Las dudas tras solicitud del exjefe paramilitar Don Berna para entrar a paz total
Luego de que Diego Fernando Murillo, exjefe de las AUC y antiguo líder de la Oficina de Envigado, le enviara una carta al presidente Gustavo Petro para solicitar ser gestor de paz, se abren incógnitas sobre el futuro de su petición y las implicaciones de su nombramiento en las negociaciones que se adelantan específicamente en Medellín y Antioquia. Esto dicen los analistas y las víctimas.
Paulina Mesa Loaiza
Casi en un tono de súplica, Diego Fernando Murillo Bejarano, exjefe paramilitar, también conocido como Don Berna, escribió un comunicado con intenciones de paz que viajó desde una cárcel en Estados Unidos hasta el escritorio del presidente Gustavo Petro.
En la carta, el antiguo jefe de la Oficina de Envigado pidió pista en la paz total para recibir el tratamiento de gestor en las negociaciones que adelanta el Gobierno Nacional con varios grupos armados ilegales al mismo tiempo.
Hasta el momento, el Ejecutivo no se ha pronunciado al respecto, pero mientras tanto surgen varias dudas en cuanto a los tableros de negociación en los que el exjefe paramilitar podría colaborar tras su ofrecimiento como gestor de paz.
Por un lado, si bien Don Berna tuvo una amplia participación en el conflicto urbano y rural de Medellín y Antioquia, la pregunta recae en el futuro y la viabilidad que tendría en su caso una propuesta de ese tamaño, incluso después de que en varias oportunidades se les haya negado el ingreso a la justicia transicional a otros exjefes paramilitares como Carlos Mario Jiménez (Macaco).
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Sin embargo, una de las principales tesis que defiende Don Berna es que el alto comisionado para la Paz, Otty Patiño, invitó a excabecillas paramilitares a ser gestores de paz, como fue el caso de Salvatore Mancuso, delegado en agosto de 2023 bajo esa figura.
En ese sentido, para Max Yuri Gil, investigador de la Universidad de Antioquia y director del Instituto de Estudios Políticos, esa sería la única forma de que la petición de Murillo prospere a futuro.
“Los dos casos podrían tener similitudes. Mancuso fue aceptado como gestor de paz, con base en esa valoración sobre su rol como bisagra entre las Fuerzas Armadas y los paramilitares. En el caso de Don Berna tendría que arrojar a la luz esa articulación entre Fuerza Pública, particulares y paramilitarismo que no se conocen o que ha sido un tema poco investigado”, señaló Gil.
Ese precisamente sería un punto importante sobre el que debería girar la posible entrada del exjefe paramilitar a la paz total de Petro. De lo contrario, según analistas, la respuesta se centraría nuevamente sobre la tesis de que ya fueron juzgados por Justicia y Paz, lo que les permitió resolver su situación con la justicia y entonces no pueden aspirar a tener otra instancia de juzgamiento.
En el caso de Don Berna, actualmente se encuentra en una cárcel estadounidense purgando una condena de 31 años, tras la extradición en 2008 por el gobierno de Álvaro Uribe.
Desde su celda, el exjefe paramilitar espera aportar de manera virtual a los distintos procesos que adelanta el gobierno en materia de paz. Sin embargo, para Adriana Arboleda, abogada de la Corporación Jurídica Libertad, hay varios factores que se tendrían que tener en cuenta en este proceso.
“Por un lado está el tema jurídico de Diego Fernando Murillo que tiene una condena allá y no será fácil si dice que quiere aportar de manera presencial. Además, en materia política va a depender mucho de la voluntad de este Gobierno, pero también de las estructuras ilegales que hoy manejan Medellín, hay que determinar cuál es el nivel de reconocimiento que sigue teniendo en la ciudad”, comentó.
Las implicaciones de una eventual entrada de Don Berna a la paz total
Según analistas del conflicto urbano, Don Berna podría ser una ficha en los tableros de la paz porque tiene un conocimiento de más de 20 años de la criminalidad y sobre todo de esa relación entre elites, Fuerza Pública y criminalidad. Para el investigador Gil, el exjefe paramilitar “es una figura simbólica y el mismo Carlos Pesebre y Lindolfo (líderes de bandas urbanas) han dicho que sería muy importante traerlo. Pero realmente es una figura simbólica, no tiene ninguna incidencia sobre el mundo criminal de Medellín hoy”, señaló.
Sin embargo, esa representación, aunque sea simbólica, podría permitir volver sobre los casos en los que se podría avanzar en el esclarecimiento del modus operandi. “La Terraza cumplió un papel fundamental en todo esto. Fue la estructura que Don Berna convirtió en el brazo armado de La Oficina”, agregó Gil.
