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Previo a su participación en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, en la mañana de este jueves, 11 de julio, el presidente Gustavo Petro inauguró un monumento que se construyó hace cinco años con el armamento que pertenecía a las extintas FARC y que fue entregado como parte del Acuerdo Final de Paz.
El evento inició una hora después de lo acordado debido a un retraso del mandatario que provocó que algunos invitados se fueran de la ceremonia, como la representante de Estados Unidos. En el lugar, lo estaban esperando miembros del consejo de seguridad, víctimas exiliadas en Estados Unidos y otros invitados especiales.
“Por el sitio y lo que representa este sitio, es un patrimonio que queda en la historia de la humanidad. En Colombia hacemos y deshacemos violencias. Deshacemos la violencia con la paz pero surge la violencia de nuevo. Pareciera una especie de mal permanente, de vicio cultural”, dijo Petro al inicio de su discurso.
Asimismo, durante su intervención, el mandatario agregó que “soy una especie de excepción histórica, queremos que sea un cambio de era, en la que Colombia se integre a la lucha democrática. Esa es la lucha, a eso le llamamos un proceso de paz. Un proceso de paz es una lucha social, una lucha política. A pesar de haber escrito frases que se firman, muchísimos de sus objetivos son en Colombia un consenso, una lucha aun por librarse. El derecho a vivir en paz es una lucha social en Colombia”.
Para concluir su discurso, el presidente hizo un llamado a una revolución por la vida y aseguró que “el camino de la solución no es otro que el camino de la sabiduría y la vida”.
La obra instalada en la sede de la ONU en Nueva York que lleva el nombre Kusikawsay, estaba cubierta con un manto blanca que llevaba la bandera de Colombia. Según su creador, el artista chileno y director de la Escuela de Artes Plásticas y Visuales de la Universidad Nacional, Mario Opazo, esta palabra significa en quechua “vida nueva y venturosa”.
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El monumento consiste en una canoa que sale de la tierra hacia el cielo como un misil y está enclavada en una tumba. Desde distintas perspectivas parece un proyectil, pero al estar cerca y recorrerla se descubre su cavidad. “La canoa es un medio de transporte importante en el país, pero además ha sido testigo silencioso del cementerio en el que se convirtieron nuestros ríos en las épocas más crudas de la violencia”, señala. Está hecha con el bronce de siete toneladas de balas que antes pertenecían a la guerrilla.
Precisamente, las 8.994 armas y municiones que pertenecían a esa guerrilla quedaron en manos de la Misión de Verificación de la ONU, organismo que las fundió y las convirtió en algo más de 37 toneladas de metal. Posteriormente, se dispuso que con ese material se construyeran tres monumentos.
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Uno está en Bogotá: es el piso que cimienta el espacio de arte y memoria Fragmentos, de la artista Doris Salcedo. Otro quedó pactado para ocupar lugar en La Habana (Cuba), sede de la negociación entre el gobierno de Juan Manuel Santos y los voceros de la exguerrilla.
Durante el evento de inauguración en Nueva York, Diego Ferney Tovar, firmante de paz y delegado del Partido Comunes, tomó la palabra para agradecer el apoyo de la comunidad internacional en el Acuerdo Final.
“Desde que se firmó el Acuerdo en 2016, es la primera vez que un miembro de las extintas FARC puede viajar a Nueva York para agradecer por su apoyo vital al Acuerdo de Paz. Ingresé a la guerrilla motivado por diferentes circunstancias y hoy contemplo la necesidad de construir la paz”, expresó.
Además, Tovar hizo un recuento del número de líderes y firmantes que han sido asesinados hasta el momento. “Hoy podemos decir que seguimos firmes por la paz. Este monumento simboliza el sentido de nuestra lucha. Dejar las armas para construir una sociedad sin violencia. Dedicamos esta inauguración al universo de victimas y a los asesinados cuando apostaron a la paz. Más de 1621 personas entre líderes y lideresas junto a 428 firmantes asesinados desde 2016″.