Las fotografías de hijos de ex-FARC con las que buscan construir memoria
El proyecto Semillas de Paz capacitó en cinco departamentos a 135 firmantes de paz en fotografía y artes audiovisuales en sus respectivos espacios de reincorporación para contar las historias de su territorio y desde su perspectiva.
Jorge Quintero
Alexander Castañeda Palacios, de 14 años, hace una toma para lo que será un cortometraje. El plano es general, el lugar árido, al fondo se ven unas viviendas hechas de drywall de color marrón con techos de zinc. La locación: el antiguo Espacio de Capacitación y Reincorporación (ETCR) La Variante, a unos cuatro kilómetros de Tumaco, en Nariño, en límites con Ecuador. El cortometraje, en sus palabras, cuenta la historia de “unos jóvenes que son amenazados por otros jóvenes que los obligan a desplazarse”.
Algo parecido ocurre en Manaure, Cesar, a unos 1.700 kilómetros de distancia, en el norte de Colombia: Lionel Rueda, de 10 años, corre en un pequeño salón de clase como su tocayo Messi. En lugar de un balón, lleva una cámara y busca tomarles fotos a sus amigos. No para de moverse hasta que Shaira, su prima, de 12 años, le pide que la deje escuchar la clase: ella quiere aprender clorotipia, el arte de imprimir fotos en hojas de los árboles.
Lionel y Shaira no conocen a Alexander, pero tienen cosas en común: los tres participaron, más o menos en las mismas fechas (del 24 de junio al 6 de julio), en el proyecto Semillas de Paz, que capacitó en cinco departamentos a 135 personas en fotografía y artes audiovisuales, y hacen parte de los 10.342 niños y adolescentes que integran los grupos familiares de los firmantes de paz en el país, según cifras del Sistema de Información para la Reincorporación y Reintegración (SIRR) de la Agencia para la Reincorporación y Normalización (ARN).
La mayoría (el 96 %) son hijos de firmantes de paz, como Shaira y Alexander. El 44 % tiene menos de cinco años, el 31% va de seis a 11 años y el 26 % tiene de 12 a 17.
La Rotativa
Hace casi ocho años que Marcos Guevara llegó al ETCR de Tierra Grata, ubicado en Manaure, Cesar, como firmante de paz. Trajo consigo una vieja cámara fotográfica, con la que se propuso capturar la memoria del proceso de paz e intentar enseñar el arte de la fotografía a sus compañeros firmantes, sus hijos y familiares.
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Con ese objetivo, que luego evolucionó a hacer documentales y fotos de alto formato, Marcos, padre de Shaira y tío de Lionel, lanzó un proyecto audiovisual que llamó La Rotativa.
Marcos explica que “esta es una comunidad relativamente nueva, que nació por el Acuerdo de Paz, y el propósito nuestro es hacer de la fotografía y las artes visuales una herramienta de visibilización, de creación de historias de esta comunidad que quiere construir memoria a través de la imagen y fortalecer procesos de liderazgo juvenil”.
Con esa experiencia, tuvo la idea, con María Fernanda Pinilla, de crear un semillero de fotografía para niños. El piloto lo realizó en noviembre del año pasado y fue todo un éxito en Tierra Grata.
Semillero de Paz
Marcos, además, hace parte del Colectivo Miradas, un grupo de experimentados fotógrafos y videógrafos comunitarios que realizan pedagogía de paz a través de la fotografía y el arte, que agrupa a 15 fotógrafos, ocho de ellos firmantes de paz. Con ellos desarrollaron y realizaron una segunda versión del semillero de formación en Tierra Grata y extenderlo a otros cinco departamentos.
Con el apoyo de la Delegación de la Unión Europea a través del Fondo Europeo para la Paz, la Corporación Reencuentros, el Ministerio de Cultura, la Fundación Compaz y la Misión de Verificación de la ONU en Colombia, el Colectivo Miradas hizo, casi en simultánea, seis talleres de fotografía y video en Cesar, Caquetá, Putumayo, Antioquia, Nariño y Cauca.
