La deuda de hacernos preguntas incómodas para cerrar las heridas de la guerra
Colombia+20 proyectó en Bogotá, Medellín y Cali su documental ‘No odiarás’ y las reacciones entre las protagonistas, quienes no habían visto la cinta, y el público fueron diversas y conmovedoras. Todos los escenarios dejaron sobre la mesa la importancia de hacer procesos de introspección social para dejar atrás el odio y abrirle el paso y el alma a la reconciliación.
Cindy Johanna Serrano González
A pocos metros del Museo de La Tertulia, en Cali, brindaron con una copa de lulada Sandra Ramírez, excombatiente de las Farc y hoy senadora de la República, y Denis Elkin Quintero, sargento (r) del Ejército condenado por diferentes delitos relacionados con el conflicto armado. Años atrás esa era una imagen imposible de imaginar porque en la lógica de la guerra ambos estaban en bandos enemigos.
¿Cómo se logró este encuentro? El 9 de mayo pasado fue presentado en Bogotá el documental ‘No odiarás’, producido por Colombia+20 de El Espectador con el apoyo de la Embajada de Alemania en Colombia, cuyas protagonistas son la lideresa cordobesa Esther Polo Zabala junto con Sandra y Bibiana Quintero, hija del sargento retirado. El encuentro entre ellos era inevitable.
La primera vez sucedió justo ese día cuando, tras la proyección del documental, los protagonistas conversaron con el público. Ese lunes las luces de la Cinemateca Distrital se encendieron para enfocar lo que sucedía en la tarima: Sandra, Bibiana, Esther, Elkin y las madres de soldados asesinados por las Farc, parados uno junto al otro, con la emoción a flor de piel y desde su papel como actores del conflicto, pidieron que el contenido de la película de una hora y 20 minutos de duración sea difundido en todo el país.
En contexto: En imágenes, así fue el lanzamiento ‘No Odiarás’ en Bogotá, Medellín y Cali
A diferencia de otros documentales que tratan el conflicto armado en Colombia, ‘No odiarás’ tiene como columna central la reconciliación y el perdón, pero no en un concepto superficial o gaseoso. Todo lo contrario. Muestra el duro camino de las víctimas por sumergirse en el dolor y tomar la decisión de hacer lo mejor posible con lo que les quedó, de poner la frente en alto, no tomar venganza y luchar por la justicia y la verdad.
Ese trayecto de sanación interna frente a las heridas que quedaron en sus vidas y en la de sus familias es el que vieron Sandra, Esther y Bibiana en la gran pantalla. “Digerir nuestras propias historias no es fácil”, dijo Esther Polo ese día en la sala de cine después de que otras 260 personas entraran a su vida a través de la película y vieran su lucha por las víctimas de los paramilitares, pero también los duro reclamos que le hizo a su madre - la histórica lideresa de Valle Encantado, María Zabala- por haberse centrado en su liderazgo y no darse cuenta del dolor y de los trastornos psicológicos que ha sufrido por cuenta de la violencia.
Y en esa misma burbuja de éxtasis, Esther se ríe y se pregunta si habló más de la cuenta al tiempo que manda un mensaje absolutamente poderoso a la audiencia que la escucha atenta: “Ojalá podamos dejar de odiar, poder mirarnos a la cara y ver que otros, a pesar de que cometieron crímenes, equivocaciones, podemos darnos un abrazo, como pasó con Sandra”.
En video: No odiarás: ¿Qué une a Sandra Ramírez, Esther Polo y a Bibiana Quintero?
Desde que estaba en el vientre de su madre, la violencia se ensañó con Esther. Su familia fue masacrada y por su casa no dejaron nunca de llegar las víctimas de desplazamiento forzado. Su forma de lidiar con esa carga emocional fue una decisión de vida. “El dolor es atemporal. Se vuelve parte de uno. Uno hace una negociación con uno mismo, postergar para la vida, para hacer memoria, para dar lo que uno no tiene”, dice.
