Seis años del Acuerdo de Paz: así lo retratan los hijos de excombatientes de Farc
Este 24 de noviembre se cumplen seis años de la firma del Acuerdo entre el Estado y la extinta guerrilla. En medio de logros y retrasos, niñas y niños -en su mayoría nacidos en espacios de reincorporación- dibujaron sus visiones sobre la paz.
“Palomita, palomita, palomita de la paz: hoy que vienes a Colombia dime si te quedarás. Palomita, si te quedas muy contenta estaré, hoy que llegas a mi patria contigo me quedaré”. Quien canta es Nasly Maité, una niña tolimense de cinco años de edad que forma parte de Hijos de la Paz, un coro que reúne a 50 niños y niñas hijas de firmantes del Acuerdo de Paz. Nasly canta la canción en uno de los ensayos del grupo en el Colegio Mayor de San Bartolomé, en el centro de Bogotá.
En contexto: En imágenes: nace el coro Hijas e Hijos de la Paz, cuyos padres son excombatientes
A pocos pasos de allí queda el Teatro Colón, el lugar donde este 24 de noviembre hace seis años se firmó la paz entre el Gobierno y los miembros de la extinta guerrilla de las Farc.
Entre los firmantes de ese acuerdo está Johana Andrea Ramírez, la mamá de Nasly, y quien estuvo en las Farc durante poco más de dos décadas.
Puede leer: Seis años del Acuerdo de Paz: segunda oportunidad a reforma agraria rural integral
La vida de esta mujer pasó de la atención odontológica a sus compañeros en el monte y, posteriormente, a prestarles esos servicios a los negociadores del antiguo grupo armado en La Habana, a iniciar desde cero en el espacio de reincorporación de Icononzo, Tolima, donde nació y ha crecido su hija.
Nasly y otros niños y niñas son parte del baby boom de las Farc. De acuerdo con registros de la exguerrilla, al momento de dejar las armas, 80 mujeres de sus filas estaban embarazadas y 66 más ya tenían hijos de corta edad. Tanto esa generación como quienes vinieron después son un auténtico milagro, porque una regla y prohibición incuestionable dentro de las filas de esa guerrilla era la de no poder tener hijos, y quienes incumplieran con eso podrían pagar consecuencias como ser alejadas de ellos o ser blanco de abortos forzados.
Sus dibujos sobre la paz
Además de cantar y bailar en el ensayo, esta vez los niños y niñas de Hijos de la Paz dibujaron y colorearon sus visiones sobre la paz y el perdón. El mismo día del ensayo hicieron toda una muestra artística de lo que para ellos es construir paz y felicidad para sus vidas.
En mi casa me enseñaron que siempre la paz, que todos somos iguales y que con la música vamos a cambiar las cosas tristes
Uno de ellos ponía una frase con vehemencia “En Colombia hai paz” (sic) y la acompañaba con una paloma y la bandera del país. También hubo dinosaurios, retratos dedicados a sus abuelitas, jardines, pentagramas musicales, palomas popochas, corazones, pingüinos coloreados con los colores de la Tierra y fachadas de sus casas. Claro, no faltaron los rayones y las dudas sobre qué dibujar. No había competencia por quién hacía el “mejor dibujo”.
Lea también: Acuerdo de Paz: mensajes clave en la conmemoración de los seis años de la firma
El ejercicio se trataba de mostrar un balance de un acuerdo de paz más allá de cifras frías, análisis académicos, titulares de prensa o muestras de datos sofisticados.
Diego, de siete años y uno de los artistas, se nos acercó y nos dijo algo que en resumen era la idea de este ejercicio con colores: “En mi casa me enseñaron que siempre la paz, que todos somos iguales y que con la música vamos a cambiar las cosas tristes”.
Siempre la paz
El coro de Hijos de la Paz nació hace un año, justamente para la conmemoración del quinto aniversario del Acuerdo.
