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Una de las últimas instrucciones que -ya en su lecho de muerte, en 2013- el presidente venezolano Hugo Chávez le habría dado a su sucesor, Nicolás Maduro, fue respaldar hasta el final los diálogos de paz entre el gobierno de Juan Manuel Santos y la entonces guerrilla de las Farc. La orden no era extraña, pues la actitud colaborativa del país vecino para resolver el conflicto data de antes de que el propio Chávez llegara al poder.
Fue precisamente en Venezuela donde se inició, en la década de los 90, la intervención internacional en negociaciones de paz colombianas, que luego le abriría la puerta a contribuciones de países como México, Cuba, Costa Rica, Estados Unidos, España, Alemania, entre otras naciones europeas.
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Ese primer espaldarazo llegó gracias al entonces presidente Carlos Andrés Pérez (en el poder de 1989 a 1993), quien hizo el puente para que la Internacional Socialista recibiera las armas entregadas por la guerrilla del M-19 tras el proceso de paz con el Gobierno de Virgilio Barco, en 1990.
Desde entonces, los mandatarios venezolanos han participado activamente en los intentos de diálogo planteados por presidentes colombianos como César Gaviria, Ernesto Samper, Andrés Pastrana, Álvaro Uribe, Juan Manuel Santos y, más recientemente, Gustavo Petro, quien ya recibió el ‘sí’ de Maduro a su propuesta de que Venezuela sea garante en las negociaciones con el Eln.
“A cualquier país vecino de Colombia le interesa que el conflicto se resuelva, porque pese a ser un conflicto de nosotros, se traslada y les afecta”, dice el profesor Alejo Vargas Velázquez, de la Universidad Nacional, quien fundó el Centro de Pensamiento y Seguimiento al Diálogo de Paz y ha participado en las negociaciones de los últimos 30 años.
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“El conflicto armado colombiano es una de las principales afecciones de Venezuela: por las diferentes oleadas migratorias causadas por la violencia, la presencia del Eln y otros grupos en su territorio, los problemas por guerrilleros que atentaban contra las fuerzas venezolanas, en fin, el tema de la paz en Colombia siempre ha sido una preocupación allá”, explica el profesor Ronal Rodríguez, investigador del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario.
Caracas fue antes que Tlaxcala
Los diálogos de paz que lideró el gobierno de César Gaviria con la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar (que agrupaba a las Farc, el Eln y un sector no desmovilizado del Epl), aunque terminaron en Tlaxcala, México, tuvieron a Caracas como punto de origen.
“La mesa de Caracas en 1991 arranca por una visita de delegados de las Farc y el Eln, sin armas, a la Embajada de Venezuela en Bogotá, en compañía del hoy canciller Álvaro Leyva. Luego, el gobierno colombiano estuvo de acuerdo en que salieran para Venezuela con salvoconductos, y ahí se empezó a ambientar la negociación”, recuerda Luis Eduardo Celis, investigador de la Fundación Paz y Reconciliación (Pares).
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Aunque hubo encuentros entre delegaciones del Gobierno de Gaviria y la Coordinadora Guerrillera en territorio venezolano, las negociaciones resultaron trasladándose a Tlaxcala tras el intento de golpe de Estado de un grupo de militares (liderado por Hugo Chávez) al entonces mandatario Carlos Andrés Pérez.
Los acercamientos con el Eln a finales de los 90
De acuerdo con el profesor Alejo Vargas, Venezuela también le apostó a los acercamientos que desde finales del mandato de Ernesto Samper, en 1997, se tuvieron con el Eln, como el acuerdo de Puerta del Cielo, en Alemania, hasta donde viajaron 40 colombianos para entablar diálogos con esa guerrilla.
Más adelante, durante el gobierno de Andrés Pastrana, la Comisión Facilitadora Civil, impulsada por Jaime Garzón, también intermedió con los grupos insurgentes para liberar secuestrados “y en esas gestiones tuvimos varias reuniones en Caracas”, recuerda Vargas.
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Además, en 1999, pocos meses después de que Chávez se posesionó como presidente de Venezuela, se ofreció como mediador en el proceso de paz del Caguán, entre el gobierno de Pastrana y las Farc.
Con Uribe también hubo cooperación
Pese a las diferentes tensiones diplomáticas que vivió la relación de Colombia y Venezuela durante los mandatos de Álvaro Uribe Vélez y Hugo Chávez, en los temas de paz la puerta se mantuvo abierta.
“Durante la administración de Uribe, los diálogos secretos para iniciar la negociación con el Eln arrancaron en Caracas también. En ese momento, incluso, se sabía que algunos actores del Chavismo eran bastante más cercanos al Eln que a las Farc, aunque después terminaron más cerca a los segundos”, cuenta el profesor Ronal Rodríguez.
