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Desde su ciudad natal, el ex comandante de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), Salvatore Mancuso, expresó sus intenciones de reparar a las víctimas de la toma paramilitar de la Universidad de Córdoba, uno de los hechos más sombríos del actuar de las AUC cuando paramilitares se hicieron con la dirección de claustro y cometieron asesinatos contra al menos nueve profesores, siete estudiantes y tres trabajadores.
La toma, que se vivió entre 1995 y 2008, pero con plena intensidad en 2000, fue documentada por la Comisión de la Verdad que en su Informe Final afirmó que casi todas las instituciones educativas del Caribe fueron cooptadas por los “paras” a la cabeza de Mancuso como parte de un “proyecto regional”. “Las decisiones se tomaban en los campamentos de los jefes paramilitares, como en las montañas del Nudo del Paramillo, desde donde Salvatore Mancuso controlaba a las directivas de la Universidad de Córdoba”, detalla el capítulo.
El informe afirma que la toma no solo era para controlar las arcas de las universidades que empezaban a tener recursos propios tras la Ley 30 de 1992, que aseguró el dinero y su manejo autónomo para las instituciones públicas educativas. También era una guerra a sangre y fuego contra estudiantes, sindicalistas y profesores. Estos últimos en su mayoría dedicados a las ciencias sociales, agronomía y botánica. “Estas formas violentas de control institucional y social terminaban desestabilizando y desestructurando a las organizaciones agredidas”, dice el Informe de la CEV.
La pérdida de estos docentes y su legado borrado de la historia de Córdoba -y de la universidad- provocó en la región silencio absoluto y el exterminio de los sindicatos, el movimiento estudiantil y el pensamiento crítico.
“A todos ustedes que representan a las comunidades más humildes y castigadas por la violencia de este país, quiero decirles algo: que tengo plena conciencia de la dimensión de la tragedia que yo ayude a causar en estos territorios, creyendo que protegía la democracia, la propiedad privada, una causa justa, pero lo que hice fue desatar uno de los periodos más sombríos de la historia reciente de Colombia. Veo en este coliseo mucha gente joven. Me gustaría que, a través de mi experiencia de vida como actor que fui de la guerra, ser un ejemplo de lo que no hay que repetir, y que la violencia no es el camino. Por eso, señor Presidente, señor Gobernador, señor alcalde, doctora Lilia (Solano, directora de la Unidad de Víctimas) y todos los presentes, les pido que me ayuden a saldar la deuda que tengo con la Universidad de Córdoba como sujeto de reparación colectiva. Quiero que sepan que vengo con humildad a ofrecer para las causas de la reparación, la paz y la reconciliación”, dijo Mancuso durante un evento de restitución de tierras en Montería que lideró el presidente Petro, en el marco de la Reforma Rural.
La misma petición la hizo el viernes en el evento Encuentro Nacional de Sujetos de Reparación Colectiva, realizado por la Unidad de Víctimas en Bogotá.
Lea también: Los movimientos de la Unidad de Víctimas para llevar a Mancuso a Córdoba
Las declaraciones de Mancuso se dieron en el mismo evento en el que el presidente Petro anunció la apertura de una mesa de paz —una más entre las nueve que actualmente tiene su apuesta de paz total—, justamente con los exjefes de las desmovilizadas AUC.
De acuerdo con el mandatario, la idea central de esa propuesta es “terminar” ese proceso de desmovilización que se dio en 2005, hace casi 20 años, y entregar los bienes a las víctimas. “Salvatore, ‘Macaco’, ‘Jorge 40′ podemos reactivar la mesa de paz porque el proceso no ha terminado, no se han entregado los bienes a las víctimas que ustedes le entregaron a la justicia, el proceso no se ha terminado, quedó interrumpido y para eso propongo instalar la mesa para finiquitar el proceso de paz que inició Álvaro Uribe Vélez con ustedes, esta vez sin traición y sin miedo a la verdad, que existía en esa época”, aseguró Petro.
