Las memorias de San Onofre, una ruta para sanar años de violencia paramilitar
En este municipio al norte de Sucre, las canciones, poemas y cuentos son la forma en la que los sobrevivientes de las Auc relatan su dolor a los más chicos, para no repetir la violencia de la guerra nunca más.
Camilo Pardo Quintero
Adriana Porras
Hombres como Rodrigo Mercado Peluffo “Cadena” o Marco Tulio Pérez “El Oso” dejaron en San Onofre un cúmulo de recuerdos escalofriantes entre la población.
Al mando militar de los autodenominados Héroes de los Montes de María, uno de los brazos más sanguinarios de las extintas Autodefensas Unidas de Colombia (Auc), estos paramilitares, en conjunto con otros comandantes de esas filas, miembros del Ejército, políticos y reconocidos empresarios locales, idearon y perpetraron torturas, masacres, abusos sexuales, desapariciones forzadas y despojos de tierra masivos, entre el Golfo de Morrosquillo y los Montes de María. Arrasaron con todo a su paso, impusieron una ley que no podía ser cuestionada y usaron a la muerte como herramienta para regular la cotidianidad en esa zona del Caribe.
En medio de todo esto, Cadena y El Oso se ensañaron particularmente con San Onofre. Desde la cabecera municipal, hasta corregimientos como Libertad, Berrugas, Palo Alto o Rincón del Mar, dejaron una huella imposible de olvidar y, para muchos, difícil de perdonar. No solo persiguieron a quienes ellos calificaban arbitrariamente como cercanos a las guerrillas, sino que también hacían lo propio con homosexuales, adolescentes (mayoritariamente mujeres) y líderes étnicos.
“Atacar minorías o gente vulnerable era para ellos “ser más varones”. Eran racistas viviendo en un pueblo de negros, eran machistas y eran matones. La vida nuestra era una burla para ellos”, dijo un habitante del corregimiento de Rincón del Mar que pidió a este diario reserva de identidad.
Lea: La ruta de la memoria, un camino para la reconciliación en San Onofre
Caminar por Libertad es como andar por un pedazo de San Onofre que se quedó atrapado en el tiempo y en buena parte la razón de ello es la violencia paramilitar que por poco arrasó con todo. Aún con la extinción de las Auc, el Estado no ha suplido las necesidades de sus habitantes y eso se ve en sus calles destapadas, su precario sistema de alcantarillado y las incontables casas cuyas fachadas necesitan reparaciones.
Alrededor del parque principal de Libertad casi todas las paredes tienen alusiones y grafitis de las Agc o Clan del Golfo, herederos de las Auc en el territorio. Ni la iglesia se salvó. Esos rayones con aerosol negro son uno de los muchos recordatorios que tienen que ver a diario los habitantes de esta región y un mensaje “sutil” de los paramilitares en el que parecen decir: “No nos fuimos, aquí estamos y aquí nos quedamos”.
La ruta de la memoria
Para separarse poco a poco de sus fantasmas del pasado, en San Onofre no quieren vivir con armas a su alrededor. Quienes padecieron los rigores más duros de la guerra no quieren lo mismo para sus hijos y por eso eligieron el camino de la paz. Decidieron entonces construirla a través de la memoria histórica que ilustran en sus murales, la tradición oral y una educación en la que las rencillas no son una opción de vida..
La ruta de la memoria en este rincón de Sucre es su gente misma, sus relatos y su forma de entender que la sana convivencia entre hermanos es la respuesta para sanar su pasado. No quieren saber nunca más de “Osos o Cadenas”, como le dijo a Colombia+20 la profesora Maricruz Bonilla, habitante de Libertad.
Lea también: El reencuentro de un padre con el cuerpo de su hijo desaparecido
Los docentes en este pedacito caribeño fungen como líderes, guardianes de la memoria y defensoras de la vida. Una de ellas es Maricruz Bonilla, profesora de primaria en la escuela de Libertad. “En San Onofre la memoria se toma en serio y nuestras voces son la ruta para que se respete. Los niños tienen que construir una memoria buena; lo malo ya pasó y por eso su rol está en exaltar las virtudes de nuestro pueblo: somos resistencia, somos cosas lindas y somos perdón. Algunos chicos nos siguen manifestando que desde el vientre de sus mamás les pasaron los miedos de la guerra… y es normal, pero no desestimamos esos sentimientos y trabajamos para no duren mucho más”, narró Bonilla.
En el corregimiento de Rincón del Mar pasa algo similar. Las personas dedicadas a la pedagogía infantil son los que llevan por el pueblo los relatos que hacen dignificar a las víctimas de la guerra, no solo para que los más jóvenes se apropien de las luchas y sufrimientos de sus padres y abuelos, sino para construir una nueva historia en la que la violencia esté completamente erradicada de los proyectos de vida.
