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En noviembre de 2021 un mito chocoano sobre el origen del mundo a partir del río Atrato llegó a una sala de teatro en París.
Unos 15 niños y niñas quibdoseños cruzaron el océano para crear, de la mano de estudiantes de la Compagnie Théãtre du Bout du Monde, la obra El Bunde del Agua para hablar, entre español y francés, sobre las relaciones sociales, la riqueza y el río. Fue un sueño cumplido de un programa que no le puede hacer más honor a su nombre: “Pueblos en movimiento”, de la Fundación Círculo de Estudios Culturales y Políticos.
“Estos son niños y niñas que a diario se levantan con la sensación de que puede ser el último día de su vida. Este tipo de espacios les permiten ver alternativas a lo que ven en su entorno”, asegura con convicción y una voz grave y ronca Karina Ramírez Córdoba, líder de la fundación en Quibdó. Y la complementa Nhora Lucía Álvarez, directora nacional de la fundación, santandereana y de cabello rizado: “Cuando los niños y niñas salen de sus comunidades empiezan a construir una identidad distinta, incluso para los mismos actores armados, porque ya no son tan vulnerables y se vuelven referentes para otros jóvenes”.
La Fundación Círculo de Estudios Culturales y Políticos, junto a la Red Juvenil de Mujeres Chocoanas y la Fundación Mujer Afro Empoderada son tres organizaciones que capacitan a jóvenes, niños y niñas en herramientas para la vida y acompañan a víctimas de violencias de género en sus procesos.
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Los jóvenes son justamente los más vulnerables en uno de los departamentos con mayor afectación por la violencia a nivel nacional. De acuerdo con la Oficina de la ONU para Asuntos Humanitarios, en 2022, Chocó presentó las cifras más altas de confinamiento con 75.865 víctimas y la segunda más alta de desplazamiento (después de Nariño) con 10.648 víctimas. Todo esto se debe a la agudización de la disputa territorial entre el Clan del Golfo o Agc y el Eln.
A eso se suma la guerra urbana entre bandas por el microtráfico, que en Quibdó, una ciudad que duplica la tasa nacional de homicidios, dejó 585 jóvenes asesinados entre 2017 y 2021. Y falta contar el riesgo de reclutamiento forzado por parte de todos los actores armados.
En ese contexto y en seis departamentos más con dificultades similares, Círculo de Estudios lleva 14 años trabajando por la defensa de los derechos humanos desde el arte, el apoyo jurídico y el campo psicosocial.
Todo empezó porque, como estudiante de psicología, Nhora Álvarez odiaba que esta fuera una disciplina tan clasista, tan racista y tan extraída de la realidad. “No era posible que en los años 90, con la realidad que vivía Colombia, la psicología siguiera enseñándonos a entrenar a una rata. Me parecía ridículo. Y yo decía dónde están los derechos humanos, por qué nadie nos enseñó nada asociado a nuestra cultura afrodescendiente o la cosmovisión indígena o sobre cómo las comunidades tenían sus propias formas de curarse”, cuestiona Álvarez.
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Para recuperar todos esos saberes y vivencias, su metodología son los círculos de estudios, una metodología de enseñanza basada en la educación popular. “Nosotros no venimos a dar clases sino a construir conocimiento a partir de las experiencias individuales y de redes entre las personas”, explica Karina. Así, además de construir un proyecto artístico como el de París cada dos años, tienen otro programa llamado Derecho de Voz/s que busca garantizar el acceso a justicia de víctimas de violaciones a los derechos humanos.
Por ejemplo, explica Karina, “durante nueve años trabajamos con casi 600 mujeres víctimas de violencia sexual en Quibdó, y actualmente estamos acompañando a 50 mamás que han perdido a sus hijos jóvenes por homicidios”. En este último han trabajado la Fundación Mujer Afro Empoderada, una organización de ocho mujeres jóvenes que promueve la conciencia sobre las violencias contra mujeres afro e incentiva sus liderazgos.
Nombrarse afrofeministas
Paola Caicedo, de 28 años, piel morena y ojos pequeños, dice entre risas que su organización, la Fundación Mujer Afro Empoderada, nació de una tusa. “Yo trabajé en una organización que me permitió apropiarme de mi identidad y de mi cultura, empezar a reconocerme como una mujer negra y a cambiar el discurso que uno le enseñan, por ejemplo de que mi cabello natural era despeinado”, recuerda. En medio de ese trabajo salió de una relación sentimental que le hizo daño y se preguntó: “¿qué hacer para que otras no pasen las violencias que yo pasé?, ¿qué hacer para que otras se reconozcan y entiendan de qué cultura y realidad vienen?”.
