‘Calarcá’: “Un acuerdo con Petro es imposible, pero tenemos voluntad de avanzar”
Colombia+20 viajó a las sabanas del Yarí, el territorio controlado por Alexander Díaz, conocido como el jefe máximo de la disidencia Estado Mayor de los Bloques y Frente (EMBF). En esta entrevista, da su versión de la ruptura con ‘Iván Mordisco’, habla de la disputa con el Clan del Golfo, y sienta su posición sobre la deforestación, el desarme, las transformaciones territoriales y el futuro de la paz total.
Julián Ríos Monroy
Gloria Castrillón Pulido
Los primeros hombres vestidos de camuflado y con fusiles terciados aparecen después de andar cuatro horas por una carretera destapada que atraviesa las sabanas del Yarí. Son las 9:43 a. m. del último sábado de noviembre y la mancha del sol se empieza a extender en El Diamante, un poblado de casas con paredes de madera y tejados de zinc ubicado a 185 kilómetros de la cabecera de San Vicente del Caguán (Caquetá).
Tres guerrilleros nos inspeccionan desde el fondo del patio tan pronto ponemos los pies en el suelo rojo y árido. Apenas unos segundos después, nos hacen seguir a un granero bien surtido. No hay música. Alexander Díaz Mendoza (piel cobriza, espalda ancha, 1,78 m de estatura) aparece tras el sonido de la puerta de una camioneta 4x4 cerrándose.
Nadie lo conoce por su nombre de pila. Todos lo llaman ‘Calarcá Córdoba’ (o ‘Cala’), su seudónimo de guerra, y hoy en día es la figura más visible del Estado Mayor de Bloques y Frente (EMBF), la mayor disidencia de la guerrilla de las FARC que mantiene un proceso de paz con el Gobierno del presidente Gustavo Petro, tras la ruptura interna con ‘Iván Mordisco’.
Calarcá ha pasado 29 de sus 41 años empuñando un fusil, pero, al menos hoy, no tiene más arma que un machete con dientes de serrucho metido en una funda rígida de nylon. Tampoco las necesita: esta es su zona, y se mueve a sus anchas.
Eso sí, ha tenido que tomar medidas desde el 21 de agosto, cuando ‘Mordisco’, su antiguo compañero de comandancia, le declaró la guerra tras la división de lo que antes se conocía como Estado Mayor Central (EMC). ‘Mordisco’ se levantó de la mesa de diálogos y tildó a ‘Calarcá' de “fraccionalista” por continuar en ella junto a los alrededor de 2.800 combatientes que quedaron bajo su mando, según las estimaciones de la Consejería Comisionada de Paz.
Esas medidas, como siempre, afectan a la población civil. Hay una restricción para moverse por las carreteras entre 6 p.m. y 6 a.m., so pena de una multa de $500.000. Además, los vehículos que transitan estas trochas deben hacerlo con los vidrios abajo; los motociclistas, sin casco, para evitar que entren foráneos. Incluso, los pobladores deben tener un carné que los identifique como parte de alguna Junta de Acción Comunal de la región.
Lea: Así se gestó la división en disidencia EMC que llevó a la ruptura con Iván Mordisco
En sus últimas apariciones ante la prensa, ‘Calarcá’ ha estado de civil, pero hoy calza botas de caucho y viste su uniforme verde oliva sin insignias. En algunos de los portacargadores de su chaleco de combate se lee la sigla gringa U.S. “Pronto vamos a sacar unos que digan made in FARC”, comenta con esa voz aguda y marcada por el acento llanero de los campos de Mesetas, Meta, donde nació en 1983, cuando la guerrilla ya estaba consolidada en toda esa región históricamente olvidada por el Estado.
Antes del inicio de los diálogos de paz con Petro, su foto aparecía en el cartel de los más buscados por las autoridades, que ofrecían hasta 1.000 millones de pesos por información para ubicarlo. La inteligencia militar lo señala de tener nexos con el narcotráfico y ser el responsable del atentado contra el exgobernador del Caquetá Arnulfo Gasca en enero de 2022, que dejó dos policías muertos. ‘Calarcá', que se jacta de ser un guerrillero enchapado a la antigua, se presenta como “un revolucionario dispuesto a hablar de paz con el Gobierno y la oligarquía de este país”.
Es el único sobreviviente de cuatro hermanos que ingresaron a las FARC, guerrilla que firmó un Acuerdo de Paz el 24 noviembre de 2016.
Él, que comandaba el Frente 40, desertó del proceso un par de meses después, antes de la entrega de armas, para unirse a las filas de ‘Gentil Duarte’.
El seudónimo de ese fallecido líder disidente volvió a sonar en mayo pasado, cuando se conoció que ‘Calarcá' pensaba nombrar así un colegio agroecológico internado, con capacidad para casi 500 estudiantes, que se ve desde el lugar donde conversamos y que aún no ha entrado en funcionamiento por la controversia para formalizarlo. Un tema ―como muchos con la sombra de las disidencias― que trasnocha a los académicos que estudian conceptos como la gobernanza armada o la construcción competitiva del Estado a manos de grupos insurgentes.
Si no tuviera ese uniforme, Díaz Mendoza podría pasar por ser un terrateniente de la región. Sonríe con facilidad; habla con soltura de cuánta gallinaza, cal y abono se necesitan para recuperar cada hectárea de tierra improductiva en las sabanas del Yarí o de qué razas de ganado producen más leche en estos climas; saluda, por su nombre, a los campesinos y niños que llegan al granero. Pero cuando se le menciona la negociación de paz o la entrega de armas (algo que no contempla como posibilidad) frunce el ceño, agudiza la mirada y manotea.
En esta entrevista con El Espectador, el jefe del EMBF habla del futuro de los diálogos con el Gobierno, de la pelea con ‘Iván Mordisco’, de la deforestación, de los procesos de transformación territorial agropecuarios y el colegio que construyó (consciente del peso simbólico de esa decisión) exactamente en el mismo lugar donde las antiguas FARC hicieron la Décima Conferencia ―que él desconoce―, en la cual se aprobó el Acuerdo Final negociado en La Habana. También responde a temas espinosos como la extorsión, el reclutamiento de menores, las denuncias de violaciones de derechos humanos y la dejación de armas.
¿Qué están buscando en la mesa de negociación con el gobierno Petro?
Cuando iniciamos el proceso de diálogo estábamos todavía en unidad con Iván Losada (‘Mordisco’), pero hoy es otro momento. Le hemos apostado, producto de lo acordado en la mesa, a unas transformaciones territoriales en territorios como el Yarí, Guaviare, Meta y Caquetá. Aquí estamos a unos 15 kilómetros del Parque Nacional Chiribiquete, donde comienza la Amazonía. El campesinado de esta región recibió la mano dura del mal llamado plan Artemisa, en el mandato del presidente (Iván) Duque.
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Hoy podemos decir que no hemos encontrado un resultado positivo en esas transformaciones territoriales que diseñamos en el cuarto ciclo de diálogos en San José de Guaviare. Todo eso fue visto con buenos ojos, pero realmente hoy, después de siete u ocho meses, no hemos visto ni siquiera el 1% de cumplimiento de ese acuerdo que hicimos de transformación territorial.
¿Usted cree que se va a lograr un acuerdo en el tiempo que le queda al presidente Petro?
