¿Por qué es importante el apoyo internacional al proceso de paz?
En la construcción de paz en Colombia no sólo están comprometidos el Gobierno y las Farc, sino que afuera del país hay estados y organizaciones que estarán involucrados, harán seguimiento, monitoreo, verificación, y sobre todo se beneficiarán con la consolidación de los acuerdos firmados en Cuba.
Daniel Salgar Antolínez* / @DanielSalgar1
Entre los asistentes internacionales al anuncio sobre el acuerdo de fin del conflicto entre el Gobierno y las Farc, estuvieron el secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki Moon, los representantes de los países garantes del proceso (presidente de Cuba y canciller de Noruega), los presidentes de los países acompañantes (Venezuela y Chile), así como el presidente de México, el de República Dominicana (en calidad de presidente de la Celac), el de El Salvador y los enviados especiales de la Unión Europea y de Estados Unidos.
Este quorum es una muestra más de que la firma e implementación de los acuerdos entre el Gobierno colombiano y las Farc tienen un amplio apoyo internacional. Esto no se traduce sólo en declaraciones políticas de apoyo y en personalidades que asisten a las declaraciones conjuntas, sino en diferentes formas de cooperación técnica y fondos económicos para el posconflicto.
Este apoyo se puede rastrear desde los inicios de la presidencia de Juan Manuel Santos, aunque para entonces no estuviera entre sus planes hacer la paz con las Farc. Los dos gobiernos de Álvaro Uribe dejaron muy deterioradas las relaciones de Colombia con Venezuela y Ecuador. El país quedó aislado en la región y con una política exterior funcional a Estados Unidos, especialmente en materia de seguridad y economía. Cuando Santos asumió la Presidencia en 2010, entre sus primeros logros en política exterior estuvo normalizar las relaciones con esos vecinos. Este acercamiento resultaría clave dos años después, cuando Venezuela se convertiría en un actor decisivo para acercar a las Farc y al Gobierno, y tomaría un papel como acompañante del proceso de paz. Al falllecido presidente venezolano Hugo Chávez se le consideraba, más que un acompañante, uno de los artífices de los diálogos.
Y Ecuador, por su parte, no sólo ha manifestado el apoyo al proceso de paz con las Farc, sino que sería la sede del inicio de eventuales negociaciones entre el Gobierno y la guerrilla del ELN. Semanas antes del anuncio del acuerdo sobre el punto del fin del conflicto con las Farc, el canciller ecuatoriano, Guillaume Long, dijo que la relación con Colombia pasa por su mejor momento en muchos años. Reiteró el apoyo ofrecido por su presidente, Rafael Correa, a las conversaciones con el ELN, y aseguró que “en Ecuador se inicia y se termina el proceso, el país es sede de las conversaciones públicas. Esta es una paz muy importante para Colombia, pero también para los países vecinos que hemos padecido los efectos colaterales de este conflicto: Ecuador ha recibido muchísimos refugiados colombianos. Somos el país del hemisferio occidental con mayor cantidad de refugiados”.
De la mano con la normalización de relaciones con los vecinos, Santos empezó a diversificar los lazos económicos del país, tendió puentes hacia Europa y Asia, y así consiguió nuevos socios y aliados políticos. Desde que el Gobierno anunció el inicio de los diálogos con las Farc, el 12 de octubre de 2012, el proceso de paz se empezó a convertir en la bandera de su política exterior y, como era de esperarse, los nuevos socios, amigos y “mejores amigos” de Colombia no tardaron en manifestar su apoyo.
Fue en Oslo, Noruega, donde se instalaron formalmente los diálogos el 17 de octubre de 2012. Un escenario de alto impacto en la política internacional. El país nórdico es reconocido mundialmente por su neutralidad y acompañamiento a por lo menos 20 procesos de paz en el mundo. Noruega fue sede del inició y ha sido, con Cuba, uno de los garantes del proceso. Noruega ya había apoyado los intentos de diálogos de paz en Colombia desde 1999. Fue parte del grupo de 10 países amigos y facilitadores de los diálogos del Gobierno de Andrés Pastrana y las Farc. Ahora, en los diálogos que se desarrollan en Cuba, Noruega está representada por su enviado especial, Dag Nylander, quien ya lleva más de una década apoyando la búsqueda de paz en el país.
Después del inicio de las conversaciones en Noruega, la mesa de negociaciones se trasladó a La Habana en julio de 2011 y allí se ha desarrollado desde entonces. Cuba, el otro garante del proceso, es clave por su afinidad ideológica con las Farc y porque es un referente político para las otras izquierdas de América Latina. Cuba ya había apoyado antes los intentos de paz en Colombia, actuando como facilitador en los diálogos con el ELN durante el gobierno de Álvaro Uribe. En 2007 esas conversaciones siguieron en Caracas, aunque finalmente no se concretaron acuerdos.
