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El Informe final de la Comisión de la Verdad tardó 42 meses en ser construido y, al parecer, apenas seis meses en evaporarse de la discusión pública. El pasado 2 de febrero, el excomisionado Alejandro Castillejo compartió en su cuenta de Twitter un apartado del tomo testimonial del Informe y escribió que lo hacía “antes de que el Informe de la Comisión desaparezca aún más”. En las últimas semanas, ese documento histórico, entregado al país el 28 de junio de 2022, no volvió a ser discutido públicamente.
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Ese 28 de junio, 10 comisionados de la Verdad encabezados por su presidente, el padre Francisco de Roux (Carlos Ospina, mayor del Ejército, renunció semanas antes), presentaron en el teatro Jorge Eliécer Gaitán de Bogotá el resultado de tres años y medio de trabajo. La noticia salió en portadas y abrió las emisiones de los noticieros y el propio presidente electo, Gustavo Petro, acudió a la ceremonia y recibió en sus manos un apartado del Informe. Desde entonces, la atención en esa investigación se ha ido diluyendo poco a poco.
De eso está convencido el excomisionado Castillejo: “En últimas, lo que queríamos del Informe era que se dieran unas conversaciones que no se dieron y, más allá de los meses de socialización, me parece que el Informe ha desaparecido totalmente del escenario público”, sostiene.
Lo dice con base en lo que considera “una entrega fragmentaria” del Informe al país. Ese 28 de junio lo que salió públicamente fue el volumen de “Hallazgos y recomendaciones” y el volumen testimonial “Cuando los pájaros no cantaban” —que él dirigió—. Por ello, para el excomisionado lo que hubo fueron “dos volúmenes que salen un gran día y después unos que salen invisiblemente durante el siguiente mes y medio; eso es una estrategia de socialización equivocada”.
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Hoy, todos los volúmenes del Informe final están cargados en una transmedia que dejó la Comisión de la Verdad, que es navegable sin restricciones. Los datos oficiales suministrados por la que fue la dirección de comunicaciones de la Comisión a Colombia+20 revelan que desde la fecha de salida al aire, a mitad del año pasado, hasta febrero de 2023, la página ha tenido más de 3’760.000 vistas correspondientes a más de 800.000 usuarios únicos, con un tiempo de permanencia de casi tres minutos y medio. Pero los datos también evidencian que la curva ha decrecido de forma considerable en los últimos meses:
Sin embargo, esa dirección de comunicaciones atribuye esa baja al receso de vacaciones en colegios y universidades, porque los datos también muestran que los rangos de edad que más han visitado la página son de 18 a 24 años y de 25 a 34 años.
Wilson Castañeda es uno de los siete miembros del Comité de Seguimiento a las recomendaciones del informe de la Comisión de la Verdad, que adquirió vida una vez esa entidad dejó de existir. Para él, una de las fallas principales en la socialización del Informe es que “si bien durante los dos meses que tuvo para socializar el Informe la Comisión hizo el mejor esfuerzo, recorrió el país —incluso estuvo en el extranjero—, ese fue un tiempo insuficiente; después la Comisión se fue y al día de hoy ninguna entidad del Estado ha asumido dicha socialización”.
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Eso ha sido así, entre otras razones, porque el Decreto 588 de 2017 que creó la Comisión de la Verdad no encargó a ninguna entidad estatal la socialización del Informe final una vez dicha Comisión culminara su mandato. Lo que sí estableció fue ese comité de seguimiento al que Castañeda pertenece, pero cuyo único mandato es el monitoreo al cumplimiento de las recomendaciones, no difundir ni socializar el contenido del Informe.
Para Castañeda, parte de las razones de que el Informe se haya ido difuminando también se encuentran en que la pedagogía no se concretó en una metodología o instrumentos claros. “En un país donde el acceso a la tecnología sigue siendo muy limitado, que el Informe repose en una aplicación en línea y que no tenga, por ejemplo, unos textos impresos hace que muchas personas no puedan acceder a él; tanta información, sin herramientas e inducciones pedagógicas, se vuelve inalcanzable en un país donde hay 1.000 informaciones por minuto y siente uno que el Informe se quedó atrás y ya nadie habla de él”.
