Las historias de construcción de paz de mujeres indígenas y afros en La Guajira
En el marco del programa “Mujeres que inciden en la paz”, participantes de este departamento y de Bolívar, Nariño, Putumayo y Meta se están formando para fortalecer sus liderazgos, repercusiones y participación en la construcción de paz territorial.
Silvia Corredor Rodríguez
Al salón de un hotel en Riohacha desde temprano en la mañana comenzaron a llegar mujeres de todas las edades y etnias que ejercen su liderazgo en La Guajira. Algunas con sus vestidos coloridos típicos del pueblo wayuu, otras con turbantes de flores, en jeans o ropa fresca por los 30 grados de temperatura del lugar.
Estas mujeres llegaban a la primera clase presencial de la escuela “De candidatas a electas”, que busca potenciar los liderazgos sociales de las mujeres y, a su vez, aumentar su participación ciudadana en los procesos políticos de sus territorios.
En total llegaron 47 mujeres, provenientes de diferentes municipios del departamento, a aprender sobre el sistema político de Colombia. Una de ellas fue Edilsa Ipuanamo, lideresa y representante de las mujeres artesanas de Puerto Chenticos, zona ubicada en el corregimiento de Camarones de Riohacha.
“Saber todo esto nos llena de herramientas para poder participar y trabajar colectivamente, porque juntas llegamos más lejos, también junto a los hombres, porque si no lo hacemos en comunidad no es posible”, le contó la lideresa wayuu a Colombia+20.
“Saber todo esto nos llena de herramientas para poder participar y trabajar colectivamente, porque juntas llegamos más lejos”
Edilsa Ipuanamo
Edilsa Ipuanamo es lideresa de su comunidad hace más de 20 años, es etnoeducadora y en el año 2008 aspiró sin éxito al Concejo de Riohacha. Sin embargo, manifestó que fue una experiencia que le dio alas para conocer, formarse y participar en la junta de acción comunal.
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Esta motivación la llevó a crear, junto con 65 mujeres y 25 hombres, la Asociación de Artesanas de Puerto Chenticos, donde producen bolsos, aretes y collares. A través de esta Asociación buscan consolidar la autonomía económica de las mujeres wayuus. “Nuestro sueño es ser reconocidas nacional e internacionalmente con nuestras artesanías, poder exportarlas y que nuestra comunidad tenga oportunidades, que los niños no tengan necesidades, que las mujeres seamos independientes y podamos apropiarnos de nuestro negocio”, resaltó la lideresa.
Estos sueños, proyectos y necesidades que viven en sus comunidades fueron centrales en la discusión durante la jornada en Riohacha. Allí, en mesas de trabajo, construyeron cuáles son esos posibles caminos para transformar sus territorios.
Para Mario Puerta, tallerista de esta primera sesión y consultor independiente, las discusiones en estos espacios brindan el fortalecimiento de capacidades a los liderazgos regionales que florecieron o fueron más visibles tras la firma del Acuerdo de Paz con las FARC en 2016.
“Espacios como estos son muy importantes, porque les permiten a las participantes entender las reglas de juego para llegar con mejores argumentos a competir en las elecciones del próximo mes de octubre. Si son elegidas, buenísimo, porque tendrán posibilidades de poder incidir mucho más en la toma de decisiones de sus municipios y departamentos. El punto 2 del Acuerdo habla de pedagogía en temas electorales y en la ampliación de la participación electoral, entonces hay que seguir con el compromiso real de generar esfuerzos para que esto pueda pasar”.
La escuela “De candidatas a electas” es un modelo pedagógico implementado por el Instituto Holandés para la Democracia Multipartidaria (NIMD, por su sigla en inglés), que busca fortalecer el sistema democrático y la cultura política colombiana. Este trabajo se hace en unión con ICCO Cooperación Latinoamérica, una organización internacional holandesa que contribuye a la reducción de la pobreza y de la desigualdad, asegurando medios de vida sostenibles, justicia, dignidad y seguridad.
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“La participación política no se limita a votar y a ser electa, sino también a que conociendo cómo funcionan todas esas instituciones pueden hacer veeduría y seguimiento para que se cumpla lo que les prometieron”, explicó una de las delegadas de NIMD en el espacio de La Guajira.
