“Las comunidades están muy desesperanzadas”: obispo de Tumaco sobre Paz Total

Monseñor Orlando Olave asegura que hay confusión en el Gobierno Petro sobre cómo aterrizar su política de paz en el Pacífico y se refiere a la situación humanitaria en este municipio de Nariño, uno de los más afectados por el conflicto, el narcotráfico, el abandono estatal y el reciclaje de la guerra.

Redacción Colombia +20
12 de abril de 2023 - 03:31 p. m.
"En Nariño todos queremos la paz", se lee en la camiseta de un habitante de la zona rural de Tumaco durante la conmemoración por el asesinato de siete campesinos. (Foto de referencia)
"En Nariño todos queremos la paz", se lee en la camiseta de un habitante de la zona rural de Tumaco durante la conmemoración por el asesinato de siete campesinos. (Foto de referencia)
Foto: Óscar Pérez
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Tumaco ha sido un laboratorio de la guerra y de la paz. A orillas del océano Pacífico, en la frontera con Ecuador, este municipio nariñense de 257.000 habitantes se ha convertido en un botín del que todos los actores armados quieren apoderarse.

Para 2021, medición más reciente de Naciones Unidas, fue uno de los tres municipios con más hectáreas sembradas en coca en toda la región pacífica, la más afectada del país por los cultivos de uso ilícito en Colombia, y lleva más de 10 años entre los municipios con mayor tasa de homicidios del país.

Se trata de una ola de violencia que empezó hace más de 40 años y que, en la lucha por frenarla, también ha convertido a Tumaco en beneficiario de decenas de proyectos estatales y de cooperación internacional, que aunque han arrojado frutos, no logran cambiar la situación de esta población.

La firma del Acuerdo de Paz con las Farc tampoco fue el fin del ciclo de violencia y economías ilegales. Tras la salida de la extinta guerrilla del territorio, estructuras disidentes empezaron una disputa que en los últimos años ha dejado enfrentamientos entre la columna Urías Rondón del Comando Coordinador de Occidente, el Bloque Occidental Alfonso Cano de la Segunda Marquetalia, el Frente Oliver Sinisterra y Los Contadores (que estarían adscritos al Frente 21 Iván Ríos).

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Aunque se dice que en los últimos meses estas organizaciones ilegales llegaron a un acuerdo (al que las comunidades le atribuyen la disminución en los asesinatos, más que a cualquier ofensiva de la Fuerza Pública), la violencia no ha parado. A finales de marzo, en apenas 28 horas se reportó el asesinato de dos defensores de derechos humanos del municipio: Mariela Marínez Gaviria y Linder Sepulveda.

En las veredas se habla de desplazamientos, personas asesinadas que son enterradas en fosas comunes y hasta desapariciones forzadas. Y entre tanto, siguen las dudas sobre cómo va a aterrizar la Paz Total del Gobierno de Gustavo Petro en este territorio, pues según varios líderes, no ha habido ningún acercamiento para que las comunidades participen de esta apuesta.

Colombia+20 visitó el municipio y habló con el monseñor Orlando Olave, obispo de Tumaco, quien aseguró que hay desesperanza y preocupación en las comunidades.

¿Cómo está la situación en Tumaco?

Los indígenas awá son los que se han visto más afectados por la violencia, les han asesinado a varias personas, varios líderes de los resguardos. Hay grupos armados que están ahí y no se mueve nada sin que ellos lo autoricen. Sin duda se habla de más muertes, de gente del campo, raspachines, pero la gente que está en los territorios no lo dice, porque tiene miedo, pasan como muertes naturales porque no se hacen procesos judiciales. Y también hay desaparecidos.

Eso en las zonas rurales. ¿Y el casco urbano?

Hasta hace unos años, varias grupos armados estaban disputándose Tumaco y tenían mucha confrontación. Tuvimos un 2020 muy duro, de muchas muertes, y en 2021 siguió muy pesada la situación, pero desde 2022 empezó a desescalar. Se dice que se dividieron el control de las islas y comunas, pero sin disputas. Acá no es como en Buenaventura, que hay combos y bandas, estructuras urbanas independientes y fuertes que puedan contrastar con ellos, sino que ellos tienen el dominio total sobre las islas.

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Varias organizaciones y entidades también han alertado sobre el desplazamiento. ¿Esas víctimas llegan al casco urbano de Tumaco o a dónde suelen ir?

Depende, porque incluso hay mucha gente que pasa al Ecuador. La frontera es una construcción política, y acá son muy cercanas las comunidades de un lado y el otro: se sienten de una misma familia, por eso hay mucha migración hacia Ecuador, por el clima, por el vínculo, por la idiosincrasia. También sale gente hacia ciudades como Pasto y Cali, pero también hay muchas personas -sobre todo de los pueblos- de las que Tumaco es receptor. Hay que tener en cuenta, eso sí, que hay un alto nivel de retorno.