¿De qué se trató la toma de la Universidad de Córdoba por parte de los paramilitares?
El plan para tomar el dinero que recibía la Universidad por los recursos económicos era parte del cerco paramilitar que no solo azotó Córdoba, sino que penetró las instituciones y se convirtió en el gran exterminador de la guerrilla y de todo lo que “tuviera que ver con la izquierda”, como lo dice el libro de la reconocida periodista Ginna Morelo, La voz de los lápices, que se publicó en 2023 y aborda la toma de la universidad y los duros y vivos efectos de ese hecho.
“Córdoba perdió a sus intelectuales tempranamente como consecuencia de una guerra que no todos entendimos ni entendemos todavía. Los diálogos mudos se instalaron en la región y fueron profundizando las heridas. Dejamos de ver a profesores y simplemente escuchábamos la frase generalizada: “Se tuvo que ir, si no lo mataban”, sentencia Morelo en el libro.
Las muertes de profesores que se empezaron a registrar por parte de la Asociación de Profesores Universitarios (Aspu) se dieron a inicios de 1996. Entre ellos Alberto Alzate Patiño, coautor de la investigación Tenencia y concentración de la tierra en Córdoba, publicada en 1982 y considerada información primaria sobre la acumulación de tierra en esa región. También fueron asesinados Álvaro López Doria, Armando Humanez y Bienvenido Agámez Pérez. En 2002 también fue asesinado el profesor y líder sindical Hugo Iguarán, entonces candidato más opcionado para ganar la rectoría de la universidad.
Finalmente fue elegido Víctor Hugo Hernández, presuntamente promovido por las Auc. Antes de que terminara su periodo, Mancuso presuntamente lo obligó a retirarse para designar a Claudio Sánchez Parra en 2003. Nada de esto ha sido determinado aún por la justicia y los sindicalistas han pedido que la investigación se acelere.
Todas esas acciones se dieron después del Pacto de Ralito, como se le conoció a la alianza secreta que sellaron en julio de 2001 jefes de grupos paramilitares y dirigentes políticos de la costa Caribe en esa zona de Córdoba.
Otras investigaciones apuntan a que incluso se alcanzó a penetrar el Consejo Superior de la universidad e incluso se prohibía la carrera de filosofía. Además, algunos profesores de la época señalan que en las clases entraban los “paras” a sentarse en los salones. En resumen, no había espacio para la crítica.
En contexto: “La voz de los lápices”: el libro sobre la toma paramilitar de la Universidad de Córdoba
El otro pedido de Mancuso al presidente Petro
Durante su intervención en el evento de tierras, el exjefe de las Auc también hizo una petición al mandatario que haya celeridad en la instalación de la mesa de diálogo con las “exautodefensas”.
“Señor presidente, hay actores que han jugado con la buena voluntad de su Gobierno, lo sabemos, pero hay otros que están listos, doy fe de ello, listos para iniciar la instalación de mesas de diálogo con el Gobierno Nacional para la pacificación de los territorios. Por favor, señor presidente, démosle celeridad, que los trámites para la instalación de estos diálogos y las mesas con las exautodefensas, entre otras, para la búsqueda de bienes que usted nos solicitó, sea un hecho cumplido. Estamos listos para instalar esa mesa inmediatamente”.
En este contexto, Colombia+20 conoció que, en efecto, se está moviendo a toda máquina varios decretos para nombrar no solo a gestores de paz, sino delegados de los diálogos que a mediados de agosto se anunciaron con el Clan del Golfo y las Autodefensas Conquistadoras de la Sierra Nevada (ACSN), ambos grupos herederos del paramilitarismo. De hecho, es posible que la otra semana se dé la instalación con esta última estructura armada que justamente había pedido a Mancuso como gestor de paz.
Bajo esto es importante tener en cuenta que las declaraciones de Petro podrían estarse refiriendo a esos diálogos y no a una reapertura con las extintas AUC -una propuestas que no se sabe si sería posible-.
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