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El mensaje fue claro y directo, salió de los labios de Iván Mordisco, máximo jefe de las disidencias del Estado Mayor Central de las FARC, el grupo más grande de disidencias que no se acogieron al Acuerdo de Paz de La Habana: “A los compañeros del ELN los invitamos a ponerle fin a la guerra entre nuestras organizaciones, un conflicto que sólo beneficia a la clase poderosa del país, enriquece a quienes viven del mercado de las armas y deja a más madres sin sus hijos”.
Mordisco lanzó esta propuesta durante su intervención en la cumbre que varios mandos disidentes tuvieron con más de 7.000 campesinos de distintas organizaciones étnicas y populares en las sábanas del Yarí, el pasado 16 de abril, para anunciar los avances en los acercamientos con el gobierno de Gustavo Petro y la instalación formal de una mesa de diálogos que tendrá lugar el 16 de mayo.
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En ese mismo evento los disidentes anunciaron que la persona encargada de gestionar los acercamientos con el ELN sería Javier Alfonso Velosa García, “John Mechas”, quien comanda una de las estructuras del EMC en el Magdalena Medio y a quien la Fiscalía no le levantó la orden de captura que pesa en su contra para participar en el encuentro de mandos de esa organización.
La estructura de las disidencias que comanda John Mechas ha mantenido su presencia en el Catatumbo compartiendo espacios con el ELN, donde han logrado acuerdos para no entrar en combates ni confrontación. Esa sería una de las razones para que fuera escogida en esa labor de acercamientos.
No obstante, los focos donde se desarrollan los combates entre la disidencia del Estado Mayor Central y la guerrilla del ELN están repartidos por todo el territorio nacional y no siempre tienen los mismos protagonistas, ni las mismas motivaciones.
Arauca: epicentro de la confrontación entre disidencias y elenos
La disputa entre la disidencia de las FARC y el ELN se ha centrado principalmente en el departamento de Arauca, donde esta última guerrilla hace presencia desde los años 60 con una gran base social en la región, que ha llegado a ser su mayor fortín militar en los últimos años.
Con el desarme de las FARC tras el Acuerdo de Paz, dos grupos disidentes comenzaron a organizarse en Arauca, copando las regiones en donde había operado la extinta guerrilla. Uno de estos grupos tomó el nombre de Frente 10 “Martín Villa”, de acuerdo con investigaciones de la ONG Insight Crime, está comandado por “Arturo”, un viejo mando de las FARC que estuvo en prisión una década y recobró la libertad durante el proceso de paz. La segunda estructura disidente es el Frente 28, comandada por Antonio Medina, a quien el ELN ha acusado de forma reiterada de colaborar con el Ejército.
Vea: ELN y disidencias en Arauca, ¿quiénes son y por qué se enfrentan?
El propio Medina participó en la cumbre del Yarí y se encontraba presente cuando Iván Mordisco lanzó su propuesta de cesar hostilidades con el ELN, lo que podría interpretarse como una unidad de criterio del grupo disidente para buscar que se detenga la confrontación.
Luis Eduardo Celis, asesor de la Fundación Paz y Reconciliación, aseguró: “Es un buen gesto que una de las partes diga, ‘oiga, paremos esto’. Habría que ver cuál es la respuesta del ELN, cuál es su comportamiento en el terreno, parece ser que este año se ha distendido un poquito, en las últimas tres o cuatro semanas no he visto hechos de confrontación o asesinatos atribuidos a esa pelea. Ojalá que el ELN corresponda en ese sentido”.
La confrontación entre estos dos grupos llegó a su punto máximo en enero de 2022 cuando el ELN desató una sangrienta persecución contra presuntos miembros de la disidencia del Frente 10 que dejó un saldo de cerca de 50 de muertos en menos de un mes. La respuesta de Antonio Medina fue amenazar a organizaciones sociales que acusó de ser cercanas al ELN. Esas amenazas se concretaron el 19 de enero cuando hizo estallar un carrobomba en el centro de Saravena (Arauca), donde cerca de 50 dirigentes sociales estaban reunidos en la sede de la Fundación de Derechos Humanos Joel Sierra.
Luego, se conocieron unos audios de Medina en los que daba la orden de asesinar a más de 300 personas en el departamento, supuestamente vinculadas con el ELN. Los audios circularon por redes sociales el 9 de noviembre y 20 días después se conoció un video en el que él mismo levantaba la amenaza. La confrontación dejó una cifra de 352 personas asesinadas durante todo el año, según la Defensoría.
