Petra, las mujeres valientes premiadas por la defensa de su dignidad
Ayer fue entregado el Premio Franco-Alemán de DD. HH. Antonio Nariño, a la Red Petra Mujeres Valientes, una agrupación de lideresas que han afrontado y sobrevivido el conflicto y la explotación sexual. Otras iniciativas, en su mayoría lideradas por mujeres, estuvieron nominadas por su trabajo para lograr una vida en paz de los territorios.
Las embajadas de Francia y Alemania en Colombia, sumadas al Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH), han tenido un rol protagónico durante el posconflicto en Colombia para velar por las garantías de no repetición y reparación hacia las comunidades más afectadas por la guerra.
Ese acompañamiento, que ya suma 11 años, también incluye la entrega del Premio Franco-Alemán de DD. HH. Antonio Nariño, cuyo valor simbólico toma más fuerza entre edición y edición, por la importancia que vienen teniendo los defensores territoriales en el país para construir paz y tejido social.
Se han entregado galardones a colectivos que trabajan por la tierra, por la búsqueda de desaparecidos, por la seguridad jurídica de los territorios y por los esfuerzos en favor de la memoria. Este año, las lideresas estuvieron en cabeza de las nominaciones y el colectivo Petra Mujeres Valientes se llevó el reconocimiento mayor; una respuesta a una trayectoria por la lucha para impulsar enfoques diferenciales y retumbar las voces femeninas que intentan ser calladas a diario por las armas, las agresiones sexuales y la trata de personas.
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Mujeres al mando de los derechos
Una de esas voces, la de María Fernanda Arboleda, lideresa de la Red Petra Mujeres Valientes, se convirtió en referencia para la defensa de la dignidad de aquellas que son explotadas sexualmente. “Ninguna mujer entra a la prostitución por gusto y nuestro deber en la organización es mostrar que sus luchas son las luchas de todas. No somos un botín de guerra, a pesar de que el conflicto nos quiso volver eso. El patriarcado nos quiere silenciadas, sin autonomía y sometidas a la trata de personas, para estar sumisas ante las aberraciones. Mi vida está hecha para acabar con eso y mostrar que siempre se puede salir adelante”, le dijo a este diario entre lágrimas.
En Petra han lidiado con la pobreza extrema, los hostigamientos del Estado y con el olvido que han querido imponer sobre sus cuerpos abusados. Esas adversidades se convirtieron en el impulso para gritar por sus causas y decirle a todo el país que ninguna mujer más puede ser atacada de ninguna forma, especialmente si se vulnera su sexualidad. “Tal vez estar ante los ojos de un premio de este nivel no reponga los daños que hemos vivido, pero es un avance para visibilizar que en Colombia se debe actuar ya y sin freno frente a la violencia sexual. Es una violencia que quiere ser opacada en las grandes ciudades, pero que mientras nosotras estemos, será motivo de erradicación. Me defino como una mujer negra y lideresa, pero mucho más como consejera, compañera y amiga de las mías”, dijo Arboleda.
En Petra sueñan ahora con ser una guía para construir rutas de atención oportunas para mujeres afectadas en sus derechos sexuales y reproductivos. Añoran una política pública que actúe con celeridad y una coherencia estatal para que las víctimas de este delito también tengan calidad de vida. “No queremos más niñas que solo tengan atención psicológica, pero que sigan viviendo en la precariedad. La atención integral apremia porque no somos cosas, somos territorio y nuestro cuerpo es vida”, concluyó Arboleda.
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La defensa del Pacífico caucano
Otro de los nominados fue la ONG Pensamiento y Acción Social (PAS), que ha marcado en los últimos años un antes y un después en la defensa de los consejos comunitarios de los municipios de Guapi, Timbiquí y López de Micay (Cauca). Su trasegar por el río Guajuí es garantía de visibilidad y respeto para estos territorios, que trabajan todos los días por mantener sus enfoques de protección y tradiciones ancestrales.
