La amenaza de fragmentación en el ELN que tiene en vilo la negociación con Petro
La propuesta de un frente de esa guerrilla de entrar en una suerte de proceso territorial en Nariño, con la venia del Gobierno, hizo que la guerrilla dijera que había incumplimiento y advirtiera que el diálogo podría entrar en un fase de “congelamiento”. ¿Qué hay detrás de la nueva crisis entre las partes?
Cindy A. Morales Castillo
Unos diálogos regionales que aún no han empezado tienen en suspenso la negociación con el ELN, la más avanzada que tiene el gobierno de Gustavo Petro en su apuesta de paz total.
El anuncio del ELN de llamar a consultas a su delegación y la advertencia sobre el eventual “congelamiento” de la mesa de diálogos no deja de ser desconcertante si se tiene en cuenta que hace apenas 15 días terminó el sexto ciclo de diálogos con un saldo positivo: pese a la dura negociación, se logró prolongar por 180 días más el cese al fuego que tiene pactado el Gobierno con la guerrilla desde el pasado 3 de agosto.
En los casi 15 meses que lleva la negociación se han alcanzado otros acuerdos, como alivios humanitarios para ciertas zonas y un ambicioso plan de participación de la sociedad civil.
Lea además: Las tres crisis que han marcado el proceso de paz del Gobierno Petro con el ELN
Justamente ese último punto es lo que tiene hoy a la mesa en una nueva crisis, la tercera en lo que va de las negociaciones y la segunda de los últimos tres meses. De acuerdo con la guerrilla, la razón de este posible congelamiento de la mesa de negociación serían los “diálogos regionales” en Nariño, que fueron anunciados el 18 de febrero por Luis Escobar, gobernador de ese departamento.
“Habiendo pactado un proceso nacional de participación de la sociedad, ahora monta un diálogo regional en Nariño por fuera de dicho proceso nacional y desconociendo la delegación del ELN y la mesa”, dijo la guerrilla en su comunicado.
En otras noticias: Así se vive la guerra de la Segunda Marquetalia y el EMC por el control de Caquetá
Inicialmente, el gobernador Escobar no precisó con qué grupo se harían esos diálogos, pero sí dijo que contaban con la anuencia del presidente Gustavo Petro y del comisionado Patiño, e incluso dio una fecha: comenzarían la primera semana de marzo.
Sin embargo, luego afirmó en varias entrevistas con medios de comunicación que ese grupo era el ELN. En ese departamento opera el frente de guerra suroccidental Carlos Alberto Troches Zuleta (FGSO) con influencia en Nariño y Cauca, y dentro del cual opera una estructura llamada Comuneros del Sur.
El pasado 29 de enero, cuando terminaba el viaje del presidente Petro por el Pacífico, los Comuneros del Sur —diezmado por el Clan del Golfo y las disidencias— le enviaron una carta al ministro de Defensa pidiendo pista en la paz total y en ese diálogo regional del que ya había hablado el gobernador Escobar.
“Solicitamos participar en el proceso de diálogo regional de paz a desarrollarse en el Departamento. Queremos hacer parte de esta propuesta de construcción de paz territorial que ha sido anunciada y ha hecho el llamamiento el Gobernador de Nariño, Luis Alfonso Escobar, como parte de la política de paz total del Presidente Gustavo Petro”, dice el comunicado.
Según el profesor Luis Fernando Trejos, esta situación con la estructura Comuneros del Sur “pone en entredicho la narrativa de que en el ELN existe unidad de mando y no hay fisuras”, y crea un nuevo cuello de botella para avanzar en la agenda de negociación, pues el próximo ciclo de diálogos sería destinado a resolver la tensión por este episodio de crisis. Algo similar ocurrió en la sexta ronda, que se dedicó casi en su totalidad al acuerdo del cese al fuego, dejando de lado otros puntos claves.
Lea: Las razones que llevaron al ELN a decir que diálogo con Gobierno podría congelarse
Para el ELN esos diálogos regionales no solo riñen con las actividades que se hacen en el Comité Nacional de Participación, una instancia acordada por las partes para que la sociedad civil participe en el proceso de paz, sino que dan la impresión de que el Gobierno está sentándose solo con estructuras territoriales y así fragmentando al ELN.
“El riesgo que tiene lo que sucede con Comuneros del Sur se pueda repetir con otro frente de guerra y reflejaría que el ELN no tiene unidad de mando, pero además que hay una desconexión entre quienes están en la mesa y quienes están en los frentes en las regiones”, explica a este diario Jorge Mantilla, investigador de crimen y conflicto.
