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La negociación de paz con la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) lleva casi una semana en medio de lo que el Gobierno ha llamado una “crisis innecesaria”. ¿La razón? El supuesto aval del Ejecutivo para que en Nariño se inicie un diálogo territorial que involucraría al frente Comuneros del Sur, una estructura del ELN que pidió pista en la paz total sin el visto bueno de la comandancia central.
Al margen de las dudas sobre el congelamiento de la mesa de conversaciones, los motivos de la actual crisis —la tercera desde el inicio de los diálogos hace 15 meses— plantean una serie de cuestionamientos sobre el funcionamiento interno de esta guerrilla y su delegación de paz que será clave tener en cuenta para el desarrollo de los diálogos.
Más allá de que la unidad de mando del ELN haya quedado en entredicho, el impasse deja en incógnita la voluntad del grupo para territorializar los diálogos y muestra que, como han advertido distintas voces, la guerrilla sigue imponiendo un ritmo lento en la mesa.
Mientras tanto, en los territorios donde hace presencia mantiene la violencia (hace 13 días estaba vigente un paro armado en Chocó), y su despliegue se ve beneficiado por acuerdos que ha logrado en la mesa, como la exigencia al Gobierno de enfrentar a los grupos suceros del paramilitarismo (que se tradujo en la ofensiva del Ejército contra el Clan del Golfo, su principal contendor).
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“Hay que tener claro que esta nueva crisis no es producto de una mala movida del Gobierno, sino que la está planteando el ELN. Lo que vemos es que la guerrilla parece no tener afán ni entender la presión ciudadana y del Gobierno para que la negociación avance al ritmo que se requiere y en temas gruesos, como el desarmey el fin del conflicto”, dice la investigadora Tatiana Prada, de la Fundación Ideas para La Paz (FIP).
¿Recelo con la territorialización?
Desde finales de 2023, cuando Otty Patiño fue designado como alto comisionado para la Paz -antes era el jefe de la delegación de Gobierno en los diálogos con el ELN-, planteó la necesidad “mirar más territorios que actores e implantar el Estado Social de Derecho en esas zonas”. Justamente hacia esa dirección apunta la apuesta del gobernador de Nariño, Luis Alfonso Escobar, para tener un diálogo territorial, que recibió el rechazo de la comandancia del ELN. Según conoció este diario, en Arauca, Meta y Chocó los mandatarios también han pedido que se adelanten escenarios de este tipo.
“El llamado que hace el gobernador tenía la venia del presidente Gustavo Petro para esa territorialización, y eso se entiende por qué es urgente buscar salidas a la situación que se vive en el departamento, pero además, se está viendo que hacer los ciclos de diálogo con el ELN en países del exterior está tardando mucho, y esas demoras tienen preocupados a los frentes guerrilleros acá”, explica Laura Bonilla, subdirectora de la Fundación Paz y Reconciliación (Pares).
Esa preocupación tiene su raíz, entre otros factores, en que en varias regiones las estructuras del ELN están acorraladas o perdiendo terreno en sus confrontaciones con otros grupos. Así ocurre con el Clan del Golfo en Chocó y el sur de Bolívar, y con las disidencias de las FARC en Nariño. De ahí que el Frente Comuneros del Sur esté buscando otras salidas.
“Se trata de un frente que está muy aislado y en riesgo de ser derrotado militarmente por el Estado Mayor Central (EMC). Por eso se apartan de los organismos de la dirección nacional del ELN y buscan su propio camino”, asegura Luis Fernando Trejos, profesor de la Universidad del Norte.
El argumento de la guerrilla para rechazar el diálogo territorial en Nariño es que ya existe un proceso nacional de participación —a través del Comité Nacional de Participación, que fue la instancia acordada por la partes para que la sociedad civil se involucrara en el proceso de paz—.
Sin embargo, según una experta consultada por Colombia+20, la razón detrás de la aversión a territorializar las conversaciones es que la dirección del ELN ve en esa apuesta un riesgo de perder control sobre los mandos regionales: “Tienen en la cabeza que eso los pone en desventaja y le quita poder al Comando Central (COCE), máximo órgano de la guerrilla”.
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A eso se suman los cuestionamientos sobre la unidad de mando dentro del grupo. Aunque la delegación del ELN en la mesa de diálogos ha sostenido que no hay fisuras, el caso del Frente Comuneros del Sur en Nariño puso en evidencia lo contrario. “Este es un tema que el grupo pudo manejar directamente con su frente, sin escalarlo a la mesa de diálogos. Si fuera cierto que el ELN tiene su línea de mando tan clara, tenfría la capacidad de solucionar este tipo de temas”, asegura Prada.