Irma Perilla, directora de PAS, ha estado presente en los días crudos y felices que han vivido en el Pacífico caucano durante el posconflicto. “La derrota en el plebiscito de 2016 fue un golpe que hizo difícil levantar y fortalecer la esperanza en la defensa de derechos a lo largo de los consejos comunitarios allí. Sin embargo, nos levantamos, rescatamos voces de los que más han sufrido y reconocimos que la fortaleza de estas luchas está en los enfoques étnicos que dejan todo por la paz”, dijo.
A la fecha, PAS ha logrado en estos municipios la consolidación de 52 medidas de autoprotección, con resultados como la recuperación paulatina de la cultura propia de los consejos comunitarios y el respeto por las defensas étnico-territoriales.
21 años tras la justicia
Jineth Bedoya Lima fue otra nominada. La periodista, sinónimo de persistencia y lucha para mostrar que no es hora de callar ante las arbitrariedades y el horror, marcó un hito en este 2021 luego de que la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) condenara al Estado colombiano por su omisión e incapacidad de defenderla de los crímenes sexuales y de privación de libertad que sufrió el 25 de mayo del 2000, en medio de investigaciones periodísticas que hacía sobre tráfico de armas al interior de la cárcel La Modelo.
Bedoya fue más fuerte que las múltiples revictimizaciones que la quisieron denigrar. Su voz abrió un precedente poderoso para que las mujeres en el país tengan el respaldo que ella no tuvo en su momento para afrontar la violencia sexual y para que la justicia opere oportunamente.
Vida y amor por el Magdalena Medio
Una toma paramilitar en Barrancabermeja, entre diciembre del 2000 y enero de 2001, le dio un sentido de vida más amplio a la Corporación Regional para la Defensa de los Derechos Humanos (Credhos), que también estuvo nominada. Si bien nacieron como organización en 1987, los golpes causados por la violencia en las décadas siguientes fueron los que le dieron más sentido a su labor de promover y proteger derechos humanos en el Magdalena Medio.
Con investigaciones sobre vulneraciones a derechos humanos y un énfasis especial en el cumplimiento del Acuerdo de Paz a nivel regional, han dado a conocer a nivel nacional e internacional violaciones sobre Derecho Internacional Humanitario y afectaciones a derechos económicos, sociales y culturales.
Por su tarea de fortalecer la democracia local, en 2017 ganaron el Premio Nacional a la Defensa de Derechos Humanos. Ahora buscan posicionarse aún más como una organización del lado de las víctimas de la guerra, en cuestiones de reparación y garantías de no repetición.
Las embajadas de Francia y Alemania en Colombia, sumadas al Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH), han tenido un rol protagónico durante el posconflicto en Colombia para velar por las garantías de no repetición y reparación hacia las comunidades más afectadas por la guerra.
Ese acompañamiento, que ya suma 11 años, también incluye la entrega del Premio Franco-Alemán de DD. HH. Antonio Nariño, cuyo valor simbólico toma más fuerza entre edición y edición, por la importancia que vienen teniendo los defensores territoriales en el país para construir paz y tejido social.
Se han entregado galardones a colectivos que trabajan por la tierra, por la búsqueda de desaparecidos, por la seguridad jurídica de los territorios y por los esfuerzos en favor de la memoria. Este año, las lideresas estuvieron en cabeza de las nominaciones y el colectivo Petra Mujeres Valientes se llevó el reconocimiento mayor; una respuesta a una trayectoria por la lucha para impulsar enfoques diferenciales y retumbar las voces femeninas que intentan ser calladas a diario por las armas, las agresiones sexuales y la trata de personas.
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Mujeres al mando de los derechos
Una de esas voces, la de María Fernanda Arboleda, lideresa de la Red Petra Mujeres Valientes, se convirtió en referencia para la defensa de la dignidad de aquellas que son explotadas sexualmente. “Ninguna mujer entra a la prostitución por gusto y nuestro deber en la organización es mostrar que sus luchas son las luchas de todas. No somos un botín de guerra, a pesar de que el conflicto nos quiso volver eso. El patriarcado nos quiere silenciadas, sin autonomía y sometidas a la trata de personas, para estar sumisas ante las aberraciones. Mi vida está hecha para acabar con eso y mostrar que siempre se puede salir adelante”, le dijo a este diario entre lágrimas.