Además de los países garantes, están los acompañantes, que tienen un carácter neutral y no hacen propuestas a las partes para la búsqueda de un acuerdo. Estos son, por un lado, Venezuela, que es otro referente de la izquierda y cercano ideológicamente a las Farc. Y por otro lado, Chile, que ha sido un país clave en la búsqueda de apoyos de la comunidad internacional para el proceso de paz. Además, Chile ha ofrecido su apoyo no sólo como facilitador, sino para aportar su experiencia en etapas de transición y apoyar la implementación de la paz y el desarrollo del país en el posconflicto.
Además de los países garantes y acompañantes, muchos otros Estados y organizaciones han manifestado su apoyo al proceso entre el Gobierno y las Farc. Estados Unidos, por ejemplo, que tanto apoyó a Colombia en la fallida lucha armada contra el narcotráfico y la guerrilla, también ha manifestado un decidido apoyo político y económico para el posconflicto, para fortalecer la condición de vida de los campesinos, la infraestructura del país y la seguridad. Desde febrero de 2015, Washington tiene como enviado especial al proceso a Bernard Aronson. El propio secretario de Estado estadounidense, John Kerry, ha estado en La Habana, en reuniones separadas con delegaciones del Gobierno y las Farc.
La Unión Europea (UE) tiene desde octubre de 2015 un enviado especial para el proceso, Eamon Gilmore. A principios de junio de este año, la UE hizo un primer desembolso de 575 millones de euros para el posconflicto en Colombia, destinado a diversos proyectos de desarrollo rural y pedagogía. Para entonces, Gilmore dijo que este apoyo europeo se debe interpretar como algo mucho más amplio que los fondos económicos para el posconflicto. “Es una amistad que se ve reflejada en las relaciones comerciales y políticas. Anticipamos que con la consolidación de la paz habrá un gran crecimiento de exportaciones e importaciones gracias el acuerdo de libre comercio entre la Unión Europea y Colombia”.
La ONU es otro actor fundamental en el proceso de paz. Además de la labor que hacen varias agencias de Naciones Unidas en el país, desde las altas instancias la organización hay apoyo en por lo menos tres asuntos. Primero, el secretario general, Ban Ki Moon, designó desde 2015 un enviado especial para el proceso de paz, el francés Jean Arnaud, quien lleva más de 25 años apoyando negociaciones del mundo. Segundo, una vez se firme el acuerdo final, la Secretaría General de la ONU será depositaria de la declaración unilateral del Estado colombiano con el texto completo de ese acuerdo final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera. Mediante esta declaración el Estado, y no los gobiernos de turno, se compromete con la comunidad internacional a implementar lo acordado en las negociaciones con la guerrilla.
Y tercero, a través de la Resolución 2261 del 25 de enero de 2016, el Consejo de Seguridad de la ONU (que tiene como miembros permanentes las cinco principales potencias del mundo), decidió establecer una Misión Política en Colombia para la verificación del cese bilateral y la dejación de armas. La organización aplicará en el país su vasta experiencia en procesos de desarme, desmovilización y reintegración (DDR). Los observadores de dicha misión serán provenientes de los países de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, la Celac, organismo que también ha expresado su apoyo irrestricto a las negociaciones con las Farc y ha dicho que la terminación definitiva del conflicto colombiano “beneficiará a toda la región y reafirma los propósitos acordados por los Jefes de Estado y de Gobierno de la Celac en la Proclama de América Latina y El Caribe como Zona de Paz adoptada en La Habana”.
Esta misión de la ONU, integrada por observadores de los países miembros de la Celac, será uno de los actores en un mecanismo tripartito en el que también habrá representantes del Gobierno y de las Farc. Dicho mecanismo estará en el país durante 12 meses (prorrogables), a partir de la firma del fin del conflicto, y hará presencia en por lo menos 8 zonas del territorio nacional.
Este es apenas un resumen general de los actores internacionales involucrados en las negociaciones entre el Gobierno y la guerrilla. Es claro que en la construcción de paz en Colombia no sólo están comprometidos el Gobierno y las Farc, sino que desde afuera del país también hay varios Estados y organizaciones que harán seguimiento, monitoreo, verificación, y sobre todo se beneficiarán con la consolidación de lo pactado en La Habana. El apoyo mundial le da legitimidad a los acuerdos y sirve como forma de presión para que próximos gobiernos sigan el camino iniciado en Oslo y La Habana. No seguir ese rumbo implicaría un peso político grande ante la comunidad internacional y se podría perder el apoyo económico para la transformación del país en el posconflicto. Los garantes y acompañantes, así como Estados Unidos y la Unión Europea, entre otros, no van a aceptar con facilidad la idea de echar para atrás un proceso en el cual han destinado ingentes recursos económicos y políticos.