Yo lo he dicho siempre, que firmemos un acuerdo es imposible, pero que dejemos algo bien adelantado en materia de transformación, de reformas. Si hay voluntad lo podemos hacer, puede quedar algo adelantado para continuar con el próximo gobierno si quiere diálogo.
¿Existe un afán de ustedes frente al tiempo? En abril se vence el cese al fuego bilateral…
Aquí estamos jugando con dos cosas: con el tiempo y con la necesidad de los campesinos. Nosotros no estamos sentados ahí para echar barriga y para echar discurso. Lo del cese al fuego hay que evaluarlo. Esa pregunta yo me la hago: ¿Qué va a hacer el presidente, el ministro de Defensa, cuando se venza el cese al fuego? Si lo que no ha avanzado es por culpa del mismo gobierno, nosotros sacamos nuestra propia conclusión y es que esto anda si hay voluntad.
Se ha dicho que, en parte, el proceso no avanzó por la división entre sus tropas y las de ‘Iván Mordisco’…
Sí hubo una crisis en la mesa, pero entre las delegaciones, o sea, entre la organización FARC y el gobierno. Si había un problema con nosotros, no tenían por qué haber parado los proyectos y la implementación de lo que hemos hecho con el campesinado, porque acá todo va encaminado al pueblo.
Mientras usted asegura que el grupo está acá porque hay necesidades de la población, hay denuncias de que ustedes generan confinamientos, desplazamientos, asesinatos de líderes y que se mantienen las lógicas violentas de su grupo. ¿Qué responde?
Bueno, el tema del confinamiento no es una vaina planeada por nosotros. Son cuestiones propias que se dan en la guerra. Nosotros hemos estado aquí en estos territorios donde nos conformamos, pero los grupos han llegado ahí a provocar la confrontación, ¿qué hemos hecho? Responder. Y pues lógico, en esa confrontación se ha afectado a la población civil, eso no lo podemos negar. Son daños colaterales, pero nunca es planeado por nosotros. No premeditamos eso para causar daño a la población civil, no seríamos revolucionarios.
¿Y el reclutamiento de menores?
La decisión que tomamos es no ingresar menores de 15 años, hasta ahí porque está plasmado así en los documentos hasta la Novena Conferencia y no hemos hecho la otra. No reconocemos lo que se acordó en la Décima Conferencia porque esa indujo a los guerrilleros a la desmovilización. Lo que sí le digo es que aquí no hay guerrilleros menores de 15 años. Han llegado y los hemos devuelto.
Otro tema que critican las comunidades es la extorsión. ¿Ustedes cómo se financian y qué tan viable ven eliminar la extorsión?
Igual a como nos hemos financiado las FARC todo el tiempo, menos con las retenciones ni con el vínculo directo con el narcotráfico como lo hacen en el Cauca. Nos financiamos con un impuesto a las contrataciones, impuestos a los comercios más grandes que haya en la región, impuesto a ganaderos que pasen de 300 reses, impuesto de la coca…
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¿Entonces no están de acuerdo con eliminar la extorsión?
Hasta ahora no, porque de qué vamos a comer. Si el gobierno nos va a garantizar un presupuesto a nosotros, pues lo aceptamos, pero ni siquiera hay para los campesinos para que van a una reunión, ¿ahora van a sostener un cúmulo de guerrilleros como el que vemos ahorita? Mire, nosotros no estamos en la mesa negociando una vaina, nosotros estamos negociando es un cambio, no estamos diciendo ‘venga, enséñenos cómo nos vamos a financiar nosotros’. Eso nunca lo hemos tocado, que nos lo quieren imponer es otra cosa.
Pero si ese cambio se da de la mano de la violencia, pierde la legitimidad ante la sociedad y ante las mismas comunidades que viven acá…
En este momento nosotros estamos dialogando con el gobierno, no con los grupos que nos están haciendo la guerra a nosotros. Tenemos un cese al fuego con el Ejército y lo hemos respetado. Incluso hay unos protocolos, eso lo respetamos. Pero aquí no se ha negociado ni se ha hablado de que nos toca dejarnos matar, ni que nos toca dejarnos invadir los territorios de los grupos malsanos que vienen. Siempre hemos tratado de buscar el diálogo, porque venimos de la guerra y sabemos qué causa: terror, daño, rencor, heridas…
Ahora, si usted se refiere a los tiros que ha habido con las tropas de ‘Iván Mordisco’, a nosotros nos faltó arrodillarnos para decirle que no llegáramos a una confrontación. La respuesta que nos mandó fue la invasión y nos tocó responder.
Lo que se supo de su división con ‘Mordisco’ es que se da por tensiones internas luego de que el Gobierno suspendió el cese al fuego en el suroccidente del país y ustedes decidieron continuar en los diálogos. ¿Cuál es la versión que usted tiene de la ruptura?
Quiero desmentir lo que le han querido vender al país, incluso por boca del mismo ‘Mordisco’, y es que Petro nos dividió o que nosotros nos dividimos por el diálogo. Eso nunca fue así. Eso tiene un cuento largo: en pocas palabras, la pérdida de los principios, la pérdida de los valores revolucionarios de esos grupos que estaban aliados con ‘Iván’. Ellos son hábiles para la carreta y tuvieron todo el tiempo para planear la avalancha de propaganda que iban a hacer en contra de nosotros.
¿Se refiere a las estructuras del Cauca, del Bloque Occidental Jacobo Arenas?
Sí. Cuando hubo la reunión de mandos acá en el Yarí nosotros, el bloque Jorge Briceño, éramos los anfitriones. Mientras nosotros estábamos ocupados en el tema de seguridad y logística, los del Cauca y ‘Mordisco’ hicieron su propia reunión, antes de la reunión general de mandos. Ya cuando nos encontramos fue a hablar carreta, la hipocresía por encima, porque ya estaba planeado el fortalecimiento para Iván. Tenían que mandarle, si no estoy mal, dos o tres guerrilleros mensuales por cada frente, para crecer al comandante Iván, porque fue un hombre incapaz. Digo incapaz porque quedó con 104 guerrilleros cuando tomó la decisión de separarse, y hoy, si tiene una escuadra (12 guerrilleros) es mucho, porque en vez de administrar dejó acabar lo poco que tenía.
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Hay un tema de la cronología que no se entiende. Esa reunión fue acá, en abril de 2023, pero la división se da un año después. ¿Por qué siguieron tanto tiempo si había esas sospechas?
Eso realmente maduró debido a que se nombró en esa reunión un Estado Mayor, compuesto por 15 personas. Pero como ya había una planeación y una reunión a solas entre ellos, pues por muchos mandos que hubieran y por muy bien que hiciéramos las cosas eso no iba a funcionar porque todo iba a regirse bajo lo que ellos dijeran. Eso nos ayudó para que esto se rompiera, porque al nombrar un estado mayor pues eso es de respeto, tenía que haber una coordinación suprema, una dirección colectiva. Ellos utilizan el mero nombre de las FARC, pero en sí están haciendo una cantidad de fechorías.
Se ha dicho que su pelea con Mordisco es por un caleta de oro…
Es mentira. Yo sí poseía un oro que era del camarada (Manuel) Marulanda, que lo tenía el camarada ‘Gentil Duarte’ a su cargo. Al desmovilizarse parte de la guerrilla en el 2016, ‘Gentil’ queda con eso, y antes de morir me entregó ese oro a mí para que consiguiéramos material y logística. ‘Iván (Mordisco)’ solo es un payaso hablando de ese oro, pero en realidad él nunca lo miró. Es más, de ese oro yo de manera solidaria le envié 8 kilos para él, eso sí no lo dice.