“Aquí, muy cerca al casco urbano del corregimiento, tuvimos las barbaridades que se cometieron en la finca El Palmar. Esa era la oficina del señor Cadena y un centro para planear crímenes que, en su momento, nos quitaron a los sobrevivientes las ganas de seguir adelante. El exsenador Álvaro “El Gordo” García planeó allí la masacre de Macayepo; las Auc desaparecieron allí a quienes se les dio la gana y otros espacio que hoy queremos resignificar fueron en su momento un laboratorio para la sevicia”, explica la profesora Oniris Díaz, quien explica cómo le cuentan eso a los niños y niñas: “Mi tarea es mostrarles a los chicos que eso sucedió porque el que no conoce su historia está condenado a repetirla, pero con una proyección en la que ellos vean que aún en medio de la adversidad existen un sinfín de salidas para crecer y mantener la alegría”, indicó la profe Díaz.
Cantarle a la vida y resignificar el caucho
“¡Ser liberteño! Qué orgulloso me siento, Oh Libertad, oh Libertad, siempre con gente buena que ama la paz. Por tu suelo orgulloso paseo y en tu mar navego. Oh Libertad”. Esta es una pequeña parte del himno que Marina Estremor, matrona en el corregimiento de Libertad, quiere hacer para su gente.
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Ella vio cómo se comenzó a formar su comunidad cuando desde el casco urbano de San Onofre, decenas de familias quisieron un espacio más cercano al campo en el que pudieran trabajar la tierra y estar más cerca al mar. Fue testigo de la violencia, la resiliencia de los suyos y ahora desde sus escritos impulsa a los más jóvenes para que sigan soñando, sin importar los prejuicios que siguen vigentes sobre ellos.
“Tenemos una réplica de la Estatua de la Libertad en el centro de nuestro parque central. Es un homenaje a lo que siempre hemos querido acá: vivir a nuestra manera, libres y felices”, dice. La guerrilla, por unos años, y luego los paramilitares con mucha más fuerza nos quisieron quitar todo eso y ¿sabe qué? No tuvieron éxito. Nos pudieron desplazar, despojar, amenazar e incluso casi exterminar, pero no nos quitaron nuestras memorias. El tiempo es el mejor juez y lo que no sabe ni sabrá nunca el señor Cadena, donde quiera que esté, es que sus actos y nuestra forma de resistir lo sabrán nuestros nietos y las descendencias de ellos. Con la memoria gana el pueblo… entonces, ganamos”, dice.
Vea también: JEP ordena a Fiscalía ahondar con paras sobre sitios donde habría desaparecidos
Resignificar espacios físicos también es una forma con la que los sanonofrinos quieren tratar su pasado para sanar. En la finca El Palmar hay un árbol de caucho, tan grande que se ve a lo lejos, que en los tiempos de guerra era usado por los paramilitares para colgar gente, desmembrar e incluso desaparecer a sus enemigos en fosas comunes aledañas. Su sola presencia se volvió un trauma y una tortura para los vecinos en Rincón del Mar. Sin embargo, ya existen estrategias para que esa parte de la finca no sea más sinónimo de dolor.
“El caucho es bellísimo y desde siempre nos sirvió para dinamizar nuestra economía. Imagine cómo habrá sido el dolor que por años sólo lo asociábamos con muerte. Ese árbol era la oficina de Cadena y desde allí nos privaron de vivir en paz. Pero todo eso se acabó, lo vamos a querer de nuevo y lo adecuaremos como un centro de memoria de nuestros muertos. Por cada persona que mataron los paramilitares allí pondremos una foto en las ramas para recordarlos, deseando que el destino que tuvieron no lo tenga nadie nunca más”, le dijo a este medio Carmen Alicia Sierra, lideresa sanonofrina.
Sobre la finca ya pesa una orden de medida cautelar de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP). Con ella se espera encontrar los cuerpos de desaparecidos en los terrenos cercanos al árbol de caucho y plantear desde allí un centro de memoria que junte lo sucedido en El Palmar y en los demás corregimientos de San Onofre.
En contexto: El monumento que reclaman las víctimas de San Onofre
“Nuestro pueblo despertó para enseñarles a los más chicos que el pasado no siempre se debe afrontar con dolor. Recordaremos nuestras tragedias, pero proyectándonos hacia un futuro cercano en el que se identifique a nuestro hogar como sinónimo de paz. Esa es la mejor cachetada que le podemos dar a quienes en su momento nos quisieron acabar”, concluyeron Oniris Díaz y Luis Manuel Julio, gestor de memoria en el municipio.