Los cinco primeros se llevaron a cabo con éxito, pero infortunadamente, según cuenta Gina Parra, líder del Colectivo Miradas, el que estaba programado en Argelia, Cauca, debió ser cancelado a última hora por razones de seguridad, pues allí hay enfrentamientos entre el Ejército y grupos disidentes de las FARC. “Soñamos llegar al Cauca, pese a las condiciones de seguridad y las amenazas de los grupos armados sobre las comunidades. Lo intentamos, el equipo liderado por un firmante de paz llegó hasta el territorio, pero el día que iniciaba el semillero, las balas ensombrecieron el cielo y tuvimos que cancelarlo para no poner en mayor riesgo a la población”, explica.
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Según Gina, aunque los talleres son de fotografía y multimedia y se trata de dar herramientas profesionales y técnicas a los niños, jóvenes y firmantes de la paz, también giran en torno a temas relacionados con el Acuerdo de Paz, como reconciliación, arraigo, enfoque de género, memoria y búsqueda de personas dadas por desaparecidas.
Miradas, un colectivo que siembra esperanza en los territorios
El Colectivo Miradas lo conforman ocho fotógrafos firmantes del Acuerdo de Paz y siete fotógrafos comunitarios de varios territorios del país, quienes encontraron en la fotografía y el arte una ventana de oportunidad para la reincorporación, la reparación y la reconciliación.
Se conocieron en Bogotá, en la peregrinación por la vida y por la paz del año 2020 y, un año después, realizaban juntos un taller nacional de fotografía documental, en el antiguo ETCR de Tierra Grata, en Manaure, Cesar. En esa ocasión reunieron a 35 fotógrafos populares, alternativos y rurales de 15 departamentos. En 2022 en Anorí, Antioquia, hicieron una nueva formación con 95 personas de 17 departamentos.
Tuvieron el acompañamiento de renombrados fotoperiodistas, como la boliviana Sara Wayra, Federico Ríos (colaborador permanente del New York Times), y el fotógrafo Jesús Abad Colorado, entre otros, y con algunos artistas y actores que también han apoyado estas iniciativas de paz, como Santiago Alarcón.
Así, formación tras formación, y con apoyo de la Unión Europea y la Misión de Verificación de las Naciones Unidas en Colombia, entre otras entidades, fueron creando una red de fotógrafos que luego empezó a multiplicar el modelo.
En agosto del año pasado lanzaron La ruta de cine y fotografía por la paz, con la que realizaron diez talleres en Yondó, Antioquia; Los Palmitos, Sucre; Mutatá y Carrizal, Antioquia; Icononzo y Planadas, Tolima; Villavicencio y La Julia, en Meta; Miravalle, en Caquetá, y en La Variante en Tumaco, Nariño.
Y este año su apuesta fue Semillas de Paz que, en palabras de Gina Parra, líder del colectivo, es la materialización de su aprendizaje en procesos nacionales. “Es una siembra de algunos conocimientos en torno a la memoria, la paz y la reconciliación; una siembra también de ilusiones en esos territorios donde el Estado llega de manera precaria, pero sí llegan los actores del conflicto; ahí queremos llegar con alternativas desde la paz”, agrega.
Arraigo y territorio
Alexander, de 14 años, dice que cuando empezaron los talleres en Tumaco, Nariño, el 27 de junio, decidió hacer su cortometraje sobre el arraigo y el desplazamiento forzado, porque ha visto el dolor de tener que dejar su territorio. “Él ha vivido la mitad de su vida en un espacio de reincorporación, lo que lo hace muy consciente de los temas de violencia y también de los de paz”, dice su mamá, María Fernanda Palacios, profesora muy reconocida y admirada en La Variante, entre otras cosas, porque hoy es la persona que cuida a los niños de la primera infancia en la Unidad Comunitaria de Atención (UCA), que es el jardín infantil de este espacio de reincorporación.
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Alexander, quien sueña con ser director de cine reconocido, dice que le gustaría hacer una película de la vida de su mamá. María Fernanda es caleña afrodescendiente de 44 años. Hace siete años llegó al ETCR contratada como docente por el programa Arando la Educación, cuya estrategia les permite a los firmantes, sus familias y la comunidad vecina estudiar de manera presencial sin salir del territorio. Allí se conoció con Eddy Antonio España, firmante de paz y participante del programa, quien estuvo 16 años en las FARC-EP, con quien decidió formar una nueva familia. Ella atribuye esta unión al Acuerdo de Paz, que ha permitido la creación de estas nuevas familias y el acceso de comunidades a bienes y servicios.
