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El mismo día en que se retomaron en tres departamentos del país las operaciones contra la disidencia Estado Mayor Central (EMC), el presidente Gustavo Petro lanzó tres duros dardos contra Iván Mordisco, quien comanda a ese grupo armado. Le dijo que era un “traqueto vestido de revolucionario”, le pidió no usar la memoria de Manuel Marulanda Vélez (uno de los fundadores de las extintas FARC) y aseguró que esa disidencia debía escoger entre “el camino de Pablo Escobar o el del sacerdote Camilo Torres”.
Esa subida de tono, que terminó con una insinuación de Petro a “capturar vivo” a Mordisco, dio pie para un rifirrafe entre ambos que tiene en vilo la continuidad de la mesa de negociación.
El ataque ocurrido hace una semana contra una comunidad indígena en Toribío, Cauca, que apenas unos días antes se había reunido con Petro, fue la muestra de lo que viene ocurriendo hace meses con ese grupo armado -que ha mantenido sus hechos violentos contra la población civil, hasta ahora sin consecuencias reales en los diálogos-, y al tiempo fue el detonante para que el presidente se apretara el cinturón y suspendiera regionalmente el cese al fuego en Valle, Nariño y Cauca.
“El EMC ha usado los ceses al fuego como un medio para expandirse y fortalecerse. Hay que leer lo que pasó en Cauca como el eslabón más diciente de una serie de hechos, y el de Toribío tiene una particularidad: circularon videos de miembros del grupo disparando a mansalva contra la Guardia Indígena, así que el presidente tenía que enviar un mensaje de fortaleza y no de debilidad”, explica Luis Fernando Trejos, investigador y profesor de la Universidad del Norte.
Sin embargo, mientras el mandatario intensificaba su discurso y exigencias hacia ese grupo armado, las partes buscaban que la mesa de diálogos de paz, vigente hace cinco meses, no fuera suspendida. Colombia+20 supo de varias reuniones de alto nivel no solo para evaluar la continuidad del proceso, sino también para saber cómo recomponer problemas de fondo, como el cumplimiento de los protocolos y qué hacer con las reacias estructuras que operan en Cauca.
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El hecho violento de Toribío también evidencia lo que durante varios meses vienen denunciando las comunidades: que facciones de esa disidencia siguen reclutando menores de edad. Tras la suspensión del cese, la violencia se ha incrementando.
La Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca (ACIN) ha denunciado hechos ocurridos en Páez, Corinto e incluso en Caquetá.
“Es probable que haya un recrudecimiento de la violencia luego de la ruptura del cese al fuego porque, a diferencia de otras regiones, en Cauca y Nariño las estructuras sí tenían mucha confrontación con las Fuerzas Militares”, explica Paula Tobo, investigadora de la Fundación Ideas para la Paz (FIP).
Según fuentes del Ejército, desde el miércoles, cuando empezó la suspensión, las Fuerzas Militares han lanzado 15 operaciones en esa zona del suroccidente del país. En la tarde del viernes también se presentaron sendos enfrentamientos en el corregimiento de El Plateado, en el corazón del cañón del Micay, el centro de disputa entre el Gobierno y Mordisco.
La respuesta de “Mordisco”
Distinto a lo que ocurre con el máximo jefe del ELN, Antonio García -que constantemente y a través de sus redes sociales ataca el proceso de paz del grupo que comanda-, Iván Mordisco pocas veces se muestra. Por eso sorprendió la respuesta de Mordisco a los dardos de Petro a través de un trino desde la cuenta de X de esa disidencia, donde afirmó, sin pruebas, que el EMC apoyó la candidatura del presidente. Desde hace tres días el país espera un anunciado pronunciamiento completo de la disidencia, pero hasta el cierre de esta edición no se ha dado.
Lo que sí es cierto es que la ambigüedad de la frase sobre el “apoyo en campaña” ha sido un motor para la oposición y le quita aún más legitimidad a los diálogos que muchos ven como un cheque blanco para los grupos armados ilegales.
La primera consecuencia de eso es una denuncia interpuesta el viernes ante la Comisión de Acusación de la Cámara en contra de Petro por ese supuesto apoyo del EMC a su campaña presidencial en 2022.
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Los analistas consultados por Colombia+20 coinciden en que los hechos de la última semana son una nueva muestra de la improvisación y la falta de estrategia del Gobierno en su apuesta de paz total.
El impacto de este rifirrafe en la mesa aún no se ha visto, pero sea que el diálogo se mantenga o no el proceso, ya hay un costo político.
“En la realidad, a Petro se le pueden juntar dos narrativas: la que dice que suspender la mesa es lo correcto, que tendría un mayor impacto en la opinión, pero que será más temporal. Y la otra es que, en el escenario de que se acabe este diálogo, se diga que a Petro le quedó grande su paz total”, explica Kyle Johnson, investigador y cofundador de la Fundación Conflict Responses (CORE).
Sin un horizonte claro y con una contienda en medio de micrófonos y redes sociales entre Petro y Mordisco, la principal incógnita está en el futuro del proceso de paz con esta disidencia.
Se trata de decisiones que no dan espera, pues mientras las partes definen su posición, en las regiones dominadas por el EMC crece la preocupación por la continuidad de los ataques y el inicio de una ofensiva militar que podría aumentar la violencia en esos territorios, que hasta ahora han apoyado los diálogos no solo con la esperanza de salir del conflicto, sino de que el Estado por fin haga presencia integral y ofrezca alternativas para acabar con la guerra.
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¿Un nuevo intento de Petro con el Clan del Golfo?
Casi a la par del punteo entre el presidente Petro e Iván Mordisco, el mandatario soltó otra de las tantas propuestas que lanza cuando está en tarimas: que le planteará a la nueva fiscal general, Luz Adriana Camargo, una fórmula para un “acogimiento a la justicia” del Clan del Golfo.
El grupo criminal, considerado el más poderoso del país y que ahora se hace llamar Ejército Gaitanista de Colombia, aceptó la invitación diciendo que estaba dispuesto a “negociar las condiciones políticas que permitan las transformaciones sociales”.
Pero esa respuesta puso sobre la mesa el gran ‘pero’ de ese diálogo: mientras el Gobierno quiere sometimiento, el grupo busca negociación. Eso lo dejó claro su abogado, quien en diálogo con este diario dijo: “El EGC no se va a someter y eso lo hemos dicho hasta el cansancio”.
En contexto: Habla abogado del Clan del Golfo: ¿qué plantea el grupo para dialogar con Petro?
Petro había hecho un acercamiento cuando los incluyó en un cese al fuego en diciembre de 2022, pero el diálogo se rompió tres meses después. ¿Será esta la vencida?
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