chocó, Nariño y el resto del país? ¿Se crearían otras zonas como estas en territorios fronterizos?
Eso se intentó en el gobierno de Uribe, desde Luis Carlos Restrepo, pero fracasó porque no es posible concentrar la totalidad de los guerrilleros en un solo punto pero los que están en Venezuela, sí, porque son los que están en esa zona.
Yo descarto desde ya la posibilidad de concentrar a todo el Eln en un único punto, solo se podría los que tienen carácter binacional con Venezuela.
Lea: Paz con el Eln: las recomendaciones de Procuraduría y sociedad civil al diálogo
Usted ha sido crítico sobre los procesos de justicia transicional en este nuevo diálogo de paz. ¿Cuál sería la opción más viable?
Cuando se trate el punto de víctimas valdría la pena mirar que la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) es el instrumento y no otro porque no va a ser posible que con cada actor del conflicto con el que se quiera llegar a un acuerdo, se deba crear una propia jurisdicción. Además, se lo he escuchado a Pablo Beltrán y a Danilo Rueda que el espíritu es construir sobre lo construido, de modo que si tenemos ya construida la jurisdicción especial para la paz, pues seguir solidificándola. Además, creo que el Eln podría encajar perfectamente en el sistema de verdad, justicia, reparación y no repetición; obviamente, habrá que hacer algunas actualizaciones y en eso se podrá contribuir a los diálogos de paz de ahora.
A Gustavo Aníbal Giraldo, conocido como ‘Pablito’ y cabeza del Frente de Guerra Oriental, se le atribuye la comandancia en el atentado de la Escuela de Cadetes General Santander en Bogotá ¿Qué pasó con él? ¿Dónde está? ¿Hará parte de la negociación?
Sin duda es una persona muy influyente en la vida política y militar del Eln, es una pieza importante en la estructura del diálogo, que yo creo que debiera estar allí en el momento en que se amerite. Quizás en este momento inicial no sea tan indispensable, pero lo que sí es indispensable es que las estructuras del frente de guerra oriental Manuel Vázquez Castaño tengan asiento en la delegación, que estén representadas allí y se hagan ver, que el país sepa sí que tanto la gente del Chocó como los elenos del oriente están sentados en la mesa porque es un signo de voluntad; el hecho que no estén genera ruidos innecesarios.
El frente urbano nacional debe tener una representación muy clara, visible, porque son mensajes importantes para la sociedad, dan tranquilidad porque en la medida en que vean que el proceso es serio, útil, lo apoya; el proceso enredado no tanto.
¿Y cuál es la voluntad de los frentes Oriental y Occidental dentro de las negociaciones de paz?
Creo en la voluntad y la disposición del Eln nacional, pero tengo serias dudas sobre la voluntad real de algunas estructuras. El frente Occidental sacó un comunicado anunciando un paro armado, mientras que en Caracas se firmó y acordó entre las dos partes unas acciones humanitarias en el Chocó para el retorno de las comunidades embera, pero al mismo tiempo permitir desarrollar actividades que garanticen la movilidad y que la gente no esté confinada en el territorio. Este frente ordenó un paro armado con fecha indefinida entonces eso no es voluntad.
Navegue aquí en nuestro especial multimedia sobre la paz con el Eln
Me he preguntado si en la delegación que está en Caracas están todos los que son, porque allí deben estar los delegados que representan las estructuras del Chocó para que no ocurra lo que pasó en 2017 cuando hicieron un cese de fuego y hostilidades y en medio de eso secuestraron y asesinaron a un gobernador indígena. Eso no muestra tener voluntad de paz porque esto es real, no es un asunto de decir “sí, allá me están representando, mientras yo aquí echo tiros mientras tanto”. El Eln y gobierno deben pactar cese bilateral del fuego definitivo. Que no pierdan el tiempo en ceses temporales, intermedios, porque estamos en el extremo final del conflicto y hay que terminarlo bien, ¿para qué prolongarlo? Cualquier alargue que se haga a las negociaciones, es alargar el conflicto. Las partes deben esforzarse a lograr acuerdos en estos dos primeros años para llegar al punto de no retorno, si no este proceso va ser muy dificultoso.