Para Bibiana Quintero, lideresa juvenil de Norte de Santander, abrir las puertas de su casa para que una cámara entrara, grabara y expusiera su vida y la de Elkin, también fue una catarsis. Por mucho tiempo pensó que los crímenes cometidos por su papá -entre ellos ‘falsos positivos’- no hacían parte de la historia su vida, que no la definían como mujer y que mucho menos que estuvo atravesada por el conflicto.
En las familias muchas veces pasa eso, se aplazan esas conversaciones incómodas y se continúa viviendo la vida estando “atorado”, con un nudo en la garganta, como caballos con los ojos tapados caminando en una sola dirección, como dice Elkin. Y si bien ellos siempre han tenido una relación estrecha, este documental fue la herramienta para que ella hiciera las preguntas que no todo padre quisiera responder.
En fotos: ‘No Odiarás’: así fue la función para prensa del documental de Colombia+20
Cinco veces en una semana vio Bibiana el documental y al final, en cada uno de los conversatorios con los espectadores, sus respuestas apuntaban al mismo argumento “no cambiaría mi historia con mi papá”. En los momentos posteriores a la proyección muchas personas le comentaban “¿cómo hiciste para perdonarlo?”, “¿por qué lo hiciste?”, o “yo no hubiese sido capaz”. La respuesta sobre su reconciliación siempre fue la misma: aprender a entender que las personas no solo somos una cosa, no somos solo eso que cometimos, somos mucho más.
Eso sí, ese día del brindis de la lulada, Bibiana insistió en que si algún día su papá volviese a andar por malos pasos, no dudaría en denunciarlo. Parte de su proceso de perdón y reconciliación está enmarcado en el nuevo camino que tomó su papá para hacer las cosas bien: reconocer que cometió actos que no honraron el uniforme cuando estuvo en el Ejército, que pagó por sus delitos, que trabaja por ser un ciudadano ejemplar, que estudia Derecho y tiene altas calificaciones, y que quiere hacer pedagogía en las filas sobre lo que no debe volver a pasar.
Como lo dijo en el documental, ella no pide conocer los detalles. Al fin y al cabo, ya no se puede cambiar el pasado, pero sí cree firmemente que las acciones de cambio sirven para cerrar esos círculos de violencia.
Fotos: ‘No odiarás’: Así se grabó este documental de Colombia+20
La aparición de Sandra Ramírez en la pantalla tampoco pasó desapercibida. En repetidas ocasiones los espectadores decían que era como ver reflejado en ella todo el daño que había causado la guerrilla de las Farc al país. En la Universidad del Valle, donde proyectamos la película ante un grupo de estudiantes y maestros, hubo personas que no dudaron en confrontarla y preguntarle por la verdad y la reparación a las víctimas.
Y ese encuentro entre unos y otros alrededor de esas preguntas absolutamente incómodas, cargadas de resentimientos y emociones es el efecto que tanto Gloria Castrillón, directora de este proyecto editorial, como Óscar Güesguán codirector de la cinta y jefe de producción audiovisual de El Espectador, esperaban tener. ¿Cómo vamos a superar lo que pasó si seguimos aplazando y aplazando estas conversaciones?
“Yo odiaba la guerrilla, la detestaba, pero el ver que tanta gente ingresó a la guerrilla porque no tenía más opción, como en el caso de Sandra, lo pone a uno a pensar”, le dijo conmovida y limpiándose las lágrimas una de las trabajadoras de Univalle a este medio.
También le puede interesar: “No odiarás”, un documental sobre el perdón y la reconciliación
La profesora Nohora, quien esperaba desde hace semanas el estreno, dijo tras la función que “es un documental que nos ayuda a sensibilizar nuestros espíritus, nuestro vivir. La guerra no es posible más aquí en Colombia. Tienen que ver esto para tener una perspectiva diferente de lo que ha sido nuestra guerra en estos años”.