En contexto: Los momentos de zozobra de 50 líderes sociales atacados por carrobomba en Saravena
Este 2023 empezó mal. Esta vez fueron combates que sucedieron el 10 de enero en Puerto Rondón, Arauquita, en los que al menos 10 personas de las disidencias murieron en enfretamientos con el ELN. Durante las siguientes semanas se ha sentido un aparente descenso en la confrontación. Esto podría deberse a que el ELN va ganando la guerra y ha expulsado a los disidentes y a quienes considera sus colaboradores, en medio de una pugna que ha incluido amenazas generalizadas, atentados, asesinatos selectivos y masacres cometidas por ambos bandos.
Una fuente de esa organización cercana al comando central de la guerrilla, que habló con Colombia+20 con reserva de su identidad, aseguró que si la violencia ha disminuido en Arauca es porque “la mayoría de FARC ya salieron de esa región”, y agregó que aún no hay una postura oficial del ELN sobre la propuesta de Mordisco para que detengan la confrontación.
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Pablo Beltrán, segundo comandante del ELN y jefe del equipo negociadordijo en una entrevista a este diario publicada, el pasado 2 de marzo que estaba totalmente descartado que el ELN hiciera un cese al fuego multilateral con las disidiencias de las FARC y con las AGC o Clan del Golfo. “Nosotros tenemos una confrontación armada con el Estado y en ese sentido es que se habla de un cese al fuego bilateral. El resto de grupos, muchos de ellos están en abierta relación y colusión con las Fuerzas Armadas. Quien los crea y mantiene esas alianzas es quien debe organizarles qué hacen y qué no”, dijo entonces.
Sin embargo, un mes más tarde Beltrán, en entrevista a la periodista Ainara Lertxundi del periódico vasco Naiz, habló de que el propósito de la guerrilla es “acordar un cese al fuego bilateral, que aspiramos lograr en el siguiente ciclo de conversaciones”. Ese ciclo se realizará en La Habana a partir del 2 de mayo. Hasta ahora la guerrilla había sido reacia a esa idea tras la propuesta unilateral de cese al fuego lanzada por el presidente Petro el 31 de diciembre de 2022.
Según Celis ahí podría estar la clave para que confluyan los diferentes ceses al fuego en un cese multilateral que desescale la violencia: “Ya hay un cese bilateral con ellos [las disidencias] desde el Gobierno y eso compromete a las otras estructuras también. Es una buena noticia todo lo que signifique distensión y parar la confrontación”.
La guerra entre las estructuras post-FARC y el ELN tiene un precedente sangriento en Arauca con la confrontación que existió con las extintas FARC entre 2004 y 2011, que dejó más de mil muertos, la mayoría de ellos civiles, e igual cifra de desplazados. Esta guerra terminó cuando los máximos comandantes de ambas guerrillas pactaron desde la cúpula un acuerdo que llamaron “No más confrontación entre revolucionarios”, que consistió en repartirse los territorios del departamento para evitar las pugnas.
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Muchos de los mandos y combatientes que hoy se enfrentan, en ambos bandos, son sobrevivientes de aquella confrontación. “Es una guerra entre conocidos, se conocen vereda a vereda, quién es amigo de quién, quién es hermano de quién, es una guerra entre parientes”, había declarado a este medio Luis Eduardo Celis en enero de 2022, después de que el ELN desatara una oleada de asesinatos selectivos y masacres contra supuestos colaboradores de la disidencia en todo el departamento, que dejó medio centenar de muertos en los primeros días del año. Esta arremetida fue la que marcó el inicio de la nueva oleada de conflicto entre ambos grupos.
Al contrario de lo que han señalado con frecuencia los medios, en Arauca no hay rentas del narcotráfico que puedan disputarse estos grupos, porque ni siquiera hay una presencia significativa de cultivos de coca en la región, que fueron erradicados por el mismo ELN. La confrontación se da en el marco de controlar una extensa zona de frontera con Venezuela que además posee enormes recursos petroleros.
Cauca: de la marginalidad a la expansión del ELN
La situación contraria ocurre en el departamento del Cauca, donde cinco grupos disidentes adscritos a la facción de Iván Mordisco han entrado en combates con el ELN por el dominio la zona rural de Argelia, donde está el acceso al corredor del río Micay y uno de los enclaves cocaleros más grandes del país en el occidente del departamento, que además es una importante ruta de salida de cocaína hacia el Pacífico.