¿Cuál es el espíritu del libro en esta coyuntura nacional?
‘La paz o la guerra, esa es la cuestión’ es lo que está en el centro del debate, ¿Vale la pena seguir intentando o prolongando la guerra cuando a través de la guerra no se va a obtener absolutamente nada, solo más muertos, destrucción, acumulación de odios y dolor? A través de la paz y en proceso de cambios, porque tenemos un nuevo gobierno diferente a los anteriores, tenemos un gobierno con un programa progresista y buscado. El Eln en 2005 proponía que debíamos trabajar por un gobierno de nación, paz y equidad, si este no es, entonces cuál es. Los actores de la guerra, hoy en día, debieran mirar el fusil y decir: “oiga, ¿qué sentido tiene esto?” Esa es la razón que explica el libro.
Las raíces del Eln: Así nació el Eln, la última guerrilla de Colombia, que hoy negocia la paz
¿El Eln puede ser un veedor armado?
Es complicado pensar que se puede desarrollar la implementación de los acuerdos manteniendo las armas. El Eln dice “no dejaré las armas hasta ver los hechos”, y esas son transformaciones que tomarán años. Lo que se ha utilizado en Colombia es que se firman los acuerdos, se empieza a hacer una implementación inmediata, a través de acuerdos que son más de facto, pero hay algunos que van a tomar más tiempo porque obedecen a procesos largos, como las transformaciones de orden social. Pero el Eln no puede amarrar el libro de estos objetivos a la tenencia de las armas, porque lo convertiría en una especie de notario, veedor, vigilante.
Carlos Arturo Velandia ha acompañado los diálogos con el Eln de tres presidentes de Colombia. Ahora, con el gobierno de izquierda de Gustavo Petro, parece que se están dando las condiciones para que la negociación llegue, por fin, a buen término.
Velandia fue comandante del frente Domingo Laín de esa guerrilla, estructura que operó en el departamento de Arauca. Estuvo en la cárcel por 10 años y al cumplir su pena, comenzó su rol de promotor de paz. También está al frente de la asociación ABC Paz donde académicos, activistas y defensores de los derechos humanos investigan y acompañan procesos de resolución de conflictos y contribuciones a la paz.
Desde allí ha publicado diferentes libros sobre sus experiencias con el Eln, sus aportes a la verdad, historia de los procesos de paz en Colombia y el más reciente titulado “La paz o la guerra, esa es la cuestión”. En dicho libro, abordó los retos por asumir en el actual proceso de diálogo que el pasado lunes cerró el primer ciclo de negociaciones en Caracas (Venezuela).
En entrevista con Colombia +20, Velandia enfatizó en la importancia de un cese bilateral del fuego definitivo para evitar que se repitan acciones como el anuncio del paro armado indefinido por el Frente de Guerra Occidental ‘Omar Gómez’, que tiene presencia en el Medio San Juan (Chocó) y el río Calima (Valle del Cauca), que iniciará hoy 15 de diciembre. “Que no pierdan el tiempo en ceses temporales, intermedios, porque estamos en el extremo final del conflicto y hay que terminarlo bien, ¿Para qué prolongarlo? Cualquier alargue que se haga a las negociaciones, es alargar el conflicto”.
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¿Cuáles son sus expectativas con este proceso de paz con el Eln?
Las más grandes que se hayan podido tener en todos los tiempos, al menos con el Eln, por varias razones. La primera, el proceso de paz que se hizo con las Farc logra llevar el conflicto armado interno a su tramo final. La guerrilla hace dejación de armas, se transforma en un movimiento político y están en un proceso de construcción de un partido político democrático.
Un segundo aspecto es el cambio de gobierno, con esto no se contaba antes. Hoy tenemos un gobierno de izquierda, de estirpe popular con un mandato muy claro para trabajar la paz. En tercer lugar, la lucha armada fue una metodología de lucha política con armas para acceder al poder, pero eso ya no es posible, se está mostrando que se puede acceder a la vía democrática sin armas, quizás es la mayor demostración que hemos hecho en América Latina hasta ahora. Aquí podemos tener una revolución por la vía democrática, a través de los votos y promover una nueva sociedad con cambios.
