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Adrianus Koetsenruijter camina por las calles de Colombia con la serenidad de un viejo conocido. El neerlandés llegó a trabajar al país por primera vez en el año 2003, cuando fue nombrado embajador de la Unión Europea (UE). Se encontró con un territorio que sufría la devastación de la guerra entre paramilitares, guerrillas y Fuerzas Militares, y recorrió varias regiones tratando de impulsar proyectos de desarrollo y paz con las comunidades.
Esta semana, tras 17 años de terminar su periodo, el diplomático regresó a nuestro país por segunda vez en un nuevo rol: enviado especial de la UE para la paz en Colombia. La agenda de Koetsenruijter incluyó viajes a las regiones del Magdalena Medio santandereano y El Pato-Balsillas (Caquetá), donde se reunió con líderes sociales y funcionarios del Estado para conocer de primera mano los avances y rezagos de la implementación del Acuerdo de Paz firmado con las FARC en 2016, así como el impacto de la apuesta de paz total del presidente Gustavo Petro.
De la mano de Gilles Bertrand, actual embajador de la UE en Colombia, el economista (vinculado a la Comisión Europea desde 1984) tuvo reuniones con las cabezas de la Consejería Comisionada de Paz, los ministerios de Justicia y del Interior, la Unidad para las Víctimas, la Cancillería, representantes de la Iglesia, la Comisión de la Verdad, el Partido Comunes (integrado por firmantes de paz), y organizaciones defensoras de derechos humanos.
Con un español fluido y un conocimiento profundo del territorio que se mantiene tras casi dos décadas, el enviado especial le dijo a Colombia+20 que el país debe seguir apostándole a la salida del conflicto.
Usted estuvo trabajando en Colombia hace 20 años. ¿Qué diferencias ve entre el país de esa época y el de ahora?
Hay cambios en el sentido de que hay otra manera de vivir la democracia, creo que hay más espacio para tener opiniones de todo tipo, eso como comentario general. Pero además, el país ha avanzado mucho en su crecimiento económico, hay iniciativas y reformas sociales que están mucho mejor. Y claro, al mismo tiempo debo decir que no estoy aquí en vano, estoy aquí como enviado especial de la Unión Europea para el proceso de paz, y hace 20 años yo pensaba que habría un cambio radical en la violencia en el país, pero aún hay situaciones muy específicas de intereses en la economía ilegal, posiciones estratégicas, etc. A pesar de que hubo muchos logros con el Acuerdo de Paz firmado con las FARC en 2016, pues esos intereses todavía se manifiestan.
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¿Qué piensa la Unión Europea sobre la apuesta de paz total del presidente Gustavo Petro?
Estamos apoyando esa política. La implementación del acuerdo con las FARC es la orientación básica esencial, porque ahí está escrito todo lo que se puede hacer y es importante demostrar que se puede cumplir. El Gobierno va a intentar buscar soluciones con los demás grupos que existen y son amenazas para la seguridad del país, y estamos apoyando eso como comunidad internacional, y también estamos apoyando moralmente para que Colombia y su pueblo logren superar esas condiciones. Pero del otro lado, es todavía un gran desafío.
El proyecto de paz total abrió la puerta a negociar con grupos disidentes, que incumplieron el acuerdo de 2016 y se rearmaron. Eso ha generado críticas en el país. ¿Qué piensan ustedes al respecto?
Puedo entender la frustración, e incluso cierto nivel de oposición contra esa nueva oportunidad con los que no suscribieron el acuerdo y los que salieron después de la firma, que no tienen realmente excusa, pero esa es la realidad. Ellos operan con métodos similares a los de antes y el gobierno no puede dejar eso así, tiene que buscar medidas para luchar con ese fenómeno. Una solución es, otra vez, ver si hay posibilidad para negociar y, con el acuerdo en mano, tratar de buscar ciertos matices para lograr convencerles de llegar a un acuerdo de paz.
