Graves problemas en obra de Museo de Memoria: no cumple con sismorresistencia
Advertencias conocidas por Colombia+20 dan cuenta de graves fallas en la construcción y de mala calidad en los procesos. No sólo está retrasada la obra, sino que no cumple con la reglamentación colombiana de sismorresistencia y pondría en riesgo el lugar previsto para la memoria de las víctimas del conflicto.
Sebastián Forero Rueda
Los muros que sostendrán el Museo Nacional de la Memoria, cuya construcción avanza hoy sobre la calle 26 de Bogotá, estarían construidos sin cumplir los requisitos de sismorresistencia que exige la reglamentación colombiana. La advertencia está contenida en el informe de gestión que entregó en noviembre de 2022 Ana María Trujillo, quien fue la directora encargada del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) luego de la salida de Darío Acevedo y antes de que llegara la directora actual, María Gaitán. El documento, conocido por Colombia+20, tiene graves alertas sobre la estructura física del proyecto.
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En un apartado titulado Comentarios y alertas a la construcción del proyecto Museo de Memoria de Colombia, el informe dirigido a la nueva dirección recomienda: “Reiterar la posición del Centro Nacional de Memoria Histórica al respecto de la mala calidad de los concretos arquitectónicos a la vista que están ejecutando en el proyecto de obra civil del Museo de Memoria de Colombia en fachada, placa del umbral y muros interiores”.
El documento da cuenta que desde el área encargada en el CNMH de hacer seguimiento a la obra se ha estado advirtiendo a la Agencia Nacional Inmobiliaria (entidad que suscribió el contrato con la constructora española OHLA en septiembre de 2020) sobre las fallas en la construcción:
“Por medio de correo electrónico el día 7 de septiembre del 2022, se comunica a la Agencia Nacional Inmobiliaria (ANIM) que las evidencias de los defectos constructivos observados en obra muestran que existen muros en todos los niveles del proyecto en los cuales el desplazamiento del aligeramiento durante el vaciado ha producido secciones con recubrimientos por fuera de los límites de tolerancia, y secciones transversales muy diferentes a las consideradas en el diseño estructural”.
Allí mismo se lee que esos defectos en los muros “producen cambios importantes en el comportamiento y resistencia de la sección (…) sobrepasando los límites de tolerancia y comprometiendo el desempeño mecánico de la misma”.
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El hecho de que los muros no estarían cumpliendo los requisitos de sismorresistencia queda evidenciado en al menos dos advertencias que hace el escrito: “Esta condición de los muros aligerados es distinta a la del diseño estructural, que define una sección simétrica con refuerzo a cada lado del alma aligerada. En su lugar, se presentan áreas de muro en donde una de las caras queda prácticamente sin recubrimiento ni espesor efectivo, mientras que la otra queda con un exceso de espesor por fuera de todas las tolerancias exigidas por la NSR-10″.
La NSR-10 es el Reglamento Colombiano de Construcción Sismorresistente vigente en el país que recoge “requisitos mínimos que garantizan que se cumpla el fin primordial de salvaguardar las vidas humanas ante la ocurrencia de un sismo fuerte”.
Pese a ello, el informe advierte: “Las condiciones muestran que existen varios sectores en los cuales la malla de refuerzo quedó expuesta hacia la fachada, con recubrimiento menor a 20mm, y por consiguiente incumpliendo el requisito mínimo exigido por la NSR-10 y especificado en los planos estructurales”.
Juan Sebastián Martínez, arquitecto diseñador y constructor quien ha sido docente universitario y fue director de proyectos de servicio de valor agregado en Vanti S.A. ESP, explicó a Colombia+20 que “sólo el hecho de que no se esté cumpliendo con las especificaciones que demanda la norma sismorresistente de 2010 ya eso hace imposible que se haga una entrega material de ese proyecto”. Y detalló: “Evidenciando cómo están desarrollados esos muros y el recubrimiento sobre el refuerzo –es decir, la malla de refuerzo que está en fachadas – y como no hay un armazón correcto del muro, ante un evento sísmico puede haber desprendimiento de todas esas capas tan ligeras de concreto y eso representa un riesgo para habitantes, residentes o peatones que se aproximen al proyecto”.