Dividendos de la paz
De hecho, según cifras del Consejo Noruego para Refugiados (NRC por sus siglas en inglés), que financia Arando la Educación junto con el Ministerio de Educación, este programa ha formado a 16.705 personas: 3.560 firmantes de paz y 13.145 de comunidades vecinas. “A la fecha se han graduado 5.611 bachilleres y se ha fortalecido el tejido social en cada una de las zonas en las cuales se implementa la reincorporación comunitaria, de forma armónica con las comunidades vecinas”, reporta el Consejo Noruego. De algún modo, gracias a este programa, también llegó Alexander a este nuevo territorio al que, según dice María Fernanda, no se ha adaptado del todo.
“Aquí los más jóvenes no tienen mucho que hacer”, confiesa. Por eso mismo, valora estos espacios pedagógicos “porque les enseñan cosas artísticas y les dan nuevas visiones del mundo a los niños que habitan estos espacios de reincorporación”.
Estas historias, que a veces pasan desapercibidas para muchos, son las que quieren plasmar las lentes de los jóvenes del Semillero de Paz, quienes, desde otra mirada, quieren mostrarle al país cómo se construye la paz en el territorio. Con ese objetivo, el Colectivo Miradas se propone realizar una serie web, con cada uno de los temas que desarrolló en estos territorios de reincorporación. “La vamos a poner en nuestra página web. Cada territorio tendrá su capítulo, y luego empezaremos el proceso de circulación para visibilizar el trabajo realizado en el semillero. Para ello queremos hacer una bienal de fotografía e invitar tanto a los niños, niñas, jóvenes y firmantes de la paz que participaron, como a los tutores y fotógrafos que nos han acompañado en el proceso. La bienal es nuestra ventana para poner los ojos de Colombia en los sueños de las más de 200 personas que hoy hacemos parte de Semillas de Paz”, cuenta Gina Parra.
Quizás en la bienal se pueda ver la película de Alexander o sea la oportunidad para conocer a jóvenes como Lionel y Shaira, y ver que su historia, sus retos y desafíos son, en muchos casos, compartidos por miles de muchachos del país que viven en estos nuevos territorios de paz.
* Oficial de información pública de la Misión de Verificación de la ONU en Colombia.
Alexander Castañeda Palacios, de 14 años, hace una toma para lo que será un cortometraje. El plano es general, el lugar árido, al fondo se ven unas viviendas hechas de drywall de color marrón con techos de zinc. La locación: el antiguo Espacio de Capacitación y Reincorporación (ETCR) La Variante, a unos cuatro kilómetros de Tumaco, en Nariño, en límites con Ecuador. El cortometraje, en sus palabras, cuenta la historia de “unos jóvenes que son amenazados por otros jóvenes que los obligan a desplazarse”.
Algo parecido ocurre en Manaure, Cesar, a unos 1.700 kilómetros de distancia, en el norte de Colombia: Lionel Rueda, de 10 años, corre en un pequeño salón de clase como su tocayo Messi. En lugar de un balón, lleva una cámara y busca tomarles fotos a sus amigos. No para de moverse hasta que Shaira, su prima, de 12 años, le pide que la deje escuchar la clase: ella quiere aprender clorotipia, el arte de imprimir fotos en hojas de los árboles.
Lionel y Shaira no conocen a Alexander, pero tienen cosas en común: los tres participaron, más o menos en las mismas fechas (del 24 de junio al 6 de julio), en el proyecto Semillas de Paz, que capacitó en cinco departamentos a 135 personas en fotografía y artes audiovisuales, y hacen parte de los 10.342 niños y adolescentes que integran los grupos familiares de los firmantes de paz en el país, según cifras del Sistema de Información para la Reincorporación y Reintegración (SIRR) de la Agencia para la Reincorporación y Normalización (ARN).
La mayoría (el 96 %) son hijos de firmantes de paz, como Shaira y Alexander. El 44 % tiene menos de cinco años, el 31% va de seis a 11 años y el 26 % tiene de 12 a 17.
La Rotativa
Hace casi ocho años que Marcos Guevara llegó al ETCR de Tierra Grata, ubicado en Manaure, Cesar, como firmante de paz. Trajo consigo una vieja cámara fotográfica, con la que se propuso capturar la memoria del proceso de paz e intentar enseñar el arte de la fotografía a sus compañeros firmantes, sus hijos y familiares.