A través de esta escuela, que cuenta con cinco módulos de formación con sesiones presenciales y virtuales, NIMD trabaja en potenciar los liderazgos sociales y políticos de las mujeres, motivando la participación ciudadana. Equidad en la participación política, transparencia y rendición de cuentas, desarrollo de campaña y marketing político son los contenidos temáticos de los demás módulos de la escuela que se realizará con lideresas de Bolívar, Nariño, Putumayo y Meta, en el marco del programa “Mujeres que inciden en la paz”.
Así construyen paz las mujeres afros de La Guajira
Después de un viaje de casi tres horas, desde el Consejo Comunitario Ancestral Nelvis Aragón de Fonseca hasta Riohacha, Mayerly Aragón llegó a participar en la escuela de formación. Para ella, estos espacios le permiten ser un canal transmisor de conocimiento para las 15 compañeras cabeza de hogar y víctimas del conflicto que conforman la Asociación de Mujeres Productoras de la Serranía del Perijá (Asmuperijá).
Esta organización la crearon en octubre de 2013, un año después de haber retornado a su territorio tras un desplazamiento que vivieron el 5 de julio de 2000, por parte de grupos armados ilegales.
“Esa fecha nunca se me va a olvidar. Ese día llegó un grupo armado al territorio, nos citaron al parquecito del corregimiento de Conejo y allí nos mantuvieron cinco horas paradas, sin poder hablar, sin poder mirar ni a la persona que teníamos al lado. Sacaron a siete personas, mataron a tres, uno de ellos un tío mío”, narró Aragón en entrevista con Colombia+20.
Los habitantes del sector se desplazaron hacia Valledupar, otras zonas de La Guajira e incluso a Venezuela, pero en 2012 un grupo decidió regresar a recuperar los cultivos y cultura cafetera de sus ancestros que la guerra intentó arrebatarles.
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“Nos dedicamos a la producción, a la transformación y a la comercialización de café dorado del Perijá, un producto 100 % natural que no contiene preservantes, ni aditivos y es amigable con el medio ambiente. Regresamos a recuperar nuestros territorios, nuestras costumbres y conocimientos ancestrales, lo que nuestros padres y abuelos nos enseñaron a trabajar en el campo”, señaló la lideresa.
Asmuperijá creó una escuelita para niños, jóvenes y adolescentes que desde los siete a los 18 años aprenden y refuerzan sus conocimientos ancestrales como comunidad afrodescendiente. Son 150 personas las que se agrupan en el Consejo Comunitario Ancestral Nelvis Aragón desde el año 2015.
Para estas mujeres, su aporte a la construcción de paz es desde el campo, desde el cuidado del medio ambiente y la siembra orgánica de café, que les ha permitido sanar y construir en comunidad un proyecto productivo para salir adelante.
Aragón también afirmó que construyen paz desde el proceso de perdón que tuvieron con los excombatientes de las FARC que llegaron al Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación (ETCR) de Pondores. “Pudimos tener encuentros, nos abrazamos, lloramos, escuchamos las historias de todas y conocimos lo que todos pasamos. Mi corazón se sanó y el de las muchachas también, hemos compartido varios espacios y vivimos en sana armonía en el territorio”, aseguró.
Las apuestas de paz de las mujeres afros en La Guajira vienen del Consejo Comunitario Ancestral el Viejo Cardonalito, ubicado en el corregimiento de Potrerito, en Fonseca. Desde allí un grupo de 12 mujeres docentes, psicólogas, trabajadoras sociales, artesanas y amas de casa buscan frenar las violencias basadas en género en su territorio.
“Nos pusimos como meta involucrar a nuestros hijos, porque son los que seguirán el legado, son nuestra semilla para que se fortalezcan los procesos que estamos haciendo. La paz se hace sensibilizando a las personas”, comentó Ana Marcela Fuentes, psicóloga y representante del consejo comunitario.
“La paz se hace sensibilizando a las personas”
Ana Marcela Fuentes
Para esta lideresa afro el conocimiento ancestral, pero también el jurídico y político del país, se convierte en una herramienta clave para saber cómo y desde dónde se puede construir paz e incidir en su territorio. Sin embargo, le expresó a esta redacción que ser lideresas en un territorio como La Guajira no ha sido fácil, pero juntas han logrado salir adelante.