Todo esto evidencia un problema de unidad que, al final, está generando violencia contra la población, que no tiene cómo saber bien quién es el mando. ¿Usted qué responsabilidad asume frente a esas amenazas y muertes?
Hemos dicho entre los mandos: ‘entre menos hablemos, menos confundimos a la población civil, dejemos que hablen la carreta que quieran’. Nosotros hemos hecho lo posible por aclarar todas esas cosas a los campesinos a los que hemos podido. Nosotros no hemos ordenado asesinar a ningún campesino ni ajusticiar a nadie. Lo que hemos hecho es hacer nuestra propia defensa, que nos corresponde hacerla. Es que ‘Iván’ no es un cura que bendice o casa a alguien, ni le da el título guerrillero a nadie. Es un tipo falto de principios, entonces nos toca responder.
¿Quiénes están en la mesa con el EMBF y quiénes no?
En la mesa estamos los guerrilleros que componemos el Bloque comandante Jorge Briceño, el Bloque Magdalena Medio comandante Gentil Duarte, y el Comando Conjunto del Sur, que antes se llamaba Carolina Ramírez.
¿Cómo fue la división en el Carolina Ramírez?
La confusión es porque cuando sucede el problema de división, ese frente Carolina –al mando de ‘Alonso 45′ y como reemplazante ‘Danilo Alvizú’–, pertenecía a la orientación de ‘Iván Mordisco’, al bloque Amazonas que se inventaron. ‘Alonso 45′ es un mando de papel, nunca iba al territorio, nunca había ni siquiera alguna orientación de los guerrilleros. El que sí lo hizo y se mantuvo todo el tiempo fue ‘Danilo’, que decidió hacer comando con el Bloque Jorge Briceño, ahí se queda todo el personal del Frente Carolina Ramírez. Entonces para evitar problemas por un nombre, lo llamamos Frente Raúl Reyes. ‘Iván’ se quedó con el mero nombre, porque él no tenía tropas.
Ese frente de ‘Alvizú' ha sostenido combates muy fuertes con los Comandos de Frontera, antes inscritos a la Segunda Marquetalia. ¿Los consideran un enemigo frontal?
Hasta hoy, sí. Los Comandos tienen actitud de paramilitares.
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¿Y qué pasa con el Clan del Golfo? En Antioquia hay choque con estructuras del EMBF y se habla de que el Clan está avanzando hacia el Catatumbo...
Pues qué pasa... que hay el plomo. Estoy seguro de que el camarada ‘John (Mechas)’ y el resto de los mandos que están ahí no van a decir ‘ah, llegó el Clan del Golfo, yo me echo la maleta y me voy para allí porque tengo que salir del campo’. No, señor, si fueran personas de bien de pronto se les diría ‘háganse aquí y trabajen aquí', pero son paramilitares.
¿En las tres estructuras del EMBF sí hay un mando unificado o al menos están alineadas en lo relativo a la paz?
Hoy lo digo con certeza: los mandos que estamos al frente de esta estructura tenemos plena cohesión, escuche bien, plena cohesión de mando, nos identificamos todos con lo que planeamos y hay certeza de que cada uno cumple su proyecto donde esté con transparencia, pero no hay una estructura de que Fulano es el comandante, ni yo me miro como comandante, porque a mí nadie me ha nombrado ni yo me he nombrado, eso fue la prensa.
¿Cuál es la estructura en ese Estado Mayor y quiénes lo integran?
Nosotros tenemos en el momento un equipo de mandos. Ahí está el camarada Jhon (‘Mechas’), del Catatumbo. Para mí, el jefe es él.
Pero usted acaba de decir que no hay jefe…
Digo para mí, yo lo reconocería él, no estoy diciendo que es el comandante, o que lo nombramos, o que me nombraron, pero para mí debe ser el camarada ‘John’. En fin, todos nos rodeamos con ideas, opinamos, y sacamos conclusiones. Aquí no es lo que diga ‘Andrey‘ o lo que diga ‘Jhon’ o lo que diga ‘Andrea’ o lo que diga ‘Richard’, aquí es lo que diga la mayoría y se respeta. Eso era lo que no sucedía con ‘Iván (Mordisco)’, primaba el deseo y lo hacía realidad bajo la imposición. Acá le estamos compartiendo a los guerrilleros qué hemos hecho, dónde va la mesa, lo positivo, lo negativo de cada cosa. Aquí no hay tapadijos de ninguna clase.
Usted insiste en que no están comprometidos con dejar las armas. ¿Cómo entender la voluntad de paz del EMBF?
Es que nosotros queremos una paz real, no una desmovilización real. Queremos una paz con justicia social, una paz que comience por unos cambios verdaderamente que tienen que existir. No es la paz que le infundieron en la mente al pueblo colombiano que es desarmando grupos, poniéndolos a aguantar hambre y luego matándolos para no cumplir con lo que se acuerda. Para un acuerdo que incluya desarme para hablar dos años carreta y luego ir a entregar las armas, eso se hace en un mes. Nosotros desde el comienzo les dijimos: ‘Vamos a apostar a la paz’. ¿Qué hemos hecho? Hemos respetado los acuerdos, aprobamos una georreferenciación, hemos aprobado unos sitios para instalar mecanismos de monitoreo, hemos hecho cantidad de cosas en bien de la paz, prohibimos rotundamente el secuestro por situaciones económicas. Una cantidad de cosas.
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Hablemos de las propuestas concretas que ustedes tienen para que un eventual acuerdo de paz se desarrolle. Usted habla mucho del programa agrario de las FARC, pero este se forjó hace 60 años y plantea acabar con el latifundio y entregar tierras a los campesinos. ¿Qué es lo que proponen?
Ahí está lo duro. El presidente habla de un número de millones de (hectáreas de) tierras que se necesitan, pero como él diseña la reforma agraria no es ni parecido a como la diseñamos nosotros los revolucionarios, que es quitarle la tierra a quien la tiene sin uso o dándole un mal uso y ponerla en manos de quienes la necesitan y las ponen a producir.
Acá en el Yarí usted está poniendo en marcha unos planes piloto que incluyen la construcción de un colegio, cultivos, infraestructura para transformación de arroz. Todo esto ha generado controversia. ¿Qué es lo que buscan con esto?
Aquí había un problema grave en el sistema de educación, unos niños en muchas partes mojándose en la misma escuela y le habían pedido ayuda a la Gobernación y no les pusieron cuidado, entonces hicimos un colegio. También hicimos un trabajo encaminado a la conservación del medio ambiente, a la producción de una economía autosostenible para cambiarle de mentalidad a unos campesinos que creen que en Colombia solamente se vive si hay coca o ganadería.
¿Qué estamos haciendo aquí? Que el guerrillero aprenda y mire porqué es la lucha. La lucha de nosotros es porque haya herramientas, porque haya tierra, porque haya vida, porque haya transformaciones. Vamos a empezar a hacerlas. Aquí hay cultivos de arroz, maíz, caña, fríjol, soya, sorgo, hay piscicultura, pollos, ganadería. Estamos implementando las transformaciones nosotros, que somos proletarios.
¿De dónde sale la plata de esos proyectos y quién los usa?
