Verificar cese al fuego y otras propuestas de Guardia Indígena para la Paz Total
En un encuentro en Bogotá, donde participó el comisionado de paz Danilo Rueda, delegados de varios departamentos pusieron sobre la mesa acciones para aportar al proceso.
“Desde Leticia hasta la Guajira, desde el Chocó hasta al Catatumbo, hoy estamos con nuestros bastones para decirle al país que somos los cuidanderos, los que protegemos la vida”, declaró Luis Fernando Acosta al comenzar la rueda de prensa en la mañana del pasado 28 de febrero. “Colombia no es solo la (carrera) Séptima de Bogotá, Colombia no es sólo la Quinta de Cali, en Colombia hay mares, hay ríos, hay llanuras, hay montañas, donde viven pueblos indígenas que han mantenido las semillas para que nos alimentemos. Los guardias somos la continuación de esa semilla”.
Acosta, un nasa caucano que hace años es coordinador nacional de la Guardia Indígena, concluyó el encuentro en Bogotá de delegados de las guardias de 54 regionales de 28 departamentos agrupadas en los diferentes consejos que se integran en la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC).
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“Esto es un tejer en conjunto con el Gobierno, le decimos lo que podemos ofrecer, las capacidades que tenemos y lo que podemos hacer”, explicó Acosta en entrevista con Colombia+20: “Los que más hacemos seguridad humana somos los guardias indígenas”. Es también, de acuerdo al comunicado final del evento “un mensaje a los actores armados sobre la unidad del movimiento indígena para defender la paz y la vida”.
Sus propuestas son concisas y van respaldadas con el hecho de que las guardias indígenas por fin quedaron incluidas dentro del Plan Nacional de Desarrollo, un viejo clamor que ningún presidente había escuchado. Piden ser incluidos como acompañantes de los diferentes procesos de diálogos con grupos armados ilegales que inician con la política de Paz Total del presidente Gustavo Petro.
Los guardias, como brazo de control territorial del movimiento indígena, aseguran tener la experiencia suficiente y el conocimiento de sus territorios para servir como veedores o acompañantes de los equipos de verificación al cese al fuego multilateral. También ofrecen su experiencia en atención de desastres, emergencias humanitarias y confrontaciones, siempre sin armas, que los ha llevado incluso a enfrentarse con los mismos actores armados que ahora negocian la paz con el Gobierno. De acuerdo con Luis Acosta, hay más de 70 mil integrantes de la Guardia Indígena en todo el país.
Piden que se construya un mecanismo en conjunto con la Oficina del Alto Comisionado para la Paz y el Ministerio de Defensa para “la actuación de la Guardia Indígena frente al cese al fuego y la Paz Total”. Esto implicaría un marco legal y también apoyos logísticos para sus movimientos y operatividad.
“Nosotros podemos hacer la verificación desde las comunidades en varias regiones del país, nosotros somos neutrales, pero eso nos podría traer más riesgo”, asegura Luis Acosta, “el acompañamiento que proponemos es más de veeduría ciudadana, hay unos verificadores oficiales y nosotros ayudamos”. Sin embargo, en la práctica las guardias ya han hecho verificación de ceses al fuego anteriores, por ejemplo con las Farc, cuando muchos de los supuestos hechos violatorios que las Naciones Unidas debían verificar eran reportados por comuneros y guardias que desde el terreno ayudaban a comprobar la veracidad de la información.
Además, tienen amplia experiencia sacando jóvenes indígenas de la guerra, por ello piden “un proceso de reintegro de jóvenes indígenas que salen de las filas guerrilleras”.
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La postura del Gobierno
Al encuentro asistieron el comisionado para la paz Danilo Rueda y por el Ministerio de Defensa fue Alberto Lara, viceministro de políticas de defensa y seguridad.
“Miramos con mucha espectativa nuestra inclusión en la política pública de seguridad, que nos vean como aliados estratégicos”, dijo Edelmiro Imbachí, un indígena Inga del Putumayo que lleva 40 años acompañando la organización indígena y sus movilizaciones. Según Imbachí, la Guardia Indígena es una institución que se ha dedicado a defender los Derechos Humanos y además tiene respaldo constitucional, porque se fundamenta en la autonomía que la Constitución de 1991 otorga a los pueblos indígenas.
