“No nos devolverán al monte”: exguerrilleros de Mesetas
Recorrido por el Espacio Territorial donde viven 178 excombatientes y 47 exprisioneros de las Farc con sus familias. Encontramos a Fabián Ramírez, de quien se había especulado que estaba con las disidencias.
Edinson Arley Bolaños / @eabolanos
“No pudimos darle la despedida que hubiéramos querido como tropas, como sus subalternos que fuimos”, dice Luz Marina Giraldo para referirse a la ausencia de su antiguo comandante, Aldinever Morantes. Giraldo fue conocida en la guerra como Yessenia y arribó al proceso de paz cuando completó 14 años en prisión. Yessenia continúa su discurso: “Es que ese tema de la inseguridad jurídica levanta tanta suspicacia entre algunos excomandantes, que es apenas entendible… Es que ellos desempeñaron un papel muy importante como líderes militares de las Farc y están sujetos a que en cualquier momento les hagan trampa”, refiriéndose a los otros exjefes guerrilleros que salieron de los ETCR, entre ellos, el exjefe negociador de la guerrilla: Iván Márquez.
Aldinever salió del Espacio Territorial y de Reincorporación (ETCR) de Mesetas a mediados del año pasado, dice Luz Marina, arguyendo ante el consejo político local que salía del ETCR porque había recibido una amenaza de muerte. “Dijo que desde ese momento se ausentaba de la vida pública”, complementa la exguerrillera, una de los nueve líderes que hoy coordinan este ETCR.
El Espacio Territorial fue bautizado por el Gobierno como Buenavista y por los excombatientes con el nombre de una exguerrillera muerta en la guerra: Mariana Páez. Han pasado dos años desde que se concentraron en estos espacios y hay más preguntas que respuestas frente a su futuro mediato en el marco del Acuerdo de Paz: ¿el Gobierno va a comprar esa tierra para que más de 178 excombatientes hagan su vida allí? ¿Cuándo llegará el dinero de los proyectos productivos para la reincorporación económica?
También lea: Paraísos ocultos, la nueva ruta ecoturística de los excombatientes de las Farc
En la noche del miércoles pasado varios excombatientes hacían fila para cobrar dos días de trabajo en la adecuación final del sendero que inauguraban al día siguiente. Arribaría el príncipe Haakon de Noruega para dar apertura a la primera ruta ecoturística de la paz, cuyo destino comprende a los municipios de Mesetas y Uribe (Meta). Un paraíso que durante años estuvo oculto por el conflicto armado, dicen los excombatientes y añaden que durante el recorrido contarán cómo fue la cruenta guerra.
Los municipios de Mesetas y Uribe fueron escenarios de confrontación entre guerrilleros del Bloque Oriental de las antiguas Farc y las Fuerzas Militares. De hecho, Uribe fue uno de los municipios en donde se adelantaron los fallidos diálogos de paz entre las Farc y el gobierno de Belisario Betancur a mediados de la década de los 80. Posteriormente, a finales de los 90, ambos territorios harían parte de la zona de despeje para desarrollar las conversaciones entre esa guerrilla y el gobierno de Andrés Pastrana.
El sendero abarca la biodiversidad de cuatro parques nacionales naturales: Tinigua, Picachos, Sumapaz y Sierra de la Macarena. Es el primer sendero construido por excombatientes. Es un atractivo con cascadas, animales y plantas de los cuatro parques naturales, y deportes de aventura como el rappel y el rafting. El sitio que visitó el príncipe se conoce como Caño Rojo y está ubicado a un kilómetro del ETCR Mariana Páez. Allí, los excombatientes que se capacitaron en rappel descienden con sus indumentarias por más de treinta metros de altura en medio del agua de la cascada.
En la ciudadela del ETCR hay 340 habitaciones, un aula máxima, cinco aulas adicionales, una biblioteca y una plancha de cemento para jugar microfútbol. Las condiciones de vida actual se pueden resumir en un informe de la misión de verificación de la ONU en Colombia: “Estos escenarios, que benefician a las comunidades aledañas, no cuentan con dotación, por lo que unos no han entrado en funcionamiento. El estado de las vías complejiza la comunicación, pues entre la cabecera de Mesetas y el ETCR hay 22 kilómetros de vía destapada. El ETCR tiene provisión de agua (no potable), un sistema de manejo de aguas residuales, alumbrado público y planta eléctrica. Hay un puesto básico de salud, una enfermera auxiliar permanente y un médico que los visita cada quince días”.