En algunas cosas muy mínimas hay recursos de las comunidades, sobre todo la fuerza de trabajo para construir las instalaciones porque son para ellos mismos, con su visto bueno. Hemos dicho que vamos a poner a rodar unos proyectos, a hacer una práctica ahí y depende de cómo nos vaya ahí, vamos a hacer ya otra vaina de más grande envergadura. En conclusión, eso no es de nosotros, eso es de los campesinos.
¿Pero lo construyeron ustedes como EMBF?
Sí, lo construimos las FARC. Nosotros no podemos negar eso.
¿Y cómo funciona esa administración de la tierra por parte de ustedes? Porque suena como si ustedes suplantaran a la Agencia Nacional de Tierras o ustedes pudieran decirle al campesino ‘tome, le adjudico esto y trabaje’...
La Agencia Nacional de Tierras es una persona que recibe un cargo y lo ejecuta, y hasta hoy ninguno lo ha hecho bien. Lo que sí es cierto es que la tierra es de todos. Esta tierra no tiene dueños, y nosotros por ser revolucionarios nos corresponde hacer las reformas sí o sí, como nos toque hacerlas.
Pero eso tiene varias complejidades a nivel jurídico y político, igual que lo del colegio. ¿En qué va eso?
El colegio tiene 11 salones, desde preescolar hasta grado 11, con capacidad para casi 500 estudiantes. Tiene dos alojamientos (de internado) con capacidad de 160 niños, baños privados, duchas, aula de reuniones, restaurante, salón de informática, biblioteca, sala de herramientas… Me parece que tiene todo lo necesario. Si no está en funcionamiento es porque no hay voluntad, no hay otra forma de decirlo. Acá no estamos diciendo ‘hágannos un colegio’. Aquí estamos diciendo ‘pongan a funcionar un colegio que ya está hecho’. Es temor, porque han satanizado ese colegio porque nosotros en honor a ‘Gentil Duarte’ le pusimos el nombre. Un nombre no es nada, el colegio es algo que se necesita aquí para esos niños.
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Una opción que se planteó es que el SENA lo reciba. ¿Bajo qué figura?
Aquí hubo una visita del SENA, vino (el consejero comisionado de Paz) Otty Patiño, un general del Ejército, estuvo (el negociador del Gobierno) Camilo González, la ONU, los países garantes y acompañantes y todo se ha ido en solo visitas. Ahorita vinieron los del SENA y dieron una muy buena opción. Tengo entendido que esto corresponde al Caquetá pero nuestro gobernador no comparte con nosotros y relaciona esa mala relación que tiene con la necesidad de esos niños y esos campesinos y no muestra la voluntad.
Pasemos al tema de la deforestación. En días recientes hubo una reunión de campesinos con la mesa de diálogos para frenar la tala. ¿Cuál es la posición del EMBF frente a este tema?
Una de las banderas de la FARC es la lucha por conservar el ambiente. Hubo un desmán en la tala de bosques en el momento en que tendió a desaparecer la guerrilla en el 2016. Los campesinos, unos por necesidad y otros por hambrientos y abusivos se tomaron muchos baldíos de esos que habían sido conservados toda la vida por la FARC. Pero hoy nosotros somos los primeros en estar reprochando la tala de bosques. Lo hemos dicho en tres fines de año, hemos dado la orientación pero muchos las han violado. Por último nos toca ya tomar una medida que la voy a decir aquí y es recogerle la tierra a aquellos que tumbaron 2, 3 hectáreas, 10, 20 hectáreas sin necesidad. Incluidos los que tumbaron hace un año. Hay que castigar la picardía y mostrar autoridad y esas tierras se las vamos a dar a otros que no tienen.
Se dice que la tala es uno de sus métodos de financiación. ¿Usted niega ese vínculo del EMBF con la deforestación?
Sí, totalmente. Muchos estaban creyendo eso, porque se cobraba una multa cuando tumbaban. ¿Y qué tiene que ver un árbol que lo tumban, que desaparece para siempre? ¿Qué garantía es recibir yo 20 o 30 millones de multa a una persona que desaparece 500, 1.000, 30.000 árboles? Nosotros somos los únicos que hemos podido controlar eso (la tala), le estamos haciendo el trabajo al gobierno ser gobierno. Pero tras de ese ‘no tumben’ tiene que ir una iniciativa y una solución. Entonces estamos solucionando.
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¿Ve un cambio a mediano plazo, que lleve a que ustedes como movimiento desaparezcan?
Esto depende mucho del esclarecimiento que haya adquirido el pueblo en estos años que lleva gobernando Petro. Él no ha podido gobernar ni hacer lo que quería hacer, cumplir las promesas. Es la primera vez que sube una persona, no de izquierda pero sí progresista, una persona con mentalidad de cambios, de cambiar la guerra por trabajo, por estudio, pero no lo dejaron. Ojalá eso le quede bien en la mente a los colombianos y tomen decisiones serias el día de mañana, cuando salga Petro.
¿Usted se mantiene en que no buscarán participación política a través de cargos o curules en el Congreso?
La participación la hacemos a través del pueblo. Nuestro plan estratégico es el que diseñó Marulanda con la estructura orgánica...
Pero eso se diseñó hace 60 años. ¿No es anacrónico pensarlo así ahora, incluso, seguir en la lucha armada?
Sigue teniendo toda la vigencia. Mientras no cambien las causas, eso sigue siendo vigente. Yo no voy a decir que es que yo me voy a tomar el poder. Yo me voy a morir y no voy a mirar la toma del poder, pero estoy haciendo todo el esfuerzo de que dejemos las cosas verdaderamente de enseñanza, que cambien la mentalidad de algunas personas que dicen que la guerrilla nos dedicamos a matar, a extorsionar. A eso no nos dedicamos, pero si no somos escuchados, pues nos toca echar tiros.
Hay una Colombia que considera que ustedes no tienen voluntad de paz, que son mentirosos, cometen actos de violencia y son criminales. ¿Qué le diría a esas personas?
Voluntad de paz tenemos y por eso estamos aquí, que no haya voluntad de parte de unos sectores del Estado es otra cosa. Queremos que la mesa continúe y que hagamos todo lo que sea necesario para que esto no se enrede en los fusiles, que si van a desmovilizarse o no. El mensaje para el pueblo colombiano es que sí tenemos voluntad de paz y queremos la paz, que todos los que puedan lanzar un mensaje a esas mentes retardatarias y negativas, que lo hagan. Unidos podemos hacer los cambios.
El perfil de Jhon Mechas
Un hombre clave que mencionó Calarcá Córdoba durante la entrevista a Colombia+20 fue el de Javier Alfonso Velosa García, conocido en la guerra como Jhon Mechas. Según Calarcá, Mechas debería ser el comandante del Estado Mayor de Bloques y Frente, pero ¿Quién es Jhon Mechas?
Mechas es señalado de ordenar una serie de hechos violentos en los últimos años: un atentado al expresidente Iván Duque, el bombazo a la Brigada 30 del Ejército en Cúcuta, la detonación con explosivos en un CAI que mató a dos niños en Bogotá, entre otros.
Llegó a ser uno de los hombres más buscados por las autoridades. Por ejemplo, luego de que se determinara que hombres bajo sus órdenes instalaron artefactos explosivos en un CAI de Ciudad Bolívar en Bogotá, en marzo de 2022, el Gobierno llegó a ofrecer $5.000 millones por información que llevara a su captura.