Para Trejos, otro de los efectos de esta nueva crisis es el impacto en la legitimidad del proceso. “Pasa el tiempo y la ciudadanía no ve resultados, pero sí más noticias de los efectos del conflicto (por citar una, el paro armado ordenado en Chocó por el ELN hace apenas una semana). Eso produce fatiga en los apoyos sociales, que ven cómo en el marco de estos diálogos de paz los grupos se están fortaleciendo o cómo les surgen disidencias”, asegura el profesor.
En su respuesta, la delegación del Gobierno no solo apoyó la idea de esos diálogos regionales, sino que dijo que alienta este tipo de iniciativas de mandatario locales. “El Gobierno respeta y alienta las iniciativas que mandatarios locales lideran para proteger a la población y realizar transformaciones sociales.
Mantilla afirma que en esa respuesta, el Gobierno deja claro que esa posible ruptura entre los frentes y el mando central del ELN es un problema de esa guerrilla por las inquietudes de los mandos medios y regionales.
Además: Delegación de Gobierno responde a ELN: “Hemos cumplido a cabalidad todos los compromisos”
“Hay una apuesta de esos mandos para asegurarse escenarios y estatus mucho más beneficiosos. Los diálogos regionales son una suerte de plan B de esos mandos”, explica el investigador.
Mantilla también afirma que tal comportamiento se está viendo en ese frente Comuneros del Sur, pero que ha habido luces del frente Darío Ramírez, que opera en el Sur de Bolívar, y también del Frente de Guerra Occidental, que opera en Chocó.
“Estos son frentes que han sufrido las peores derrotas militares y que fueron diezmados en el anterior gobierno. Casi todos los golpes de la era Duque hacia el ELN fueron a esas tres estructuras, que además perdieron su control frente al Clan del Golfo. Entonces las realidades para el ELN son distintas si las miras regionalmente y eso no lo ha querido ver la delegación de la guerrilla”, explica. Y agrega: “El ELN prefería pararse de la mesa de diálogos, aun con todo lo avanzado antes que poner en evidencia que no tiene el poder que dice tener”.
Puede leer: El clamor del país por el respeto a la vida de los líderes sociales y ex-FARC
Con este escenario y faltando poco más de un mes para que arranque el séptimo ciclo de negociaciones, el proceso de paz con el ELN podría caer en un limbo. La guerrilla debe resolver sus pugnas internas para que estructuras pequeñas no hagan diálogos aparte; y el Gobierno debe decidir si le apuesta todo a un proceso nacional avanzado, si se decanta por una paz más territorial —con resultados más inmediatos— o si su capacidad de negociación le da para llevar ambos procesos en simultánea.
✉️ Si le interesan los temas de paz, conflicto y derechos humanos o tiene información que quiera compartirnos, puede escribirnos a estos correos: cmorales@elespectador.com; jrios@elespectador.com o aosorio@elespectador.com.
Unos diálogos regionales que aún no han empezado tienen en suspenso la negociación con el ELN, la más avanzada que tiene el gobierno de Gustavo Petro en su apuesta de paz total.
El anuncio del ELN de llamar a consultas a su delegación y la advertencia sobre el eventual “congelamiento” de la mesa de diálogos no deja de ser desconcertante si se tiene en cuenta que hace apenas 15 días terminó el sexto ciclo de diálogos con un saldo positivo: pese a la dura negociación, se logró prolongar por 180 días más el cese al fuego que tiene pactado el Gobierno con la guerrilla desde el pasado 3 de agosto.
En los casi 15 meses que lleva la negociación se han alcanzado otros acuerdos, como alivios humanitarios para ciertas zonas y un ambicioso plan de participación de la sociedad civil.
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Justamente ese último punto es lo que tiene hoy a la mesa en una nueva crisis, la tercera en lo que va de las negociaciones y la segunda de los últimos tres meses. De acuerdo con la guerrilla, la razón de este posible congelamiento de la mesa de negociación serían los “diálogos regionales” en Nariño, que fueron anunciados el 18 de febrero por Luis Escobar, gobernador de ese departamento.
“Habiendo pactado un proceso nacional de participación de la sociedad, ahora monta un diálogo regional en Nariño por fuera de dicho proceso nacional y desconociendo la delegación del ELN y la mesa”, dijo la guerrilla en su comunicado.
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Inicialmente, el gobernador Escobar no precisó con qué grupo se harían esos diálogos, pero sí dijo que contaban con la anuencia del presidente Gustavo Petro y del comisionado Patiño, e incluso dio una fecha: comenzarían la primera semana de marzo.
