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Florida, un municipio rodeado por los cultivos de caña en el sur Valle del Cauca, llamó la atención a nivel nacional en 2005 cuando las Farc solicitaron su despeje militar como una de las condiciones para hacer los intercambios humanitarios con el gobierno de Álvaro Uribe Vélez. Su territorio, junto al del vecino municipio de Pradera, eran conocidos en el resto del Valle como ‘zona roja’ por el control que allí ejercían el frente sexto de esa guerrilla y las confrontaciones que luego tuvieron contra miembros del Bloque Calima de las Auc. La ubicación resultaba estratégica: pues conecta el norte del Cauca con Cali y con la Costa pacífica, y por su cercanía al Cañón de Las Hermosas que une también a los departamentos de Huila y Tolima.
Escuche aquí nuestra transmisión en vivo desde Florida (Valle):
El conflicto en Florida dejó 13.327 víctimas. Hoy, sin embargo, sus habitantes coinciden en que este es un territorio de paz. Con la desmovilización de las Auc en 2004, la firma del Acuerdo con las Farc en 2016 y la posterior salida de esa guerrilla del territorio, líderes y organizaciones de víctimas emprendieron iniciativas productivas, educativas y culturales para contrarrestar la estigmatización. La Biblioteca Félix Raffán Gómez, la Fundación Arte de Emprender y la Asociación Florida Tejiendo Paz son algunos ejemplos de quienes trabajan desde diferentes orillas para garantizar el desarrollo productivo, la reconciliación y la reparación de las víctimas.
En el quinto episodio de Onda Pacífica, la emisora de paz de Florida, creada gracias al Acuerdo, y Colombia+20 se unieron para narrar estas iniciativas. Onda Pacífica es una serie de programas radiales coproducidos por Colombia +20 de El Espectador y la red de emisoras de paz de la Radio Nacional de Colombia para contar las historias de resistencia y reconciliación de estos territorios.
La paz se teje desde las organizaciones
Marién Banguera, quien perdió a su esposo a manos del frente sexto de las Farc, y Nancy María Tróchez, víctima desplazamiento por el enfrentamiento entre ese grupo y el Bloque Calima de los paramilitares, tienen dos cosas en común: han liderado procesos comunitarios desde su juventud y, tras la guerra, decidieron crear proyectos productivos para generar opciones de sustento fijo a otras mujeres víctimas de la violencia.
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La Fundación Arte de Emprender fue creada por Marién hace dos años en el barrio San Jorge, uno de los mayores receptores de desplazados de otras regiones en el municipio. Allí, 15 mujeres víctimas del conflicto y migrantes confeccionan prendas para mujer para El Templo de la Moda, una cadena textil con más de 30 sedes a nivel nacional y con especial presencia en el Valle del Cauca. Actualmente se están capacitando otras 30.
El taller de confección funciona en la misma casa en la que Marién vio morir a su esposo en el 2003. Para ella, es una oportunidad de resignificar el espacio. “Esta es una casa de memoria. Esta casa contiene las historias de todas nosotras, que pasamos de la violencia y el dolor a capacitarnos, gracias a talleres que logramos gestionar en el SENA, y a garantizarnos un empleo fijo para sostener a nuestras familias”, dice.
Nancy Tróchez aprendió a tejer en 1975 en medio de las confrontaciones entre la guerrilla y el Ejército en el corregimiento de Pueblo Nuevo. “Yo tenía como 12 años y desde la escuela escuchaba los tiros de un lado y de otro y nos tocaba salir corriendo a nuestras casas, prácticamente esquivándolos”, recuerda. Sin embargo, fue hasta el 2001, con el recrudecimiento de la guerra que generó la expansión del Bloque Calima de las Auc, que tuvo que dejar su casa y llegar al casco urbano de Florida.
Como ella, decenas de mujeres desplazadas de la zona rural del municipio llegaban desorientadas sin saber cómo rehacer su vida. “Entonces decidí que iba a crear una fundación y, como la mayoría sabíamos tejer, nació Florida Tejiendo Paz con 35 socias”, dice. Gorros, bufandas, sacos, blusas y salidas de baño son sus principales productos, que van desde los 15 mil hasta 180 mil pesos.
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Contra la violencia que se extendió a los barrios del pueblo
Aunque el conflicto armado mermó en el territorio, la violencia se mantiene en algunos sectores del municipio. Ese es el caso del barrio Nuevo Horizonte, un barrio construido en 1997 como parte de un proyecto de la Alcaldía para reubicar a quienes tres años atrás habían perdido sus casas en barrios de invasión por el desbordamiento del río Frayle.
La mayoría de esas familias habían llegado al municipio desde Chocó, Nariño y Cauca, desplazadas por el conflicto armado o en búsqueda de oportunidades en los cultivos de caña. El rumor de la oferta de vivienda generó una nueva ola migratoria pero la falta de empleo y oportunidades para todos permitió el incremento de delincuencia común y microtráfico.
Allí la comunidad empezó a notar que niños y jóvenes, cuyos papás estaban ocupados buscando el sustento diario, empezaron a ser convencidos por las bandas para generar violencia. Por eso, desde que la Embajada de Japón y la Alcaldía de Florida construyeron la Biblioteca Félix Raffán Gómez en el barrio, Robinson Pastás, promotor de lectura, emprendió la misión de contrarrestar el riesgo para niños, niñas y jóvenes de permanecer en esos ciclos violentos. Picnics y banquetes literarios, actividades artísticas y talleres de lectura son las principales estrategias con las que antes de la pandemia llegó a atender a más de 120 niños diarios.
La lideresa detrás del plan pionero de atención a víctimas de violencia sexual
Además de las iniciativas locales, Colombia+20 y la emisora de paz de Florida conocieron la historia de resistencia la representante en la Mesa Departamental de Víctimas por el delito de violencia sexual. Se trata de Ana Beiba Palacios, una lideresa social nacida en Buga y criada en Mercaderes (Cauca) que ha vivido todas las formas de violencias. Fue desplazada forzadamente en tres ocasiones, víctima de violencia sexual y perdió a su hijo a manos de hombres armados.
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Sin embargo, su voz nunca se ha silenciado. Su lucha empezó por la búsqueda de suplir necesidades básicas, pasó por la protección del medio ambiente y ahora es la de la defensa de las víctimas, en especial, de quienes como ella vivieron la violencia sexual. En el 2019, fue una de las proponentes del proyecto Fénix, un programa aceptado por la entonces gobernadora del Valle Dilian Francisca Toro, que es pionero en salud integral para las mujeres víctimas de violencia sexual, no solo en el marco de conflicto armado, sino también a nivel intrafamiliar. Ahora es el principal referente de un programa nacional que está formulando la Unidad de Víctimas como parte del Programa de atención psicosocial y salud integral a víctimas, más conocido como Papsivi.