Según sostiene, tanto la falta de una entidad estatal que apalanque la socialización y la difusión, como la ausencia de instrumentos claros de pedagogía, hacen “que el Informe hoy sea espacio de discusión para un círculo muy cerrado de ONG más del orden nacional y algunas autoridades del orden central, pero el Informe no está llegando a los territorios; es más como un informe de las élites de los derechos humanos”.
Una lectura contraria tiene la también excomisionada Lucía González, quien por estos días asiste junto con una delegación encabezada por la ministra de Cultura a la Feria del libro de La Habana para hablar del Informe final de la Comisión. En primer lugar, resaltó que en el articulado del Plan Nacional de Desarrollo del gobierno Petro quedó explícito que las recomendaciones del Informe serán acogidas por las entidades sobre las cuales recaen.
Y añadió: “Creo que el Informe está en otros lugares en este momento: está mucho en los territorios, mucho en los jóvenes, mucho en las organizaciones sociales. Estamos haciendo un trabajo con el Ministerio de Educación y el Ministerio de Defensa, y seguimos trabajando en el énfasis con los empresarios”.
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La excomisionada resaltó la labor que han venido cumpliendo los miembros de lo que la Comisión llamó la “red de aliados”, integrada por un sinnúmero de organizaciones de la sociedad civil que han continuado haciendo incidencia sobre el Informe. “El esfuerzo que nosotros hicimos por dejar unos aliados sigue produciendo mucha activación y produciendo mucha reflexión y eso va a ir quedando como en el imaginario colectivo”, afirmó. Algo en lo que coincidió Wilson Castañeda, quien lo puso en estos términos: “Si no fuera por las organizaciones de la sociedad civil, el Informe hoy sería un texto muerto”.
La Paz Querida es una de las plataformas de la sociedad civil que ha continuado difundiendo y socializando el Informe de la Comisión. La última semana de enero, por ejemplo, lanzaron la estrategia Conversaciones de Verdad, metodología en la que tres figuras públicas —Daniel Samper Ospina, María Camila Díaz y Matilda González— entrevistan a ocho invitados y construyen un rompecabezas del pasado, presente y futuro sobre el conflicto en Colombia, la construcción de la verdad y los cambios que necesitamos para transformar los factores de persistencia del conflicto.
Alberto Heredia, director ejecutivo de esa plataforma, dice que hay que resaltar que “hoy las recomendaciones del Informe son parte del proyecto del Plan Nacional de Desarrollo y el trabajo en red de los aliados de la Comisión sigue activo por todo el territorio nacional. Todos los días encuentras actividades de pedagogía, iniciativas o actividades de socialización del Informe. Es muy importante que esta tarea continúe”.
Entre tanto, en el exterior la Comisión de la Verdad y su trabajo han seguido sumando reconocimientos y han seguido abriendo espacios. En diciembre pasado, el antiguo presidente de la comisión, padre Francisco de Roux, llegó hasta Estrasburgo (Francia) a hablar de ese trabajo, porque la comisión fue uno de los finalistas del premio Sájarov que entrega el Parlamento Europeo. En una de sus sesiones se entregaba dicho galardón – que fue concedido finalmente al pueblo ucraniano víctima de la guerra – y el padre De Roux intervino para llevar hasta una de las instancias europeas más importantes el resultado de su trabajo.
Para Wilson Castañeda, todos estos esfuerzos de las organizaciones sociales deben encontrar un interlocutor en el Estado: “Creemos que eso debe ser hoy subsanado y la mejor forma de hacerlo es que el Estado, en esta voluntad que ha demostrado con la paz, encargue una autoridad estatal que rápidamente asuma ese ejercicio de darle vigencia al Informe en un proceso de lectura, socialización y pedagogía”.