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Desde que era niño, Farid Fuentes Alvarado se sentaba con sus abuelos para escuchar cómo debían ser cuidados los bosques, ríos y fauna de la Sierra Nevada de Santa Marta, la montaña al pie del mar más alta del mundo. Farid creció conociendo ese ecosistema lleno de biodiversidad y conocimiento ancestral indígena, que fue declarado patrimonio inmaterial de la humanidad por la Unesco, pero también siendo testigo de cómo los grupos armados ilegales convirtieron este territorio en un fortín de guerra, irrespetándolo y derramando la sangre de cientos de comunidades étnicas y campesinas.
La violencia se ensañó tanto en la región que fue declarada una de las zonas más afectadas por el conflicto en Colombia. Por eso, en 2016, cuando se firmó el Acuerdo de Paz entre el Estado y la antigua guerrilla de las FARC, 15 municipios de la Sierra Nevada y la Serranía del Perijá fueron priorizados como una de las 16 subregiones para implementar los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET).
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Farid es un líder del pueblo indígena Kankuamo que ha seguido de cerca la ejecución de esa estrategia. De hecho, es secretario técnico y vocero nacional del Mecanismo Especial de Consulta (MEC), un espacio que busca garantizar la participación decisiva y permanente de las comunidades indígenas y afro en los PDET.
“Nosotros comenzamos este ejercicio de los MEC de manera autónoma y decidida porque veíamos un rezago en la implementación de estas iniciativas en el país. Nos hemos fortalecido en el tema de consulta previa, libre e informada, pero también en la formulación de proyectos”, cuenta Farid.
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En la subregión Sierra Nevada-Perijá, siete pueblos indígenas y 21 consejos comunitarios afro se organizaron para reclamarle al Gobierno tenerlos en cuenta, a través del MEC. Bajo esa misma lógica, las organizaciones étnicas de todo el país se fueron organizando hasta forjar una Mesa Nacional del Mecanismo Especial de Consulta, que se ha consolidado y ha ganado legitimidad ante el Estado y las distintas entidades involucradas en la implementación de los PDET.
“A partir del apoyo en los territorios que se ha generado a través de USAID y CODHES, se han fortalecido internamente los MEC, pero además se ha hecho una incidencia a nivel local, regional y nacional, para que las propuestas que surgen de las comunidades lleguen a espacios de decisión”, dice el líder indígena.
La legitimidad y relevancia que ha adquirido el MEC le permite a sus integrantes reunirse con funcionarios de alto nivel para incorporar la perspectiva étnica y cultural en el enfoque territorial acorde a los planes de vida, etnodesarrollo, planes de manejo ambiental y ordenamiento territorial de los pueblos étnicos, reconociendo si autonomía y autodeterminación.
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En total, en las mesas interétnicas PDET-MEC participan autoridades y líderes de 60 pueblos indígenas (que representan 715 cabildos o resguardos), y 517 consejos comunitarios de comunidades negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras.
Al menos en la Sierra Nevada, estos ejercicios también han servido para afianzar la relación entre las poblaciones afro e indígenas, que han llegado a acuerdos y, en conjunto, están impulsando la interlocución con la institucionalidad para hacer incidencia en la implementación de sus iniciativas.
Además de consolidar su participación, uno de los grandes logros de los MEC es que han impulsado la formulación de proyectos de desarrollo desde las propias comunidades, un tema en el que es pionera la subregión de la Sierra Nevada de Santa Marta y la Serranía del Perijá. Allí se presentó la primera iniciativa del país, que tiene que ver con la implementación de paneles solares para llevar energía eléctrica a las zonas más apartadas.
“El hecho de que este proyecto lo hayan presentado directamente los territorios es muy valioso para nosotros, porque parte del ejercicio de haber fortalecido los mecanismos especiales de consulta no solamente era en la construcción del PDET sino en la implementación y en la ejecución, y hoy en el seguimiento, entonces así hoy estamos viendo cómo los mecanismos están impulsando ese ejercicio en las bases, esa parte que le corresponde a la comunidad”.
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Se trata de una labor clave para impulsar el desarrollo evitando impactos negativos en los ecosistemas, que desde la cosmovisión de estas comunidades son sagrados. Por eso es crucial que se adelanten los procesos de consulta en estos territorios. Como dice el líder kankuamo: “son las comunidades quienes conocen el territorio, saben por dónde van los ríos y la brisa, por dónde sale y se oculta el sol, porque para nosotros todo en este universo tiene vida y está interconectado. Nos corresponde a cada uno protegerlo y proteger a todos los seres de la naturaleza. Ese es el llamado de nuestros mayores, nuestros mamos, nuestras sagas: tenemos que cuidar el corazón del mundo”.