Pablo Beltrán, jefe negociador del Eln, ha dicho que esa guerrilla no está detrás de curules ¿Cómo encaja eso con la apertura política que dio el proceso con las Farc?
El Eln ha dicho “yo no quiero nada para mi”, pero muy seguramente al dejar las armas, sus militantes seguirán siendo actores políticos en los territorios donde siempre han estado y querrán la posibilidad de participar en la democracia representativa, este puede ser un escenario. Ellos quieren darle todo el protagonismo a la sociedad, por eso ellos en cierta forma se niegan y dicen “eso no es para mí”, es que la sociedad participe.
Desde el marco de la Constitución del 91, está súper desarrollada la democracia representativa, donde los ciudadanos votamos para que otros nos representen y hablen en nombre nuestro y eso está bien; hace parte de la democracia. Pero hay otros elementos como la democracia participativa donde la persona se representa a sí mismo, participa, va ayudar a construir con otros. Por eso, la agenda del Eln, en términos temáticos, no tiene anuncios de tierras, petróleo o desarrollo económico, habla de participación o “democracia para la paz”. La participación no puede ser un salto al vacío o que lo es todo, hay que determinar varias cosas. Primero, cuánta participación es necesaria y suficiente porque se puede participar pero no concretar nada. Esto debe ir a que participe la gente pero salimos de la guerra porque participamos junto con la gente, en igualdad de condiciones. Por eso, el Eln debe buscar, en la medida en que se generen espacios de participación, de participar pero sin armas
En contexto: ¿Qué son los acuerdos humanitarios y por qué importan en los diálogos con el Eln?
Usted menciona la posibilidad de ubicar una zona colombo-venezolana para el tránsito de esta guerrilla a la vida civil, tras la firma de un eventual acuerdo, ¿cómo imagina este escenario? ¿qué tan viable sería?
Cerca del 70% de las fuerzas del Eln están en la frontera con Venezuela, es una circunstancia que hace que el territorio venezolano sea muy utilizado y de mucho tráfico en ambas direcciones. Entonces es crear una zona de exclusión militar, de exclusión de guerra y una zona protegida al estilo de un santuario, así se le llama, para que allí puedan juntarse las fuerzas guerrilleras colombianas que están en Venezuela y permanecer allí con seguridad; incluso, allí mismo podrían desarrollarse las conversaciones de paz. Así, ellos podrían hacer un proceso de tránsito, entregar las armas en un territorio donde estén protegidos y acompañados por Naciones Unidas y otros países garantes, como se hizo con el proceso con Farc.l Para esto, se necesitan corredores de salida y llegada con protección. Esto podría ser en el estado de Apure, donde al frente estaría el departamento de Arauca.
¿Qué pasaría con las estructuras del Eln que están en Chocó, Nariño y el resto del país? ¿Se crearían otras zonas como estas en territorios fronterizos?
Eso se intentó en el gobierno de Uribe, desde Luis Carlos Restrepo, pero fracasó porque no es posible concentrar la totalidad de los guerrilleros en un solo punto pero los que están en Venezuela, sí, porque son los que están en esa zona.
Yo descarto desde ya la posibilidad de concentrar a todo el Eln en un único punto, solo se podría los que tienen carácter binacional con Venezuela.
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Usted ha sido crítico sobre los procesos de justicia transicional en este nuevo diálogo de paz. ¿Cuál sería la opción más viable?
Cuando se trate el punto de víctimas valdría la pena mirar que la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) es el instrumento y no otro porque no va a ser posible que con cada actor del conflicto con el que se quiera llegar a un acuerdo, se deba crear una propia jurisdicción. Además, se lo he escuchado a Pablo Beltrán y a Danilo Rueda que el espíritu es construir sobre lo construido, de modo que si tenemos ya construida la jurisdicción especial para la paz, pues seguir solidificándola. Además, creo que el Eln podría encajar perfectamente en el sistema de verdad, justicia, reparación y no repetición; obviamente, habrá que hacer algunas actualizaciones y en eso se podrá contribuir a los diálogos de paz de ahora.