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“Nosotras las mujeres vivimos el mismo proceso del cactus, porque estamos en una tierra árida, que no llueve todo el tiempo, de difícil acceso, pero siempre florecemos. Siempre estamos prestas para ofrecerle a nuestra comunidad lo que sabemos, lo que aprendemos y juntas poder construir un espacio donde podamos decir: ‘Somos mujeres para apoyar mujeres’”, dijo Fuentes.
Junto a estos dos consejos comunitarios existen más de 115 en todo el departamento y más de 18 mil familias wayuus que desde sus tradiciones y conocimientos ancestrales buscan mejorar las condiciones de sus comunidades. Para Janneth Lozano, directora de la Corporación de Apoyo a Comunidades Populares (Codacop), las conexiones de las mujeres con sus territorios son claves para avanzar en la construcción de una paz más integral.
El programa que apoya la construcción de paz
Desde 2021 se está implementando en los departamentos de La Guajira, Bolívar, Nariño, Putumayo y Meta el programa “Mujeres que inciden en la paz” (WAP, por su sigla en inglés), que busca contribuir al proceso de paz en Colombia desde un enfoque de justicia de género.
En un período de cinco años, hasta 2025, este programa le apunta a beneficiar a más de mil mujeres del país a través de formación para liderar acciones de incidencia en construcción de paz y veeduría del cumplimiento del enfoque de género pactado en La Habana en 2016.
Para la Embajada de Países Bajos, financiadora del proyecto, es importante apoyar el fortalecimiento y consolidación de organizaciones de mujeres que trabajar por la paz, porque en Colombia “las mujeres han sido víctimas de múltiples delitos en el marco del conflicto armado y han desarrollado estrategias para resistir, sobrevivir y liderar procesos familiares y comunitarios. No son solamente víctimas, son agentes de cambio y constructoras de paz”, indicó la embajada.
Este programa se implementa a través de la Ruta Pacífica de Las Mujeres, la Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad (Limpal) y la Corporación de Apoyo a Comunidades Populares (Codacop) en Colombia, y las organizaciones holandesas HealthNet TPO e ICCO Cooperación, que lideran el proyecto.
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“No se trata solo de que las mujeres tengan voz y lanzarlas, sino de generar un escenario de liderazgo informado y con pensamiento crítico, en donde se les apoya a las mujeres a desarrollar diferentes habilidades y competencias desde lo colectivo, sus quehaceres, saberes y resistencias que protejan su vida y la vida de los territorios”, señaló Carolina Leguizamón Martínez, coordinadora programática para HealthNet TPO.
Estas acciones se enmarcan en un momento coyuntural en el país, y es la construcción del Plan Nacional de Acción para implementar la Resolución 1325 de 2000 sobre Mujeres, Paz y Seguridad del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Esta resolución enfatiza en la importancia de la participación igualitaria de mujeres en espacios de solución de conflictos armados y construcción de paz.
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Para Natalia Chávez, coordinadora del programa Mujeres, paz y seguridad de Limpal, sumarse a este tipo de programas se alinea con el trabajo histórico que realiza esta organización por la paz del país desde hace 25 años.
“Pretendemos fortalecer en clave de articulación de las diferentes colectivas de los territorios a nivel nacional porque lo que está claro es que juntas podemos desarrollar un proceso de incidencia más efectivo a nivel territorial, nacional e internacional. Somos el 52% de la población, es una voz que se debe tener en cuenta y tener una participación activa y efectiva”.
Uno de los principales retos de estas y otras organizaciones del país con agenda de género es llevar el marco normativo de esta resolución a todas las comunidades para que realmente las mujeres utilicen este instrumento en su liderazgo diario. Aunque muchas ya lo han implementado desde antes de manera innata, desde octubre del año pasado la entonces viceministra de Asuntos Multilaterales, Laura Gil, catapultó la implementación de esta resolución en el país.
Para Marina Gallego, directora de Ruta Pacífica de las Mujeres, hay que seguir fortaleciendo los procesos sociales y organizativos de las mujeres en el interior de sus comunidades, consejos comunitarios y resguardos indígenas para que sean realmente protagonistas de la construcción de paz del país.