En cada función hubo algunas risas por las expresiones de Esther, lágrimas por las madres de Soacha, sollozos por aquellas familias violentadas y muchas reflexiones en torno a la capacidad de perdonar y de compartir con quien no se tiene en común ninguna postura. Nadie se mostró indiferente ante lo que se mostró.
Tras haber dejado las armas y firmado la paz, la pregunta que le hacen a Sandra es la misma: “¿por qué?” Y en un país en el que hay más de nueve millones de víctimas es sin duda muy difícil resolverla. Pero como ella misma dijo en el auditorio del Museo de Arte Moderno de Medellín, donde fue proyectado el largometraje por primera vez en esa ciudad, “es mejor ponerse rojos y reconocer lo que pasó”.
Pararse frente a las víctimas y escucharlas fue para Sandra un examen de conciencia y un proceso de introspección. También era confrontarse con esa idea de la guerrilla que conoció y en la que creyó cuando escapó de su casa a los 17 años porque su única opción de vida era ser ama de casa. “La guerra no nos permitió ver el dolor causado”, respondió en repetidas ocasiones al público.
Quizás esta conversación entre las tres protagonistas, más sus familias, más las madres que siguen pidiendo justicia por sus hijos muertos por las ejecuciones extrajudiciales demuestra que no todo está perdido. El perdón interno, el que se expresa, el que se acepta, el que no y ese interés por el cambio pueden hacer que en un futuro personas que fueron de bandos opuestos hablen de la guerra como una historia del pasado, que no tiene que repetirse, y al final puedan sentarse en la misma mesa y brindar con una lulada.
Aunque las tres son mujeres y tienen factores en común, las historias de Esther, Bibiana y Sandra son diferentes, al igual que su forma de ver la vida y de ejecutar acciones para que Colombia algún día puede cerrar este tormentoso capítulo de violencia. Sin embargo, las tres nos muestran que no odiar es posible y que se puede convertir en un mandamiento de vida. Aunque para llegar a ese punto, como dice Esther Polo, sea necesario ver una y otra vez la película de nuestras vidas para sanar.
‘No Odiarás’ se estrenará en junio en las salas de cine del país. Aquí puedes ver el tráiler y el especial multimedia sobre esta producción especial de El Espectador.
A pocos metros del Museo de La Tertulia, en Cali, brindaron con una copa de lulada Sandra Ramírez, excombatiente de las Farc y hoy senadora de la República, y Denis Elkin Quintero, sargento (r) del Ejército condenado por diferentes delitos relacionados con el conflicto armado. Años atrás esa era una imagen imposible de imaginar porque en la lógica de la guerra ambos estaban en bandos enemigos.
¿Cómo se logró este encuentro? El 9 de mayo pasado fue presentado en Bogotá el documental ‘No odiarás’, producido por Colombia+20 de El Espectador con el apoyo de la Embajada de Alemania en Colombia, cuyas protagonistas son la lideresa cordobesa Esther Polo Zabala junto con Sandra y Bibiana Quintero, hija del sargento retirado. El encuentro entre ellos era inevitable.
La primera vez sucedió justo ese día cuando, tras la proyección del documental, los protagonistas conversaron con el público. Ese lunes las luces de la Cinemateca Distrital se encendieron para enfocar lo que sucedía en la tarima: Sandra, Bibiana, Esther, Elkin y las madres de soldados asesinados por las Farc, parados uno junto al otro, con la emoción a flor de piel y desde su papel como actores del conflicto, pidieron que el contenido de la película de una hora y 20 minutos de duración sea difundido en todo el país.
En contexto: En imágenes, así fue el lanzamiento ‘No Odiarás’ en Bogotá, Medellín y Cali
A diferencia de otros documentales que tratan el conflicto armado en Colombia, ‘No odiarás’ tiene como columna central la reconciliación y el perdón, pero no en un concepto superficial o gaseoso. Todo lo contrario. Muestra el duro camino de las víctimas por sumergirse en el dolor y tomar la decisión de hacer lo mejor posible con lo que les quedó, de poner la frente en alto, no tomar venganza y luchar por la justicia y la verdad.