La unidad de mando también fue una preocupación que expuso el Consejo de Seguridad de la ONU en la pasada entrega del informe trimestral de la Misión de Verificación en Colombia. En ese encuentro, la delegación de Estados Unidos lanzó varias inquietudes sobre algunos puntos de la Paz Total y las negociaciones con el ELN y disidencia EMC.
Específicamente sobre el ELN dijo que, aunque se complacía de que el cese al fuego con esa guerrilla estaba ayudando a reducir el conflicto, el gobierno de Estados Unidos seguía “preocupado por la capacidad limitada del mando del ELN” por mantener ese alto al fuego en diferentes regiones. Para ese país, eso ha significado, según dijo la representante, un “limitado impacto humanitario”.
El ELN no se levantaría de la mesa
Pese a que en su comunicado de la semana pasada la guerrilla amenazó con congelar los diálogos de paz, los expertos consultados por Colombia+20 coincidieron en que ese sería un escenario poco estratégico para el ELN. “El grupo declaró la crisis y llamó a su delegación a consultas, pero no se levantó de la mesa. No se va a dar ese ‘tiro en el pie’ y menos cuando está por iniciar su convención nacional, algo que ha buscado desde la década de 1990 y que por primera vez un Gobierno le está dando”, dice el profesor Trejos.
El docente agrega que, de suspender la negociación, el ELN podría debilitarse militarmente y terminar de perder las guerras territoriales que está librando en algunas zonas estratégicas.
Eso sí, según la investigadora Bonilla de Pares, el hecho de que la paz total le haya permitido al grupo un respiro en esas confrontaciones no significa que se esté fortaleciendo.
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Las dudas sobre la expansión y la demoras en la mesa
De hecho, un reciente informe de Pares analiza si esa guerrilla ha usado esta negociación como una forma de fortalecerse militarmente -como se ha sugerido desde varios sectores e incluso en un supuesto informe de las autoridades del que el Gobierno negó su existencia-.
La conclusión del centro de estudios es que este es un tema que aún no tiene tanto sustento. “Actualmente el ELN no tiene presencia hegemónica en ningún departamento, a excepción de su zona histórica de Arauca y por el contrario pareciera que es la disputa territorial lo que está incrementando sus acciones bélicas. Mientras el Estado Mayor Central sí ha ganado política y militarmente con el proceso y se ha reafirmado en departamentos como el Cauca y el Clan del Golfo está en plena expansión, el ELN conserva lo que ya tenía, restringe movilidad e incrementa el control social para mantenerse”, explica el informe.
Y agrega: “El incremento de acciones de un grupo armado no implica necesariamente fortalecimiento. Por el contrario, parece indicar que hay disputa activa que a su vez implica desgaste y costos asociados (…) En lo que va de febrero se ha registrado un aumento en su impacto, principalmente debido a los continuos enfrentamientos entre el ELN y el Clan del Golfo en regiones como el Chocó, el Sur de Bolívar y el Noreste Antioqueño”, dice Pares. Esas zonas son justamente donde el ELN se disputa el control con los grupos armados.
De otro lado, el informe se refiere a las crisis que ha atravesado el proceso de paz con la guerrilla del ELN y dice que, aunque este tipo de sucesos son normales en una mesa de negociación, esta última “muestra desalineación entre los esfuerzos nacionales en las mesas de diálogo y las necesidades regionales de avanzar a un ritmo mucho más veloz y especialmente la necesidad de los nuevos mandatarios que no pueden permanecer de brazos cruzados”.
Aunque el Gobierno ha intentado acelerar el proceso que lleva el Comité Nacional de Participación, esos diálogos sectoriales y territoriales van a un ritmo lento. “Se estima que los ejercicios de diálogo territorial se empezarían a realizar en el segundo semestre del 2024 o el primero del 2025, en unos tiempos muy distintos a las necesidades territoriales de paz”, dice el informe.
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La actual crisis deja en evidencia que llegar a un acuerdo de paz con el ELN no solo será un asunto de larguísimo plazo, sino que la negociación aún tiene varios asuntos por afinar para evitar que cualquier tropiezo se escale y se sigan retrasando las discusiones sobre los temas de fondo.
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