De acuerdo con los líderes indígenas, ambos funcionarios vieron con buenos ojos la propuesta de que las guardias acompañen la Paz Total y se comprometieron a facilitar esta propuesta.
En un comunicado emitido al final del evento se puntualizó que “La Guardia Indígena tendrá reuniones privadas con el Gobierno Nacional para precisar los detalles y los alcances de la participación de la guardia en el cese al fuego, la política de seguridad y la Paz Total”, agregando que “el Gobierno Nacional debe apostarle de manera contundente a la materialización de los derechos de la Madre Tierra y de todos los Pueblos Indígenas de Colombia, que incluye justicia ambiental y el cumplimiento de los derechos aplicando enfoques diferenciales, de género y territorial”.
Vea: Bréiner Cucuñame quería ser Guardia Indígena
Otras acciones urgentes, como implementar medidas para cesar el reclutamiento de menores por parte de los grupos armados o facilitar corredores humanitarios para abastecer a “familias que por los campos minados no pueden salir a cazar o a pescar”, fueron planteadas al Ejecutivo.
De acuerdo con la Organización Nacional Indígena de Colombia, “se establecerán roles de la guardia en el cese al fuego, la Paz Total y la política de seguridad. Se desarrollará un gran encuentro de la ONIC y la guardia para debatir las implicaciones y la participación de los pueblos indígenas en el cese al fuego, la Paz Total y la política de seguridad”.
Los delegados de la guardia alertaron también que si no se concreta un cese al fuego multilateral “será muy complejo verificar su materialización en los territorios”. Entre las labores que aseguran podría cumplir la Guardia Indígena se incluye la veeduría en los territorios del cese al fuego para alertar riesgos o incumplimientos que deban ser verificados por los organismos. También sostienen que están en capacidad de brindar “acompañamiento a las entidades que requieren verificar el cese” y realizar “monitoreo territorial para que se eviten muertes e incumplimiento del cese”.
Al final, la Guardia Indígena terminó con una arenga que define el que, dicen, ha sido siempre su propósito: “Cuenten con nosotros para la paz, nunca para la guerra”.
“Desde Leticia hasta la Guajira, desde el Chocó hasta al Catatumbo, hoy estamos con nuestros bastones para decirle al país que somos los cuidanderos, los que protegemos la vida”, declaró Luis Fernando Acosta al comenzar la rueda de prensa en la mañana del pasado 28 de febrero. “Colombia no es solo la (carrera) Séptima de Bogotá, Colombia no es sólo la Quinta de Cali, en Colombia hay mares, hay ríos, hay llanuras, hay montañas, donde viven pueblos indígenas que han mantenido las semillas para que nos alimentemos. Los guardias somos la continuación de esa semilla”.
Acosta, un nasa caucano que hace años es coordinador nacional de la Guardia Indígena, concluyó el encuentro en Bogotá de delegados de las guardias de 54 regionales de 28 departamentos agrupadas en los diferentes consejos que se integran en la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC).
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“Esto es un tejer en conjunto con el Gobierno, le decimos lo que podemos ofrecer, las capacidades que tenemos y lo que podemos hacer”, explicó Acosta en entrevista con Colombia+20: “Los que más hacemos seguridad humana somos los guardias indígenas”. Es también, de acuerdo al comunicado final del evento “un mensaje a los actores armados sobre la unidad del movimiento indígena para defender la paz y la vida”.
Sus propuestas son concisas y van respaldadas con el hecho de que las guardias indígenas por fin quedaron incluidas dentro del Plan Nacional de Desarrollo, un viejo clamor que ningún presidente había escuchado. Piden ser incluidos como acompañantes de los diferentes procesos de diálogos con grupos armados ilegales que inician con la política de Paz Total del presidente Gustavo Petro.