Entre los asistentes internacionales al anuncio sobre el acuerdo de fin del conflicto entre el Gobierno y las Farc, estuvieron el secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki Moon, los representantes de los países garantes del proceso (presidente de Cuba y canciller de Noruega), los presidentes de los países acompañantes (Venezuela y Chile), así como el presidente de México, el de República Dominicana (en calidad de presidente de la Celac), el de El Salvador y los enviados especiales de la Unión Europea y de Estados Unidos.
Este quorum es una muestra más de que la firma e implementación de los acuerdos entre el Gobierno colombiano y las Farc tienen un amplio apoyo internacional. Esto no se traduce sólo en declaraciones políticas de apoyo y en personalidades que asisten a las declaraciones conjuntas, sino en diferentes formas de cooperación técnica y fondos económicos para el posconflicto.
Este apoyo se puede rastrear desde los inicios de la presidencia de Juan Manuel Santos, aunque para entonces no estuviera entre sus planes hacer la paz con las Farc. Los dos gobiernos de Álvaro Uribe dejaron muy deterioradas las relaciones de Colombia con Venezuela y Ecuador. El país quedó aislado en la región y con una política exterior funcional a Estados Unidos, especialmente en materia de seguridad y economía. Cuando Santos asumió la Presidencia en 2010, entre sus primeros logros en política exterior estuvo normalizar las relaciones con esos vecinos. Este acercamiento resultaría clave dos años después, cuando Venezuela se convertiría en un actor decisivo para acercar a las Farc y al Gobierno, y tomaría un papel como acompañante del proceso de paz. Al falllecido presidente venezolano Hugo Chávez se le consideraba, más que un acompañante, uno de los artífices de los diálogos.
Y Ecuador, por su parte, no sólo ha manifestado el apoyo al proceso de paz con las Farc, sino que sería la sede del inicio de eventuales negociaciones entre el Gobierno y la guerrilla del ELN. Semanas antes del anuncio del acuerdo sobre el punto del fin del conflicto con las Farc, el canciller ecuatoriano, Guillaume Long, dijo que la relación con Colombia pasa por su mejor momento en muchos años. Reiteró el apoyo ofrecido por su presidente, Rafael Correa, a las conversaciones con el ELN, y aseguró que “en Ecuador se inicia y se termina el proceso, el país es sede de las conversaciones públicas. Esta es una paz muy importante para Colombia, pero también para los países vecinos que hemos padecido los efectos colaterales de este conflicto: Ecuador ha recibido muchísimos refugiados colombianos. Somos el país del hemisferio occidental con mayor cantidad de refugiados”.
De la mano con la normalización de relaciones con los vecinos, Santos empezó a diversificar los lazos económicos del país, tendió puentes hacia Europa y Asia, y así consiguió nuevos socios y aliados políticos. Desde que el Gobierno anunció el inicio de los diálogos con las Farc, el 12 de octubre de 2012, el proceso de paz se empezó a convertir en la bandera de su política exterior y, como era de esperarse, los nuevos socios, amigos y “mejores amigos” de Colombia no tardaron en manifestar su apoyo.
Fue en Oslo, Noruega, donde se instalaron formalmente los diálogos el 17 de octubre de 2012. Un escenario de alto impacto en la política internacional. El país nórdico es reconocido mundialmente por su neutralidad y acompañamiento a por lo menos 20 procesos de paz en el mundo. Noruega fue sede del inició y ha sido, con Cuba, uno de los garantes del proceso. Noruega ya había apoyado los intentos de diálogos de paz en Colombia desde 1999. Fue parte del grupo de 10 países amigos y facilitadores de los diálogos del Gobierno de Andrés Pastrana y las Farc. Ahora, en los diálogos que se desarrollan en Cuba, Noruega está representada por su enviado especial, Dag Nylander, quien ya lleva más de una década apoyando la búsqueda de paz en el país.
Después del inicio de las conversaciones en Noruega, la mesa de negociaciones se trasladó a La Habana en julio de 2011 y allí se ha desarrollado desde entonces. Cuba, el otro garante del proceso, es clave por su afinidad ideológica con las Farc y porque es un referente político para las otras izquierdas de América Latina. Cuba ya había apoyado antes los intentos de paz en Colombia, actuando como facilitador en los diálogos con el ELN durante el gobierno de Álvaro Uribe. En 2007 esas conversaciones siguieron en Caracas, aunque finalmente no se concretaron acuerdos.