Entonces decidió reunir a un grupo de amigas trabajadoras sociales, abogadas y comunicadoras y en colectivo empezaron a dar talleres sobre identidad y género en barrios vulnerables de la ciudad. “Empezamos en la ciudadela MIA, un barrio de interés social cuya sigla viene de mestizos, indígenas y afrodescendientes. Y llegamos a identificar casos de violencia y abuso sexual y acompañamos a mujeres a hacer las denuncias”, recuerda. Recientemente, crearon su propia metodología, basada en seis programas que incluyen el reconocimiento de la identidad afro, el acceso a educación, apoyo en emprendimientos y capacitación en derechos para mujeres y jóvenes negras y educación afrofeminista para niños y niñas.
Todas insisten en que el feminismo negro no es igual al blanco. “Las mujeres negras vivimos una afectación distinta de la violencia de género. Hay muchos ejemplos: sufrimos de sexualización por la contextura de nuestros cuerpos, porque la gente tiene unos estereotipos de que las negras somos calientes y lo sabemos mover. No tenemos representación en los medios de comunicación, ni en el cine. Hemos dañado nuestro cabello por el estereotipo blanco. Hay un daño a nuestra identidad y nuestra cultura”, enumera Karol Mosquera, comunicadora de la fundación.
En las alertas tempranas de la Defensoría del Pueblo sobre Chocó, las mujeres y niñas negras e indígenas, además, aparecen como un grupo social de mayor vulnerabilidad ante las disputas territoriales entre grupos armados. Pese al subregistro, en las alertas sobre municipios del río Atrato y el San Juan, la Defensoría llama la atención sobre la violencia basada en género contra mujeres familiares de presuntos miembros de otros grupos armados, la explotación sexual de niñas y el abuso sexual por parte de estos, sumados a amenazas e intimidaciones contra lideresas sociales que las presionan a “dedicarse a las labores del hogar”.
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En su misión, Mujer Afro Empoderada se ha encontrado con otras mujeres jóvenes de Quibdó que tienen las mismas apuestas. Entre ellas está la Red Juvenil de Mujeres Chocoanas (Redjumucho), el brazo joven de la Red Departamental de Mujeres Chocoanas, con quienes recientemente hicieron un estudio para analizar cómo quedaron las mujeres del departamento tras la pandemia.
La red tiene experiencia de sobra para compartir. Desde 2011 ha liderado procesos de recuperación de autoestima e identidad con víctimas de violencia sexual, ha desarrollado procesos artísticos para darle otra cara a los barrios más afectados por la violencia, han apoyado proyectos educativos en zonas vulnerables e incluso llegaron a hacer incidencia en medios de comunicación. “Antes de la pandemia teníamos una columna radial que se llamaba Hablemos de Paz entre Nosotros en donde hacíamos pedagogía sobre el Acuerdo de paz con las Farc en la emisora de la Universidad Tecnológica del Chocó”, recuerda Jisleny Mosquera, representante legal de la red.
Por su labor, han tenido que enfrentarse a la zozobra de las amenazas. En 2016, por ejemplo, tuvieron que tomar la decisión de dejar de asistir al barrio El Futuro luego de que los buses que utilizaron para un encuentro aparecieron marcados por un grupo armado.
Pero también han evidenciado que las violencias no provienen solo del conflicto armado. “Muchas mujeres no podemos ir a ninguna actividad sin pedir permiso a nuestras parejas y tenemos que llegar temprano. La violencia económica, que tiene un subregistro altísimo, es muy fuerte en nuestro territorio porque se mantiene la percepción de que las mujeres no están hechas para estudiar, ni trabajar, ni pueden hacer incidencia en ningún espacio porque la mujer no tiene voz ni voto. “, explica Mosquera.