*Este texto hace parte de varios productos periodísticos construidos con lideresas sociales de Santander, Córdoba, Sucre y Cundinamarca en el marco del proyecto de International Media Support (IMS) “Implementando la Resolución 1325 a través de los medios”, en asocio con la Alianza Iniciativa de Mujeres Colombianas por la Paz y el apoyo de la Agencia Noruega para la Cooperación al Desarrollo.
Hombres como Rodrigo Mercado Peluffo “Cadena” o Marco Tulio Pérez “El Oso” dejaron en San Onofre un cúmulo de recuerdos escalofriantes entre la población.
Al mando militar de los autodenominados Héroes de los Montes de María, uno de los brazos más sanguinarios de las extintas Autodefensas Unidas de Colombia (Auc), estos paramilitares, en conjunto con otros comandantes de esas filas, miembros del Ejército, políticos y reconocidos empresarios locales, idearon y perpetraron torturas, masacres, abusos sexuales, desapariciones forzadas y despojos de tierra masivos, entre el Golfo de Morrosquillo y los Montes de María. Arrasaron con todo a su paso, impusieron una ley que no podía ser cuestionada y usaron a la muerte como herramienta para regular la cotidianidad en esa zona del Caribe.
En medio de todo esto, Cadena y El Oso se ensañaron particularmente con San Onofre. Desde la cabecera municipal, hasta corregimientos como Libertad, Berrugas, Palo Alto o Rincón del Mar, dejaron una huella imposible de olvidar y, para muchos, difícil de perdonar. No solo persiguieron a quienes ellos calificaban arbitrariamente como cercanos a las guerrillas, sino que también hacían lo propio con homosexuales, adolescentes (mayoritariamente mujeres) y líderes étnicos.
“Atacar minorías o gente vulnerable era para ellos “ser más varones”. Eran racistas viviendo en un pueblo de negros, eran machistas y eran matones. La vida nuestra era una burla para ellos”, dijo un habitante del corregimiento de Rincón del Mar que pidió a este diario reserva de identidad.
Lea: La ruta de la memoria, un camino para la reconciliación en San Onofre
Caminar por Libertad es como andar por un pedazo de San Onofre que se quedó atrapado en el tiempo y en buena parte la razón de ello es la violencia paramilitar que por poco arrasó con todo. Aún con la extinción de las Auc, el Estado no ha suplido las necesidades de sus habitantes y eso se ve en sus calles destapadas, su precario sistema de alcantarillado y las incontables casas cuyas fachadas necesitan reparaciones.
Alrededor del parque principal de Libertad casi todas las paredes tienen alusiones y grafitis de las Agc o Clan del Golfo, herederos de las Auc en el territorio. Ni la iglesia se salvó. Esos rayones con aerosol negro son uno de los muchos recordatorios que tienen que ver a diario los habitantes de esta región y un mensaje “sutil” de los paramilitares en el que parecen decir: “No nos fuimos, aquí estamos y aquí nos quedamos”.
La ruta de la memoria
Para separarse poco a poco de sus fantasmas del pasado, en San Onofre no quieren vivir con armas a su alrededor. Quienes padecieron los rigores más duros de la guerra no quieren lo mismo para sus hijos y por eso eligieron el camino de la paz. Decidieron entonces construirla a través de la memoria histórica que ilustran en sus murales, la tradición oral y una educación en la que las rencillas no son una opción de vida..
La ruta de la memoria en este rincón de Sucre es su gente misma, sus relatos y su forma de entender que la sana convivencia entre hermanos es la respuesta para sanar su pasado. No quieren saber nunca más de “Osos o Cadenas”, como le dijo a Colombia+20 la profesora Maricruz Bonilla, habitante de Libertad.
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Los docentes en este pedacito caribeño fungen como líderes, guardianes de la memoria y defensoras de la vida. Una de ellas es Maricruz Bonilla, profesora de primaria en la escuela de Libertad. “En San Onofre la memoria se toma en serio y nuestras voces son la ruta para que se respete. Los niños tienen que construir una memoria buena; lo malo ya pasó y por eso su rol está en exaltar las virtudes de nuestro pueblo: somos resistencia, somos cosas lindas y somos perdón. Algunos chicos nos siguen manifestando que desde el vientre de sus mamás les pasaron los miedos de la guerra… y es normal, pero no desestimamos esos sentimientos y trabajamos para no duren mucho más”, narró Bonilla.
En el corregimiento de Rincón del Mar pasa algo similar. Las personas dedicadas a la pedagogía infantil son los que llevan por el pueblo los relatos que hacen dignificar a las víctimas de la guerra, no solo para que los más jóvenes se apropien de las luchas y sufrimientos de sus padres y abuelos, sino para construir una nueva historia en la que la violencia esté completamente erradicada de los proyectos de vida.
