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“Nosotras volvimos a nacer de nuevo, luego de los dos desplazamientos que vivimos, eso cuesta y poder estar contando hoy nuestra historia es muy duro. Han sido 20 años de lucha con acuerdos y desacuerdos pero pudimos juntarnos en ‘Mujeres Unidas del Salado’ para trabajar por nuestros derechos”.
Estas son las palabras de Neida Narváez de Torres, representante legal de “Mujeres Unidas del Salado”. En entrevista con Colombia +20 narró la historia de esta organización que “la devolvió a la vida”, como recuerda, cuando regresó a su tierra natal, ubicada a 22 kilómetros de la cabecera municipal de El Carmen de Bolívar (Bolívar), en pleno corazón de los Montes de María.
Las mujeres de El Salado, al igual que sus familias, fueron víctimas de desplazamiento forzado por dos masacres cometidas por paramilitares. La primera ocurrió el 23 de marzo de 1997 cuando cerca de 7.000 habitantes salieron huyendo de este corregimiento, es decir, el total de la población para ese momento, por la incursión de 50 paramilitares del Bloque Norte de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) que asesinaron a cuatro personas.
Tres meses más tarde, cerca de 4.000 personas retornaron pero fueron desplazados nuevamente en el año 2000, cuando el 18 de febrero un grupo de 450 paramilitares frente a todo el pueblo y mientras algunos de ellos tocaban una tambora, asesinaron a 60 personas a quienes señalaban de pertenecer o auxiliar a los frentes 35 y 25 de las FARC, guerrilla que hacía presencia en la zona.
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Aún con mucho dolor y temor, la población logró retornar acompañada de organizaciones como la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para Refugiados (ACNUR) y la Gobernación de Bolívar, quienes entregaron proyectos de alimentación para la población.
Neida Narváez recuerda que las ayudas que llegaban no estaban focalizadas en las mujeres y que no eran tenidas en cuenta como ellas querían, por lo que decidieron alzar la voz y exigir mayor participación.
“Nosotras dijimos que nos debían tener en cuenta porque también vivíamos en El Salado entonces nos motivaron a que nos organizáramos. Nos explicaron cómo sería el proceso y nos quedó sonando la cosa, así que agrupamos a las poquitas mujeres que quedábamos, que no eran más de 50 pero solo 30 nos mantuvimos firmes y pendientes de las reuniones y el proceso”, explicó Narváez.
De la mano de organizaciones como la Fundación Mujer, un grupo de 30 mujeres crearon “Mujeres Unidas del Salado” en junio del 2003, nombre que da cuenta de la fuerza de trabajar juntas y anteponerse a la guerra.
Cinco años más tarde de su creación, en 2008 lograron la personería jurídica y autogestionando recursos con fiestas y otras actividades hicieron sentir su empoderamiento y papel dentro del territorio, el cual soñaban ver en paz. Sin embargo, el camino no fue fácil.
Construir paz en medio de la guerra
Aunque a través de la organización aprendieron más de sus derechos y comenzaron a sentirse más fuertes, tuvieron que llevar por algunos años sus liderazgos de forma silenciosa por la violencia que aún imperaba en el territorio.
Un año más tarde de su creación, en el 2004, un equipo de la Fundación Mujer y Futuro iba rumbo al corregimiento a continuar con la implementación del proyecto “Mujer y Derechos” con el que fortalecieron en derechos a las mujeres de El Salado. En una de esas visitas, los actores armados ilegales se hicieron sentir restringiendo el ingreso de la fundación para las jornadas de formación de las mujeres. Sin embargo, ellas comenzaron a buscar la forma de seguir capacitándose y anteponerse a la violencia.
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“Decidimos que no nos íbamos a dejar quitar nuestros procesos, no podíamos quedarnos silenciadas, calladas viendo cómo la guerra nos ha quitado las posibilidades. Así que se nos ocurrió a través de cartas enviar mensajes a la fundación para reunirnos en el casco urbano de Carmen de Bolívar. Un señor llevaba la carta a un equipo de comunicaciones que estaba en El Carmen y ellas avisaban a Bogotá para coordinar el taller; así duramos un año”, explicó Neida Narváez de Torres.
“Decidimos que no nos íbamos a dejar quitar nuestros procesos, no podíamos quedarnos silenciadas, calladas viendo cómo la guerra nos ha quitado las posibilidades”
Neida Narváez de Torres.
Con una voz potente y clara, Neida dice que un grupo de 15 o 20 mujeres caminaban por 4 horas de El Salado a El Carmen para recibir sus capacitaciones, el canto de los pájaros y el sonido de la naturaleza era lo único que las acompañaba durante la travesía.