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Y esto no está cambiando aún en las nuevas generaciones. Heydis Mena, una de las fundadoras de la red lo ha registrado desde el nacimiento de esta. “Los jóvenes y adolescentes siguen siendo vulnerables y son quienes empuñan las armas de las bandas que se disputan los barrios y las fronteras barriales. Las secuelas son profundas en las mujeres jóvenes, porque sienten que la única manera de sentirse seguras es haciéndose novias de estos chicos”, añade. Por eso, una de sus mayores apuestas en la actualidad es garantizar el acceso al mercado laboral de 140 jóvenes, a quienes les brindarán becas en las carreras de mayor demanda en el departamento.
Mirar hacia adentro
La Redjumucho y Mujer Afro Empoderada saben bien desarrollar los proyectos que preparan, pero aseguran que durante mucho tiempo les hizo falta “mirar para adentro”. Por eso el apoyo de la organización internacional Oxfam ha sido fundamental para su proceso. “Oxfam llegó para brindarnos todo el fortalecimiento organizacional que necesitábamos. Aprendimos a llevar una contabilidad, hemos aprendido a distribuir mejor los roles, a establecer nuestros manuales de funcionamiento, a visibilizar nuestro trabajo. La organización estaba haciendo la tarea en temas sociales, pero estábamos en ceros a nivel organizacional”, dice Paola, de Mujer Afro Empoderada.
Y la complementa Estefany, su abogada: “ha sido una organización sombrilla. Siempre que necesitamos acompañamiento sabemos que Oxfam va a estar ahí. El crecimiento y resultado se ve en nosotras a nivel individual y como equipo”.
Para la red, el apoyo de Oxfam ha sido un escudo. “Las organizaciones sociales somos muy buenas en lo técnico, en el territorio, pero nos falta lo administrativo, lo fiscal, lo contable. Con ellas nos dimos cuenta de que necesitábamos fortalecer la organización”, asegura Astridh Armijo Mosquera, coordinadora. “Ya no somos la misma red que no sabíamos qué era una retención o qué era una declaración de renta. Incluso ese fortalecimiento nos ha servido para ganar otros proyectos con otras organizaciones”, complementa Jisleny.
En Chocó, Oxfam apoya a seis organizaciones que tienen incidencia en todo el departamento. Según explicó la organización, su apoyo es técnico y económico y va encaminado a iniciativas relacionadas con la construcción de paz, el reconocimiento de derechos y el cierre de las brechas de desigualdad. Su trabajo tiene un marcado enfoque de género. “La democracia está sustentada en la vitalidad del movimiento social, la calidad de la gobernanza y la garantía de un Estado de derecho. Las mujeres en su diversidad juegan un papel de liderazgo fundamental en esta misión en los territorios más afectados por el conflicto armado y con mayores índices de pobreza y desigualdad”, sostienen.
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Y el apoyo no es solo administrativo. Para organizaciones como Círculo de Estudios, el apoyo que Oxfam les ha prestado durante más de siete años ha representado dejar de trabajar por proyectos que responden a las peticiones cooperantes. “Ellas en vez de pedir proyectos dicen ‘dígame usted qué está haciendo y construyamos en torno a esa idea’. Las organizaciones luchamos mucho por la sostenibilidad técnica y financiera y la cooperación de Oxfam ha sido ese fortalecimiento”, señala Nhora Lucía.
Soñar contra la desesperanza
La historia de las organizaciones en los territorios más afectados por el conflicto también está marcada por las derrotas. “A nosotras, la violencia nos ha arrebatado a dos personas. En un caso, Karina hizo todo lo posible para salvar a una joven que estaba siendo seducida por un miembro de un grupo. Era una adolescente de 15 años. Hicimos hasta lo que uno no debe hacer como organización. Pero no hubo quién ni cómo. Y un día el tipo se cansó de ella y nos la mataron”, describe Nhora con lágrimas en los ojos.
Sin embargo, para Karina, la esperanza permanece viva por quienes permanecen. “Hemos descubierto que hay beneficiarios directos e indirectos. Los directos son los que reciben la formación aquí, pero los indirectos son los compañeritos del niño o la niña cuando este decide dar un taller en su clase sobre derechos humanos o le dice “si tu tío o tu padrastro te hace esto, tu debes hacer lo otro”, explica.
Y mientras Redjumucho continúa con su apuesta por consolidar un mercado laboral para que los y las jóvenes no caigan en las redes de la violencia, Mujer Afro Empoderada sueña con construir un colegio e incluso más adelante una universidad para afianzar una educación en contra de la discriminación.