Lea también: Así se logró que Gobierno y disidencia siguieran en la mesa tras polémica por caso UNP
Con ese objetivo, que luego evolucionó a hacer documentales y fotos de alto formato, Marcos, padre de Shaira y tío de Lionel, lanzó un proyecto audiovisual que llamó La Rotativa.
Marcos explica que “esta es una comunidad relativamente nueva, que nació por el Acuerdo de Paz, y el propósito nuestro es hacer de la fotografía y las artes visuales una herramienta de visibilización, de creación de historias de esta comunidad que quiere construir memoria a través de la imagen y fortalecer procesos de liderazgo juvenil”.
Con esa experiencia, tuvo la idea, con María Fernanda Pinilla, de crear un semillero de fotografía para niños. El piloto lo realizó en noviembre del año pasado y fue todo un éxito en Tierra Grata.
Semillero de Paz
Marcos, además, hace parte del Colectivo Miradas, un grupo de experimentados fotógrafos y videógrafos comunitarios que realizan pedagogía de paz a través de la fotografía y el arte, que agrupa a 15 fotógrafos, ocho de ellos firmantes de paz. Con ellos desarrollaron y realizaron una segunda versión del semillero de formación en Tierra Grata y extenderlo a otros cinco departamentos.
Con el apoyo de la Delegación de la Unión Europea a través del Fondo Europeo para la Paz, la Corporación Reencuentros, el Ministerio de Cultura, la Fundación Compaz y la Misión de Verificación de la ONU en Colombia, el Colectivo Miradas hizo, casi en simultánea, seis talleres de fotografía y video en Cesar, Caquetá, Putumayo, Antioquia, Nariño y Cauca.
Los cinco primeros se llevaron a cabo con éxito, pero infortunadamente, según cuenta Gina Parra, líder del Colectivo Miradas, el que estaba programado en Argelia, Cauca, debió ser cancelado a última hora por razones de seguridad, pues allí hay enfrentamientos entre el Ejército y grupos disidentes de las FARC. “Soñamos llegar al Cauca, pese a las condiciones de seguridad y las amenazas de los grupos armados sobre las comunidades. Lo intentamos, el equipo liderado por un firmante de paz llegó hasta el territorio, pero el día que iniciaba el semillero, las balas ensombrecieron el cielo y tuvimos que cancelarlo para no poner en mayor riesgo a la población”, explica.
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Según Gina, aunque los talleres son de fotografía y multimedia y se trata de dar herramientas profesionales y técnicas a los niños, jóvenes y firmantes de la paz, también giran en torno a temas relacionados con el Acuerdo de Paz, como reconciliación, arraigo, enfoque de género, memoria y búsqueda de personas dadas por desaparecidas.
Miradas, un colectivo que siembra esperanza en los territorios
El Colectivo Miradas lo conforman ocho fotógrafos firmantes del Acuerdo de Paz y siete fotógrafos comunitarios de varios territorios del país, quienes encontraron en la fotografía y el arte una ventana de oportunidad para la reincorporación, la reparación y la reconciliación.
Se conocieron en Bogotá, en la peregrinación por la vida y por la paz del año 2020 y, un año después, realizaban juntos un taller nacional de fotografía documental, en el antiguo ETCR de Tierra Grata, en Manaure, Cesar. En esa ocasión reunieron a 35 fotógrafos populares, alternativos y rurales de 15 departamentos. En 2022 en Anorí, Antioquia, hicieron una nueva formación con 95 personas de 17 departamentos.
Tuvieron el acompañamiento de renombrados fotoperiodistas, como la boliviana Sara Wayra, Federico Ríos (colaborador permanente del New York Times), y el fotógrafo Jesús Abad Colorado, entre otros, y con algunos artistas y actores que también han apoyado estas iniciativas de paz, como Santiago Alarcón.
Así, formación tras formación, y con apoyo de la Unión Europea y la Misión de Verificación de las Naciones Unidas en Colombia, entre otras entidades, fueron creando una red de fotógrafos que luego empezó a multiplicar el modelo.
En agosto del año pasado lanzaron La ruta de cine y fotografía por la paz, con la que realizaron diez talleres en Yondó, Antioquia; Los Palmitos, Sucre; Mutatá y Carrizal, Antioquia; Icononzo y Planadas, Tolima; Villavicencio y La Julia, en Meta; Miravalle, en Caquetá, y en La Variante en Tumaco, Nariño.