Los guardias, como brazo de control territorial del movimiento indígena, aseguran tener la experiencia suficiente y el conocimiento de sus territorios para servir como veedores o acompañantes de los equipos de verificación al cese al fuego multilateral. También ofrecen su experiencia en atención de desastres, emergencias humanitarias y confrontaciones, siempre sin armas, que los ha llevado incluso a enfrentarse con los mismos actores armados que ahora negocian la paz con el Gobierno. De acuerdo con Luis Acosta, hay más de 70 mil integrantes de la Guardia Indígena en todo el país.
Piden que se construya un mecanismo en conjunto con la Oficina del Alto Comisionado para la Paz y el Ministerio de Defensa para “la actuación de la Guardia Indígena frente al cese al fuego y la Paz Total”. Esto implicaría un marco legal y también apoyos logísticos para sus movimientos y operatividad.
“Nosotros podemos hacer la verificación desde las comunidades en varias regiones del país, nosotros somos neutrales, pero eso nos podría traer más riesgo”, asegura Luis Acosta, “el acompañamiento que proponemos es más de veeduría ciudadana, hay unos verificadores oficiales y nosotros ayudamos”. Sin embargo, en la práctica las guardias ya han hecho verificación de ceses al fuego anteriores, por ejemplo con las Farc, cuando muchos de los supuestos hechos violatorios que las Naciones Unidas debían verificar eran reportados por comuneros y guardias que desde el terreno ayudaban a comprobar la veracidad de la información.
Además, tienen amplia experiencia sacando jóvenes indígenas de la guerra, por ello piden “un proceso de reintegro de jóvenes indígenas que salen de las filas guerrilleras”.
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La postura del Gobierno
Al encuentro asistieron el comisionado para la paz Danilo Rueda y por el Ministerio de Defensa fue Alberto Lara, viceministro de políticas de defensa y seguridad.
“Miramos con mucha espectativa nuestra inclusión en la política pública de seguridad, que nos vean como aliados estratégicos”, dijo Edelmiro Imbachí, un indígena Inga del Putumayo que lleva 40 años acompañando la organización indígena y sus movilizaciones. Según Imbachí, la Guardia Indígena es una institución que se ha dedicado a defender los Derechos Humanos y además tiene respaldo constitucional, porque se fundamenta en la autonomía que la Constitución de 1991 otorga a los pueblos indígenas.
De acuerdo con los líderes indígenas, ambos funcionarios vieron con buenos ojos la propuesta de que las guardias acompañen la Paz Total y se comprometieron a facilitar esta propuesta.
En un comunicado emitido al final del evento se puntualizó que “La Guardia Indígena tendrá reuniones privadas con el Gobierno Nacional para precisar los detalles y los alcances de la participación de la guardia en el cese al fuego, la política de seguridad y la Paz Total”, agregando que “el Gobierno Nacional debe apostarle de manera contundente a la materialización de los derechos de la Madre Tierra y de todos los Pueblos Indígenas de Colombia, que incluye justicia ambiental y el cumplimiento de los derechos aplicando enfoques diferenciales, de género y territorial”.
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Otras acciones urgentes, como implementar medidas para cesar el reclutamiento de menores por parte de los grupos armados o facilitar corredores humanitarios para abastecer a “familias que por los campos minados no pueden salir a cazar o a pescar”, fueron planteadas al Ejecutivo.
De acuerdo con la Organización Nacional Indígena de Colombia, “se establecerán roles de la guardia en el cese al fuego, la Paz Total y la política de seguridad. Se desarrollará un gran encuentro de la ONIC y la guardia para debatir las implicaciones y la participación de los pueblos indígenas en el cese al fuego, la Paz Total y la política de seguridad”.
Los delegados de la guardia alertaron también que si no se concreta un cese al fuego multilateral “será muy complejo verificar su materialización en los territorios”. Entre las labores que aseguran podría cumplir la Guardia Indígena se incluye la veeduría en los territorios del cese al fuego para alertar riesgos o incumplimientos que deban ser verificados por los organismos. También sostienen que están en capacidad de brindar “acompañamiento a las entidades que requieren verificar el cese” y realizar “monitoreo territorial para que se eviten muertes e incumplimiento del cese”.
Al final, la Guardia Indígena terminó con una arenga que define el que, dicen, ha sido siempre su propósito: “Cuenten con nosotros para la paz, nunca para la guerra”.