Al salón de un hotel en Riohacha desde temprano en la mañana comenzaron a llegar mujeres de todas las edades y etnias que ejercen su liderazgo en La Guajira. Algunas con sus vestidos coloridos típicos del pueblo wayuu, otras con turbantes de flores, en jeans o ropa fresca por los 30 grados de temperatura del lugar.
Estas mujeres llegaban a la primera clase presencial de la escuela “De candidatas a electas”, que busca potenciar los liderazgos sociales de las mujeres y, a su vez, aumentar su participación ciudadana en los procesos políticos de sus territorios.
En total llegaron 47 mujeres, provenientes de diferentes municipios del departamento, a aprender sobre el sistema político de Colombia. Una de ellas fue Edilsa Ipuanamo, lideresa y representante de las mujeres artesanas de Puerto Chenticos, zona ubicada en el corregimiento de Camarones de Riohacha.
“Saber todo esto nos llena de herramientas para poder participar y trabajar colectivamente, porque juntas llegamos más lejos, también junto a los hombres, porque si no lo hacemos en comunidad no es posible”, le contó la lideresa wayuu a Colombia+20.
“Saber todo esto nos llena de herramientas para poder participar y trabajar colectivamente, porque juntas llegamos más lejos”
Edilsa Ipuanamo
Edilsa Ipuanamo es lideresa de su comunidad hace más de 20 años, es etnoeducadora y en el año 2008 aspiró sin éxito al Concejo de Riohacha. Sin embargo, manifestó que fue una experiencia que le dio alas para conocer, formarse y participar en la junta de acción comunal.
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Esta motivación la llevó a crear, junto con 65 mujeres y 25 hombres, la Asociación de Artesanas de Puerto Chenticos, donde producen bolsos, aretes y collares. A través de esta Asociación buscan consolidar la autonomía económica de las mujeres wayuus. “Nuestro sueño es ser reconocidas nacional e internacionalmente con nuestras artesanías, poder exportarlas y que nuestra comunidad tenga oportunidades, que los niños no tengan necesidades, que las mujeres seamos independientes y podamos apropiarnos de nuestro negocio”, resaltó la lideresa.
Estos sueños, proyectos y necesidades que viven en sus comunidades fueron centrales en la discusión durante la jornada en Riohacha. Allí, en mesas de trabajo, construyeron cuáles son esos posibles caminos para transformar sus territorios.
Para Mario Puerta, tallerista de esta primera sesión y consultor independiente, las discusiones en estos espacios brindan el fortalecimiento de capacidades a los liderazgos regionales que florecieron o fueron más visibles tras la firma del Acuerdo de Paz con las FARC en 2016.
“Espacios como estos son muy importantes, porque les permiten a las participantes entender las reglas de juego para llegar con mejores argumentos a competir en las elecciones del próximo mes de octubre. Si son elegidas, buenísimo, porque tendrán posibilidades de poder incidir mucho más en la toma de decisiones de sus municipios y departamentos. El punto 2 del Acuerdo habla de pedagogía en temas electorales y en la ampliación de la participación electoral, entonces hay que seguir con el compromiso real de generar esfuerzos para que esto pueda pasar”.
La escuela “De candidatas a electas” es un modelo pedagógico implementado por el Instituto Holandés para la Democracia Multipartidaria (NIMD, por su sigla en inglés), que busca fortalecer el sistema democrático y la cultura política colombiana. Este trabajo se hace en unión con ICCO Cooperación Latinoamérica, una organización internacional holandesa que contribuye a la reducción de la pobreza y de la desigualdad, asegurando medios de vida sostenibles, justicia, dignidad y seguridad.
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“La participación política no se limita a votar y a ser electa, sino también a que conociendo cómo funcionan todas esas instituciones pueden hacer veeduría y seguimiento para que se cumpla lo que les prometieron”, explicó una de las delegadas de NIMD en el espacio de La Guajira.