Cabe recordar que el Museo de la Memoria, que tendrá seis pisos y un sótano en más de 14.000 m2, alojará toda la información concerniente al conflicto armado colombiano y las afectaciones que dejó en las víctimas, por lo cual podría recibir cada día centenares de visitantes nacionales y extranjeros.
El informe de gestión de la directora encargada enfatiza: “Los defectos constructivos reportados aparecen en muros de diferentes pisos, de manera repetitiva y cubriendo áreas importantes de cada elemento. Esta situación, sumada al caso de las placas de entrepiso en donde los aligeramientos fueron desplazados por el concreto (…), y a la pobre calidad en el acabado del concreto arquitectónico de las fachadas, es un indicativo de graves problemas de calidad en los procesos de obra”.
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Por eso, la publicación solicita explícitamente una inspección minuciosa del estado real de los muros y plantea que incluso en las zonas donde aparentemente no existen problemas “debe verificarse que efectivamente la sección y espesores del elemento cumplen con las tolerancias, a través de ensayos en lo posible no destructivos como el ultrasonido, o inspeccionando directamente a través de agujeros”.
A esa misma conclusión Martínez porque, según él, “despierta muchas dudas con respecto a la construcción de esas estructuras en concreto. Si eso no más está pasando en los muros de fachada – que son elementos arquitectónicos, pero que además allí se indica que son elementos estructurales – pues desafortunadamente no hay una claridad de cómo se ejecutó el resto de la estructura”.
Agencia Nacional Inmobiliaria: Se está evaluando si se aplica cláusula penal
La obra del Museo de la Memoria fue adjudicada por la Agencia Nacional Inmobiliaria a la constructora Obrascon Huarte Lain S.A. Sucursal Colombia (OHLA) el 7 de septiembre de 2020. El contrato se suscribió por más de $64.200 millones (64.281.356.184,48) y la constructora tendría un plazo de 24 meses para entregarla.
El plazo contractual finalizó exactamente el 14 de octubre de 2022, según le confirmó a Colombia+20 Andrés Gallego, director encargado de la ANIM. “El contratista al momento de finalización de su contrato ejecutó un 78,26% del avance físico”, aseguró la entidad, lo cual representa un retraso del 21,74% en la construcción.
El informe de gestión de Ana María Trujillo también revela que la ANIM adelantó tres procesos de imposición de multas al contratista por los retrasos en la programación: la primera por un valor de $642.813.561, una segunda cuya tasación inicial era de $1.285.627.124 y una tercera donde su tasación inicial fue de $2.571.254.248. Además, el director Gallego aseguró que “actualmente se encuentra en curso el procedimiento contractual establecido para determinar si se aplica la cláusula penal pecuniaria”.
Según respondió el funcionario sobre los recursos transferidos a OHLA en el marco del contrato, “al contratista de obra sólo se le ha pagado el valor que corresponde a las actividades recibidas por parte de la interventoría del contrato, lo cual asciende a un valor de $ 41.429.355.946 lo que equivale a un porcentaje financiero del 64,5%”.
Colombia+20 se comunicó con la constructora OHLA, pero rechazaron la posibilidad de hacer una entrevista.
Sobre los defectos en la construcción del proyecto, el director de la entidad aseguró que “se presentan problemas de calidad correspondientes al acabado del concreto arquitectónico, el cual no tiene recibo a satisfacción por no estar acorde con las especificaciones técnicas contratadas, esta situación ya es de conocimiento de la aseguradora del contrato quien ya adelantó una visita técnica”. Sin embargo, pese a las advertencias plasmadas en el informe, Gallego sostuvo: “estos problemas no tienen incidencia alguna en la estabilidad de la estructura, de acuerdo con lo manifestado por la Interventoría del Proyecto”.
En este momento, la ANIM no tiene claridad de cuánto más podrá costar culminar de manera adecuada el Museo Nacional de la Memoria. La entidad se encuentra ahora mismo avanzando en la liquidación del contrato con OHLA y “en el análisis técnico de las actividades no ejecutadas, así como las obras necesarias para finalizar el proyecto resultado de lo cual se podrá determinar el valor proyectado para la terminación de la construcción del Museo”.