“No es que sea pesimista, pero nadie sabe qué va a pasar con la tierra donde actualmente vivimos, si el Gobierno la va a comprar o no. No sabemos qué va a pasar con la reincorporación”, dice Yessenia o Luz Marina, mientras ofrece café de la empresa de los hijos del fundador de las Farc, Manuel Marulanda, y otros exguerrilleros del ETCR. La marca comercial será Café Maru, con aroma a reconciliación.
“En el ETCR estamos desarrollando muchas iniciativas, pero aún no llega la plata para el tema de los proyectos colectivos a largo plazo”, cuenta Luz Marina. Sin embargo, con la cooperación internacional, a través del PNUD y el Consejo Noruego para Refugiados, están construyendo el sendero ecoturístico que se inauguró el jueves pasado y avanzan en un proyecto para generar energías limpias y construir una planta para el tratamiento adecuado de las basuras. Además, la mayoría de los excombatientes está adelantando sus estudios de educación básica por medio del proyecto Arando Paz, también financiado por otros países, recalcan los excombatientes.
¿Y qué dice el Gobierno? Andrés Stapper, director de la Agencia para la Reincorporación y la Normalización (ARN), dijo que “todas las inversiones que se hacen por parte de la cooperación internacional son articuladas por el Gobierno a través de las entidades democráticas del Estado”; pero reconoció que está pendiente el desembolso del dinero para 21 proyectos colectivos aprobados para todos los ETCR del país, incluidos dos en Mesetas.
El acceso a la tierra para avanzar en la reincorporación a largo plazo sigue siendo una pregunta recurrente. En agosto próximo termina la figura de los Espacios Territoriales, pero aún no se ha definido qué sucederá con los 22 ETCR que hay en el país, sobre todo porque la mayoría de tierras donde actualmente viven es arrendada. En el caso de Mesetas, dice Luz Marina, el dueño del predio ya entregó su carta de compromiso de venta y son 43 hectáreas, “pero actualmente cultivamos y vivimos en 17 ”, agrega. Por arraigo y trabajo en comunidad prefieren ese territorio.
Stapper, quien fue el único funcionario delegado por el Gobierno Nacional para acompañar al príncipe de Noruega en la inauguración del sendero ecoturistico, dijo que el Gobierno está revisando diferentes instrumentos jurídicos “sea para la compra de esos predios o para la disposición de otras tierras que están a cargo de la Sociedad de Activos Especiales para que los excombatientes lideren esos procesos de proyectos productivos y de vivienda”.
El escollo es el arraigo y los avances que existen en cada ETCR. “Pero muchos están dentro de zonas de reserva campesina, resguardos indígenas y consejos comunitarios de afros, y a eso le estamos buscando solución, porque esos predios no se pueden comprar. Hay que llegar a acuerdos con esas comunidades”, recalcó el funcionario. A lo que se suma la disyuntiva de qué sucederá si algunas de esas tierras están dentro de Parques Naturales.
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En el campamento de los expresos de las Farc
En las cárceles del país aún están presos más de 450 exguerrilleros de las Farc, uno de los puntos que la exguerrilla dice que el Gobierno ha incumplido.
El otro campamento que está en Mesetas es el Nueva Esperanza, cuya denominación para los exguerrilleros es Simón Trinidad, el nombre de un exjefe de las Farc preso en Estados Unidos, condenado porque durante la guerra habría participado en el secuestro de tres ciudadanos de ese país, aunque fue extraditado por enviar cocaína. Allí llegaron 526 presos de diferentes cárceles del país y, tras dos años proceso de paz, 47 decidieron hacer la reincorporación en ese espacio. El resto, dice Elí Roberto Sanabria, conocido como Aldemar Casas Barragán, se fueron adonde sus familias a continuar la reincorporación.
Hasta ahí llegó el príncipe Haakon de Noruega para hablar con los campesinos de Uribe y Mesetas y con los excombatientes, luego del recorrido por el sendero ecoturístico. “La sociedad colombiana ha dado ejemplo al mundo con este proceso de paz. Hay que seguir trabajando para proteger ese acuerdo”, expresó.
Sanabria es uno de los voceros de este campamento y estuvo en la cárcel durante 15 años luego de ser capturado en el Bloque Adán Izquierdo en jurisdicción del Tolima. Confiesa que la captura de Jesús Santrich generó desconfianza en las garantías jurídicas y que por eso los ocho excomandantes no están.