El ELN, que desde hace años era una fuerza marginal en el Cauca con una presencia débil del frente José María Becerra en zonas de El Tambo y el macizo colombiano, se ha fortalecido en este departamento tras la firma del Acuerdo Final. Ha intentado copar zonas históricamente controladas por las antiguas FARC, como el norte del departamento y las inmediaciones del cañón del Naya en Buenos Aires y Suárez, una zona controlada por grupos disidentes casi desde noviembre de 2016.
La presencia esporádica del ELN se ha reportado desde 2017 incluso en zonas donde nunca había operado esa guerrilla como Toribío, Silvia o Corinto, al norte del departamento.
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En la región operan al menos cinco estructuras adscritas a la disidencia de Iván Mordisco: la Columna Dagoberto Ramos, la Jaime Martínez, la Franco Benavides, el frente Carlos Patiño y los frente Ismael Ruíz. De acuerdo con Kyle Jhonson, de la Fundación Conflict Responses, tan sólo el frente Carlos Patiño recaudaba en 2022 alrededor de 3.000 millones de pesos semanales de las rentas cocaleras en Argelia, Cauca, donde se han concentrado buena parte de los combates con el ELN al que, paradójicamente, los disidentes acusan de mantener tratos con el Ejército, una acusación similar a la que el propio ELN hace contra la disidencia en Arauca.
En estos combates además ha habido acuerdos entre el ELN y la otra disidencia de las FARC, conocida como Segunda Marquetalia -liderada por Iván Márquez-, para atacar a los grupos afiliados al Estado Mayor Central comandado por Iván Mordisco. El saldo de estos combates durante este año han sido al menos 1.700 personas confinadas en siete veredas de Argelia y 470 desplazados que han salido de la zona rural. De acuerdo con una alerta temprana de la Defensoría del Pueblo, 20.600 habitantes están en riesgo por la confrontación.
“Llevamos 35 meses en una guerra más dura que la que veíamos antes de la firma del Acuerdo de Paz. Mal contadas han sido afectadas hasta la fecha más de 12.000 familias, en el último año han asesinado a 16 líderes sociales y todas las violaciones a los derechos humanos han quedado impunes. No sé de qué otra manera podemos llamar la atención del presidente Gustavo Petro para que de verdad haga acciones contundentes e inmediatas en Argelia y Balboa”, dijo el 12 de abril un líder social del departamento a Colombia+20.
Buenaventura, el último foco de confrontación
La misma semana en que Iván Mordisco anunció la disposición del Estado Mayor Central de buscar un cese al fuego con el ELN se conocieron denuncias de comunidades afrocolombianas en la zona rural de Buenaventura confinadas por combates entre un frente del ELN y la columna Jaime Martínez, adscrita a las disidencias que comanda Mordisco. El 19 de marzo las comunidades de varios ríos, como Yurumanguí y Mallorquín, alertaron la situación solicitando un pronunciamiento del Alto Comisionado para la Paz, quien llamó a los grupos a detener la confrontación.
“Lo que pasó antier [el 18 de febrero] en bocas del río Mallorquín, aquí cerquita, a 40 minutos de Buenaventura, fue un enfrentamiento de la Jaime Martínez con el ELN”, aseguró un líder social del puerto cercano al Proceso de Comunidades Negras. “Hay enfrentamientos en este momento allá, todos los ríos tuvieron una movilización hace poco y llegaron a diez acuerdos con el Comisionado de Paz, entre eso está mirar el tema humanitario en la zona rural de Buenaventura”.
Además, el ELN regresó al río Raposo y a la carretera que conduce al lago Calima, también en Buenaventura, donde según algunas fuentes hacía muchos años que no tenía presencia. En la carretera instalaron banderas y pintaron un camión con las siglas de esa guerrilla la segunda semana de abril. “Con las disidencias es una disputa de control, que se suma a la confrontación que tienen con las AGC en el Bajo Calima”, sostuvo el líder social citado antes: “la gente está solicitando el cese al fuego y un corredor humanitario para implementar los alivios, tiene que haberlo de cualquier forma, entre ellos, con el Gobierno, entre todos, pero que permita generar una tranquilidad en la gente, porque así es muy difícil”.
Los ceses al fuego bilaterales que las dos disidencias de las FARC han pactado con el gobierno de Petro han sido insuficientes porque no han traído alivios a las comunidades más afectadas por la violencia, ya que todos los estudios demuestran que la mayor afectación a la población civil proviene de la confrontación entre los diversos grupos armados ilegales. Solo un cese al fuego multilateral lograría mejorar la situación humanitaria.