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Pablo Cala habla con la lentitud y paciencia de la brisa de su natal Cartagena. Lo hace con la paciencia de un profesor que quiere hacerte notar lo importante, o quizás es que en el fondo le quedaron, literalmente, los viejos hábitos de su corta “carrera” de monje donde todo era así: analítico, ordenado, metódico.
Su vocación de servicio lo llevó a meterse en el seminario, donde estudió, se cuestionó, pero también se enamoró. Nada más que de una monja que también colgó la túnica y lo siguió por el camino del amor. Aunque ya no están juntos, les quedaron dos hijos y también la prueba de que ninguno de los dos estaba destinado a la vida religiosa.
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Pablo, sin embargo, conserva su vocación y esa facilidad para detectar con precisión lo que otros requieren. Desde hace años trabaja en una de las labores más difíciles relacionadas con víctimas del conflicto armado en Colombia: buscar las más de 90 mil personas desaparecidas que ha dejado la guerra en ese país. Sus casi 30 años de lucha fueron reconocidos este miércoles cuando se convirtió en el Defensor de Derechos Humanos del año, galardón otorgado en el marco del Premio Nacional de Derechos Humanos.
Cala estudió Filosofía en la Universidad Javeriana, cuyo enfoque principal ha sido la lucha contra la desaparición forzada. Actualmente, está cursando una maestría en defensa de los Derechos Humanos y el Derecho Internacional Humanitario (DIH) en la Universidad Santo Tomás. Su labor ha sido ampliamente reconocida tanto a nivel nacional como internacional, dado su extenso conocimiento y experiencia en la búsqueda de personas desaparecidas. Este conocimiento le ha permitido respaldar procesos de búsqueda en otros países, ofreciendo su apoyo y asesoramiento en escenarios internacionales.
Su trayectoria comenzó en 1996, cuando se dedicó plenamente a la búsqueda de víctimas de desaparición forzada, un problema que ha afectado a miles de personas y sus familias en diversas regiones del mundo. Su primer trabajo fue con las familias desaparecidas tras la toma del Palacio de Justicia.
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“Uno de los magistrados le dice a una familiar de una de las personas desaparecidas, militante del M.19 que me busque para que la ayude a buscar a su mamá. A partir de allí, se amplía la búsqueda a un grupo de militantes del M-19. Hasta 2017 ya habíamos logrado encontrar a cuatro de ellos. En ese momento, las familias me proponen que constituyamos una organización y así nació la fundación Hasta Encontrarlos”.
En efecto, es fundador y director de la Fundación Hasta Encontrarlos, desde donde ha impulsado diversas acciones y estrategias para ubicar a las personas víctimas de desaparición forzada.
“Hoy tenemos 105 casos de personas desaparecidas, la mayoría de la década del 80. De las 105, hemos contribuido al hallazgo de 27 y seguimos con los demás procesos”, dice Cala.
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Los casos incluyen aún personas desaparecidas del Palacio de Justicia, población indígena nukak y sikuani, campesinas de Charras, Guaviare; miembros de la Unión Patriótica, activistas sociales y políticos, entre otras.
A través de Hasta Encontrarlos, Cala ha jugado un papel crucial en la promoción de políticas públicas destinadas a abordar esta problemática. Un logro reciente es su participación en la creación del Sistema Nacional de Búsqueda, establecido mediante el Artículo 198 de la Ley 2294 de 2023. Este sistema tiene como objetivo estructurar y mejorar los mecanismos de búsqueda, brindando apoyo a las familias y contribuyendo a la localización y recuperación de las víctimas.
Cala es parte de la Comisión Asesora que guía al Sistema Nacional de Búsqueda de desaparecidos que tiene entre sus funciones hacer seguimiento a los avances y desafíos en la búsqueda de personas desaparecidas en el marco del conflicto armado colombiano.
Desde hace un año, este defensor de derechos humanos se ha propuesto un objetivo aún más ambicioso: lograr que los archivos militares de los años 80 sean desclasificados con el ánimo de encontrar verdades sobre personas dadas por desaparecidas en ese periodo.
Para ello ha hecho giras por México y Estados Unidos pidiendo ayuda para que se pueda lograr levantar el veto sobre estos documentos para cotejar datos y encontrar pistas de desaparecidos. Sus otros objetivos son lograr la promoción de políticas que ayuden a prevenir futuros casos de desaparición forzada, y asegurar que las instituciones estatales asuman su responsabilidad en la investigación y búsqueda de estas personas.
La Fundación se sostiene del bolsillo de Cala que combina la dirección de la organización con trabajos temporales de asesoría. “¿Por qué hago lo que hago? La respuesta más simple y que al tiempo resume un proyecto de vida, es que la búsqueda se hace por amor. Y es relativamente fácil comprender que por amor una madre busque a su hijo o hija o unos hijos a un padre, se comprende que hay un amor filial. Pero necesitamos construir un amor más amplio, el amor por el desconocido, por la humanidad, y es a ese amor al que me refiero, el que motiva lo que hago. Todos deberíamos buscar a los desaparecidos y no solo sus familiares”, afirma.
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