“La expectativa es seguir adelante. Como lo hemos dicho desde el comienzo del proceso, lo dijimos en la X Conferencia de las Farc y en el Congreso de la República: en adelante nuestra arma es la palabra. Vamos a seguir cumpliendo los acuerdos como lo hemos hechos hasta hoy. Y, a pesar de todas las talanqueras del Gobierno, no nos van a devolver al monte”, acuñando que no volverán a las armas.
En dicho campamento también estaba Fabián Ramírez Cabrera, de quien se dijo que habría abandonado su esquema de seguridad para unirse a la disidencia del Caquetá. Ramírez fue el comandante del Bloque Sur de las Farc, quien en septiembre del año pasado, mediante una carta, dijo que seguía comprometido con el proceso de paz y añadió que tenía su esquema de seguridad: dos camionetas blindadas y cuatro escoltas.
El mismo esquema que tenía el día de la visita del príncipe Haakon. Estaba junto a Víctor Tirado, otro excomandante, actualmente encargado del ETCR de Colinas (Guaviare). Ramírez dijo que prefería no hablar, pues está citado ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) las próximas semanas, con el fin de que entregue su versión voluntaria sobre casos relacionados con retenciones ilegales (entre los cuales se encuentran secuestros extorsivos, desapariciones e incluso homicidios).
En el campamento de los exprisioneros también estaba José Lisandro Lascarro, conocido como Pastor Alape, el exjefe guerrillero vocero del partido FARC ante el Consejo Nacional de Reincorporación (CNR). Reclama que en las cárceles aún haya más de 450 prisioneros de la insurgencia, cuya situación jurídica es que fueron indultados, la mayoría, “pero siguen privados de la libertad”.
La visita estuvo acompañada por el embajador de Noruega en Colombia, John Petter Opdahl; el coordinador residente y humanitario del sistema de Naciones Unidas, Martín Santiago, y la representante especial adjunta del secretario general de la ONU, Jessica Faieta. Ninguno de ellos se refirió al tema públicamente, pero causó extrañeza la ausencia del Gobierno con el representante del posconflicto, Emilio Archila.
Al final del encuentro, los excombatientes ratificaron su lealtad con el Acuerdo de Paz, pero siguen exigiendo garantías jurídicas, no solo para los exguerilleros rasos, sino también para sus antiguos comandantes.
También lea: Detalles de la diligencia en busca de El Paisa
“No pudimos darle la despedida que hubiéramos querido como tropas, como sus subalternos que fuimos”, dice Luz Marina Giraldo para referirse a la ausencia de su antiguo comandante, Aldinever Morantes. Giraldo fue conocida en la guerra como Yessenia y arribó al proceso de paz cuando completó 14 años en prisión. Yessenia continúa su discurso: “Es que ese tema de la inseguridad jurídica levanta tanta suspicacia entre algunos excomandantes, que es apenas entendible… Es que ellos desempeñaron un papel muy importante como líderes militares de las Farc y están sujetos a que en cualquier momento les hagan trampa”, refiriéndose a los otros exjefes guerrilleros que salieron de los ETCR, entre ellos, el exjefe negociador de la guerrilla: Iván Márquez.
Aldinever salió del Espacio Territorial y de Reincorporación (ETCR) de Mesetas a mediados del año pasado, dice Luz Marina, arguyendo ante el consejo político local que salía del ETCR porque había recibido una amenaza de muerte. “Dijo que desde ese momento se ausentaba de la vida pública”, complementa la exguerrillera, una de los nueve líderes que hoy coordinan este ETCR.
El Espacio Territorial fue bautizado por el Gobierno como Buenavista y por los excombatientes con el nombre de una exguerrillera muerta en la guerra: Mariana Páez. Han pasado dos años desde que se concentraron en estos espacios y hay más preguntas que respuestas frente a su futuro mediato en el marco del Acuerdo de Paz: ¿el Gobierno va a comprar esa tierra para que más de 178 excombatientes hagan su vida allí? ¿Cuándo llegará el dinero de los proyectos productivos para la reincorporación económica?
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En la noche del miércoles pasado varios excombatientes hacían fila para cobrar dos días de trabajo en la adecuación final del sendero que inauguraban al día siguiente. Arribaría el príncipe Haakon de Noruega para dar apertura a la primera ruta ecoturística de la paz, cuyo destino comprende a los municipios de Mesetas y Uribe (Meta). Un paraíso que durante años estuvo oculto por el conflicto armado, dicen los excombatientes y añaden que durante el recorrido contarán cómo fue la cruenta guerra.