“Aquí, muy cerca al casco urbano del corregimiento, tuvimos las barbaridades que se cometieron en la finca El Palmar. Esa era la oficina del señor Cadena y un centro para planear crímenes que, en su momento, nos quitaron a los sobrevivientes las ganas de seguir adelante. El exsenador Álvaro “El Gordo” García planeó allí la masacre de Macayepo; las Auc desaparecieron allí a quienes se les dio la gana y otros espacio que hoy queremos resignificar fueron en su momento un laboratorio para la sevicia”, explica la profesora Oniris Díaz, quien explica cómo le cuentan eso a los niños y niñas: “Mi tarea es mostrarles a los chicos que eso sucedió porque el que no conoce su historia está condenado a repetirla, pero con una proyección en la que ellos vean que aún en medio de la adversidad existen un sinfín de salidas para crecer y mantener la alegría”, indicó la profe Díaz.
Cantarle a la vida y resignificar el caucho
“¡Ser liberteño! Qué orgulloso me siento, Oh Libertad, oh Libertad, siempre con gente buena que ama la paz. Por tu suelo orgulloso paseo y en tu mar navego. Oh Libertad”. Esta es una pequeña parte del himno que Marina Estremor, matrona en el corregimiento de Libertad, quiere hacer para su gente.
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Ella vio cómo se comenzó a formar su comunidad cuando desde el casco urbano de San Onofre, decenas de familias quisieron un espacio más cercano al campo en el que pudieran trabajar la tierra y estar más cerca al mar. Fue testigo de la violencia, la resiliencia de los suyos y ahora desde sus escritos impulsa a los más jóvenes para que sigan soñando, sin importar los prejuicios que siguen vigentes sobre ellos.
“Tenemos una réplica de la Estatua de la Libertad en el centro de nuestro parque central. Es un homenaje a lo que siempre hemos querido acá: vivir a nuestra manera, libres y felices”, dice. La guerrilla, por unos años, y luego los paramilitares con mucha más fuerza nos quisieron quitar todo eso y ¿sabe qué? No tuvieron éxito. Nos pudieron desplazar, despojar, amenazar e incluso casi exterminar, pero no nos quitaron nuestras memorias. El tiempo es el mejor juez y lo que no sabe ni sabrá nunca el señor Cadena, donde quiera que esté, es que sus actos y nuestra forma de resistir lo sabrán nuestros nietos y las descendencias de ellos. Con la memoria gana el pueblo… entonces, ganamos”, dice.
Vea también: JEP ordena a Fiscalía ahondar con paras sobre sitios donde habría desaparecidos
Resignificar espacios físicos también es una forma con la que los sanonofrinos quieren tratar su pasado para sanar. En la finca El Palmar hay un árbol de caucho, tan grande que se ve a lo lejos, que en los tiempos de guerra era usado por los paramilitares para colgar gente, desmembrar e incluso desaparecer a sus enemigos en fosas comunes aledañas. Su sola presencia se volvió un trauma y una tortura para los vecinos en Rincón del Mar. Sin embargo, ya existen estrategias para que esa parte de la finca no sea más sinónimo de dolor.
“El caucho es bellísimo y desde siempre nos sirvió para dinamizar nuestra economía. Imagine cómo habrá sido el dolor que por años sólo lo asociábamos con muerte. Ese árbol era la oficina de Cadena y desde allí nos privaron de vivir en paz. Pero todo eso se acabó, lo vamos a querer de nuevo y lo adecuaremos como un centro de memoria de nuestros muertos. Por cada persona que mataron los paramilitares allí pondremos una foto en las ramas para recordarlos, deseando que el destino que tuvieron no lo tenga nadie nunca más”, le dijo a este medio Carmen Alicia Sierra, lideresa sanonofrina.
Sobre la finca ya pesa una orden de medida cautelar de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP). Con ella se espera encontrar los cuerpos de desaparecidos en los terrenos cercanos al árbol de caucho y plantear desde allí un centro de memoria que junte lo sucedido en El Palmar y en los demás corregimientos de San Onofre.
En contexto: El monumento que reclaman las víctimas de San Onofre
“Nuestro pueblo despertó para enseñarles a los más chicos que el pasado no siempre se debe afrontar con dolor. Recordaremos nuestras tragedias, pero proyectándonos hacia un futuro cercano en el que se identifique a nuestro hogar como sinónimo de paz. Esa es la mejor cachetada que le podemos dar a quienes en su momento nos quisieron acabar”, concluyeron Oniris Díaz y Luis Manuel Julio, gestor de memoria en el municipio.
*Este texto hace parte de varios productos periodísticos construidos con lideresas sociales de Santander, Córdoba, Sucre y Cundinamarca en el marco del proyecto de International Media Support (IMS) “Implementando la Resolución 1325 a través de los medios”, en asocio con la Alianza Iniciativa de Mujeres Colombianas por la Paz y el apoyo de la Agencia Noruega para la Cooperación al Desarrollo.