Mireya Perea, su historia de exilio por defender a docentes y campesinos
Como maestra intentó escolarizar a niños que no lo estaban y exigió el cumplimiento de los derechos de los profesores. Como activista denunció la desaparición forzada de campesinos y las amenazas en contra de los defensores de Derechos Humanos. Hace 20 años vive exiliada en Vitoria Gasteiz, España.
Fragmentados: relatos entre fronteras*
Mireya Perea, una mujer de carácter fuerte, decidido y cálido, empezó desde muy joven a defender los derechos de los profesores y de los campesinos desde su lugar más querido: las aulas de Sabana Torres, municipio ubicado en el departamento de Santander.
Le puede interesar: José Goyes: la vida de un líder social en el exilio
Como maestra intentó escolarizar a niños que no lo estaban y exigió el cumplimiento de los derechos de los profesores. Como activista denunció la desaparición forzada de campesinos y las amenazas en contra de los defensores de Derechos Humanos.
Por su labor y la de su esposo Mario Humberto Calixto -ambos directores del Comité Regional de Derechos Humanos-, recibieron constantes amenazas de muerte por parte de grupos paramilitares que operaban en la región.
La situación llegó a su punto más álgido el 23 de diciembre de 1997, cuando dos paramilitares ingresaron en su domicilio e intentaron asesinar a Mario. Para esta época, las altas temperaturas hacían juego con el infierno que se vivía en la
región. A finales de la década de los noventa, Amnistía Internacional advirtió el aumento de hostigamientos, amenazas y ataques contra organizaciones humanitarias y de DDHH tanto nacionales como internacionales.
Según un informe de la Organización Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado (MOVICE), los mayores responsables de los crímenes perpetrados en la región durante los años 90 fueron efectivos del Ejército Nacional colombiano y unidades paramilitares.
La navidad de 1997 fue para la familia Calixto Perea una de las más tristes y desafortunadas. Se vieron obligados a huir de Colombia y dejar atrás a su familia, amigos y su labor en el Comité y en en el colegio.
“Cuando salimos del municipio donde trabajábamos, no nos trajimos nada. Solamente tres mudas de ropa. Eran cinco bolsos y cada uno con el suyo, con su ropa y lo más importante: cepillo de dientes y pare de contar”, recuerda.
Hace 20 años que la familia Calixto Perea llegó a Vitoria Gasteiz, España. Durante estos años, Mireya no ha logrado tener un trabajo estable. Se ha empleado en trabajos precarios y con horarios extenuantes. A pesar de contar con una licenciatura, no ha reunido los requisitos requeridos para ser profesora en el País Vasco. El exilio ha significado para ella uno de los retos más difíciles y dolorosos por los que ha tenido que atravesar. “Es como subir un árbol con muchas espinas. Estar arriba y no poder bajar para pisar la tierra. Estamos ahí en la copa de un árbol -imagínense- sin poder bajar. Con todas las consecuencias que eso conlleva", afirma.
Pese a las dificultades, Perea continúa trabajando por la defensa de los DDHH a través del Colectivo Bachué, que fundó junto a su esposo hace más de una década. Sigue convencida de que la paz no es la ausencia de guerra, sino el compromiso de garantizar una vida digna para todos los ciudadanos. En 2018, la situación de educadores como Mireya no ha cambiado en Colombia. La Unidad Nacional de Protección reporta que 33 docentes están en riesgo de perder la vida, mientras que los sindicatos regionales de maestros sostienen que la cifra es mucho mayor.
* Fragmentados es un proyecto periodístico multimedia centrado en contar los relatos de líderes defensores de los Derechos Humanos que han sido escudos directos de conflictos que no terminan.
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Mireya Perea, una mujer de carácter fuerte, decidido y cálido, empezó desde muy joven a defender los derechos de los profesores y de los campesinos desde su lugar más querido: las aulas de Sabana Torres, municipio ubicado en el departamento de Santander.
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Como maestra intentó escolarizar a niños que no lo estaban y exigió el cumplimiento de los derechos de los profesores. Como activista denunció la desaparición forzada de campesinos y las amenazas en contra de los defensores de Derechos Humanos.
Por su labor y la de su esposo Mario Humberto Calixto -ambos directores del Comité Regional de Derechos Humanos-, recibieron constantes amenazas de muerte por parte de grupos paramilitares que operaban en la región.
La situación llegó a su punto más álgido el 23 de diciembre de 1997, cuando dos paramilitares ingresaron en su domicilio e intentaron asesinar a Mario. Para esta época, las altas temperaturas hacían juego con el infierno que se vivía en la
región. A finales de la década de los noventa, Amnistía Internacional advirtió el aumento de hostigamientos, amenazas y ataques contra organizaciones humanitarias y de DDHH tanto nacionales como internacionales.
Según un informe de la Organización Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado (MOVICE), los mayores responsables de los crímenes perpetrados en la región durante los años 90 fueron efectivos del Ejército Nacional colombiano y unidades paramilitares.
La navidad de 1997 fue para la familia Calixto Perea una de las más tristes y desafortunadas. Se vieron obligados a huir de Colombia y dejar atrás a su familia, amigos y su labor en el Comité y en en el colegio.
“Cuando salimos del municipio donde trabajábamos, no nos trajimos nada. Solamente tres mudas de ropa. Eran cinco bolsos y cada uno con el suyo, con su ropa y lo más importante: cepillo de dientes y pare de contar”, recuerda.
Hace 20 años que la familia Calixto Perea llegó a Vitoria Gasteiz, España. Durante estos años, Mireya no ha logrado tener un trabajo estable. Se ha empleado en trabajos precarios y con horarios extenuantes. A pesar de contar con una licenciatura, no ha reunido los requisitos requeridos para ser profesora en el País Vasco. El exilio ha significado para ella uno de los retos más difíciles y dolorosos por los que ha tenido que atravesar. “Es como subir un árbol con muchas espinas. Estar arriba y no poder bajar para pisar la tierra. Estamos ahí en la copa de un árbol -imagínense- sin poder bajar. Con todas las consecuencias que eso conlleva", afirma.
Pese a las dificultades, Perea continúa trabajando por la defensa de los DDHH a través del Colectivo Bachué, que fundó junto a su esposo hace más de una década. Sigue convencida de que la paz no es la ausencia de guerra, sino el compromiso de garantizar una vida digna para todos los ciudadanos. En 2018, la situación de educadores como Mireya no ha cambiado en Colombia. La Unidad Nacional de Protección reporta que 33 docentes están en riesgo de perder la vida, mientras que los sindicatos regionales de maestros sostienen que la cifra es mucho mayor.
* Fragmentados es un proyecto periodístico multimedia centrado en contar los relatos de líderes defensores de los Derechos Humanos que han sido escudos directos de conflictos que no terminan.
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