En esos espacios aprendieron sobre defensa de los derechos humanos para las mujeres; cultura de paz; convivencia ciudadana; y sanaciones de duelo, pues para aquel entonces, no había logrado sanar las heridas de una guerra que seguía latente. No solo era el conflicto armado sino también la violencia intrafamiliar que padecían por parte de sus esposos, pero que juntas comenzaron a sobreponerse a esto y formar a su comunidad en respeto hacia la mujer.
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Todas esas heridas también afectaron la salud mental de las mujeres, especialmente de cuatro de ellas que no recibían atención digna. “No se les brindaba el apoyo a las mujeres en salud mental, les ponían un sedante y nada más, no se les hacía estudios de qué estaba pasando y cómo sanarlas. Así que trabajamos con la Comisión Colombiana de Juristas y en tres meses interpusimos una tutela que se ganó a favor de las mujeres”, recordó Narváez.
Fue la sentencia T-045 de 2010 con la que se amparan los derechos de cuatro mujeres víctimas del conflicto a tener acceso a atención psicosocial, psiquiátrica y médica, por las afectaciones vividas durante el conflicto. A pesar de las demoras en el cumplimiento integral de la sentencia, las integrantes de “Mujeres Unidas del Salado” afirman que 10 años después, sigue dando resultados y la comunidad tiene un espacio abierto de trabajo sobre salud mental. Esta sentencia, incluso, es resaltada por sus integrantes como la principal incidencia de la organización que generó un impacto significativo en las mujeres y comunidad de El Salado.
De Los Montes de María a Alemania
Yolides Torres Vizcaíno es una mujer nacida y criada en El Salado y aunque hace dos años hace parte formal de la organización “Mujeres Unidas del Salado”, siempre ha apoyado procesos comunitarios con víctimas del conflicto armado.
Con sus 40 años de edad no se imaginó que viajaría más de 14 horas en un avión que la llevaría rumbo a Alemania al Foro Mundial de la Mujer en Berlín. Junto a 12 mujeres colombianas llegó hasta la capital alemana, a finales del mes de mayo, para contar el trabajo de las mujeres de El Salado, sus sueños y proyectos para construir paz desde su territorio.
“Fue una experiencia muy bonita, me atemorizaba no tener con quién interactuar en el avión durante todo ese largo viaje, pero iban a otra organización que nos encontramos en Bogotá y fue muy ameno el viaje. El foro duró tres días y compartí con mujeres de 27 países como Noruega, India, Filipinas y Mongolia, fue una experiencia maravillosa”, comentó Torres a Colombia +20.
En Berlín, a muchos kilómetros de distancia de los Montes de María, Yolides le contó a otras mujeres del mundo que 40 mujeres de su corregimiento se había graduado, el pasado 15 de abril, como mediadoras familiares y comunitarias del “Diplomado en resolución de conflictos y prevención de violencias basadas en género”.
Este espacio fue apoyado por ONU Mujeres y liderado por la fundación AGP Paz y Reconciliación, con el que dieron vida a un “Punto Paz”, es decir, un centro de mediación comunitaria en El Salado, donde trabajarán por resolver los conflictos comunitarios que se presenten en el corregimiento.
“En el Carmen de Bolívar tenemos conciliadoras de equidad y mediadoras que podrán llevar a cabo esos trabajos. Queremos hacer réplica en las 10 veredas de El Salado para no solo trabajar mediación de conflictos sino también temas de género”, explicó Narváez.
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Aunque ya han recibido algunos casos, formalmente iniciarán labores el próximo 30 de junio y de la mano de la institucionalidad estatal como las Comisarías de Familia apoyarán a la atención de violencias en su territorio.
Además de esta alternativa económica, laboral y de construcción de paz, las mujeres de El Salado buscan continuar fortaleciendo “La Granja”, un espacio de 7 hectáreas que trabajan de forma colectiva 27 mujeres con la siembra de aromáticas, frutas, verduras y crianza de gallinas ponedoras. Su sueño es fortalecer este y otros proyectos productivos para brindar alternativas económicas sostenibles para las mujeres, para que ellas también se conviertan en proveedoras del hogar y erradicar el miedo.
“Un mensaje para las mujeres que quizás tienen miedo de hablar por lo que pasa en sus casas es que todas podemos lograr muchas cosas, merecemos respeto, ser valoradas y como mujeres somos muy valiosas y no estamos solas. Si no tienen un título de bachiller o no han estudiado eso no es un limitante, con perseverancia todas podemos lograr lo que queremos”, enfatizó Torres.
“Todas podemos lograr muchas cosas, merecemos respeto, ser valoradas y como mujeres somos muy valiosas y no estamos solas”
Yolides Torres Vizcaíno
En medio de los altibajos y retos que se han generado en estos 20 años de camino, las mujeres de El Salado resisten la nueva ola de violencia que se ha venido configurando con el control territorial del Clan del Golfo en el territorio. Sin embargo, su trabajo por las mujeres y la paz no cesa, pues buscan seguir contribuyendo a hacer de El Salado y los Montes de María un territorio en paz.