Musicalmente, a lo largo de todo este año, su formación ha estado a cargo de la Orquesta Filarmónica de Bogotá, y en este espacio cultural participan chicos y chicas entre los 3 y 17 años. Las salas del San Bartolomé son su centro de ensayos cada vez que se reúnen, y por eso no fue casualidad encontrarnos con Nasly allí; ella es de las menores del coro y, según ella, una de las mejores bailarinas.
“Quiero cantarle a mi mami y llegar al coro de los grandes. También quiero que las profes nos enseñen a tocar el violín para hacer felices a muchas personas”, nos contó Nasly Maité con mucho entusiasmo.
El día que nos reunimos con el coro, los hijos e hijas de la paz estaban ensayando Imagine, la legendaria canción de John Lennon, con la que se invita a las personas a desprenderse de lo que causa diferencias para construir paz. Ese momento era paradójico: la mayoría del coro no entendía lo que estaba cantando, pero en sus voces se transmitía un mensaje esperanzador, una voluntad genuina por crecer en paz, como siempre lo han hecho.
En otras noticias: Proyecto en el Congreso abriría la puerta a ‘colados’ en curules de paz
Érika Valencia, conocida en la guerra como Milena Reyes, es madre de Dalila, una de las niñas más chiquitas del coro. Reconoce que este espacio es una muestra más de que la reincorporación y la dejación de la violencia se puede centrar en manifestaciones culturales que se deben replicar en todo el país: “Es un privilegio tener aquí a nuestros bebés, porque muchos otros compañeros no tienen la posibilidad de brindarles a sus hijos espacios así. Su amor por el arte es el vivo ejemplo de lo que nunca debimos dejar de ser: alegría, inocencia, preocupación por el prójimo y entusiasmo por el futuro. Por ellos y ellas la rein corporación vale la pena. Merecen ser felices y que nadie les ponga estigmas encima por lo que hicieron sus padres y madres en el pasado, ellos nada tuvieron que ver con una violencia que nos afectó a todos”.
Este jueves 24 de noviembre, cuando se conmemoran los seis años de la firma del Acuerdo de Paz, el gobierno de Gustavo Petro le metió acelerador a su implementación, por ejemplo con la reforma rural integral. El pacto, sin embargo, tiene serios retrasos en las garantías de seguridad de los excombatientes -cerca de 342 firmantes han sido asesinados desde 2016- y el freno del programa de sustitución de cultivos de uso ilícito.
“Palomita, palomita, palomita de la paz: hoy que vienes a Colombia dime si te quedarás. Palomita, si te quedas muy contenta estaré, hoy que llegas a mi patria contigo me quedaré”. Quien canta es Nasly Maité, una niña tolimense de cinco años de edad que forma parte de Hijos de la Paz, un coro que reúne a 50 niños y niñas hijas de firmantes del Acuerdo de Paz. Nasly canta la canción en uno de los ensayos del grupo en el Colegio Mayor de San Bartolomé, en el centro de Bogotá.
En contexto: En imágenes: nace el coro Hijas e Hijos de la Paz, cuyos padres son excombatientes
A pocos pasos de allí queda el Teatro Colón, el lugar donde este 24 de noviembre hace seis años se firmó la paz entre el Gobierno y los miembros de la extinta guerrilla de las Farc.
Entre los firmantes de ese acuerdo está Johana Andrea Ramírez, la mamá de Nasly, y quien estuvo en las Farc durante poco más de dos décadas.
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La vida de esta mujer pasó de la atención odontológica a sus compañeros en el monte y, posteriormente, a prestarles esos servicios a los negociadores del antiguo grupo armado en La Habana, a iniciar desde cero en el espacio de reincorporación de Icononzo, Tolima, donde nació y ha crecido su hija.
Nasly y otros niños y niñas son parte del baby boom de las Farc. De acuerdo con registros de la exguerrilla, al momento de dejar las armas, 80 mujeres de sus filas estaban embarazadas y 66 más ya tenían hijos de corta edad. Tanto esa generación como quienes vinieron después son un auténtico milagro, porque una regla y prohibición incuestionable dentro de las filas de esa guerrilla era la de no poder tener hijos, y quienes incumplieran con eso podrían pagar consecuencias como ser alejadas de ellos o ser blanco de abortos forzados.
