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La Paz Total en Buenaventura parece ir por un buen y lento camino. Los diálogos sociojurídicos con las dos grandes bandas criminales del puerto tuvieron este viernes el anuncio alentador de prorrogar su tregua de no agresión -vigente desde mediados de agosto de 2023- hasta el 4 de febrero de 2024.
De acuerdo con el alto comisionado para la Paz, Danilo Rueda, “este compromiso verbal, que las bandas tendrán por escrito a la brevedad posible, será del 9 de noviembre hasta el 4 de febrero de 2024″ y, al igual que como lo ha sido a lo largo de este proceso tendrá el acompañamiento de Naciones Unidas, la Misión de Apoyo al Proceso de Paz (MAPP-OEA) y de la diócesis del puerto.
Asimismo, según se anunció en rueda de prensa, este pacto de buena voluntad entre partes contará desde el 10 de noviembre con un mecanismo de verificación y atención permanente “para que la ciudadanía pueda quejarse en caso de que haya algún desconocimiento o infracción a lo pactado”, de acuerdo con Danilo Rueda.
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Monseñor Rubén Darío Jaramillo, mediador entre bandas y acompañante de los diálogos sociojurídicos aplaudió esta decisión y envió un mensaje de ánimo para seguir creyendo en que la paz urbana en el puerto es posible: “agradecemos el apoyo del Gobierno Nacional, la voluntad de las bandas y a la gente que ha acompañado con fe. Esta es una paz de Dios y vamos adelante con pasos. Desde ahora ya no estamos en la lista de las 50 ciudades más violentas del mundo”, dijo el religioso.
Para Danilo Rueda, algunos de los pasos a seguir en este proceso de construcción de paz son los de fijar un marco jurídico en el que “habrá mecanismos de rendición de cuentas de la dejación de armas y el pensar desde ya en estrategias para desmontar las economías ilícitas”.
Enfrentar las causas de la violencia armada en Buenaventura es el objetivo final para que el puerto sea un verdadero “laboratorio de paz”, como lo llamó hace once meses el presidente Gustavo Petro.
En ese sentido, el delegado del Gobierno Nacional por parte de las superintendencias y el sector empresarial, Luis Guillermo Pérez, reiteró que esta paz avanza para que las madres no sigan llorando y para “acabar con la narrativa perversa de que este tipo de diálogos sólo buscan favorecer a la delincuencia”.
Además, Pérez agregó que antes de la prórroga de esta tregua él mismo fue testigo de cómo líderes de Shottas y Espartanos “se han mirado a los ojos después de tanto tiempo. Han reconocido que han tenido sus diferencias, que han ocasionado muertes entre ellos mismos y en terceras personas, pero están dispuestos a respetar el compromiso que están asumiendo con el Gobierno Nacional y con sus propias familias”.
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Una guerra urbana corta pero con secuelas irreversibles
Shottas y Espartanos han tenido desde 2020 una de las guerras urbanas más sangrientas del mundo. Incluso negociando la paz, hubo momentos en los que los índices de violencia no reducían.
Como le fue informado a Colombia+20, tan sólo en los primeros cinco meses de 2023, en Buenaventura se perpetraron 42 asesinatos a raíz de los enfrentamientos entre combos y pandillas. Sin embargo, el pedido generalizado desde organizaciones sociales, hasta el mismo despacho de monseñor Jaramillo, ha sido el de no descuidar las estructuras criminales que buscarían eventualmente ocupar los barrios de las dos bandas que entrarían en la Paz Total.
También con registros de mayo, el mes más violento del año en las dinámicas de las bandas del puerto, la Fundación Paz y Reconciliación (Pares) y el centro InSight Crime documentaron que en ese periodo se registraron 23 enfrentamientos en los barrios Juan XXIII, San Luis y Bellavista, tres de los grandes epicentros de la violencia urbana en el puerto. Lo que llamó la atención de esos hechos fueron los subregistros en la identificación de los responsables.
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Antes de las treguas de no agresión, los diálogos sociojurídicos entraron en un limbo de viabilidad y la paz se puso en riesgo dentro de Buenaventura. Los niveles de tensión eran tan altos en el primer semestre de 2023 que para finales de junio no era descabellada la idea robustecer la presencia militar y de policía en los barrios más violentados de Buenaventura, principalmente ubicados en las comunas 7, 8, 9, 13 y 15. En agosto llegó la tregua; la consecuente disminución de hurtos, asesinatos y extorsiones, y esa medida no fue necesaria.
La violencia criminal entre bandas, entre mismas personas que han sido vecinos, amigos o compañeros en la infancia, quiere ser asunto del pasado. Comunas como la 12 en el oriente, histórica zona de disputa por rentas de microtráfico, o comunas como la 6, 7, 8 o 10, con alta actividad sicarial y puesta de fronteras invisibles, van sanando conforme se honran los pactos.
A este paso, la paz en Buenaventura está al caer y con la esperanza del puerto más grande de Colombia a sus espaldas.