A través de esta escuela, que cuenta con cinco módulos de formación con sesiones presenciales y virtuales, NIMD trabaja en potenciar los liderazgos sociales y políticos de las mujeres, motivando la participación ciudadana. Equidad en la participación política, transparencia y rendición de cuentas, desarrollo de campaña y marketing político son los contenidos temáticos de los demás módulos de la escuela que se realizará con lideresas de Bolívar, Nariño, Putumayo y Meta, en el marco del programa “Mujeres que inciden en la paz”.
Así construyen paz las mujeres afros de La Guajira
Después de un viaje de casi tres horas, desde el Consejo Comunitario Ancestral Nelvis Aragón de Fonseca hasta Riohacha, Mayerly Aragón llegó a participar en la escuela de formación. Para ella, estos espacios le permiten ser un canal transmisor de conocimiento para las 15 compañeras cabeza de hogar y víctimas del conflicto que conforman la Asociación de Mujeres Productoras de la Serranía del Perijá (Asmuperijá).
Esta organización la crearon en octubre de 2013, un año después de haber retornado a su territorio tras un desplazamiento que vivieron el 5 de julio de 2000, por parte de grupos armados ilegales.
“Esa fecha nunca se me va a olvidar. Ese día llegó un grupo armado al territorio, nos citaron al parquecito del corregimiento de Conejo y allí nos mantuvieron cinco horas paradas, sin poder hablar, sin poder mirar ni a la persona que teníamos al lado. Sacaron a siete personas, mataron a tres, uno de ellos un tío mío”, narró Aragón en entrevista con Colombia+20.
Los habitantes del sector se desplazaron hacia Valledupar, otras zonas de La Guajira e incluso a Venezuela, pero en 2012 un grupo decidió regresar a recuperar los cultivos y cultura cafetera de sus ancestros que la guerra intentó arrebatarles.
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“Nos dedicamos a la producción, a la transformación y a la comercialización de café dorado del Perijá, un producto 100 % natural que no contiene preservantes, ni aditivos y es amigable con el medio ambiente. Regresamos a recuperar nuestros territorios, nuestras costumbres y conocimientos ancestrales, lo que nuestros padres y abuelos nos enseñaron a trabajar en el campo”, señaló la lideresa.
Asmuperijá creó una escuelita para niños, jóvenes y adolescentes que desde los siete a los 18 años aprenden y refuerzan sus conocimientos ancestrales como comunidad afrodescendiente. Son 150 personas las que se agrupan en el Consejo Comunitario Ancestral Nelvis Aragón desde el año 2015.
Para estas mujeres, su aporte a la construcción de paz es desde el campo, desde el cuidado del medio ambiente y la siembra orgánica de café, que les ha permitido sanar y construir en comunidad un proyecto productivo para salir adelante.
Aragón también afirmó que construyen paz desde el proceso de perdón que tuvieron con los excombatientes de las FARC que llegaron al Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación (ETCR) de Pondores. “Pudimos tener encuentros, nos abrazamos, lloramos, escuchamos las historias de todas y conocimos lo que todos pasamos. Mi corazón se sanó y el de las muchachas también, hemos compartido varios espacios y vivimos en sana armonía en el territorio”, aseguró.
Las apuestas de paz de las mujeres afros en La Guajira vienen del Consejo Comunitario Ancestral el Viejo Cardonalito, ubicado en el corregimiento de Potrerito, en Fonseca. Desde allí un grupo de 12 mujeres docentes, psicólogas, trabajadoras sociales, artesanas y amas de casa buscan frenar las violencias basadas en género en su territorio.
“Nos pusimos como meta involucrar a nuestros hijos, porque son los que seguirán el legado, son nuestra semilla para que se fortalezcan los procesos que estamos haciendo. La paz se hace sensibilizando a las personas”, comentó Ana Marcela Fuentes, psicóloga y representante del consejo comunitario.
“La paz se hace sensibilizando a las personas”
Ana Marcela Fuentes
Para esta lideresa afro el conocimiento ancestral, pero también el jurídico y político del país, se convierte en una herramienta clave para saber cómo y desde dónde se puede construir paz e incidir en su territorio. Sin embargo, le expresó a esta redacción que ser lideresas en un territorio como La Guajira no ha sido fácil, pero juntas han logrado salir adelante.
