‘Ojalá Zapateiro haga historia por darle la cara a víctimas de falsos positivos’
Así lo afirmó el coronel ( r) Luis Fernando Borja en un encuentro de reconocimiento de responsabilidades por los mal llamados “falsos positivos” con la Comisión de la Verdad. Los militares pidieron perdón a las víctimas y se comprometieron a decir toda la verdad sobre estos hechos.
Dos militares retirados del Ejército, el coronel Luis Fernando Borja y el mayor César Maldonado, ambos investigados o condenados por violaciones a los derechos humanos, aceptaron hablar y reconocer públicamente en nombre de sus compañeros su responsabilidad y la de esta institución en la comisión de las ejecuciones extrajudiciales.
Lo hicieron el pasado 1 de diciembre en un encuentro con la Comisión de la Verdad para el reconocimiento de responsabilidades de integrantes del Ejército por estos hechos. Aceptaron ponerle un rostro a su verdad de forma pública a pesar de las amenazas que han recibido militares que están dando información en el caso 03 -sobre “falsos positivos”- en la Jurisdicción Especial para la Paz.
Este acto de reconocimiento público, el primero de magnitud nacional sobre este crimen, se logró luego de un trabajo de tres años con militares retirados del Ejército, específicamente con la Fundación Comité de Reconciliación, liderada por el mayor Maldonado. Son 1.666 los militares que integran esta fundación y que también están en la JEP.
Fueron diez los testimonios de militares de diferentes rangos conocidos durante el espacio de contribución a la verdad. La mayoría de ellos se presentaron de manera anónima, a través videos y cartas, por su protección.
En ellos, los militares aceptaron que la doctrina del Ejército desde los años ochenta incentivó las violaciones a los derechos humanos. Uno de ellos mencionó cómo la creación de conceptos como los “métodos de limpieza” alentaron la comisión de delitos:
“Se emplearon niños por su inocencia, ingenuidad y veracidad en lo que dicen. Y personas en alto estado de vulnerabilidad como prostitutas, para que fueran informantes y generaran información puntual para las operaciones militares”.
(Lea: Intimidaciones y allanamientos: así se hizo el mural “¿Quién dio la orden?”)
“El primer canto de la mañana me llamaba mucho la atención porque decía ‘guerrillero mataré, de su sangre beberá, con sus huesos a mi novia un llavero yo le haré’. La tengo marcada luego de 30 y pico de años. Ese lavado de cerebro, esa formación fue creando en nuestra mente nada diferente a unas máquinas de guerra”, aseguró otro militar de manera anónima.
También señalaron que la falta de justicia alentó la degradación de las prácticas militares al interior del Ejército. “La justicia penal militar era paquidérmica, los jueces no eran los mejores, se quedaban en investigaciones preliminares. Todo eso generó que siguieran dándose las ejecuciones extrajudiciales”.
Otros testimonios reforzaron lo que ya se ha conocido en audiencias de la JEP, que los falsos positivos se dieron por la presión de resultados por parte de quienes lideraron las fuerzas militares del país. “Había programas radiales donde se hablaban de resultados directamente. Me aculpo directamente de estigmatizar a la población civil, de reconocer las arbitrariedades que se cometieron con muchas víctimas y lo que hicieron muchos hombres bajo mi mando. Yo les quiero pedir perdón por eso que sucedió”, señaló uno de los hombres que habló de manera anónima.
Además, en los testimonios mencionaron algunas de las formas de engaño que usaron para hacer pasar a un campesino como guerrillero muerto en combate: compraban armas con el número borrado o granadas sin numeración. “La cuestión era ponerle un arma y después de darle de baja dispararla. Para eso se usaban los guantos de látex, para que no quedara la impresión de la pólvora”, contó otro de los militares.
El coronel retirado Luis Fernando Borja, ex comandante de la Fuerza de Tarea Conjunta de Sucre, ya había reconocido en Toluviejo, en octubre de este año, que bajo su mando ordenó el asesinato de 57 personas. En esta ocasión señaló que la verdad es un “bien público, no podemos eludirla. La realidad es que en las escuelas de formación nos fueron enseñando a pisotear la dignidad humana. No estoy atacando al Ejército, estoy diciendo lo que viví”.
Agregó que cuando estaba en la escuela militar, por los años ochenta, nunca les hablaron de derechos humanos. “Hablarlo en esa época era izquierdoso. Ojalá fortalezcamos esto. Los oficiales que estamos en la Comisión de la Verdad hemos dicho que qué bueno sería contarles a los alumnos de las escuelas lo que nos pasó en la guerra, para contarles qué hacíamos y qué no deben hacer para que esto no se vuelva a repetir”.