Además de los países garantes, están los acompañantes, que tienen un carácter neutral y no hacen propuestas a las partes para la búsqueda de un acuerdo. Estos son, por un lado, Venezuela, que es otro referente de la izquierda y cercano ideológicamente a las Farc. Y por otro lado, Chile, que ha sido un país clave en la búsqueda de apoyos de la comunidad internacional para el proceso de paz. Además, Chile ha ofrecido su apoyo no sólo como facilitador, sino para aportar su experiencia en etapas de transición y apoyar la implementación de la paz y el desarrollo del país en el posconflicto.
Además de los países garantes y acompañantes, muchos otros Estados y organizaciones han manifestado su apoyo al proceso entre el Gobierno y las Farc. Estados Unidos, por ejemplo, que tanto apoyó a Colombia en la fallida lucha armada contra el narcotráfico y la guerrilla, también ha manifestado un decidido apoyo político y económico para el posconflicto, para fortalecer la condición de vida de los campesinos, la infraestructura del país y la seguridad. Desde febrero de 2015, Washington tiene como enviado especial al proceso a Bernard Aronson. El propio secretario de Estado estadounidense, John Kerry, ha estado en La Habana, en reuniones separadas con delegaciones del Gobierno y las Farc.
La Unión Europea (UE) tiene desde octubre de 2015 un enviado especial para el proceso, Eamon Gilmore. A principios de junio de este año, la UE hizo un primer desembolso de 575 millones de euros para el posconflicto en Colombia, destinado a diversos proyectos de desarrollo rural y pedagogía. Para entonces, Gilmore dijo que este apoyo europeo se debe interpretar como algo mucho más amplio que los fondos económicos para el posconflicto. “Es una amistad que se ve reflejada en las relaciones comerciales y políticas. Anticipamos que con la consolidación de la paz habrá un gran crecimiento de exportaciones e importaciones gracias el acuerdo de libre comercio entre la Unión Europea y Colombia”.
La ONU es otro actor fundamental en el proceso de paz. Además de la labor que hacen varias agencias de Naciones Unidas en el país, desde las altas instancias la organización hay apoyo en por lo menos tres asuntos. Primero, el secretario general, Ban Ki Moon, designó desde 2015 un enviado especial para el proceso de paz, el francés Jean Arnaud, quien lleva más de 25 años apoyando negociaciones del mundo. Segundo, una vez se firme el acuerdo final, la Secretaría General de la ONU será depositaria de la declaración unilateral del Estado colombiano con el texto completo de ese acuerdo final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera. Mediante esta declaración el Estado, y no los gobiernos de turno, se compromete con la comunidad internacional a implementar lo acordado en las negociaciones con la guerrilla.
Y tercero, a través de la Resolución 2261 del 25 de enero de 2016, el Consejo de Seguridad de la ONU (que tiene como miembros permanentes las cinco principales potencias del mundo), decidió establecer una Misión Política en Colombia para la verificación del cese bilateral y la dejación de armas. La organización aplicará en el país su vasta experiencia en procesos de desarme, desmovilización y reintegración (DDR). Los observadores de dicha misión serán provenientes de los países de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, la Celac, organismo que también ha expresado su apoyo irrestricto a las negociaciones con las Farc y ha dicho que la terminación definitiva del conflicto colombiano “beneficiará a toda la región y reafirma los propósitos acordados por los Jefes de Estado y de Gobierno de la Celac en la Proclama de América Latina y El Caribe como Zona de Paz adoptada en La Habana”.
Esta misión de la ONU, integrada por observadores de los países miembros de la Celac, será uno de los actores en un mecanismo tripartito en el que también habrá representantes del Gobierno y de las Farc. Dicho mecanismo estará en el país durante 12 meses (prorrogables), a partir de la firma del fin del conflicto, y hará presencia en por lo menos 8 zonas del territorio nacional.
Este es apenas un resumen general de los actores internacionales involucrados en las negociaciones entre el Gobierno y la guerrilla. Es claro que en la construcción de paz en Colombia no sólo están comprometidos el Gobierno y las Farc, sino que desde afuera del país también hay varios Estados y organizaciones que harán seguimiento, monitoreo, verificación, y sobre todo se beneficiarán con la consolidación de lo pactado en La Habana. El apoyo mundial le da legitimidad a los acuerdos y sirve como forma de presión para que próximos gobiernos sigan el camino iniciado en Oslo y La Habana. No seguir ese rumbo implicaría un peso político grande ante la comunidad internacional y se podría perder el apoyo económico para la transformación del país en el posconflicto. Los garantes y acompañantes, así como Estados Unidos y la Unión Europea, entre otros, no van a aceptar con facilidad la idea de echar para atrás un proceso en el cual han destinado ingentes recursos económicos y políticos.