Sin embargo, luego afirmó en varias entrevistas con medios de comunicación que ese grupo era el ELN. En ese departamento opera el frente de guerra suroccidental Carlos Alberto Troches Zuleta (FGSO) con influencia en Nariño y Cauca, y dentro del cual opera una estructura llamada Comuneros del Sur.
El pasado 29 de enero, cuando terminaba el viaje del presidente Petro por el Pacífico, los Comuneros del Sur —diezmado por el Clan del Golfo y las disidencias— le enviaron una carta al ministro de Defensa pidiendo pista en la paz total y en ese diálogo regional del que ya había hablado el gobernador Escobar.
“Solicitamos participar en el proceso de diálogo regional de paz a desarrollarse en el Departamento. Queremos hacer parte de esta propuesta de construcción de paz territorial que ha sido anunciada y ha hecho el llamamiento el Gobernador de Nariño, Luis Alfonso Escobar, como parte de la política de paz total del Presidente Gustavo Petro”, dice el comunicado.
Según el profesor Luis Fernando Trejos, esta situación con la estructura Comuneros del Sur “pone en entredicho la narrativa de que en el ELN existe unidad de mando y no hay fisuras”, y crea un nuevo cuello de botella para avanzar en la agenda de negociación, pues el próximo ciclo de diálogos sería destinado a resolver la tensión por este episodio de crisis. Algo similar ocurrió en la sexta ronda, que se dedicó casi en su totalidad al acuerdo del cese al fuego, dejando de lado otros puntos claves.
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Para el ELN esos diálogos regionales no solo riñen con las actividades que se hacen en el Comité Nacional de Participación, una instancia acordada por las partes para que la sociedad civil participe en el proceso de paz, sino que dan la impresión de que el Gobierno está sentándose solo con estructuras territoriales y así fragmentando al ELN.
“El riesgo que tiene lo que sucede con Comuneros del Sur se pueda repetir con otro frente de guerra y reflejaría que el ELN no tiene unidad de mando, pero además que hay una desconexión entre quienes están en la mesa y quienes están en los frentes en las regiones”, explica a este diario Jorge Mantilla, investigador de crimen y conflicto.
Para Trejos, otro de los efectos de esta nueva crisis es el impacto en la legitimidad del proceso. “Pasa el tiempo y la ciudadanía no ve resultados, pero sí más noticias de los efectos del conflicto (por citar una, el paro armado ordenado en Chocó por el ELN hace apenas una semana). Eso produce fatiga en los apoyos sociales, que ven cómo en el marco de estos diálogos de paz los grupos se están fortaleciendo o cómo les surgen disidencias”, asegura el profesor.
En su respuesta, la delegación del Gobierno no solo apoyó la idea de esos diálogos regionales, sino que dijo que alienta este tipo de iniciativas de mandatario locales. “El Gobierno respeta y alienta las iniciativas que mandatarios locales lideran para proteger a la población y realizar transformaciones sociales.
Mantilla afirma que en esa respuesta, el Gobierno deja claro que esa posible ruptura entre los frentes y el mando central del ELN es un problema de esa guerrilla por las inquietudes de los mandos medios y regionales.
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“Hay una apuesta de esos mandos para asegurarse escenarios y estatus mucho más beneficiosos. Los diálogos regionales son una suerte de plan B de esos mandos”, explica el investigador.
Mantilla también afirma que tal comportamiento se está viendo en ese frente Comuneros del Sur, pero que ha habido luces del frente Darío Ramírez, que opera en el Sur de Bolívar, y también del Frente de Guerra Occidental, que opera en Chocó.
“Estos son frentes que han sufrido las peores derrotas militares y que fueron diezmados en el anterior gobierno. Casi todos los golpes de la era Duque hacia el ELN fueron a esas tres estructuras, que además perdieron su control frente al Clan del Golfo. Entonces las realidades para el ELN son distintas si las miras regionalmente y eso no lo ha querido ver la delegación de la guerrilla”, explica. Y agrega: “El ELN prefería pararse de la mesa de diálogos, aun con todo lo avanzado antes que poner en evidencia que no tiene el poder que dice tener”.
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Con este escenario y faltando poco más de un mes para que arranque el séptimo ciclo de negociaciones, el proceso de paz con el ELN podría caer en un limbo. La guerrilla debe resolver sus pugnas internas para que estructuras pequeñas no hagan diálogos aparte; y el Gobierno debe decidir si le apuesta todo a un proceso nacional avanzado, si se decanta por una paz más territorial —con resultados más inmediatos— o si su capacidad de negociación le da para llevar ambos procesos en simultánea.
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