Los municipios de Mesetas y Uribe fueron escenarios de confrontación entre guerrilleros del Bloque Oriental de las antiguas Farc y las Fuerzas Militares. De hecho, Uribe fue uno de los municipios en donde se adelantaron los fallidos diálogos de paz entre las Farc y el gobierno de Belisario Betancur a mediados de la década de los 80. Posteriormente, a finales de los 90, ambos territorios harían parte de la zona de despeje para desarrollar las conversaciones entre esa guerrilla y el gobierno de Andrés Pastrana.
El sendero abarca la biodiversidad de cuatro parques nacionales naturales: Tinigua, Picachos, Sumapaz y Sierra de la Macarena. Es el primer sendero construido por excombatientes. Es un atractivo con cascadas, animales y plantas de los cuatro parques naturales, y deportes de aventura como el rappel y el rafting. El sitio que visitó el príncipe se conoce como Caño Rojo y está ubicado a un kilómetro del ETCR Mariana Páez. Allí, los excombatientes que se capacitaron en rappel descienden con sus indumentarias por más de treinta metros de altura en medio del agua de la cascada.
En la ciudadela del ETCR hay 340 habitaciones, un aula máxima, cinco aulas adicionales, una biblioteca y una plancha de cemento para jugar microfútbol. Las condiciones de vida actual se pueden resumir en un informe de la misión de verificación de la ONU en Colombia: “Estos escenarios, que benefician a las comunidades aledañas, no cuentan con dotación, por lo que unos no han entrado en funcionamiento. El estado de las vías complejiza la comunicación, pues entre la cabecera de Mesetas y el ETCR hay 22 kilómetros de vía destapada. El ETCR tiene provisión de agua (no potable), un sistema de manejo de aguas residuales, alumbrado público y planta eléctrica. Hay un puesto básico de salud, una enfermera auxiliar permanente y un médico que los visita cada quince días”.
“No es que sea pesimista, pero nadie sabe qué va a pasar con la tierra donde actualmente vivimos, si el Gobierno la va a comprar o no. No sabemos qué va a pasar con la reincorporación”, dice Yessenia o Luz Marina, mientras ofrece café de la empresa de los hijos del fundador de las Farc, Manuel Marulanda, y otros exguerrilleros del ETCR. La marca comercial será Café Maru, con aroma a reconciliación.
“En el ETCR estamos desarrollando muchas iniciativas, pero aún no llega la plata para el tema de los proyectos colectivos a largo plazo”, cuenta Luz Marina. Sin embargo, con la cooperación internacional, a través del PNUD y el Consejo Noruego para Refugiados, están construyendo el sendero ecoturístico que se inauguró el jueves pasado y avanzan en un proyecto para generar energías limpias y construir una planta para el tratamiento adecuado de las basuras. Además, la mayoría de los excombatientes está adelantando sus estudios de educación básica por medio del proyecto Arando Paz, también financiado por otros países, recalcan los excombatientes.
¿Y qué dice el Gobierno? Andrés Stapper, director de la Agencia para la Reincorporación y la Normalización (ARN), dijo que “todas las inversiones que se hacen por parte de la cooperación internacional son articuladas por el Gobierno a través de las entidades democráticas del Estado”; pero reconoció que está pendiente el desembolso del dinero para 21 proyectos colectivos aprobados para todos los ETCR del país, incluidos dos en Mesetas.
El acceso a la tierra para avanzar en la reincorporación a largo plazo sigue siendo una pregunta recurrente. En agosto próximo termina la figura de los Espacios Territoriales, pero aún no se ha definido qué sucederá con los 22 ETCR que hay en el país, sobre todo porque la mayoría de tierras donde actualmente viven es arrendada. En el caso de Mesetas, dice Luz Marina, el dueño del predio ya entregó su carta de compromiso de venta y son 43 hectáreas, “pero actualmente cultivamos y vivimos en 17 ”, agrega. Por arraigo y trabajo en comunidad prefieren ese territorio.
Stapper, quien fue el único funcionario delegado por el Gobierno Nacional para acompañar al príncipe de Noruega en la inauguración del sendero ecoturistico, dijo que el Gobierno está revisando diferentes instrumentos jurídicos “sea para la compra de esos predios o para la disposición de otras tierras que están a cargo de la Sociedad de Activos Especiales para que los excombatientes lideren esos procesos de proyectos productivos y de vivienda”.