A Gustavo Aníbal Giraldo, conocido como ‘Pablito’ y cabeza del Frente de Guerra Oriental, se le atribuye la comandancia en el atentado de la Escuela de Cadetes General Santander en Bogotá ¿Qué pasó con él? ¿Dónde está? ¿Hará parte de la negociación?
Sin duda es una persona muy influyente en la vida política y militar del Eln, es una pieza importante en la estructura del diálogo, que yo creo que debiera estar allí en el momento en que se amerite. Quizás en este momento inicial no sea tan indispensable, pero lo que sí es indispensable es que las estructuras del frente de guerra oriental Manuel Vázquez Castaño tengan asiento en la delegación, que estén representadas allí y se hagan ver, que el país sepa sí que tanto la gente del Chocó como los elenos del oriente están sentados en la mesa porque es un signo de voluntad; el hecho que no estén genera ruidos innecesarios.
El frente urbano nacional debe tener una representación muy clara, visible, porque son mensajes importantes para la sociedad, dan tranquilidad porque en la medida en que vean que el proceso es serio, útil, lo apoya; el proceso enredado no tanto.
¿Y cuál es la voluntad de los frentes Oriental y Occidental dentro de las negociaciones de paz?
Creo en la voluntad y la disposición del Eln nacional, pero tengo serias dudas sobre la voluntad real de algunas estructuras. El frente Occidental sacó un comunicado anunciando un paro armado, mientras que en Caracas se firmó y acordó entre las dos partes unas acciones humanitarias en el Chocó para el retorno de las comunidades embera, pero al mismo tiempo permitir desarrollar actividades que garanticen la movilidad y que la gente no esté confinada en el territorio. Este frente ordenó un paro armado con fecha indefinida entonces eso no es voluntad.
Navegue aquí en nuestro especial multimedia sobre la paz con el Eln
Me he preguntado si en la delegación que está en Caracas están todos los que son, porque allí deben estar los delegados que representan las estructuras del Chocó para que no ocurra lo que pasó en 2017 cuando hicieron un cese de fuego y hostilidades y en medio de eso secuestraron y asesinaron a un gobernador indígena. Eso no muestra tener voluntad de paz porque esto es real, no es un asunto de decir “sí, allá me están representando, mientras yo aquí echo tiros mientras tanto”. El Eln y gobierno deben pactar cese bilateral del fuego definitivo. Que no pierdan el tiempo en ceses temporales, intermedios, porque estamos en el extremo final del conflicto y hay que terminarlo bien, ¿para qué prolongarlo? Cualquier alargue que se haga a las negociaciones, es alargar el conflicto. Las partes deben esforzarse a lograr acuerdos en estos dos primeros años para llegar al punto de no retorno, si no este proceso va ser muy dificultoso.
¿Cuál es el espíritu del libro en esta coyuntura nacional?
‘La paz o la guerra, esa es la cuestión’ es lo que está en el centro del debate, ¿Vale la pena seguir intentando o prolongando la guerra cuando a través de la guerra no se va a obtener absolutamente nada, solo más muertos, destrucción, acumulación de odios y dolor? A través de la paz y en proceso de cambios, porque tenemos un nuevo gobierno diferente a los anteriores, tenemos un gobierno con un programa progresista y buscado. El Eln en 2005 proponía que debíamos trabajar por un gobierno de nación, paz y equidad, si este no es, entonces cuál es. Los actores de la guerra, hoy en día, debieran mirar el fusil y decir: “oiga, ¿qué sentido tiene esto?” Esa es la razón que explica el libro.
Las raíces del Eln: Así nació el Eln, la última guerrilla de Colombia, que hoy negocia la paz
¿El Eln puede ser un veedor armado?
Es complicado pensar que se puede desarrollar la implementación de los acuerdos manteniendo las armas. El Eln dice “no dejaré las armas hasta ver los hechos”, y esas son transformaciones que tomarán años. Lo que se ha utilizado en Colombia es que se firman los acuerdos, se empieza a hacer una implementación inmediata, a través de acuerdos que son más de facto, pero hay algunos que van a tomar más tiempo porque obedecen a procesos largos, como las transformaciones de orden social. Pero el Eln no puede amarrar el libro de estos objetivos a la tenencia de las armas, porque lo convertiría en una especie de notario, veedor, vigilante.