Los militares Borja y Maldonado tuvieron un diálogo con los comisionados Martha Ruíz, Carlos Martín Beristain, Alejandra Miller y Francisco de Roux en el que discutieron, entre varios temas, las alianzas que se tejieron entre el Ejército y los grupos paramilitares.
(Vea: Los últimos cuerpos exhumados del cementerio de La Macarena)
Maldonado aseguró que durante su servicio en el Ejército no conoció directamente de estas alianzas, pero sí en la cárcel en los 14 años que pagó por el atentado contra la vida del excongresista y líder sindical Wilson Borja. Allí conoció los relatos sobre cómo los militares no atacaban a los paramilitares, sino que al contrario, en ocasiones hicieron operaciones conjuntas.
El coronel Borja fue mucho más específico. Indicó que todos los soldados de alto o bajo rango sabían del trabajo con estos grupos. “En una unidad militar cada 15 días iba el segundo comandante del Ejército y dormía en una finca de un paramilitar que hasta hace poco fue extraditado y ya fue traído acá. Iba a fiestas, le regalaron ganado. Todos hacíamos alianzas, unos más, otros menos, pero todos sabíamos”, dijo.
Añadió una reflexión sobre cómo el Ejército trabajó en función de ser los cuidadores de terratenientes y empresario, que los “grandes amigos” de esta institución eran los poderosos, no la gente humilde del país.
Ya para finalizar el encuentro ambos les pidieron perdón a las víctimas:
“En nombre de todos los integrantes de la Fundación Comité para la Reconciliación, a las víctimas les digo que todos esos 1.666 hombres tienen respeto por la centralidad de las víctimas y van a aportar la verdad exacta de lo que ocurrió, no van a mentir ni responsabilidad que no existieron para favorecer a terceros. Desde lo más profundo de mi corazón, les pido perdón por todo el daño que les pude haber causado”, manifestó el mayor Cesar Maldonado.
Luego intervino el coronel Borja para reiterar que acepta la responsabilidad por las ejecuciones extrajudiciales cometidas por su unidad militar e hizo un invitación a sus subalternos y superiores para que acepten también la responsabilidad por estos delitos y cuenten la verdad.
“A mi general Zapateiro, ahora que es comandante del Ejército, le digo que asuma la responsabilidad de lo que pasó, no la culpabilidad. Ojalá mi general Zapateiro pase a la historia como el general que le dio la cara a las víctimas y asumió la responsabilidad de un Ejército que cometió infinidad de atrocidades”, concluyó.
Dos militares retirados del Ejército, el coronel Luis Fernando Borja y el mayor César Maldonado, ambos investigados o condenados por violaciones a los derechos humanos, aceptaron hablar y reconocer públicamente en nombre de sus compañeros su responsabilidad y la de esta institución en la comisión de las ejecuciones extrajudiciales.
Lo hicieron el pasado 1 de diciembre en un encuentro con la Comisión de la Verdad para el reconocimiento de responsabilidades de integrantes del Ejército por estos hechos. Aceptaron ponerle un rostro a su verdad de forma pública a pesar de las amenazas que han recibido militares que están dando información en el caso 03 -sobre “falsos positivos”- en la Jurisdicción Especial para la Paz.
Este acto de reconocimiento público, el primero de magnitud nacional sobre este crimen, se logró luego de un trabajo de tres años con militares retirados del Ejército, específicamente con la Fundación Comité de Reconciliación, liderada por el mayor Maldonado. Son 1.666 los militares que integran esta fundación y que también están en la JEP.
Fueron diez los testimonios de militares de diferentes rangos conocidos durante el espacio de contribución a la verdad. La mayoría de ellos se presentaron de manera anónima, a través videos y cartas, por su protección.
En ellos, los militares aceptaron que la doctrina del Ejército desde los años ochenta incentivó las violaciones a los derechos humanos. Uno de ellos mencionó cómo la creación de conceptos como los “métodos de limpieza” alentaron la comisión de delitos:
“Se emplearon niños por su inocencia, ingenuidad y veracidad en lo que dicen. Y personas en alto estado de vulnerabilidad como prostitutas, para que fueran informantes y generaran información puntual para las operaciones militares”.
(Lea: Intimidaciones y allanamientos: así se hizo el mural “¿Quién dio la orden?”)
“El primer canto de la mañana me llamaba mucho la atención porque decía ‘guerrillero mataré, de su sangre beberá, con sus huesos a mi novia un llavero yo le haré’. La tengo marcada luego de 30 y pico de años. Ese lavado de cerebro, esa formación fue creando en nuestra mente nada diferente a unas máquinas de guerra”, aseguró otro militar de manera anónima.