En Petra han lidiado con la pobreza extrema, los hostigamientos del Estado y con el olvido que han querido imponer sobre sus cuerpos abusados. Esas adversidades se convirtieron en el impulso para gritar por sus causas y decirle a todo el país que ninguna mujer más puede ser atacada de ninguna forma, especialmente si se vulnera su sexualidad. “Tal vez estar ante los ojos de un premio de este nivel no reponga los daños que hemos vivido, pero es un avance para visibilizar que en Colombia se debe actuar ya y sin freno frente a la violencia sexual. Es una violencia que quiere ser opacada en las grandes ciudades, pero que mientras nosotras estemos, será motivo de erradicación. Me defino como una mujer negra y lideresa, pero mucho más como consejera, compañera y amiga de las mías”, dijo Arboleda.
En Petra sueñan ahora con ser una guía para construir rutas de atención oportunas para mujeres afectadas en sus derechos sexuales y reproductivos. Añoran una política pública que actúe con celeridad y una coherencia estatal para que las víctimas de este delito también tengan calidad de vida. “No queremos más niñas que solo tengan atención psicológica, pero que sigan viviendo en la precariedad. La atención integral apremia porque no somos cosas, somos territorio y nuestro cuerpo es vida”, concluyó Arboleda.
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La defensa del Pacífico caucano
Otro de los nominados fue la ONG Pensamiento y Acción Social (PAS), que ha marcado en los últimos años un antes y un después en la defensa de los consejos comunitarios de los municipios de Guapi, Timbiquí y López de Micay (Cauca). Su trasegar por el río Guajuí es garantía de visibilidad y respeto para estos territorios, que trabajan todos los días por mantener sus enfoques de protección y tradiciones ancestrales.
Irma Perilla, directora de PAS, ha estado presente en los días crudos y felices que han vivido en el Pacífico caucano durante el posconflicto. “La derrota en el plebiscito de 2016 fue un golpe que hizo difícil levantar y fortalecer la esperanza en la defensa de derechos a lo largo de los consejos comunitarios allí. Sin embargo, nos levantamos, rescatamos voces de los que más han sufrido y reconocimos que la fortaleza de estas luchas está en los enfoques étnicos que dejan todo por la paz”, dijo.
A la fecha, PAS ha logrado en estos municipios la consolidación de 52 medidas de autoprotección, con resultados como la recuperación paulatina de la cultura propia de los consejos comunitarios y el respeto por las defensas étnico-territoriales.
21 años tras la justicia
Jineth Bedoya Lima fue otra nominada. La periodista, sinónimo de persistencia y lucha para mostrar que no es hora de callar ante las arbitrariedades y el horror, marcó un hito en este 2021 luego de que la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) condenara al Estado colombiano por su omisión e incapacidad de defenderla de los crímenes sexuales y de privación de libertad que sufrió el 25 de mayo del 2000, en medio de investigaciones periodísticas que hacía sobre tráfico de armas al interior de la cárcel La Modelo.
Bedoya fue más fuerte que las múltiples revictimizaciones que la quisieron denigrar. Su voz abrió un precedente poderoso para que las mujeres en el país tengan el respaldo que ella no tuvo en su momento para afrontar la violencia sexual y para que la justicia opere oportunamente.
Vida y amor por el Magdalena Medio
Una toma paramilitar en Barrancabermeja, entre diciembre del 2000 y enero de 2001, le dio un sentido de vida más amplio a la Corporación Regional para la Defensa de los Derechos Humanos (Credhos), que también estuvo nominada. Si bien nacieron como organización en 1987, los golpes causados por la violencia en las décadas siguientes fueron los que le dieron más sentido a su labor de promover y proteger derechos humanos en el Magdalena Medio.
Con investigaciones sobre vulneraciones a derechos humanos y un énfasis especial en el cumplimiento del Acuerdo de Paz a nivel regional, han dado a conocer a nivel nacional e internacional violaciones sobre Derecho Internacional Humanitario y afectaciones a derechos económicos, sociales y culturales.
Por su tarea de fortalecer la democracia local, en 2017 ganaron el Premio Nacional a la Defensa de Derechos Humanos. Ahora buscan posicionarse aún más como una organización del lado de las víctimas de la guerra, en cuestiones de reparación y garantías de no repetición.