Una vez se culmine esa labor, se abrirá el nuevo proceso de selección de contratista para terminar la obra, a través de la fiduciaria Scotiabank Colpatria. Según confirmó Gallego, el Museo de la Memoria estaría terminado en julio de 2024, casi dos años después de la fecha original.
Los muros que sostendrán el Museo Nacional de la Memoria, cuya construcción avanza hoy sobre la calle 26 de Bogotá, estarían construidos sin cumplir los requisitos de sismorresistencia que exige la reglamentación colombiana. La advertencia está contenida en el informe de gestión que entregó en noviembre de 2022 Ana María Trujillo, quien fue la directora encargada del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) luego de la salida de Darío Acevedo y antes de que llegara la directora actual, María Gaitán. El documento, conocido por Colombia+20, tiene graves alertas sobre la estructura física del proyecto.
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En un apartado titulado Comentarios y alertas a la construcción del proyecto Museo de Memoria de Colombia, el informe dirigido a la nueva dirección recomienda: “Reiterar la posición del Centro Nacional de Memoria Histórica al respecto de la mala calidad de los concretos arquitectónicos a la vista que están ejecutando en el proyecto de obra civil del Museo de Memoria de Colombia en fachada, placa del umbral y muros interiores”.
El documento da cuenta que desde el área encargada en el CNMH de hacer seguimiento a la obra se ha estado advirtiendo a la Agencia Nacional Inmobiliaria (entidad que suscribió el contrato con la constructora española OHLA en septiembre de 2020) sobre las fallas en la construcción:
“Por medio de correo electrónico el día 7 de septiembre del 2022, se comunica a la Agencia Nacional Inmobiliaria (ANIM) que las evidencias de los defectos constructivos observados en obra muestran que existen muros en todos los niveles del proyecto en los cuales el desplazamiento del aligeramiento durante el vaciado ha producido secciones con recubrimientos por fuera de los límites de tolerancia, y secciones transversales muy diferentes a las consideradas en el diseño estructural”.
Allí mismo se lee que esos defectos en los muros “producen cambios importantes en el comportamiento y resistencia de la sección (…) sobrepasando los límites de tolerancia y comprometiendo el desempeño mecánico de la misma”.
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El hecho de que los muros no estarían cumpliendo los requisitos de sismorresistencia queda evidenciado en al menos dos advertencias que hace el escrito: “Esta condición de los muros aligerados es distinta a la del diseño estructural, que define una sección simétrica con refuerzo a cada lado del alma aligerada. En su lugar, se presentan áreas de muro en donde una de las caras queda prácticamente sin recubrimiento ni espesor efectivo, mientras que la otra queda con un exceso de espesor por fuera de todas las tolerancias exigidas por la NSR-10″.
La NSR-10 es el Reglamento Colombiano de Construcción Sismorresistente vigente en el país que recoge “requisitos mínimos que garantizan que se cumpla el fin primordial de salvaguardar las vidas humanas ante la ocurrencia de un sismo fuerte”.
Pese a ello, el informe advierte: “Las condiciones muestran que existen varios sectores en los cuales la malla de refuerzo quedó expuesta hacia la fachada, con recubrimiento menor a 20mm, y por consiguiente incumpliendo el requisito mínimo exigido por la NSR-10 y especificado en los planos estructurales”.
Juan Sebastián Martínez, arquitecto diseñador y constructor quien ha sido docente universitario y fue director de proyectos de servicio de valor agregado en Vanti S.A. ESP, explicó a Colombia+20 que “sólo el hecho de que no se esté cumpliendo con las especificaciones que demanda la norma sismorresistente de 2010 ya eso hace imposible que se haga una entrega material de ese proyecto”. Y detalló: “Evidenciando cómo están desarrollados esos muros y el recubrimiento sobre el refuerzo –es decir, la malla de refuerzo que está en fachadas – y como no hay un armazón correcto del muro, ante un evento sísmico puede haber desprendimiento de todas esas capas tan ligeras de concreto y eso representa un riesgo para habitantes, residentes o peatones que se aproximen al proyecto”.
Cabe recordar que el Museo de la Memoria, que tendrá seis pisos y un sótano en más de 14.000 m2, alojará toda la información concerniente al conflicto armado colombiano y las afectaciones que dejó en las víctimas, por lo cual podría recibir cada día centenares de visitantes nacionales y extranjeros.