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En ese sentido, Arboleda señala la importancia de que exista un compromiso real en cuanto al aporte a la verdad, específicamente en lo que respecta al esclarecimiento histórico, que es lo que las víctimas reclaman a los exjefes paramilitares.
“Diego Fernando Murillo tiene toda la historia del paramilitarismo en Antioquia. Sus círculos con los Pepes, sus vínculos con el Cartel de Medellín y sus vínculos con el Bloque Cacique Nutibara, Héroes de Granada... Tiene mucha información no solamente de la actuación de los paramilitares sino de la participación de agentes estatales especialmente militares de alto rango, políticos y empresarios de la ciudad”, señaló Arboleda, quien además hizo énfasis en que el exjefe paramilitar ha esbozado ideas sobre lo sucedido en la Operación Orión en la Comuna 13.
“Las víctimas siempre han esperado que esa verdad se esclarezca, que él pueda dar información que conduzca a dar con el paradero de cientos de desaparecidos, no solo de la Comuna 13, sino de toda la ciudad. Esos aportes son fundamentales y realmente pueden aportar en la construcción de una paz estable y duradera”, agregó.
Asimismo, Don Berna también tiene responsabilidad en la oleada de violencia contra defensores y defensoras de Derechos Humanos y el impacto en la comunidad académica de la Universidad de Antioquia.
“La inmensa mayoría de los crímenes en los que hay responsabilidad de los paramilitares de Don Berna y sus aliados están en la impunidad, incluyendo cosas como la Operación Orión y otras. También está la participación de él en articulación con otros en toda la oleada de violencia paramilitar contra defensores y defensoras de Derechos Humanos en Medellín entre 1997 y 2002. Eso incluye el asesinato de Jaime Garzón, Jesús María Valle, Eduardo Umaña, investigadores del Cinep, Hernán Henao. Es una historia muy larga que tendría que contar”, explicó el profesor Gil.
Otra de las variables que se tendrían que tener en cuenta es la voluntad para aportar a la verdad de Don Berna. En ese sentido, para Arboleda, es importante que por lo menos se abran escenarios en el marco de la justicia transicional y en la paz total, “la idea es que estos exjefes paramilitares entreguen toda la información. Creo que Don Berna todavía tiene la capacidad de relacionamiento en algunos sectores de las estructuras criminales de la ciudad”.
Sin embargo, para Gil debe quedar clara esa intención de aporte porque “si él está pidiendo pista es porque va a entregar información nueva y significativa. Si va a decir lo mismo o no hablar porque dice que tiene miedo, entonces no tiene ningún chance”.
Casi en un tono de súplica, Diego Fernando Murillo Bejarano, exjefe paramilitar, también conocido como Don Berna, escribió un comunicado con intenciones de paz que viajó desde una cárcel en Estados Unidos hasta el escritorio del presidente Gustavo Petro.
En la carta, el antiguo jefe de la Oficina de Envigado pidió pista en la paz total para recibir el tratamiento de gestor en las negociaciones que adelanta el Gobierno Nacional con varios grupos armados ilegales al mismo tiempo.
Hasta el momento, el Ejecutivo no se ha pronunciado al respecto, pero mientras tanto surgen varias dudas en cuanto a los tableros de negociación en los que el exjefe paramilitar podría colaborar tras su ofrecimiento como gestor de paz.
Por un lado, si bien Don Berna tuvo una amplia participación en el conflicto urbano y rural de Medellín y Antioquia, la pregunta recae en el futuro y la viabilidad que tendría en su caso una propuesta de ese tamaño, incluso después de que en varias oportunidades se les haya negado el ingreso a la justicia transicional a otros exjefes paramilitares como Carlos Mario Jiménez (Macaco).
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Sin embargo, una de las principales tesis que defiende Don Berna es que el alto comisionado para la Paz, Otty Patiño, invitó a excabecillas paramilitares a ser gestores de paz, como fue el caso de Salvatore Mancuso, delegado en agosto de 2023 bajo esa figura.
En ese sentido, para Max Yuri Gil, investigador de la Universidad de Antioquia y director del Instituto de Estudios Políticos, esa sería la única forma de que la petición de Murillo prospere a futuro.
“Los dos casos podrían tener similitudes. Mancuso fue aceptado como gestor de paz, con base en esa valoración sobre su rol como bisagra entre las Fuerzas Armadas y los paramilitares. En el caso de Don Berna tendría que arrojar a la luz esa articulación entre Fuerza Pública, particulares y paramilitarismo que no se conocen o que ha sido un tema poco investigado”, señaló Gil.
