Así fue el acto de diálogo y escucha entre víctimas de Bojayá y ex-FARC

La Universidad Javeriana, sede Cali, fue el escenario del encuentro en el que participó Rodrigo Londoño, conocido en la guerra como Timochenko y el último máximo jefe de las antiguas FARC, y el coronel en retiro Luis Fernando Borja, perpetrador confeso de más de 60 casos de ‘falsos positivos’, en el marco de “El Diálogo Restaura: un espacio incluyente”, iniciativa de ambos comparecientes ante la JEP para hablar con víctimas sobre paz.

Redacción Colombia +20
12 de septiembre de 2024 - 01:47 p. m.
El coronel en retiro Luis Fernando Borja, perpetrador confeso de más de 60 casos de ‘falsos positivos’, y Rodrigo Londoño, conocido en la guerra como Timochenko y el último máximo jefe de las antiguas FARC, se encontraron con sus víctimas directas.
El coronel en retiro Luis Fernando Borja, perpetrador confeso de más de 60 casos de ‘falsos positivos’, y Rodrigo Londoño, conocido en la guerra como Timochenko y el último máximo jefe de las antiguas FARC, se encontraron con sus víctimas directas.
Foto: Archivo Particular

En una manta de ojalillo blanco, Bernardina Vásquez cargaba con la mayor delicadeza y orgullo lo que quedó del Cristo de Bojayá. Un Cristo sin piernas, sin manos, totalmente mutilado, y casi con la misma expresión de sufrimiento que cargan las caras de las víctimas en el país. Mientras Leyner Palacios, líder social e integrante del Instituto de Paz de Estados Unidos, hablaba sobre este símbolo de resistencia en la guerra, Bernardina acariciaba al Cristo, lo cubría con el manto y luego lo destapa y lo alzaba al aire para que todos pudieran verlo.

“Ha venido el Cristo de Bojayá a presenciar este momento. El Cristo es símbolo de cómo quedó Colombia, despedazada. Esa geografía del mapa colombiano nos hace recordar que ese no era el camino (...) Demos el primer paso. Tomemos las piernas que él no tiene, las manos que él no tiene y salgamos al encuentro del hermano, de la reconciliación, de sanar nuestros corazones”, explicó Palacios para darle inicio al encuentro “El Diálogo Restaura: Un Espacio Incluyente en Cali”, un evento que se llevó a cabo en la Universidad Javeriana, sede Cali, el pasado 11 de septiembre.

En este espacio se miraron a los ojos el último comandante de las extintas FARC, Rodrigo Londoño, y el coronel (r) Luis Fernando Borja, quien ha reconocido su responsabilidad en crímenes conocidos como “falsos positivos”, ambos comparecientes en la JEP, junto con colectivos de víctimas, como la Fundación Revipaz, integrada por siete antiguos integrantes del Secretariado de las FARC EP y por siete ex secuestrados de esta exguerrilla, y víctimas de Toluviejo, Sucre, que han sido directamente afectadas.

Cuando Palacios finalizó su intervención, doña Bernardina bajó de la tarima con el Cristo en brazos para luego ubicarlo en medio de una mandala de flores en el centro del escenario, casi sirviendo como mediador entre los dos lados de la historia.

“Exigimos garantías de no repetición”: el pedido de las víctimas

Como antesala al diálogo, la Fundación Víctimas del Desplazamiento Cuenca Pacífico presentó por primera vez ante el público una obra de teatro que daba cuenta que el conflicto no es un hecho del pasado. María Camila, una niña de ocho años, contó a través de la obra, cómo su familia fue desplazada en marzo de este año. “Cuando salí de mi pueblito a la ciudad, la tierra donde me crié se quedó atrás”, cantó la niña junto a su mamá y otras víctimas de desplazamiento forzado.

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La profesora Lida Tascón de la Universidad del Valle, quien acompañó el proceso con las víctimas, señaló que hoy por hoy Cali tiene alrededor de 223 mil personas desplazadas huyendo de la guerra en el Pacífico. Una magnitud de personas suficiente como para llenar cinco veces el estadio Pascual Bravo. “Las víctimas nos están diciendo que en Cali la guerra existe. No podemos hablar de reconciliación si las víctimas que llegan son nuevamente ignoradas”, señaló Tascón.

Durante el espacio de diálogo, la primera en tomar la palabra fue Gilma Jiménez Martínez, representante de las víctimas de “falsos positivos” de Toluviejo, Sucre.