En junio de 2021, después de los disparos contra el helicóptero en el que se transportaba el presidente Duque y el carro bomba en la Brigada 30 que dejó 44 personas heridas, la Policía ofreció una recompensa de $600 millones por información que permitiera dar con la captura. En ese momento las autoridades sostuvieron que se emitiría una circular roja de Interpol contra Veloza y sería ubicado dentro de los hombres más buscados del mundo.
Cabe resaltar que hasta el momento, Jhon Mechas no ha participado en ningún escenario de la mesa de paz.
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Los primeros hombres vestidos de camuflado y con fusiles terciados aparecen después de andar cuatro horas por una carretera destapada que atraviesa las sabanas del Yarí. Son las 9:43 a. m. del último sábado de noviembre y la mancha del sol se empieza a extender en El Diamante, un poblado de casas con paredes de madera y tejados de zinc ubicado a 185 kilómetros de la cabecera de San Vicente del Caguán (Caquetá).
Tres guerrilleros nos inspeccionan desde el fondo del patio tan pronto ponemos los pies en el suelo rojo y árido. Apenas unos segundos después, nos hacen seguir a un granero bien surtido. No hay música. Alexander Díaz Mendoza (piel cobriza, espalda ancha, 1,78 m de estatura) aparece tras el sonido de la puerta de una camioneta 4x4 cerrándose.
Nadie lo conoce por su nombre de pila. Todos lo llaman ‘Calarcá Córdoba’ (o ‘Cala’), su seudónimo de guerra, y hoy en día es la figura más visible del Estado Mayor de Bloques y Frente (EMBF), la mayor disidencia de la guerrilla de las FARC que mantiene un proceso de paz con el Gobierno del presidente Gustavo Petro, tras la ruptura interna con ‘Iván Mordisco’.
Calarcá ha pasado 29 de sus 41 años empuñando un fusil, pero, al menos hoy, no tiene más arma que un machete con dientes de serrucho metido en una funda rígida de nylon. Tampoco las necesita: esta es su zona, y se mueve a sus anchas.
Eso sí, ha tenido que tomar medidas desde el 21 de agosto, cuando ‘Mordisco’, su antiguo compañero de comandancia, le declaró la guerra tras la división de lo que antes se conocía como Estado Mayor Central (EMC). ‘Mordisco’ se levantó de la mesa de diálogos y tildó a ‘Calarcá' de “fraccionalista” por continuar en ella junto a los alrededor de 2.800 combatientes que quedaron bajo su mando, según las estimaciones de la Consejería Comisionada de Paz.
Esas medidas, como siempre, afectan a la población civil. Hay una restricción para moverse por las carreteras entre 6 p.m. y 6 a.m., so pena de una multa de $500.000. Además, los vehículos que transitan estas trochas deben hacerlo con los vidrios abajo; los motociclistas, sin casco, para evitar que entren foráneos. Incluso, los pobladores deben tener un carné que los identifique como parte de alguna Junta de Acción Comunal de la región.
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En sus últimas apariciones ante la prensa, ‘Calarcá’ ha estado de civil, pero hoy calza botas de caucho y viste su uniforme verde oliva sin insignias. En algunos de los portacargadores de su chaleco de combate se lee la sigla gringa U.S. “Pronto vamos a sacar unos que digan made in FARC”, comenta con esa voz aguda y marcada por el acento llanero de los campos de Mesetas, Meta, donde nació en 1983, cuando la guerrilla ya estaba consolidada en toda esa región históricamente olvidada por el Estado.
Antes del inicio de los diálogos de paz con Petro, su foto aparecía en el cartel de los más buscados por las autoridades, que ofrecían hasta 1.000 millones de pesos por información para ubicarlo. La inteligencia militar lo señala de tener nexos con el narcotráfico y ser el responsable del atentado contra el exgobernador del Caquetá Arnulfo Gasca en enero de 2022, que dejó dos policías muertos. ‘Calarcá', que se jacta de ser un guerrillero enchapado a la antigua, se presenta como “un revolucionario dispuesto a hablar de paz con el Gobierno y la oligarquía de este país”.
Es el único sobreviviente de cuatro hermanos que ingresaron a las FARC, guerrilla que firmó un Acuerdo de Paz el 24 noviembre de 2016.
Él, que comandaba el Frente 40, desertó del proceso un par de meses después, antes de la entrega de armas, para unirse a las filas de ‘Gentil Duarte’.
El seudónimo de ese fallecido líder disidente volvió a sonar en mayo pasado, cuando se conoció que ‘Calarcá' pensaba nombrar así un colegio agroecológico internado, con capacidad para casi 500 estudiantes, que se ve desde el lugar donde conversamos y que aún no ha entrado en funcionamiento por la controversia para formalizarlo. Un tema ―como muchos con la sombra de las disidencias― que trasnocha a los académicos que estudian conceptos como la gobernanza armada o la construcción competitiva del Estado a manos de grupos insurgentes.
Si no tuviera ese uniforme, Díaz Mendoza podría pasar por ser un terrateniente de la región. Sonríe con facilidad; habla con soltura de cuánta gallinaza, cal y abono se necesitan para recuperar cada hectárea de tierra improductiva en las sabanas del Yarí o de qué razas de ganado producen más leche en estos climas; saluda, por su nombre, a los campesinos y niños que llegan al granero. Pero cuando se le menciona la negociación de paz o la entrega de armas (algo que no contempla como posibilidad) frunce el ceño, agudiza la mirada y manotea.
En esta entrevista con El Espectador, el jefe del EMBF habla del futuro de los diálogos con el Gobierno, de la pelea con ‘Iván Mordisco’, de la deforestación, de los procesos de transformación territorial agropecuarios y el colegio que construyó (consciente del peso simbólico de esa decisión) exactamente en el mismo lugar donde las antiguas FARC hicieron la Décima Conferencia ―que él desconoce―, en la cual se aprobó el Acuerdo Final negociado en La Habana. También responde a temas espinosos como la extorsión, el reclutamiento de menores, las denuncias de violaciones de derechos humanos y la dejación de armas.
¿Qué están buscando en la mesa de negociación con el gobierno Petro?
Cuando iniciamos el proceso de diálogo estábamos todavía en unidad con Iván Losada (‘Mordisco’), pero hoy es otro momento. Le hemos apostado, producto de lo acordado en la mesa, a unas transformaciones territoriales en territorios como el Yarí, Guaviare, Meta y Caquetá. Aquí estamos a unos 15 kilómetros del Parque Nacional Chiribiquete, donde comienza la Amazonía. El campesinado de esta región recibió la mano dura del mal llamado plan Artemisa, en el mandato del presidente (Iván) Duque.
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Hoy podemos decir que no hemos encontrado un resultado positivo en esas transformaciones territoriales que diseñamos en el cuarto ciclo de diálogos en San José de Guaviare. Todo eso fue visto con buenos ojos, pero realmente hoy, después de siete u ocho meses, no hemos visto ni siquiera el 1% de cumplimiento de ese acuerdo que hicimos de transformación territorial.
¿Usted cree que se va a lograr un acuerdo en el tiempo que le queda al presidente Petro?
Yo lo he dicho siempre, que firmemos un acuerdo es imposible, pero que dejemos algo bien adelantado en materia de transformación, de reformas. Si hay voluntad lo podemos hacer, puede quedar algo adelantado para continuar con el próximo gobierno si quiere diálogo.