Ese precisamente sería un punto importante sobre el que debería girar la posible entrada del exjefe paramilitar a la paz total de Petro. De lo contrario, según analistas, la respuesta se centraría nuevamente sobre la tesis de que ya fueron juzgados por Justicia y Paz, lo que les permitió resolver su situación con la justicia y entonces no pueden aspirar a tener otra instancia de juzgamiento.
En el caso de Don Berna, actualmente se encuentra en una cárcel estadounidense purgando una condena de 31 años, tras la extradición en 2008 por el gobierno de Álvaro Uribe.
Desde su celda, el exjefe paramilitar espera aportar de manera virtual a los distintos procesos que adelanta el gobierno en materia de paz. Sin embargo, para Adriana Arboleda, abogada de la Corporación Jurídica Libertad, hay varios factores que se tendrían que tener en cuenta en este proceso.
“Por un lado está el tema jurídico de Diego Fernando Murillo que tiene una condena allá y no será fácil si dice que quiere aportar de manera presencial. Además, en materia política va a depender mucho de la voluntad de este Gobierno, pero también de las estructuras ilegales que hoy manejan Medellín, hay que determinar cuál es el nivel de reconocimiento que sigue teniendo en la ciudad”, comentó.
Las implicaciones de una eventual entrada de Don Berna a la paz total
Según analistas del conflicto urbano, Don Berna podría ser una ficha en los tableros de la paz porque tiene un conocimiento de más de 20 años de la criminalidad y sobre todo de esa relación entre elites, Fuerza Pública y criminalidad. Para el investigador Gil, el exjefe paramilitar “es una figura simbólica y el mismo Carlos Pesebre y Lindolfo (líderes de bandas urbanas) han dicho que sería muy importante traerlo. Pero realmente es una figura simbólica, no tiene ninguna incidencia sobre el mundo criminal de Medellín hoy”, señaló.
Sin embargo, esa representación, aunque sea simbólica, podría permitir volver sobre los casos en los que se podría avanzar en el esclarecimiento del modus operandi. “La Terraza cumplió un papel fundamental en todo esto. Fue la estructura que Don Berna convirtió en el brazo armado de La Oficina”, agregó Gil.
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En ese sentido, Arboleda señala la importancia de que exista un compromiso real en cuanto al aporte a la verdad, específicamente en lo que respecta al esclarecimiento histórico, que es lo que las víctimas reclaman a los exjefes paramilitares.
“Diego Fernando Murillo tiene toda la historia del paramilitarismo en Antioquia. Sus círculos con los Pepes, sus vínculos con el Cartel de Medellín y sus vínculos con el Bloque Cacique Nutibara, Héroes de Granada... Tiene mucha información no solamente de la actuación de los paramilitares sino de la participación de agentes estatales especialmente militares de alto rango, políticos y empresarios de la ciudad”, señaló Arboleda, quien además hizo énfasis en que el exjefe paramilitar ha esbozado ideas sobre lo sucedido en la Operación Orión en la Comuna 13.
“Las víctimas siempre han esperado que esa verdad se esclarezca, que él pueda dar información que conduzca a dar con el paradero de cientos de desaparecidos, no solo de la Comuna 13, sino de toda la ciudad. Esos aportes son fundamentales y realmente pueden aportar en la construcción de una paz estable y duradera”, agregó.
Asimismo, Don Berna también tiene responsabilidad en la oleada de violencia contra defensores y defensoras de Derechos Humanos y el impacto en la comunidad académica de la Universidad de Antioquia.
“La inmensa mayoría de los crímenes en los que hay responsabilidad de los paramilitares de Don Berna y sus aliados están en la impunidad, incluyendo cosas como la Operación Orión y otras. También está la participación de él en articulación con otros en toda la oleada de violencia paramilitar contra defensores y defensoras de Derechos Humanos en Medellín entre 1997 y 2002. Eso incluye el asesinato de Jaime Garzón, Jesús María Valle, Eduardo Umaña, investigadores del Cinep, Hernán Henao. Es una historia muy larga que tendría que contar”, explicó el profesor Gil.
Otra de las variables que se tendrían que tener en cuenta es la voluntad para aportar a la verdad de Don Berna. En ese sentido, para Arboleda, es importante que por lo menos se abran escenarios en el marco de la justicia transicional y en la paz total, “la idea es que estos exjefes paramilitares entreguen toda la información. Creo que Don Berna todavía tiene la capacidad de relacionamiento en algunos sectores de las estructuras criminales de la ciudad”.
Sin embargo, para Gil debe quedar clara esa intención de aporte porque “si él está pidiendo pista es porque va a entregar información nueva y significativa. Si va a decir lo mismo o no hablar porque dice que tiene miedo, entonces no tiene ningún chance”.