Con la voz pausada y tímida, doña Gilma relató cómo su hijo, Carlos Alberto, y otros diez jóvenes fueron engañados por una propuesta de trabajo y posteriormente asesinados en el año 2007. Desde entonces, doña Gilma junto con otras madres han luchado por conocer la verdad de lo que pasó. “La restauración es el camino reparador. Hoy estamos aquí con el compareciente Borja porque escogimos la verdad ante todo. La verdad para saber cómo fueron los hechos, cómo pasaron, cuándo y por qué. Le pedimos garantías de no repetición para que esto no se vuelva a repetir jamás”, dijo doña Gilma, vocera de Hijos de la Verdad de Tolú Viejo.

En el panel también estaba Fabiola Perdomo, de la Oficina de Transparencia de la Gobernación del Valle, víctima y esposa de uno de los doce diputados del Valle secuestrados en el 2002 por las FARC. Ante un auditorio lleno de caras jóvenes, Fabiola contextualizó lo que fue uno de los episodios más dolorosos y profundos en la historia caleña y del país, y que la convirtieron en víctima. “Nunca perdimos la esperanza y nunca renunciamos a exigirle al Gobierno el diálogo y una solución política. Hace 22 años comenzó esa lucha y seguimos convencidos de que el camino para alcanzar la paz es el diálogo. Ese dolor que sentimos se mantiene vivo. Ya no hay sufrimiento pero hay dolor”, explicó Perdomo.

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Junto a ella estaba sentada Sigifredo López, único sobreviviente del secuestro y posterior asesinato de los diputados del Valle, quien señaló durante su intervención la importancia de la justicia restaurativa y de resignificar el dolor, acompañado de verdad, perdón, justicia y reparación. Sin embargo, López rechazó que los círculos de violencia se mantengan vigentes en el país y todos los días produzcan víctimas.

“Hemos perdonado, he aceptado. He enviado ese mensaje de perdón a la sociedad, desde que salí del secuestro. Pero las FARC dejaron unos espacios, el narcotráfico continúa, la paz total es equivocada, y entonces llegan a las oficinas de víctimas más de 50 desplazados diarios a Cali y el registro habla de 200 mil, y el subregistro puede ser más alto. El dolor que hemos puesto las víctimas, somos casi 10 millones, no ha sido suficiente para parar una guerra porque las medidas no han sido suficientes. La restauración implica una reparación integral. A una víctima le duele la existencia, le duele seguir viviendo. Es muy berraco cuando las medidas siguen siendo atendidas de manera equivocada. La reparación se convirtió en un cuento discursivo. El perdón de las víctimas en Colombia no ha sido suficiente. El círculo continúa, maltratando a nuevas generaciones de víctimas”, señaló.

¿Qué respondieron los responsables de los dolores de las víctimas?

Luego de escuchar a las víctimas, Luis Fernando Borja, perpetrador confeso de más de 60 casos de ‘falsos positivos’ y compareciente ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), explicó que, aunque no ha sido fácil, su camino es dar la cara y contar lo que pasó. “Con la verdad y con el corazón en la mano, le puedo hablar a las personas, diciendo: aquí estoy, yo soy el que les causó tanto dolor, pero les estoy poniendo la cara para decirles la verdad de lo que ocurrió con sus seres queridos. Vamos por buen camino a la reconciliación, aunque se han presentado muchas dificultades. Ellos piden es que les digan la verdad, qué pasó, por qué y que no haya repetición”, dijo Borja durante su intervención en el evento.

En diálogo con Colombia+20, el general retirado explicó a detalle lo que ha sido el camino de la reparación. “Este proceso no es una carretera recta. Tiene muchos altibajos. Hay meses en que las víctimas no quieren saber nada y hay meses en que quieren hablar. Desde 2008 siempre tuve en mi cabeza que tenía que decir la verdad y contarle a la sociedad, a la justicia lo que había hecho, lo que había ordenado, los males que había provocado. En parte eso es estar bien conmigo, pero también buscar a las personas y enmendar algo. Ya no podemos enmendarlo todo porque ya le quitamos la vida a muchas persona, estoy hablando de 60 personas que yo ordené quitarles la vida, eso es muchísimo, pero hay que reconocer y dar la cara para cubrir un poco el dolor”, expresó Borja, quien durante el evento aseguró que la cifra de ejecuciones extrajudiciales podría ascender a más de 10.000 víctimas.

Por su parte, Rodrigo Londoño, conocido en la guerra como Timochenko y el último máximo jefe de las antiguas FARC, habló sobre la actualidad del conflicto en el país. “La guerra existe, no ha acabado. Pero nosotros somos un ejemplo de que si se puede terminar, siempre y cuando haya voluntad. Tenemos una responsabilidad muy grande para seguir trabajando y que la paz sea completa. Hoy no hay estrategias claras en función de la paz total, debemos exigirle al gobierno que elaboré una estrategia escuchando a las víctimas. Si hay una falencia es que el Gobierno no tomó como punto de referencia nuestro Acuerdo, lo está tomando ahora, después de dos años”, puntualizó Londoño.

