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Por las calles del barrio San Bernardo, en Fundación (Magdalena), esta semana se ha vivido toda una algaravía. Bajo los intensos rayos del sol, que llevan al municipio hasta los 35 grados centígrados, se han cruzado camiones, volquetas con gravilla, muralistas con pinturas, ingenieros de radio con aparatos tecnológicos, periodistas, funcionarios públicos y un montón de curiosos. Este viernes, después de largas jornadas de trabajo se hizo aquí el lanzamiento de cuatro nuevas emisoras de paz.
Las cosas deben estar igual en Tumaco (Nariño), San José del Guaviare (Guaviare) y San Vicente del Caguán (Caquetá), con las que se completan 16 de las 20 prometidas por el Acuerdo con las extintas Farc. Los cuatro municipios tienen en común haber padecido afectaciones profundas por el conflicto armado entre guerrillas y grupos paramilitares, tener altos niveles de pobreza y una cobertura estatal ineficiente. Estas nuevas emisoras documentarán esa realidad, pero sobre todo exaltarán las historias de la riqueza cultural y social de estas regiones que han quedado invisibilizadas por las dificultades.
En contexto: Magdalena, Nariño, Caquetá y Guaviare estrenarán Emisoras de Paz este viernes
Este viernes, desde Fundación (Magdalena), Colombia+20 de El Espectador y Radio Nacional de Colombia emitirán un nuevo capítulo de la serie Onda Pacífica para resaltar tres historias del norte del Magdalena, la región retratada por Gabriel García Márquez. En esta entrega habrá una denuncia de los reincorporados del departamento, la historia de un grupo de mujeres que reconstruyeron su memoria a través de telares y el perfil de un artista de Aracataca que rescata el realismo mágico a través de la pintura.
Escuche aquí Onda Pacífica:
La esperanza suspendida de un empleo fijo
A principios de 2022, los firmantes de paz de la extinta guerrilla de las Farc en el Magdalena recibieron una buena noticia: la Gobernación les entregaría 200 millones de pesos para crear un emprendimiento y desarrollar acciones de reconciliación en el departamento. Gilberto Marriaga Robles, de unos 55 años, estatura baja y cabello al hombro, dice que la emoción les duró poco. “Estábamos muy expectantes del desembolso de los recursos para comprar los artículos que se necesitan para poner en funcionamiento la recicladora, pero en el trasegar ese pequeño presupuesto lo han reducido a la nada”, asegura.
Marriaga es el gerente de la Cooperativa de Reincorporados del Magdalena (Corema), que se organizó con el objetivo de crear, con ese recurso, una recuperadora ambiental o planta recicladora para beneficiar con empleo fijo a 36 reincorporados, familiares de ellos y población vulnerable de la región. Sin embargo, los reincorporados denuncian que ese dinero se va a dilatar en precios elevados de contratistas, pago de capacitaciones y compra de materiales que finalmente no desencadenan en la creación de la recicladora.
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En efecto el presupuesto que la gobernación planteó en el documento completo del proyecto dice que, de los 200 millones asignados, 22 millones se invertirán efectivamente en el apoyo técnico y financiero a los reincorporados y 36 millones en acciones de reconciliación. Pero lo que más llama la atención es que casi 142 millones se invertirán en lo que ellos llaman gastos administrativos y operacionales.
Por ejemplo, 96 millones de pesos, casi la mitad del dinero asignado, se invertirán en 20 auxiliares de campo a los que les pagarán $1′600.000 por tres meses para desarrollar el estudio de mercado. La Gobernación del Magdalena respondió ante los reclamos que esos 20 auxiliares serán firmantes de paz y que los $200 millones son apenas la fase inicial para que los reincorporados definan el modelo de negocio que desarrollarán en el futuro. Los firmantes aseguran que sus necesidades económicas no dan espera.
Pintar la memoria desde el realismo mágico
Melquin Merchán, un joven de Aracataca de 27 años, ha convertido el dolor en arte. Sus obras reflejan el realismo mágico de su mayor referente y paisano Gabriel García Márquez, pues son composiciones que incluyen retratos de personas de la región con elementos de la naturaleza cargados de color y simbolismo. Sus pinturas, realizadas en acrílico y óleo, contienen su propia historia, que es la de todos en la región.
En lo que cualquiera vería una foto, una persona o un paisaje, Melquin ve colores, plantas, animales, que luego estampa con sus manos sobre el lienzo que se le atraviese. Puede ser una pared, una tela, un papel de acuarela o la hoja de un árbol. El arte para él se convirtió en el espacio para desahogarse, pero también para crear nuevos mundos.
En “Masacre de las bananeras”, una de sus más recientes obras, hay tres capas. La primera es un fondo rojo, vivo, como el de la bandera nacional. Sobre este, se ve en escala de grises a un hombre negro con sombrero vueltiao que carga en sus hombros un racimo de plátano. Y la cierran cuatro peces dorados que parecen navegar sobre la composición. Hay otra obra que no ha salido al público en la que se ve a un campesino a lomo de mula sobre la luna; se llama Memoria Dorada. Melquin también hace trabajos por encargo, porque tiene la fortuna de vivir de su obra.
La historia de una víctima
También entrevistamos a Mirley Osorio, que fuera víctima de desplazamiento forzado en el corregimiento de Sacramento, en Fundación después de que un grupo armado asesinara a su esposo y reclutara a su hermano menor. Osorio se desplazó a sus 16 años, embarazada y ya con una niña pequeña. Después de luchar, protestar y aplicar a proyectos del Gobierno, logró que les dieran un terreno para su hogar en Fundación, a donde llegó al barrio El Porvenir. Esta es su historia.