Ese trayecto de sanación interna frente a las heridas que quedaron en sus vidas y en la de sus familias es el que vieron Sandra, Esther y Bibiana en la gran pantalla. “Digerir nuestras propias historias no es fácil”, dijo Esther Polo ese día en la sala de cine después de que otras 260 personas entraran a su vida a través de la película y vieran su lucha por las víctimas de los paramilitares, pero también los duro reclamos que le hizo a su madre - la histórica lideresa de Valle Encantado, María Zabala- por haberse centrado en su liderazgo y no darse cuenta del dolor y de los trastornos psicológicos que ha sufrido por cuenta de la violencia.
Y en esa misma burbuja de éxtasis, Esther se ríe y se pregunta si habló más de la cuenta al tiempo que manda un mensaje absolutamente poderoso a la audiencia que la escucha atenta: “Ojalá podamos dejar de odiar, poder mirarnos a la cara y ver que otros, a pesar de que cometieron crímenes, equivocaciones, podemos darnos un abrazo, como pasó con Sandra”.
En video: No odiarás: ¿Qué une a Sandra Ramírez, Esther Polo y a Bibiana Quintero?
Desde que estaba en el vientre de su madre, la violencia se ensañó con Esther. Su familia fue masacrada y por su casa no dejaron nunca de llegar las víctimas de desplazamiento forzado. Su forma de lidiar con esa carga emocional fue una decisión de vida. “El dolor es atemporal. Se vuelve parte de uno. Uno hace una negociación con uno mismo, postergar para la vida, para hacer memoria, para dar lo que uno no tiene”, dice.
Para Bibiana Quintero, lideresa juvenil de Norte de Santander, abrir las puertas de su casa para que una cámara entrara, grabara y expusiera su vida y la de Elkin, también fue una catarsis. Por mucho tiempo pensó que los crímenes cometidos por su papá -entre ellos ‘falsos positivos’- no hacían parte de la historia su vida, que no la definían como mujer y que mucho menos que estuvo atravesada por el conflicto.
En las familias muchas veces pasa eso, se aplazan esas conversaciones incómodas y se continúa viviendo la vida estando “atorado”, con un nudo en la garganta, como caballos con los ojos tapados caminando en una sola dirección, como dice Elkin. Y si bien ellos siempre han tenido una relación estrecha, este documental fue la herramienta para que ella hiciera las preguntas que no todo padre quisiera responder.
En fotos: ‘No Odiarás’: así fue la función para prensa del documental de Colombia+20
Cinco veces en una semana vio Bibiana el documental y al final, en cada uno de los conversatorios con los espectadores, sus respuestas apuntaban al mismo argumento “no cambiaría mi historia con mi papá”. En los momentos posteriores a la proyección muchas personas le comentaban “¿cómo hiciste para perdonarlo?”, “¿por qué lo hiciste?”, o “yo no hubiese sido capaz”. La respuesta sobre su reconciliación siempre fue la misma: aprender a entender que las personas no solo somos una cosa, no somos solo eso que cometimos, somos mucho más.
Eso sí, ese día del brindis de la lulada, Bibiana insistió en que si algún día su papá volviese a andar por malos pasos, no dudaría en denunciarlo. Parte de su proceso de perdón y reconciliación está enmarcado en el nuevo camino que tomó su papá para hacer las cosas bien: reconocer que cometió actos que no honraron el uniforme cuando estuvo en el Ejército, que pagó por sus delitos, que trabaja por ser un ciudadano ejemplar, que estudia Derecho y tiene altas calificaciones, y que quiere hacer pedagogía en las filas sobre lo que no debe volver a pasar.