Escuche: Onda Pacífica | La lucha de una comunidad en La Guajira que se opone a la minería
“Nosotras las mujeres vivimos el mismo proceso del cactus, porque estamos en una tierra árida, que no llueve todo el tiempo, de difícil acceso, pero siempre florecemos. Siempre estamos prestas para ofrecerle a nuestra comunidad lo que sabemos, lo que aprendemos y juntas poder construir un espacio donde podamos decir: ‘Somos mujeres para apoyar mujeres’”, dijo Fuentes.
Junto a estos dos consejos comunitarios existen más de 115 en todo el departamento y más de 18 mil familias wayuus que desde sus tradiciones y conocimientos ancestrales buscan mejorar las condiciones de sus comunidades. Para Janneth Lozano, directora de la Corporación de Apoyo a Comunidades Populares (Codacop), las conexiones de las mujeres con sus territorios son claves para avanzar en la construcción de una paz más integral.
El programa que apoya la construcción de paz
Desde 2021 se está implementando en los departamentos de La Guajira, Bolívar, Nariño, Putumayo y Meta el programa “Mujeres que inciden en la paz” (WAP, por su sigla en inglés), que busca contribuir al proceso de paz en Colombia desde un enfoque de justicia de género.
En un período de cinco años, hasta 2025, este programa le apunta a beneficiar a más de mil mujeres del país a través de formación para liderar acciones de incidencia en construcción de paz y veeduría del cumplimiento del enfoque de género pactado en La Habana en 2016.
Para la Embajada de Países Bajos, financiadora del proyecto, es importante apoyar el fortalecimiento y consolidación de organizaciones de mujeres que trabajar por la paz, porque en Colombia “las mujeres han sido víctimas de múltiples delitos en el marco del conflicto armado y han desarrollado estrategias para resistir, sobrevivir y liderar procesos familiares y comunitarios. No son solamente víctimas, son agentes de cambio y constructoras de paz”, indicó la embajada.
Este programa se implementa a través de la Ruta Pacífica de Las Mujeres, la Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad (Limpal) y la Corporación de Apoyo a Comunidades Populares (Codacop) en Colombia, y las organizaciones holandesas HealthNet TPO e ICCO Cooperación, que lideran el proyecto.
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“No se trata solo de que las mujeres tengan voz y lanzarlas, sino de generar un escenario de liderazgo informado y con pensamiento crítico, en donde se les apoya a las mujeres a desarrollar diferentes habilidades y competencias desde lo colectivo, sus quehaceres, saberes y resistencias que protejan su vida y la vida de los territorios”, señaló Carolina Leguizamón Martínez, coordinadora programática para HealthNet TPO.
Estas acciones se enmarcan en un momento coyuntural en el país, y es la construcción del Plan Nacional de Acción para implementar la Resolución 1325 de 2000 sobre Mujeres, Paz y Seguridad del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Esta resolución enfatiza en la importancia de la participación igualitaria de mujeres en espacios de solución de conflictos armados y construcción de paz.
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Para Natalia Chávez, coordinadora del programa Mujeres, paz y seguridad de Limpal, sumarse a este tipo de programas se alinea con el trabajo histórico que realiza esta organización por la paz del país desde hace 25 años.
“Pretendemos fortalecer en clave de articulación de las diferentes colectivas de los territorios a nivel nacional porque lo que está claro es que juntas podemos desarrollar un proceso de incidencia más efectivo a nivel territorial, nacional e internacional. Somos el 52% de la población, es una voz que se debe tener en cuenta y tener una participación activa y efectiva”.
Uno de los principales retos de estas y otras organizaciones del país con agenda de género es llevar el marco normativo de esta resolución a todas las comunidades para que realmente las mujeres utilicen este instrumento en su liderazgo diario. Aunque muchas ya lo han implementado desde antes de manera innata, desde octubre del año pasado la entonces viceministra de Asuntos Multilaterales, Laura Gil, catapultó la implementación de esta resolución en el país.
Para Marina Gallego, directora de Ruta Pacífica de las Mujeres, hay que seguir fortaleciendo los procesos sociales y organizativos de las mujeres en el interior de sus comunidades, consejos comunitarios y resguardos indígenas para que sean realmente protagonistas de la construcción de paz del país.