El camino hacia la reconciliación

Para Fabiola Perdomo, víctima directa de las antiguas FARC, la implementación del Acuerdo de Paz de 2016, también es indispensable para lograr la paz y la reconciliación. En su proceso de perdón y reparación, Perdomo recordó que antes sentía sufrimiento, odio y rencor, que luego se transformó en un miedo paralizando. Pero luego, gracias a la firma del Acuerdo, esos sentimientos se transformaron en esperanza.

“Me dolió mucho cuando después de la firma, hemos encontrado dos gobiernos negligentes que han tenido agendas distintas para la implementación del Acuerdo. Un gobierno después de Santos que fue muy mezquino y hoy un gobierno perdido. Las víctimas teníamos la esperanza de que se iba a asumir el compromiso desde el primer día sobre la implementación del Acuerdo, haciendo pedagogía, un discurso conciliador, un discurso que respete al otro. Y hoy es incapaz de unir a los colombianos y ese era el reto que tenía y muchos le apostamos”, dijo Perdomo, quien agregó que el diálogo es importante, pero son indispensables las acciones.

Para Gilma, víctima directa del coronel (r ) Borja, los espacios de diálogo son propicios para que la sociedad se entere de los hechos, del daño que causaron en todo el país, pero al mismo tiempo reconoce que con la verdad no van a reparar todo el daño porque “nuestros hijos están asesinados, tenemos dolor y ya no podemos hacer nada, pero yo prefiero ver a un guerrillero capturado que asesinado. Hay que darle gracias a Dios y a los comparecientes que están hablando. Sabemos que unos dicen la verdad y otros no, pero me gustaría que todos los otros hablen. El único que ha dado la cara es Luis Fernando. Pedimos que se pongan la mano en el corazón para que las madres descansen y le den sepultura a sus hijos. Nosotros que hemos vivido esta guerra creemos que el diálogo sirve para saber qué pasó”.

“El diálogo es un acto de paciencia eterna”

Este espacio que promete avanzar en la construcción de paz y reconciliación, a partir de la promoción de la Justicia Restaurativa, tuvo sus inicios dentro de La Verdad Restaura, un proyecto que comenzó en marzo del 2023 en la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá con el apoyo de Colombia +20 de El Espectador, el Instituto de Derechos Humanos y Construcción de Paz de la Universidad Javeriana, Hilando la Rueca y la Misión de Verificación de la ONU. El piloto de este espacio se desarrolló el año pasado en la Universidad Javeriana en Bogotá y esa primera versión abarcó a más de 500 personas de distintos sectores como la sociedad civil, instituciones estatales, ONGs, víctimas del conflicto armado y estudiantes.

La versión de este año es organizada por la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales, la Cátedra Internacional Ignacio Martín Baró, la carrera de Ciencia política y el Centro Pastoral de la Pontificia Universidad Javeriana Cali, en alianza con el Instituto de Derechos Humanos y Construcción de Paz de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, el Instituto de Paz de Estados Unidos (USIP) en Colombia, la Misión de Verificación de las Naciones Unidas en Colombia, e Hilando la Rueca.

María Lucía Zapata, directora del Instituto Derechos Humanos y Construcción de Paz, de la Facultad de Ciencias Políticas de la Javeriana, le contó a Colombia+20 que ha sido un proceso de paciencia total para lograr los encuentros entre víctimas y responsables. “Este es un proceso lento. En Colombia todos decimos que le apostamos al diálogo, pero no sabemos realmente lo dispendioso que es. Creo que es un acto de paciencia eterna, infinita. Hay que sobrepasar los obstáculos y pensar ¿Cómo podemos continuar cultivando el diálogo?”, concluyó.

✉️ Si tiene información o denuncias sobre temas relacionadas con la paz, el conflicto, las negociaciones de paz o algún otro tema que quiera compartirnos o que trabajemos, puede escribirnos a: cmorales@elespectador.com; jrios@elespectador.com; pmesa@elespectador.com o aosorio@elespectador.com

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carlos(6836)12 de septiembre de 2024 - 03:21 p. m.
mmm.. y con eso salieron de cientos de muertos... y la frasecita del dialogo eterno.... pobres victimas ante un par de bandidos de esos que llegaron en toyotas y las victimas en bus... que pais
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