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El secuestro ha sido una de las prácticas criminales más usadas durante los años de guerra en Colombia. De acuerdo con el Informe Final de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad (CEV), entre 1998 y 2018 en el país se registraron 50.770 hechos de este tipo, de los cuales el 19 % tuvieron a la guerrilla del ELN como perpetrador.
Este grupo armado, en negociaciones de paz con el Gobierno Nacional, no ha cesado este tipo de conductas y el reciente secuestro de “Mane” Díaz, padre del crack de la Selección Colombia, Luis Díaz, desnudó un panorama que debe tratarse con urgencia en el quinto ciclo de diálogos en México: el ELN aún tiene plagiadas en su poder al menos a 30 personas.
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El cese de los secuestros por parte del ELN como condición para negociar la paz ha sido por años un cúmulo de promesas en falso. Este crimen ha sido un comodín para el inicio, la reanudación o los fines de procesos de paz con esa guerrilla marxista. Desde los días de Alfonso López Michelsen -en 1975-, pasando por César Gaviria Trujillo y hasta la paz total que intenta consolidar Gustavo Petro Urrego, este tema ha estado presente en los intentos en falso por desmovilizar al que es hoy el grupo armado activo más antiguo de la región.
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El texto “Cambiar el futuro: historia de los procesos de paz en Colombia”, de Eduardo Pizarro, recuerda (entre otras cosas) intentos de negociación con el ELN desde la década de los 90 y cómo el tema del secuestro fue en su momento un traspié para no avanzar más allá de intentos exploratorios de ceses al fuego o de gestos de buena voluntad que nunca llegaron. Allí se mostró la tras escena de cómo la muerte súbita del cura Manuel Pérez, comandante jefe del ELN, en el gobierno de Ernesto Samper, desinfló los ánimos de la guerrilla por negociar la paz. Y de cómo no sería sino hasta 1996 un nuevo comienzo para tratar el desarme de ese grupo con la temática del secuestro como gran protagonista.
El antecedente de los diálogos de Maguncia (Alemania) es con seguridad el primero en el que en medio de intentos de paz el secuestro fue crucial para determinar el destino de las negociaciones.
Como le comentó a este diario Alejo Vargas Velásquez, académico del Centro de Pensamiento y Seguimiento al Diálogo de Paz de la Universidad Nacional de Colombia, “hay que reconocer que el ELN desde hace mucho tiempo ha venido planteando el tema del fin de los secuestros. Desde que estuvimos en Maguncia, en 1998, se planteó esa posibilidad y ellos decían: para nosotros poder comprometernos a un cese total debemos resolver el tema de financiación de nuestras fuerzas”.
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Tras Maguncia, como se lee en el libro de Pizarro Leongómez, los innumerables secuestros cometidos por el ELN fueron el pretexto de esta guerrilla para tratarlo en una mesa de diálogo si a cambio tenían la posibilidad de alcanzar nuevos medios de financiación. Esa retórica estuvo presente en los procesos de paz que intentaron adelantar Pastrana, Uribe, Santos, Duque y ahora Petro.
Werner Mauss y las dificultades para cesar secuestros del ELN
Entre los 80 y 90, el ELN secuestró con fines extorsivos a más de una veintena de ciudadanos alemanes. Eso hizo que en 1988 llegara al país un espía llamado Werner Mauss. Su misión era la de hallar a sus compatriotas, negociar su liberación con la guerrilla y llevarlos de nuevo a Alemania.
El medio Deutsche Welle denominó por años a Mauss como el “James Bond alemán”, por su habilidad de pasar fronteras sin levantar sospechas, burlar circuitos de inteligencia militar y adentrarse en el corazón de grupos armados como el ELN para dar con la libertad de secuestrados.
Su éxito fue tal, que en 1996 Werner Mauss apoyó al expresidente Samper a tender acercamientos con el ELN. Pero su trabajo como espía y negociador en país le trajo más problemas que aciertos, tanto al alemán como al proceso con el ELN. Como documentó la BBC de Londres, Mauss fue clave en las bases de los diálogos de Maguncia, pero se vio opacado por un rescate irregular de la ciudadana Brigitte Schöne, esposa de un importante empresario alemán, que estaba en manos del ELN y cuya liberación fue calificada en un inicio por el Comando Antiextorsión y de Secuestro de la Policía Nacional como un intento de secuestro, pues Mauss intentó sacar a esa ciudadana alemana del país de forma irregular.
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Por ese hecho, el espía pagó unos meses de cárcel en Colombia, luego fue absuelto y regresó a su país, lugar desde el cual afronta desde 2018 un proceso que lo vincula con los ‘Panamá Papers’, por una supuesta participación en fondos que desviaron dinero en 1985.