También señalaron que la falta de justicia alentó la degradación de las prácticas militares al interior del Ejército. “La justicia penal militar era paquidérmica, los jueces no eran los mejores, se quedaban en investigaciones preliminares. Todo eso generó que siguieran dándose las ejecuciones extrajudiciales”.
Otros testimonios reforzaron lo que ya se ha conocido en audiencias de la JEP, que los falsos positivos se dieron por la presión de resultados por parte de quienes lideraron las fuerzas militares del país. “Había programas radiales donde se hablaban de resultados directamente. Me aculpo directamente de estigmatizar a la población civil, de reconocer las arbitrariedades que se cometieron con muchas víctimas y lo que hicieron muchos hombres bajo mi mando. Yo les quiero pedir perdón por eso que sucedió”, señaló uno de los hombres que habló de manera anónima.
Además, en los testimonios mencionaron algunas de las formas de engaño que usaron para hacer pasar a un campesino como guerrillero muerto en combate: compraban armas con el número borrado o granadas sin numeración. “La cuestión era ponerle un arma y después de darle de baja dispararla. Para eso se usaban los guantos de látex, para que no quedara la impresión de la pólvora”, contó otro de los militares.
El coronel retirado Luis Fernando Borja, ex comandante de la Fuerza de Tarea Conjunta de Sucre, ya había reconocido en Toluviejo, en octubre de este año, que bajo su mando ordenó el asesinato de 57 personas. En esta ocasión señaló que la verdad es un “bien público, no podemos eludirla. La realidad es que en las escuelas de formación nos fueron enseñando a pisotear la dignidad humana. No estoy atacando al Ejército, estoy diciendo lo que viví”.
Agregó que cuando estaba en la escuela militar, por los años ochenta, nunca les hablaron de derechos humanos. “Hablarlo en esa época era izquierdoso. Ojalá fortalezcamos esto. Los oficiales que estamos en la Comisión de la Verdad hemos dicho que qué bueno sería contarles a los alumnos de las escuelas lo que nos pasó en la guerra, para contarles qué hacíamos y qué no deben hacer para que esto no se vuelva a repetir”.
Los militares Borja y Maldonado tuvieron un diálogo con los comisionados Martha Ruíz, Carlos Martín Beristain, Alejandra Miller y Francisco de Roux en el que discutieron, entre varios temas, las alianzas que se tejieron entre el Ejército y los grupos paramilitares.
(Vea: Los últimos cuerpos exhumados del cementerio de La Macarena)
Maldonado aseguró que durante su servicio en el Ejército no conoció directamente de estas alianzas, pero sí en la cárcel en los 14 años que pagó por el atentado contra la vida del excongresista y líder sindical Wilson Borja. Allí conoció los relatos sobre cómo los militares no atacaban a los paramilitares, sino que al contrario, en ocasiones hicieron operaciones conjuntas.
El coronel Borja fue mucho más específico. Indicó que todos los soldados de alto o bajo rango sabían del trabajo con estos grupos. “En una unidad militar cada 15 días iba el segundo comandante del Ejército y dormía en una finca de un paramilitar que hasta hace poco fue extraditado y ya fue traído acá. Iba a fiestas, le regalaron ganado. Todos hacíamos alianzas, unos más, otros menos, pero todos sabíamos”, dijo.
Añadió una reflexión sobre cómo el Ejército trabajó en función de ser los cuidadores de terratenientes y empresario, que los “grandes amigos” de esta institución eran los poderosos, no la gente humilde del país.
Ya para finalizar el encuentro ambos les pidieron perdón a las víctimas:
“En nombre de todos los integrantes de la Fundación Comité para la Reconciliación, a las víctimas les digo que todos esos 1.666 hombres tienen respeto por la centralidad de las víctimas y van a aportar la verdad exacta de lo que ocurrió, no van a mentir ni responsabilidad que no existieron para favorecer a terceros. Desde lo más profundo de mi corazón, les pido perdón por todo el daño que les pude haber causado”, manifestó el mayor Cesar Maldonado.
Luego intervino el coronel Borja para reiterar que acepta la responsabilidad por las ejecuciones extrajudiciales cometidas por su unidad militar e hizo un invitación a sus subalternos y superiores para que acepten también la responsabilidad por estos delitos y cuenten la verdad.
“A mi general Zapateiro, ahora que es comandante del Ejército, le digo que asuma la responsabilidad de lo que pasó, no la culpabilidad. Ojalá mi general Zapateiro pase a la historia como el general que le dio la cara a las víctimas y asumió la responsabilidad de un Ejército que cometió infinidad de atrocidades”, concluyó.