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Un hecho reciente acaba de demostrar que el exjefe paramilitar Salvatore Mancuso aún tiene muchas verdades por contar y afrontar en el país. A través de una llamada telefónica, el excomandante de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) reiteró que el cuerpo de Kimy Pernía Domicó, un líder del pueblo indígena embera katío en Córdoba, fue lanzado al río Sinú. Desde hace casi dos décadas su familia está en busca de la verdad de lo que sucedió con Pernía, desaparecido el 2 de junio de 2001.
“En el caso de Kimmy Pernía se dio por las Autodefensas. Esos hechos sucedieron. El cadáver del líder Kimy Pernía Domicó fue enterrado cerca de Tierralta, en una finca. Y cuando venía a hacer el levantamiento del cadáver, dieron la orden de desenterrarlo. Desafortunadamente, fue arrojado al río Sinú. Les pido perdón por estos hechos”, contó Mancuso.
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La historia la contó en el diálogo que Mancuso tuvo con un grupo de víctimas del Urabá antioqueño y cordobés, que se dio en medio de un viaje de recolección de testimonios y de iniciativas de Garantías de No Repetición y Transiciones Territoriales a la Paz, que adelanta la Comisión de la Verdad, a través de la comisionada Patricia Tobón, con el apoyo de organizaciones como la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz, entre otras.
“Quiero iniciar esta conversación dándoles las gracias por la oportunidad de hablar con ustedes. Recuerden que los fiscales nos impedían hablar con las víctimas. Todas las acciones en las que tengo responsabilidad o los hombres que estuvieron bajo mi mando, quiero pedirles perdón y reiterar mi compromiso de no repetición”, señaló el exparamilitar, quien aún se encuentra en Estados Unidos a la espera de saber hacia dónde será deportado: si a Colombia o Italia.
Aunque sobre este el asesinato y la desaparición de Pernía se había referido en el tribunal de Justicia y Paz, creado después de la desmovilización paramilitar, la comunidad embera katío del Alto Sinú no la había escuchado hasta ahora. El 15 de enero de 2007 Mancuso habló en versión libre ante la Fiscalía de Medellín. De acuerdo con su confesión, la orden de matar a Kimy Pernía fue dada por el cabecilla paramilitar Carlos Castaño y consumada por John Henao (alias ‘H2’), cuñado y escolta de Castaño.
Víctimas escuchan por primera vez a Salvatore MancusoEn un encuentro con las víctimas en Apartadó, acompañado por la Comisión de la Verdad y la Comisión de Justicia y Paz el ex jefe paramilitar Salvatore Mancuso revela parte de la verdad que llegaría a Colombia si se garantiza su seguridad.
Posted by Contagio Radio on Tuesday, September 1, 2020
Pero la comunidad embera katío espera más explicaciones, tal y como señaló un representante en este encuentro telefónico: “No sabemos el cadáver dónde quedó por reclamar al gobierno de la República los derechos de los pueblos indígenas, su cultura, su autonomía, su unidad, su territorio. Le pido en nombre de los pueblos indígenas, de los líderes desaparecidos, torturados, amenazados y desplazados, que hablemos, que estrechemos las manos, abracemos y compartamos por qué hicieron este daño”.
Mancuso señaló que “inmediatamente tenga las garantías físicas y jurídicas para regresar al país podrán contar con mi presencia”. Dijo que quiere volver al país, pero no a que “me asesinen, me amordacen o que encuentren verdades amañadas que beneficien o perjudiquen a otros”.
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Pernía se convirtió en unos de los líderes indígenas más importantes del país, luego de que en la década de los noventa asumiera la tarea de oponerse a la imposición del Proyecto Hidroeléctrico Urrá. En 1995 organizó el Do Wambura (“Adiós río”), una movilización en la que mil indígenas bajaron por el río Sinú, desde el Resguardo de Karagabí hasta Lorica, para protestar contra el proyecto y exigir que al menos la compañía dialogara con ellos sobre la construcción de la obra, teniendo en cuenta que serían los más afectados.
Como consecuencia de la desaparición del líder, los embera katío de Tierralta quedaron huérfanos. A pesar de las reiteradas denuncias que hicieron de las amenazas que estaba recibiendo Pernía, cuando iba hacia la Fiscalía los paramilitares lo raptaron. Desde ese momento, no se volvió a saber nada de él.
Más víctimas hablaron
El diálogo tardó 45 minutos, en los que el exjefe paramilitar escuchó a más personas afectadas por el conflicto armado. Una de las víctimas de Cacarica (Riosucio, Chocó) le dijo que “toda la guerra que ha ocurrido en Colombia sigue oculta y no se sabe nada. Quiero manifestarles que todas las comunidades estamos con usted y tiene las puertas abiertas para que en un día no lejano podamos vernos y conversar frente a frente. Gracias por este momento, que ha sido tan anhelado por nosotros. No somos sus enemigos”. Mancuso le respondió que está dispuesto a participar y agradeció que las víctimas le permitan trabajar para que no se vuelvan a repetir este hecho.
Patricia Tobón, comisionada de la verdad, agradeció la voluntad de Mancuso de acercarse a las comunidades afectadas, quienes tienen muchas preguntas: “Creo que es importante que usted, como una persona que estuvo en la zona, no solo contribuya a este proceso de verdad, a entender qué ocurrió en este conflicto sino a colaborar a la transición”.
Otra víctima atendió el teléfono y le dejó claro al exjefe paramilitar que no considera que la cárcel solucione el daño causado. La salida, para este hombre, es que quienes cometieron delitos se arrepientan de estos y se comprometan a no repetirlos: “No queremos que nuestros hijos vivan esto”.
También otra víctima le señaló la importancia de que sus pueblos no tengan que vivir con la incertidumbre de que “el virus de la guerra va a volver para despojarlos”. Le reiteró que su decisión de contribuir a la paz y la verdad es el camino correcto. Eso sí, varios intervinientes le pidieron que los ayude a esclarecer qué sucedió con sus familiares desaparecidos. Mancuso reiteró que está dispuesto a ayudarlos: “Cuenten con eso”.