¿Existe un afán de ustedes frente al tiempo? En abril se vence el cese al fuego bilateral…
Aquí estamos jugando con dos cosas: con el tiempo y con la necesidad de los campesinos. Nosotros no estamos sentados ahí para echar barriga y para echar discurso. Lo del cese al fuego hay que evaluarlo. Esa pregunta yo me la hago: ¿Qué va a hacer el presidente, el ministro de Defensa, cuando se venza el cese al fuego? Si lo que no ha avanzado es por culpa del mismo gobierno, nosotros sacamos nuestra propia conclusión y es que esto anda si hay voluntad.
Se ha dicho que, en parte, el proceso no avanzó por la división entre sus tropas y las de ‘Iván Mordisco’…
Sí hubo una crisis en la mesa, pero entre las delegaciones, o sea, entre la organización FARC y el gobierno. Si había un problema con nosotros, no tenían por qué haber parado los proyectos y la implementación de lo que hemos hecho con el campesinado, porque acá todo va encaminado al pueblo.
Mientras usted asegura que el grupo está acá porque hay necesidades de la población, hay denuncias de que ustedes generan confinamientos, desplazamientos, asesinatos de líderes y que se mantienen las lógicas violentas de su grupo. ¿Qué responde?
Bueno, el tema del confinamiento no es una vaina planeada por nosotros. Son cuestiones propias que se dan en la guerra. Nosotros hemos estado aquí en estos territorios donde nos conformamos, pero los grupos han llegado ahí a provocar la confrontación, ¿qué hemos hecho? Responder. Y pues lógico, en esa confrontación se ha afectado a la población civil, eso no lo podemos negar. Son daños colaterales, pero nunca es planeado por nosotros. No premeditamos eso para causar daño a la población civil, no seríamos revolucionarios.
¿Y el reclutamiento de menores?
La decisión que tomamos es no ingresar menores de 15 años, hasta ahí porque está plasmado así en los documentos hasta la Novena Conferencia y no hemos hecho la otra. No reconocemos lo que se acordó en la Décima Conferencia porque esa indujo a los guerrilleros a la desmovilización. Lo que sí le digo es que aquí no hay guerrilleros menores de 15 años. Han llegado y los hemos devuelto.
Otro tema que critican las comunidades es la extorsión. ¿Ustedes cómo se financian y qué tan viable ven eliminar la extorsión?
Igual a como nos hemos financiado las FARC todo el tiempo, menos con las retenciones ni con el vínculo directo con el narcotráfico como lo hacen en el Cauca. Nos financiamos con un impuesto a las contrataciones, impuestos a los comercios más grandes que haya en la región, impuesto a ganaderos que pasen de 300 reses, impuesto de la coca…
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¿Entonces no están de acuerdo con eliminar la extorsión?
Hasta ahora no, porque de qué vamos a comer. Si el gobierno nos va a garantizar un presupuesto a nosotros, pues lo aceptamos, pero ni siquiera hay para los campesinos para que van a una reunión, ¿ahora van a sostener un cúmulo de guerrilleros como el que vemos ahorita? Mire, nosotros no estamos en la mesa negociando una vaina, nosotros estamos negociando es un cambio, no estamos diciendo ‘venga, enséñenos cómo nos vamos a financiar nosotros’. Eso nunca lo hemos tocado, que nos lo quieren imponer es otra cosa.
Pero si ese cambio se da de la mano de la violencia, pierde la legitimidad ante la sociedad y ante las mismas comunidades que viven acá…
En este momento nosotros estamos dialogando con el gobierno, no con los grupos que nos están haciendo la guerra a nosotros. Tenemos un cese al fuego con el Ejército y lo hemos respetado. Incluso hay unos protocolos, eso lo respetamos. Pero aquí no se ha negociado ni se ha hablado de que nos toca dejarnos matar, ni que nos toca dejarnos invadir los territorios de los grupos malsanos que vienen. Siempre hemos tratado de buscar el diálogo, porque venimos de la guerra y sabemos qué causa: terror, daño, rencor, heridas…
Ahora, si usted se refiere a los tiros que ha habido con las tropas de ‘Iván Mordisco’, a nosotros nos faltó arrodillarnos para decirle que no llegáramos a una confrontación. La respuesta que nos mandó fue la invasión y nos tocó responder.
Lo que se supo de su división con ‘Mordisco’ es que se da por tensiones internas luego de que el Gobierno suspendió el cese al fuego en el suroccidente del país y ustedes decidieron continuar en los diálogos. ¿Cuál es la versión que usted tiene de la ruptura?
Quiero desmentir lo que le han querido vender al país, incluso por boca del mismo ‘Mordisco’, y es que Petro nos dividió o que nosotros nos dividimos por el diálogo. Eso nunca fue así. Eso tiene un cuento largo: en pocas palabras, la pérdida de los principios, la pérdida de los valores revolucionarios de esos grupos que estaban aliados con ‘Iván’. Ellos son hábiles para la carreta y tuvieron todo el tiempo para planear la avalancha de propaganda que iban a hacer en contra de nosotros.
¿Se refiere a las estructuras del Cauca, del Bloque Occidental Jacobo Arenas?
Sí. Cuando hubo la reunión de mandos acá en el Yarí nosotros, el bloque Jorge Briceño, éramos los anfitriones. Mientras nosotros estábamos ocupados en el tema de seguridad y logística, los del Cauca y ‘Mordisco’ hicieron su propia reunión, antes de la reunión general de mandos. Ya cuando nos encontramos fue a hablar carreta, la hipocresía por encima, porque ya estaba planeado el fortalecimiento para Iván. Tenían que mandarle, si no estoy mal, dos o tres guerrilleros mensuales por cada frente, para crecer al comandante Iván, porque fue un hombre incapaz. Digo incapaz porque quedó con 104 guerrilleros cuando tomó la decisión de separarse, y hoy, si tiene una escuadra (12 guerrilleros) es mucho, porque en vez de administrar dejó acabar lo poco que tenía.
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Hay un tema de la cronología que no se entiende. Esa reunión fue acá, en abril de 2023, pero la división se da un año después. ¿Por qué siguieron tanto tiempo si había esas sospechas?
Eso realmente maduró debido a que se nombró en esa reunión un Estado Mayor, compuesto por 15 personas. Pero como ya había una planeación y una reunión a solas entre ellos, pues por muchos mandos que hubieran y por muy bien que hiciéramos las cosas eso no iba a funcionar porque todo iba a regirse bajo lo que ellos dijeran. Eso nos ayudó para que esto se rompiera, porque al nombrar un estado mayor pues eso es de respeto, tenía que haber una coordinación suprema, una dirección colectiva. Ellos utilizan el mero nombre de las FARC, pero en sí están haciendo una cantidad de fechorías.
Se ha dicho que su pelea con Mordisco es por un caleta de oro…
Es mentira. Yo sí poseía un oro que era del camarada (Manuel) Marulanda, que lo tenía el camarada ‘Gentil Duarte’ a su cargo. Al desmovilizarse parte de la guerrilla en el 2016, ‘Gentil’ queda con eso, y antes de morir me entregó ese oro a mí para que consiguiéramos material y logística. ‘Iván (Mordisco)’ solo es un payaso hablando de ese oro, pero en realidad él nunca lo miró. Es más, de ese oro yo de manera solidaria le envié 8 kilos para él, eso sí no lo dice.
Todo esto evidencia un problema de unidad que, al final, está generando violencia contra la población, que no tiene cómo saber bien quién es el mando. ¿Usted qué responsabilidad asume frente a esas amenazas y muertes?