Y este año su apuesta fue Semillas de Paz que, en palabras de Gina Parra, líder del colectivo, es la materialización de su aprendizaje en procesos nacionales. “Es una siembra de algunos conocimientos en torno a la memoria, la paz y la reconciliación; una siembra también de ilusiones en esos territorios donde el Estado llega de manera precaria, pero sí llegan los actores del conflicto; ahí queremos llegar con alternativas desde la paz”, agrega.
Arraigo y territorio
Alexander, de 14 años, dice que cuando empezaron los talleres en Tumaco, Nariño, el 27 de junio, decidió hacer su cortometraje sobre el arraigo y el desplazamiento forzado, porque ha visto el dolor de tener que dejar su territorio. “Él ha vivido la mitad de su vida en un espacio de reincorporación, lo que lo hace muy consciente de los temas de violencia y también de los de paz”, dice su mamá, María Fernanda Palacios, profesora muy reconocida y admirada en La Variante, entre otras cosas, porque hoy es la persona que cuida a los niños de la primera infancia en la Unidad Comunitaria de Atención (UCA), que es el jardín infantil de este espacio de reincorporación.
Además: “Llegó el momento de que ELN aclare si quiere o no renovar cese al fuego”: Gobierno
Alexander, quien sueña con ser director de cine reconocido, dice que le gustaría hacer una película de la vida de su mamá. María Fernanda es caleña afrodescendiente de 44 años. Hace siete años llegó al ETCR contratada como docente por el programa Arando la Educación, cuya estrategia les permite a los firmantes, sus familias y la comunidad vecina estudiar de manera presencial sin salir del territorio. Allí se conoció con Eddy Antonio España, firmante de paz y participante del programa, quien estuvo 16 años en las FARC-EP, con quien decidió formar una nueva familia. Ella atribuye esta unión al Acuerdo de Paz, que ha permitido la creación de estas nuevas familias y el acceso de comunidades a bienes y servicios.
Dividendos de la paz
De hecho, según cifras del Consejo Noruego para Refugiados (NRC por sus siglas en inglés), que financia Arando la Educación junto con el Ministerio de Educación, este programa ha formado a 16.705 personas: 3.560 firmantes de paz y 13.145 de comunidades vecinas. “A la fecha se han graduado 5.611 bachilleres y se ha fortalecido el tejido social en cada una de las zonas en las cuales se implementa la reincorporación comunitaria, de forma armónica con las comunidades vecinas”, reporta el Consejo Noruego. De algún modo, gracias a este programa, también llegó Alexander a este nuevo territorio al que, según dice María Fernanda, no se ha adaptado del todo.
“Aquí los más jóvenes no tienen mucho que hacer”, confiesa. Por eso mismo, valora estos espacios pedagógicos “porque les enseñan cosas artísticas y les dan nuevas visiones del mundo a los niños que habitan estos espacios de reincorporación”.
Estas historias, que a veces pasan desapercibidas para muchos, son las que quieren plasmar las lentes de los jóvenes del Semillero de Paz, quienes, desde otra mirada, quieren mostrarle al país cómo se construye la paz en el territorio. Con ese objetivo, el Colectivo Miradas se propone realizar una serie web, con cada uno de los temas que desarrolló en estos territorios de reincorporación. “La vamos a poner en nuestra página web. Cada territorio tendrá su capítulo, y luego empezaremos el proceso de circulación para visibilizar el trabajo realizado en el semillero. Para ello queremos hacer una bienal de fotografía e invitar tanto a los niños, niñas, jóvenes y firmantes de la paz que participaron, como a los tutores y fotógrafos que nos han acompañado en el proceso. La bienal es nuestra ventana para poner los ojos de Colombia en los sueños de las más de 200 personas que hoy hacemos parte de Semillas de Paz”, cuenta Gina Parra.
Quizás en la bienal se pueda ver la película de Alexander o sea la oportunidad para conocer a jóvenes como Lionel y Shaira, y ver que su historia, sus retos y desafíos son, en muchos casos, compartidos por miles de muchachos del país que viven en estos nuevos territorios de paz.
* Oficial de información pública de la Misión de Verificación de la ONU en Colombia.