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Hay que resaltar la energía del gobierno y las instituciones para lograr realmente llenar esos objetivos.
La UE ha seguido de cerca la implementación del Acuerdo. El presidente Petro ha denunciado ante Naciones Unidas una serie de incumplimientos. ¿Qué piensa la Unión Europea al respecto?
No es una gran sorpresa. Sabemos que este es un país muy grande, que tiene instituciones muy fuertes, pero en muchas regiones la población está expuesta a los intereses de las actividades ilegales, y todo eso (narcotráfico, minería, etc.) es muy difícil de combatir y hay puntos del Acuerdo que no son satisfactorios en su implementación. Creo que hay que continuar, porque también es una manera de convencer, no solamente el pueblo colombiano, sino también a los grupos armados, de entrar en la negociación.
Aunque es verdad que hay puntos de decepción también hay muchos de progreso: la Comisión de la Verdad ha hecho su trabajo, la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) está haciendo su trabajo, hay gente que dejó las armas que ha logrado su tránsito a la vida civil. Hay que mejorar las reformas en el sector agrario, la titulación de tierras, la protección de los firmantes de paz, todo eso puede mejorarse, pero no vale la pena solamente quejarse. Hay que resaltar la energía del gobierno y las instituciones para lograr realmente llenar esos objetivos.
Y en ese camino, de avanzar en el cumplimiento, ¿cuál es su rol como enviado especial?
Hay un solo representante especial o enviado especial para Colombia, que soy yo. Tenemos muchas personas en roles muy específicos en Asia y en el medio oriente, realmente esto quiere decir que hay mucha atención sobre lo que pasa en Colombia. Es casi una tradición, porque tenemos mucho tiempo de estar muy involucrados y comprometidos con el país, desde mis tiempos como embajador.
Esto muestra que Europa y sus estados miembros también están convencidos de que lo que el país puede lograr es posible, y es necesario que lo logre incluso para nosotros, porque estamos sufriendo también por esto. Pero también es bueno para la región americana, porque una Colombia más fuerte y con menos problemas internos es también una Colombia con mayor liderazgo en la región. Mi deseo es continuar apoyando a los diferentes responsables en el país para buscar que la implementación del acuerdo de paz y la paz total salgan adelante.
En esta segunda visita como enviado especial, su primer destino fue el Magdalena Medio, una región que ya conocía bien. ¿Qué encontró allá?
Sí, cuando fui embajador apoyamos un proyecto que se llamaba Laboratorios de Paz, y era una iniciativa para ver cómo desarrollar la vida económica y social sostenible como una manera de vivir sin violencia. A pesar de haber hecho mucho, sobre todo las organizaciones de sociedad civil y la Iglesia, hoy están confrontadas con varios grupos interesados en la actividad criminal. Es un gran desafío para la población, porque no hay garantías de seguridad, y eso muestra que los retos para lograr la paz todavía son muy grandes.
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¿Cuál es el mensaje desde y hacia la comunidad internacional sobre la situación del país?
Yo siempre quedo impresionado, en cualquier lugar del país, de la fuerza de la sociedad civil, de la población que tiene siempre esperanza de poder avanzar, que están trabajando juntos, que se organizan, que no se dejan vencer por el miedo o por las amenazas. Claro, es una enorme dificultad en la vida del día a día, pero yo veo que hay una fuerte mentalidad y espíritu en el país para lograr avanzar contra todos esos males de la violencia y la criminalidad. Eso da mucha esperanza: a pesar de todas las dificultades, los colombianos están trabajando.
Este es un país con enorme riqueza, y cada generación tiene otra vez sus oportunidades. Es impresionante ver cómo jóvenes de 16, 18, 20 años están ahí, trabajando por mejorar sus condiciones de vida y las de sus comunidades. Mi mensaje desde la Unión Europea es de admiración. Europa y sus Estados miembros están con los colombianos.