Como lo dijo en el documental, ella no pide conocer los detalles. Al fin y al cabo, ya no se puede cambiar el pasado, pero sí cree firmemente que las acciones de cambio sirven para cerrar esos círculos de violencia.
Fotos: ‘No odiarás’: Así se grabó este documental de Colombia+20
La aparición de Sandra Ramírez en la pantalla tampoco pasó desapercibida. En repetidas ocasiones los espectadores decían que era como ver reflejado en ella todo el daño que había causado la guerrilla de las Farc al país. En la Universidad del Valle, donde proyectamos la película ante un grupo de estudiantes y maestros, hubo personas que no dudaron en confrontarla y preguntarle por la verdad y la reparación a las víctimas.
Y ese encuentro entre unos y otros alrededor de esas preguntas absolutamente incómodas, cargadas de resentimientos y emociones es el efecto que tanto Gloria Castrillón, directora de este proyecto editorial, como Óscar Güesguán codirector de la cinta y jefe de producción audiovisual de El Espectador, esperaban tener. ¿Cómo vamos a superar lo que pasó si seguimos aplazando y aplazando estas conversaciones?
“Yo odiaba la guerrilla, la detestaba, pero el ver que tanta gente ingresó a la guerrilla porque no tenía más opción, como en el caso de Sandra, lo pone a uno a pensar”, le dijo conmovida y limpiándose las lágrimas una de las trabajadoras de Univalle a este medio.
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La profesora Nohora, quien esperaba desde hace semanas el estreno, dijo tras la función que “es un documental que nos ayuda a sensibilizar nuestros espíritus, nuestro vivir. La guerra no es posible más aquí en Colombia. Tienen que ver esto para tener una perspectiva diferente de lo que ha sido nuestra guerra en estos años”.
En cada función hubo algunas risas por las expresiones de Esther, lágrimas por las madres de Soacha, sollozos por aquellas familias violentadas y muchas reflexiones en torno a la capacidad de perdonar y de compartir con quien no se tiene en común ninguna postura. Nadie se mostró indiferente ante lo que se mostró.
Tras haber dejado las armas y firmado la paz, la pregunta que le hacen a Sandra es la misma: “¿por qué?” Y en un país en el que hay más de nueve millones de víctimas es sin duda muy difícil resolverla. Pero como ella misma dijo en el auditorio del Museo de Arte Moderno de Medellín, donde fue proyectado el largometraje por primera vez en esa ciudad, “es mejor ponerse rojos y reconocer lo que pasó”.
Pararse frente a las víctimas y escucharlas fue para Sandra un examen de conciencia y un proceso de introspección. También era confrontarse con esa idea de la guerrilla que conoció y en la que creyó cuando escapó de su casa a los 17 años porque su única opción de vida era ser ama de casa. “La guerra no nos permitió ver el dolor causado”, respondió en repetidas ocasiones al público.
Quizás esta conversación entre las tres protagonistas, más sus familias, más las madres que siguen pidiendo justicia por sus hijos muertos por las ejecuciones extrajudiciales demuestra que no todo está perdido. El perdón interno, el que se expresa, el que se acepta, el que no y ese interés por el cambio pueden hacer que en un futuro personas que fueron de bandos opuestos hablen de la guerra como una historia del pasado, que no tiene que repetirse, y al final puedan sentarse en la misma mesa y brindar con una lulada.
Aunque las tres son mujeres y tienen factores en común, las historias de Esther, Bibiana y Sandra son diferentes, al igual que su forma de ver la vida y de ejecutar acciones para que Colombia algún día puede cerrar este tormentoso capítulo de violencia. Sin embargo, las tres nos muestran que no odiar es posible y que se puede convertir en un mandamiento de vida. Aunque para llegar a ese punto, como dice Esther Polo, sea necesario ver una y otra vez la película de nuestras vidas para sanar.
‘No Odiarás’ se estrenará en junio en las salas de cine del país. Aquí puedes ver el tráiler y el especial multimedia sobre esta producción especial de El Espectador.