Usted llegó a Tumaco hace seis años, tras la firma del Acuerdo de Paz con las Farc. ¿Cómo ha avanzado la implementación?

Lo veo desde tres miradas, porque la implementación no le corresponde simplemente al Estado, sino también a los desmovilizados (a los excombatientes) y le corresponde a la sociedad donde se vivieron esas realidades. En los encuentros que hemos tenido con excombatientes vemos que le han apostado a la paz, hay una gente valientísima trabajando en que esos proyectos productivos salgan adelante.

Pero, por ejemplo en el tema del PNIS (Programa Nacional Integral de Sustitución de Cultivos Ilícitos), lo que se vio fue una falta de lectura del territorio grandísima, porque la implementación quedaba en manos de unos operadores externos, que no verificaban en el territorio porque les daba miedo, entonces algunas personas se aprovechaban de esa incompetencia, por lo que aunque hubiera una intención del Estado por cumplir, sus operadores y las comunidades no lo hicieron.

Ahora se va a empezar el catastro multipropósito, que hace parte de ese Acuerdo de Paz, y aquí hay un problema gravísimo con el tema de tierras, en zonas con Alto Mira, donde están colonos del Caquetá y Putumayo que les compraron tierras a las comunidades afro, pero eso no se puede hacer porque son territorios colectivos. Cuando se empiecen a revisar esos temas, va a ser muy complicado.

¿Cómo ha estado la interlocución con el Gobierno para ponerle la lupa a esos temas?

Hemos tenido cercanía con la Oficina del Alto Comisionado para la Paz, algo con la Consejería Presidencial para las Regiones, pero hasta ahí. De hecho, la alcaldesa se ha manifestado al respecto, porque llegan a cuentagotas, exactamente igual que en los gobiernos anteriores, con mucha falta de coodinación. Vienen, plantean iniciativas, pero llegan hasta ahí, dejan solo al gobierno regional y local. Vemos mucha confusión, y eso no permite tener claridad en los temas. Por ejemplo, nosotros como iglesia estamos en el sistema sistema monitoreo del cese al fuego, y no tenemos claridades. En Semana Santa hicimos un encuentro con los sacerdotes para reflexionar sobre la Paz Total, sobre cuál es nuestro papel, porque ni siquiera los obispos lo tenemos claro y eso genera desconcierto en las comunidades.

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¿Cómo ve la expectativa de las comunidades frente a la Paz Total?

La gente en estos territorios está muy desesperanzada. Cuando hacemos recorridos por los pueblos, vemos cómo las comunidades a las 6 de la tarde se esconden. Es una zozobra impresionante. Nos preguntan cómo es la cosa con la Paz Total, que el presidente habló el 31 de diciembre de un cese al fuego, pero la gente ve que todo está peor en sus territorios.

Usted ha tenido contacto con algunos de esos grupos armados de la zona. ¿Ve disposición de esas estructuras para sumarse a la Paz Total?

Sí, pero a su manera: ese el problema. Primero, han dicho que ellos no se van a ir del territorio, y segundo, que no van a entregar las armas. Y se han creado dudas con propuestas como las de la Guardia Campesina. Y acá el otro tema tiene que ver con el narcotráfico, que es el gran combustible del conflicto en esta zona.

Con toda esta confusión que usted ve en el Gobierno y en un contexto tan complejo como el de Tumaco, ¿cómo se pone en marcha una estrategia que pueda tener resultados en el largo plazo?

Vea que el papa Francisco tiene cuatro principios en la exhortación que tiene en su exhortación Evangelii Gaudium: el tiempo es superior al espacio, la unidad prevalece sobre el conflicto, la realidad es más importante que la idea, y el todo es superior a la parte. Ese primero es eso: procesos. Esta es una zona que ha tenido un abandono histórico, entonces no podemos pretender que un solo gobierno venga a transformar todo. Aquí ha habido transformaciones importantes, pero que no se han visto, se han hecho inversiones importantísimas, pero no se continúan. En Tumaco no hay acueducto, no hay alcantarillado, no hay puerto decente, no somos capaces de transportar nada por la carretera, no se transforma ninguna materia prima para darle valor agregado. Esta es una ciudad que está sobre el mar, con un potencial de desarrollo y de turismo grandísimo que no se aprovecha. Otro tema es que acá hay muchas organizaciones pero poca organización, ¿sí? Aquí creo que se tiene que eliminar esa cultura y fortalecer la unidad, y eso sí depende de todos nosotros.

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