El escollo es el arraigo y los avances que existen en cada ETCR. “Pero muchos están dentro de zonas de reserva campesina, resguardos indígenas y consejos comunitarios de afros, y a eso le estamos buscando solución, porque esos predios no se pueden comprar. Hay que llegar a acuerdos con esas comunidades”, recalcó el funcionario. A lo que se suma la disyuntiva de qué sucederá si algunas de esas tierras están dentro de Parques Naturales.
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En el campamento de los expresos de las Farc
En las cárceles del país aún están presos más de 450 exguerrilleros de las Farc, uno de los puntos que la exguerrilla dice que el Gobierno ha incumplido.
El otro campamento que está en Mesetas es el Nueva Esperanza, cuya denominación para los exguerrilleros es Simón Trinidad, el nombre de un exjefe de las Farc preso en Estados Unidos, condenado porque durante la guerra habría participado en el secuestro de tres ciudadanos de ese país, aunque fue extraditado por enviar cocaína. Allí llegaron 526 presos de diferentes cárceles del país y, tras dos años proceso de paz, 47 decidieron hacer la reincorporación en ese espacio. El resto, dice Elí Roberto Sanabria, conocido como Aldemar Casas Barragán, se fueron adonde sus familias a continuar la reincorporación.
Hasta ahí llegó el príncipe Haakon de Noruega para hablar con los campesinos de Uribe y Mesetas y con los excombatientes, luego del recorrido por el sendero ecoturístico. “La sociedad colombiana ha dado ejemplo al mundo con este proceso de paz. Hay que seguir trabajando para proteger ese acuerdo”, expresó.
Sanabria es uno de los voceros de este campamento y estuvo en la cárcel durante 15 años luego de ser capturado en el Bloque Adán Izquierdo en jurisdicción del Tolima. Confiesa que la captura de Jesús Santrich generó desconfianza en las garantías jurídicas y que por eso los ocho excomandantes no están.
“La expectativa es seguir adelante. Como lo hemos dicho desde el comienzo del proceso, lo dijimos en la X Conferencia de las Farc y en el Congreso de la República: en adelante nuestra arma es la palabra. Vamos a seguir cumpliendo los acuerdos como lo hemos hechos hasta hoy. Y, a pesar de todas las talanqueras del Gobierno, no nos van a devolver al monte”, acuñando que no volverán a las armas.
En dicho campamento también estaba Fabián Ramírez Cabrera, de quien se dijo que habría abandonado su esquema de seguridad para unirse a la disidencia del Caquetá. Ramírez fue el comandante del Bloque Sur de las Farc, quien en septiembre del año pasado, mediante una carta, dijo que seguía comprometido con el proceso de paz y añadió que tenía su esquema de seguridad: dos camionetas blindadas y cuatro escoltas.
El mismo esquema que tenía el día de la visita del príncipe Haakon. Estaba junto a Víctor Tirado, otro excomandante, actualmente encargado del ETCR de Colinas (Guaviare). Ramírez dijo que prefería no hablar, pues está citado ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) las próximas semanas, con el fin de que entregue su versión voluntaria sobre casos relacionados con retenciones ilegales (entre los cuales se encuentran secuestros extorsivos, desapariciones e incluso homicidios).
En el campamento de los exprisioneros también estaba José Lisandro Lascarro, conocido como Pastor Alape, el exjefe guerrillero vocero del partido FARC ante el Consejo Nacional de Reincorporación (CNR). Reclama que en las cárceles aún haya más de 450 prisioneros de la insurgencia, cuya situación jurídica es que fueron indultados, la mayoría, “pero siguen privados de la libertad”.
La visita estuvo acompañada por el embajador de Noruega en Colombia, John Petter Opdahl; el coordinador residente y humanitario del sistema de Naciones Unidas, Martín Santiago, y la representante especial adjunta del secretario general de la ONU, Jessica Faieta. Ninguno de ellos se refirió al tema públicamente, pero causó extrañeza la ausencia del Gobierno con el representante del posconflicto, Emilio Archila.
Al final del encuentro, los excombatientes ratificaron su lealtad con el Acuerdo de Paz, pero siguen exigiendo garantías jurídicas, no solo para los exguerilleros rasos, sino también para sus antiguos comandantes.
También lea: Detalles de la diligencia en busca de El Paisa