Maguncia no terminó de cuajar, el ELN mandó al traste otro intento de paz con la masacre de Machuca, en Segovia (Antioquia) -en octubre de 1998- y la guerra en Colombia siguió su curso con más ferocidad. Con las guerrillas de las FARC y del ELN en armas y con la aparición de las AUC a finales del milenio, que terminó de escalar el conflicto armado en las regiones.
Pasaron los años y el secuestro siguió siendo un tema álgido entre gobierno y ELN. Como reconoció en 2021 el excomisionado de Paz Miguel Ceballos, en 2003 -con Álvaro Uribe como jefe de Estado- el gobierno de ese entonces se acercó a los gestores de paz Gerardo Bermúdez (en las filas del ELN conocido como Francisco Galán) y a Carlos Velandia (conocido en el ELN como Felipe Torres, hoy académico y analista consultado por esta casa periodística), para pactar su libertad a cambio de la liberación de rehenes. Eso no sucedió y la guerra continuó.
El Espectador documentó las negociaciones en el gobierno Santos con el ELN tuvieron sus demoras para iniciar en 2016, porque la guerrilla se negó a eliminar el secuestro como práctica criminal.
Con Iván Duque como presidente, el tema del secuestro estuvo presente. En su posesión, el 7 de agosto de 2018, el exmandatario le dijo al ELN que sólo continuaría con el proceso de paz que había comenzado Santos si los secuestros cesaban y se liberaban a todos los secuestrados. Dos días después, en una misiva, el Comando Central del ELN dijo que acataría y como muestra de buena voluntad liberaron a tres policías, un soldado y dos civiles en septiembre de ese año.
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Sin embargo, los secuestros continuaron en Chocó, Norte de Santander y Arauca. Y meses después, en enero de 2019, se perpetraría el atentado terrorista a la Escuela de Cadetes General Santander que sepultaría el proceso de paz. Intento reanudado por Petro hace un año.
Aprendizajes recogidos: ¿qué viene?
Para el investigador Alejo Vargas, ahora es el momento para definir de una vez por todas el cese de los secuestros para que las negociaciones prosperen. “El quinto ciclo debe dedicarse a resolver el problema del secuestro, pero resolver eso implica ayudarle en su tema de financiación. De otra manera no se podrá resolver. Esta financiación debe encontrar fórmulas para realizarse y hay que ver cómo la comunidad internacional -que ya lo ha planteado y hecho- ayuda en esa dirección. Porque eso no puede ser algo sacado del presupuesto nacional. Si eso no se habla, el secuestro seguirá interfiriendo en la mesa”, agregó.
Para Vargas, la invitación para la mesa en este momento es la de tener paciencia, continuar con los diálogos y cerrar posibilidades para las especulaciones. “Lo que pasó con el papá de “Lucho” Díaz y con los demás secuestrados que tiene el ELN es una autorización del mando central. No tiene que ver nada con el mando del Frente de Guerra Norte. Un secuestro no se hace por azar, no es que se lo encontraron y ya. Eso es planificado y desde allí hay que entender a ese crimen. Esto es demorado, no tardará menos que lo que tardaron las FARC y para la gente que no lo ve así, se equivocan. Esto puede tardar tres o cuatro años más para que hablemos de desarme”, concluyó.
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Colombia no quiere volver nunca más a los días de los secuestros masivos y por eso se ha cuestionado si el ELN tiene una voluntad real de paz mediante el cese de estos crímenes. El 17 de junio de 2023, uno de los fundadores de esta guerrilla, Nicolás Rodríguez (Gabino), levantó una controversia por un pronunciamiento sobre la dejación de armas.
“Ni asomo de discusión de que vamos a dejar las armas, de eso no se trata (…) No fue la condición, ni siquiera lo plantearon, porque saben de nuestras posiciones políticas. Antes todos los gobiernos lo que querían era que el ELN se desmovilizara y esa nunca ha sido la postura. Buscar la paz, una salida política a este conflicto no tiene nada que ver con desmovilización, ese es nuestro pensamiento”, afirmó el comandante guerrillero.
Fuentes cercanas al proceso de paz con el ELN, consultadas por Colombia+20, indicaron que la delegación del Gobierno llegará al quinto ciclo de diálogos en México con la idea de poner todos los puntos de la agenda de una sola vez para tratar de comprometer a esa guerrilla con el fin del conflicto. Es decir, tratar el conflicto como un eje pero sin descuidar otros compromisos para construir paz.
“La gente no puede esperar que ahora se llegue a la mesa y el ELN diga que va a dejar de secuestrar. Seguramente la delegación llegue con la intención de dar esa discusión, pero ese va a ser un forcejeo entre las partes”, aseguró la fuente.