Hemos dicho entre los mandos: ‘entre menos hablemos, menos confundimos a la población civil, dejemos que hablen la carreta que quieran’. Nosotros hemos hecho lo posible por aclarar todas esas cosas a los campesinos a los que hemos podido. Nosotros no hemos ordenado asesinar a ningún campesino ni ajusticiar a nadie. Lo que hemos hecho es hacer nuestra propia defensa, que nos corresponde hacerla. Es que ‘Iván’ no es un cura que bendice o casa a alguien, ni le da el título guerrillero a nadie. Es un tipo falto de principios, entonces nos toca responder.
¿Quiénes están en la mesa con el EMBF y quiénes no?
En la mesa estamos los guerrilleros que componemos el Bloque comandante Jorge Briceño, el Bloque Magdalena Medio comandante Gentil Duarte, y el Comando Conjunto del Sur, que antes se llamaba Carolina Ramírez.
¿Cómo fue la división en el Carolina Ramírez?
La confusión es porque cuando sucede el problema de división, ese frente Carolina –al mando de ‘Alonso 45′ y como reemplazante ‘Danilo Alvizú’–, pertenecía a la orientación de ‘Iván Mordisco’, al bloque Amazonas que se inventaron. ‘Alonso 45′ es un mando de papel, nunca iba al territorio, nunca había ni siquiera alguna orientación de los guerrilleros. El que sí lo hizo y se mantuvo todo el tiempo fue ‘Danilo’, que decidió hacer comando con el Bloque Jorge Briceño, ahí se queda todo el personal del Frente Carolina Ramírez. Entonces para evitar problemas por un nombre, lo llamamos Frente Raúl Reyes. ‘Iván’ se quedó con el mero nombre, porque él no tenía tropas.
Ese frente de ‘Alvizú' ha sostenido combates muy fuertes con los Comandos de Frontera, antes inscritos a la Segunda Marquetalia. ¿Los consideran un enemigo frontal?
Hasta hoy, sí. Los Comandos tienen actitud de paramilitares.
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¿Y qué pasa con el Clan del Golfo? En Antioquia hay choque con estructuras del EMBF y se habla de que el Clan está avanzando hacia el Catatumbo...
Pues qué pasa... que hay el plomo. Estoy seguro de que el camarada ‘John (Mechas)’ y el resto de los mandos que están ahí no van a decir ‘ah, llegó el Clan del Golfo, yo me echo la maleta y me voy para allí porque tengo que salir del campo’. No, señor, si fueran personas de bien de pronto se les diría ‘háganse aquí y trabajen aquí', pero son paramilitares.
¿En las tres estructuras del EMBF sí hay un mando unificado o al menos están alineadas en lo relativo a la paz?
Hoy lo digo con certeza: los mandos que estamos al frente de esta estructura tenemos plena cohesión, escuche bien, plena cohesión de mando, nos identificamos todos con lo que planeamos y hay certeza de que cada uno cumple su proyecto donde esté con transparencia, pero no hay una estructura de que Fulano es el comandante, ni yo me miro como comandante, porque a mí nadie me ha nombrado ni yo me he nombrado, eso fue la prensa.
¿Cuál es la estructura en ese Estado Mayor y quiénes lo integran?
Nosotros tenemos en el momento un equipo de mandos. Ahí está el camarada Jhon (‘Mechas’), del Catatumbo. Para mí, el jefe es él.
Pero usted acaba de decir que no hay jefe…
Digo para mí, yo lo reconocería él, no estoy diciendo que es el comandante, o que lo nombramos, o que me nombraron, pero para mí debe ser el camarada ‘John’. En fin, todos nos rodeamos con ideas, opinamos, y sacamos conclusiones. Aquí no es lo que diga ‘Andrey‘ o lo que diga ‘Jhon’ o lo que diga ‘Andrea’ o lo que diga ‘Richard’, aquí es lo que diga la mayoría y se respeta. Eso era lo que no sucedía con ‘Iván (Mordisco)’, primaba el deseo y lo hacía realidad bajo la imposición. Acá le estamos compartiendo a los guerrilleros qué hemos hecho, dónde va la mesa, lo positivo, lo negativo de cada cosa. Aquí no hay tapadijos de ninguna clase.
Usted insiste en que no están comprometidos con dejar las armas. ¿Cómo entender la voluntad de paz del EMBF?
Es que nosotros queremos una paz real, no una desmovilización real. Queremos una paz con justicia social, una paz que comience por unos cambios verdaderamente que tienen que existir. No es la paz que le infundieron en la mente al pueblo colombiano que es desarmando grupos, poniéndolos a aguantar hambre y luego matándolos para no cumplir con lo que se acuerda. Para un acuerdo que incluya desarme para hablar dos años carreta y luego ir a entregar las armas, eso se hace en un mes. Nosotros desde el comienzo les dijimos: ‘Vamos a apostar a la paz’. ¿Qué hemos hecho? Hemos respetado los acuerdos, aprobamos una georreferenciación, hemos aprobado unos sitios para instalar mecanismos de monitoreo, hemos hecho cantidad de cosas en bien de la paz, prohibimos rotundamente el secuestro por situaciones económicas. Una cantidad de cosas.
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Hablemos de las propuestas concretas que ustedes tienen para que un eventual acuerdo de paz se desarrolle. Usted habla mucho del programa agrario de las FARC, pero este se forjó hace 60 años y plantea acabar con el latifundio y entregar tierras a los campesinos. ¿Qué es lo que proponen?
Ahí está lo duro. El presidente habla de un número de millones de (hectáreas de) tierras que se necesitan, pero como él diseña la reforma agraria no es ni parecido a como la diseñamos nosotros los revolucionarios, que es quitarle la tierra a quien la tiene sin uso o dándole un mal uso y ponerla en manos de quienes la necesitan y las ponen a producir.
Acá en el Yarí usted está poniendo en marcha unos planes piloto que incluyen la construcción de un colegio, cultivos, infraestructura para transformación de arroz. Todo esto ha generado controversia. ¿Qué es lo que buscan con esto?
Aquí había un problema grave en el sistema de educación, unos niños en muchas partes mojándose en la misma escuela y le habían pedido ayuda a la Gobernación y no les pusieron cuidado, entonces hicimos un colegio. También hicimos un trabajo encaminado a la conservación del medio ambiente, a la producción de una economía autosostenible para cambiarle de mentalidad a unos campesinos que creen que en Colombia solamente se vive si hay coca o ganadería.
¿Qué estamos haciendo aquí? Que el guerrillero aprenda y mire porqué es la lucha. La lucha de nosotros es porque haya herramientas, porque haya tierra, porque haya vida, porque haya transformaciones. Vamos a empezar a hacerlas. Aquí hay cultivos de arroz, maíz, caña, fríjol, soya, sorgo, hay piscicultura, pollos, ganadería. Estamos implementando las transformaciones nosotros, que somos proletarios.
¿De dónde sale la plata de esos proyectos y quién los usa?
En algunas cosas muy mínimas hay recursos de las comunidades, sobre todo la fuerza de trabajo para construir las instalaciones porque son para ellos mismos, con su visto bueno. Hemos dicho que vamos a poner a rodar unos proyectos, a hacer una práctica ahí y depende de cómo nos vaya ahí, vamos a hacer ya otra vaina de más grande envergadura. En conclusión, eso no es de nosotros, eso es de los campesinos.
¿Pero lo construyeron ustedes como EMBF?
Sí, lo construimos las FARC. Nosotros no podemos negar eso.