El informe de gestión de la directora encargada enfatiza: “Los defectos constructivos reportados aparecen en muros de diferentes pisos, de manera repetitiva y cubriendo áreas importantes de cada elemento. Esta situación, sumada al caso de las placas de entrepiso en donde los aligeramientos fueron desplazados por el concreto (…), y a la pobre calidad en el acabado del concreto arquitectónico de las fachadas, es un indicativo de graves problemas de calidad en los procesos de obra”.
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Por eso, la publicación solicita explícitamente una inspección minuciosa del estado real de los muros y plantea que incluso en las zonas donde aparentemente no existen problemas “debe verificarse que efectivamente la sección y espesores del elemento cumplen con las tolerancias, a través de ensayos en lo posible no destructivos como el ultrasonido, o inspeccionando directamente a través de agujeros”.
A esa misma conclusión Martínez porque, según él, “despierta muchas dudas con respecto a la construcción de esas estructuras en concreto. Si eso no más está pasando en los muros de fachada – que son elementos arquitectónicos, pero que además allí se indica que son elementos estructurales – pues desafortunadamente no hay una claridad de cómo se ejecutó el resto de la estructura”.
Agencia Nacional Inmobiliaria: Se está evaluando si se aplica cláusula penal
La obra del Museo de la Memoria fue adjudicada por la Agencia Nacional Inmobiliaria a la constructora Obrascon Huarte Lain S.A. Sucursal Colombia (OHLA) el 7 de septiembre de 2020. El contrato se suscribió por más de $64.200 millones (64.281.356.184,48) y la constructora tendría un plazo de 24 meses para entregarla.
El plazo contractual finalizó exactamente el 14 de octubre de 2022, según le confirmó a Colombia+20 Andrés Gallego, director encargado de la ANIM. “El contratista al momento de finalización de su contrato ejecutó un 78,26% del avance físico”, aseguró la entidad, lo cual representa un retraso del 21,74% en la construcción.
El informe de gestión de Ana María Trujillo también revela que la ANIM adelantó tres procesos de imposición de multas al contratista por los retrasos en la programación: la primera por un valor de $642.813.561, una segunda cuya tasación inicial era de $1.285.627.124 y una tercera donde su tasación inicial fue de $2.571.254.248. Además, el director Gallego aseguró que “actualmente se encuentra en curso el procedimiento contractual establecido para determinar si se aplica la cláusula penal pecuniaria”.
Según respondió el funcionario sobre los recursos transferidos a OHLA en el marco del contrato, “al contratista de obra sólo se le ha pagado el valor que corresponde a las actividades recibidas por parte de la interventoría del contrato, lo cual asciende a un valor de $ 41.429.355.946 lo que equivale a un porcentaje financiero del 64,5%”.
Colombia+20 se comunicó con la constructora OHLA, pero rechazaron la posibilidad de hacer una entrevista.
Sobre los defectos en la construcción del proyecto, el director de la entidad aseguró que “se presentan problemas de calidad correspondientes al acabado del concreto arquitectónico, el cual no tiene recibo a satisfacción por no estar acorde con las especificaciones técnicas contratadas, esta situación ya es de conocimiento de la aseguradora del contrato quien ya adelantó una visita técnica”. Sin embargo, pese a las advertencias plasmadas en el informe, Gallego sostuvo: “estos problemas no tienen incidencia alguna en la estabilidad de la estructura, de acuerdo con lo manifestado por la Interventoría del Proyecto”.
En este momento, la ANIM no tiene claridad de cuánto más podrá costar culminar de manera adecuada el Museo Nacional de la Memoria. La entidad se encuentra ahora mismo avanzando en la liquidación del contrato con OHLA y “en el análisis técnico de las actividades no ejecutadas, así como las obras necesarias para finalizar el proyecto resultado de lo cual se podrá determinar el valor proyectado para la terminación de la construcción del Museo”.
Una vez se culmine esa labor, se abrirá el nuevo proceso de selección de contratista para terminar la obra, a través de la fiduciaria Scotiabank Colpatria. Según confirmó Gallego, el Museo de la Memoria estaría terminado en julio de 2024, casi dos años después de la fecha original.