Sus dibujos sobre la paz
Además de cantar y bailar en el ensayo, esta vez los niños y niñas de Hijos de la Paz dibujaron y colorearon sus visiones sobre la paz y el perdón. El mismo día del ensayo hicieron toda una muestra artística de lo que para ellos es construir paz y felicidad para sus vidas.
En mi casa me enseñaron que siempre la paz, que todos somos iguales y que con la música vamos a cambiar las cosas tristes
Uno de ellos ponía una frase con vehemencia “En Colombia hai paz” (sic) y la acompañaba con una paloma y la bandera del país. También hubo dinosaurios, retratos dedicados a sus abuelitas, jardines, pentagramas musicales, palomas popochas, corazones, pingüinos coloreados con los colores de la Tierra y fachadas de sus casas. Claro, no faltaron los rayones y las dudas sobre qué dibujar. No había competencia por quién hacía el “mejor dibujo”.
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El ejercicio se trataba de mostrar un balance de un acuerdo de paz más allá de cifras frías, análisis académicos, titulares de prensa o muestras de datos sofisticados.
Diego, de siete años y uno de los artistas, se nos acercó y nos dijo algo que en resumen era la idea de este ejercicio con colores: “En mi casa me enseñaron que siempre la paz, que todos somos iguales y que con la música vamos a cambiar las cosas tristes”.
Siempre la paz
El coro de Hijos de la Paz nació hace un año, justamente para la conmemoración del quinto aniversario del Acuerdo.
Musicalmente, a lo largo de todo este año, su formación ha estado a cargo de la Orquesta Filarmónica de Bogotá, y en este espacio cultural participan chicos y chicas entre los 3 y 17 años. Las salas del San Bartolomé son su centro de ensayos cada vez que se reúnen, y por eso no fue casualidad encontrarnos con Nasly allí; ella es de las menores del coro y, según ella, una de las mejores bailarinas.
“Quiero cantarle a mi mami y llegar al coro de los grandes. También quiero que las profes nos enseñen a tocar el violín para hacer felices a muchas personas”, nos contó Nasly Maité con mucho entusiasmo.
El día que nos reunimos con el coro, los hijos e hijas de la paz estaban ensayando Imagine, la legendaria canción de John Lennon, con la que se invita a las personas a desprenderse de lo que causa diferencias para construir paz. Ese momento era paradójico: la mayoría del coro no entendía lo que estaba cantando, pero en sus voces se transmitía un mensaje esperanzador, una voluntad genuina por crecer en paz, como siempre lo han hecho.
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Érika Valencia, conocida en la guerra como Milena Reyes, es madre de Dalila, una de las niñas más chiquitas del coro. Reconoce que este espacio es una muestra más de que la reincorporación y la dejación de la violencia se puede centrar en manifestaciones culturales que se deben replicar en todo el país: “Es un privilegio tener aquí a nuestros bebés, porque muchos otros compañeros no tienen la posibilidad de brindarles a sus hijos espacios así. Su amor por el arte es el vivo ejemplo de lo que nunca debimos dejar de ser: alegría, inocencia, preocupación por el prójimo y entusiasmo por el futuro. Por ellos y ellas la rein corporación vale la pena. Merecen ser felices y que nadie les ponga estigmas encima por lo que hicieron sus padres y madres en el pasado, ellos nada tuvieron que ver con una violencia que nos afectó a todos”.
Este jueves 24 de noviembre, cuando se conmemoran los seis años de la firma del Acuerdo de Paz, el gobierno de Gustavo Petro le metió acelerador a su implementación, por ejemplo con la reforma rural integral. El pacto, sin embargo, tiene serios retrasos en las garantías de seguridad de los excombatientes -cerca de 342 firmantes han sido asesinados desde 2016- y el freno del programa de sustitución de cultivos de uso ilícito.