¿Y cómo funciona esa administración de la tierra por parte de ustedes? Porque suena como si ustedes suplantaran a la Agencia Nacional de Tierras o ustedes pudieran decirle al campesino ‘tome, le adjudico esto y trabaje’...
La Agencia Nacional de Tierras es una persona que recibe un cargo y lo ejecuta, y hasta hoy ninguno lo ha hecho bien. Lo que sí es cierto es que la tierra es de todos. Esta tierra no tiene dueños, y nosotros por ser revolucionarios nos corresponde hacer las reformas sí o sí, como nos toque hacerlas.
Pero eso tiene varias complejidades a nivel jurídico y político, igual que lo del colegio. ¿En qué va eso?
El colegio tiene 11 salones, desde preescolar hasta grado 11, con capacidad para casi 500 estudiantes. Tiene dos alojamientos (de internado) con capacidad de 160 niños, baños privados, duchas, aula de reuniones, restaurante, salón de informática, biblioteca, sala de herramientas… Me parece que tiene todo lo necesario. Si no está en funcionamiento es porque no hay voluntad, no hay otra forma de decirlo. Acá no estamos diciendo ‘hágannos un colegio’. Aquí estamos diciendo ‘pongan a funcionar un colegio que ya está hecho’. Es temor, porque han satanizado ese colegio porque nosotros en honor a ‘Gentil Duarte’ le pusimos el nombre. Un nombre no es nada, el colegio es algo que se necesita aquí para esos niños.
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Una opción que se planteó es que el SENA lo reciba. ¿Bajo qué figura?
Aquí hubo una visita del SENA, vino (el consejero comisionado de Paz) Otty Patiño, un general del Ejército, estuvo (el negociador del Gobierno) Camilo González, la ONU, los países garantes y acompañantes y todo se ha ido en solo visitas. Ahorita vinieron los del SENA y dieron una muy buena opción. Tengo entendido que esto corresponde al Caquetá pero nuestro gobernador no comparte con nosotros y relaciona esa mala relación que tiene con la necesidad de esos niños y esos campesinos y no muestra la voluntad.
Pasemos al tema de la deforestación. En días recientes hubo una reunión de campesinos con la mesa de diálogos para frenar la tala. ¿Cuál es la posición del EMBF frente a este tema?
Una de las banderas de la FARC es la lucha por conservar el ambiente. Hubo un desmán en la tala de bosques en el momento en que tendió a desaparecer la guerrilla en el 2016. Los campesinos, unos por necesidad y otros por hambrientos y abusivos se tomaron muchos baldíos de esos que habían sido conservados toda la vida por la FARC. Pero hoy nosotros somos los primeros en estar reprochando la tala de bosques. Lo hemos dicho en tres fines de año, hemos dado la orientación pero muchos las han violado. Por último nos toca ya tomar una medida que la voy a decir aquí y es recogerle la tierra a aquellos que tumbaron 2, 3 hectáreas, 10, 20 hectáreas sin necesidad. Incluidos los que tumbaron hace un año. Hay que castigar la picardía y mostrar autoridad y esas tierras se las vamos a dar a otros que no tienen.
Se dice que la tala es uno de sus métodos de financiación. ¿Usted niega ese vínculo del EMBF con la deforestación?
Sí, totalmente. Muchos estaban creyendo eso, porque se cobraba una multa cuando tumbaban. ¿Y qué tiene que ver un árbol que lo tumban, que desaparece para siempre? ¿Qué garantía es recibir yo 20 o 30 millones de multa a una persona que desaparece 500, 1.000, 30.000 árboles? Nosotros somos los únicos que hemos podido controlar eso (la tala), le estamos haciendo el trabajo al gobierno ser gobierno. Pero tras de ese ‘no tumben’ tiene que ir una iniciativa y una solución. Entonces estamos solucionando.
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¿Ve un cambio a mediano plazo, que lleve a que ustedes como movimiento desaparezcan?
Esto depende mucho del esclarecimiento que haya adquirido el pueblo en estos años que lleva gobernando Petro. Él no ha podido gobernar ni hacer lo que quería hacer, cumplir las promesas. Es la primera vez que sube una persona, no de izquierda pero sí progresista, una persona con mentalidad de cambios, de cambiar la guerra por trabajo, por estudio, pero no lo dejaron. Ojalá eso le quede bien en la mente a los colombianos y tomen decisiones serias el día de mañana, cuando salga Petro.
¿Usted se mantiene en que no buscarán participación política a través de cargos o curules en el Congreso?
La participación la hacemos a través del pueblo. Nuestro plan estratégico es el que diseñó Marulanda con la estructura orgánica...
Pero eso se diseñó hace 60 años. ¿No es anacrónico pensarlo así ahora, incluso, seguir en la lucha armada?
Sigue teniendo toda la vigencia. Mientras no cambien las causas, eso sigue siendo vigente. Yo no voy a decir que es que yo me voy a tomar el poder. Yo me voy a morir y no voy a mirar la toma del poder, pero estoy haciendo todo el esfuerzo de que dejemos las cosas verdaderamente de enseñanza, que cambien la mentalidad de algunas personas que dicen que la guerrilla nos dedicamos a matar, a extorsionar. A eso no nos dedicamos, pero si no somos escuchados, pues nos toca echar tiros.
Hay una Colombia que considera que ustedes no tienen voluntad de paz, que son mentirosos, cometen actos de violencia y son criminales. ¿Qué le diría a esas personas?
Voluntad de paz tenemos y por eso estamos aquí, que no haya voluntad de parte de unos sectores del Estado es otra cosa. Queremos que la mesa continúe y que hagamos todo lo que sea necesario para que esto no se enrede en los fusiles, que si van a desmovilizarse o no. El mensaje para el pueblo colombiano es que sí tenemos voluntad de paz y queremos la paz, que todos los que puedan lanzar un mensaje a esas mentes retardatarias y negativas, que lo hagan. Unidos podemos hacer los cambios.
El perfil de Jhon Mechas
Un hombre clave que mencionó Calarcá Córdoba durante la entrevista a Colombia+20 fue el de Javier Alfonso Velosa García, conocido en la guerra como Jhon Mechas. Según Calarcá, Mechas debería ser el comandante del Estado Mayor de Bloques y Frente, pero ¿Quién es Jhon Mechas?
Mechas es señalado de ordenar una serie de hechos violentos en los últimos años: un atentado al expresidente Iván Duque, el bombazo a la Brigada 30 del Ejército en Cúcuta, la detonación con explosivos en un CAI que mató a dos niños en Bogotá, entre otros.
Llegó a ser uno de los hombres más buscados por las autoridades. Por ejemplo, luego de que se determinara que hombres bajo sus órdenes instalaron artefactos explosivos en un CAI de Ciudad Bolívar en Bogotá, en marzo de 2022, el Gobierno llegó a ofrecer $5.000 millones por información que llevara a su captura.
En junio de 2021, después de los disparos contra el helicóptero en el que se transportaba el presidente Duque y el carro bomba en la Brigada 30 que dejó 44 personas heridas, la Policía ofreció una recompensa de $600 millones por información que permitiera dar con la captura. En ese momento las autoridades sostuvieron que se emitiría una circular roja de Interpol contra Veloza y sería ubicado dentro de los hombres más buscados del mundo.
Cabe resaltar que hasta el momento, Jhon Mechas no ha participado en ningún escenario de la mesa de paz.
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