Como uno de los cinco garantes de Casa de Paz, Alejo Vargas recuerda que en esa negociación “el comisionado Luis Carlos Restrepo y Francisco Galán decidieron que las conversaciones fueran en La Habana, y se acordó, por parte del gobierno del presidente Uribe, en charla directa con el presidente Chávez, que Venezuela iba a colaborar en el traslado de los miembros del Eln desde Caracas hacia La Habana y, luego, de regreso a Caracas”.
Según Vargas, la cooperación con el país vecino era tal que, con el aval de Uribe, los garantes llevaron desde la capital venezolana hasta Medellín a Antonio García, uno de los actuales jefes elenos, para adelantar reuniones durante una semana.
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“Hay que remarcar que los gobiernos venezolanos de 1999 para acá nunca le han apostado a incrementar el conflicto, sino a ayudar a resolverlo. En los correos de Raúl Reyes está documentado cómo las Farc le pidieron a Chávez misiles tierra-aire, cuando vieron la desventaja aérea que había tomado el conflicto hacia 2003, y el gobierno Chávez no accedió, porque sabía que ese escalamiento no le convenía a Colombia”, indica el investigador Luis Eduardo Celis.
La paz con las Farc, el ejemplo emblemático
Uno de los casos más concretos para dar cuenta de la contribución de los gobiernos venezolanos a los procesos de paz colombianos es la negociación con la extinta guerrilla de las Farc, que culminó en 2016, luego de cuatro años de diálogos oficiales, pero que tuvo una fase secreta previa en la que el papel del presidente Chávez fue crucial, como relata el propio exmandatario Juan Manuel Santos en su libro La Batalla por la Paz.
Para varios observadores, el rol de Venezuela en el proceso con las Farc comenzó incluso mucho antes, con el apoyo de Chávez en la liberación de secuestrados desde 2007, que sería clave para ambientar los diálogos. Más adelante, los llamados del mandatario para que la guerrilla se sentara a dialogar también contribuyeron a agilizar la negociación.
Años después, con la voluntad de negociar sobre la mesa, el país vecino fue el aliado estratégico para que los comandantes de las Farc pudieran desplazarse hacia Cuba. “Se hicieron apoyos en la frontera, al principio para movilizar a Jaime Alberto Parra (conocido en tiempos de guerra como Mauricio Jaramillo, el Médico) en esa fase previa de negociaciones”, recuerda el profesor Vargas.
El propio Ramón Rodríguez Chacín, uno de los dirigentes más cercanos a Chávez, participó de manera directa en las llamadas operaciones de “extracción” de los guerrilleros que salían de Colombia hacia Cuba. Ver al exmilitar y varias veces ministro montado en el helicóptero que los llevaría a La Habana era la única manera de que los farianos, desconfiados por el antecedente de la Operación Jaque, se subieran a una aeronave del CICR. El exfuncionario también estuvo involucrado en la frustrada liberación de Emmanuel, el hijo de Clara Rojas, que nació en cautiverio.
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Ya en los diálogos formales, Venezuela, junto con Chile, fue uno de los países acompañantes del proceso de paz.
“Venezuela todo el tiempo ayudaba en tareas, desde la realización de foros al comienzo de los acercamientos, hasta la coordinación de desplazamientos y la comunicación para aliviar los momentos de tensión de la negociación”, señaló un analista. De hecho, en las crisis más difíciles entre el gobierno Santos y las Farc, el rol de Venezuela fue crucial para calmar las aguas en la delegación de las Farc y su cabeza, Rodrigo Londoño.
En la última negociación con el Eln también hubo apoyo
En los diálogos que comenzó el gobierno Santos con la guerrilla del Eln en 2017, y que resultaron suspendidos dos años más tarde por Iván Duque, Caracas también fue un actor clave.
“Cuando las sesiones se estaban desarrollando en Ecuador, Venezuela -desde su papel de garante- se encargaba de trasladar desde su territorio hasta Quito a la delegación en cada sesión de la mesa, y luego los devolvía a Venezuela”, cuenta la profesora Socorro Ramírez, una de las principales conocedoras del Eln y quien formó parte de dicha negociación.
Cuando las conversaciones se trasladaron a La Habana y los líderes negociadores del Eln se asentaron en Cuba, se firmó un protocolo que señalaba que si la delegación retornaba, lo haría a través de Venezuela.
Ahora, con la oficialización de Venezuela, nuevamente, como país garante de la actual negociación del presidente Petro con el Eln, en el marco de la Paz Total, se espera que el gobierno del país vecino continúe brindando una colaboración fuerte a los diálogos, sobre todo por la consolidación de ese grupo como una guerrilla binacional en los últimos años.
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“Hay que aceptar que la presencia en territorio venezolano del Eln no es, como antes, simplemente de refugio mientras sesionaba la mesa, ni tampoco como en los años 80 o 90, que el grupo pasaba desde donde actuaba hasta el otro lado para huir de la Fuerza Pública, como una retaguardia. Lo que se ha mostrado es que el Eln en ambos lados trata y trata de imponer regulaciones, incluso manteniendo vínculos con sectores del Gobierno venezolano”, dice Ramírez.