Sincelejo tiene Calle de la Memoria
El 2018 cerró con la celebración del Segundo Festival Imagina la Paz, en la esquina de la parroquia El Carmen, frente a la mítica Plaza de Majagual. Allí se dejó esta placa de madera que busca resignificar el pasado de conflicto armado que padeció Sucre y darle la bienvenida a los tiempos de esclarecimiento de la verdad que llegan.
Héctor León Hernández
Sincelejo tiene Calle de la Memoria. Una que se inauguró con actos simbólicos, relatos de líderes sociales y sobrevivientes de la guerra, quienes representaron el apoyo a la reconstrucción de la memoria histórica local, la memoria ambiental y la construcción de culturas de paz en Sucre. El 2018 cerró con esta celebración, a propósito del Segundo Festival Imagina la Paz, que se realizó en la esquina de la parroquia El Carmen, frente a la mítica Plaza de Majagual.
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Ese 7 de diciembre, noche de velitas, se hicieron presentes los líderes y lideresas de algunas organizaciones comprometidas históricamente con la construcción de paz y la memoria histórica regional. Allí estuvieron los integrantes de la Asociación Sembrando Semillas de Paz, Asociación de Amas de Casa Rurales de Sucre, Asociación Nacional de Usuarios Campesinos ANUC, Asociación de Campesinos y Campesinas de la Finca La Europa, el Proceso Pacífico de la Alta Montaña de El Carmen de Bolívar, el Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado –MOVICE-, Mesa Ciudadana de Servicios Públicos de Sincelejo, CoMstrupaz, Red Nacional de Mujeres Lideresas Defensoras de Derechos Humanos, representantes del Festival de la Memoria de Montería y de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición, que compartieron su experiencia y resultados de procesos de memoria histórica local.
Fue en ese escenario que se resaltó la labor de Ricardo Esquivia Ballestas, director de la Asociación Sembrando Semillas de Paz. Se habló de su liderazgo y activismo por la paz, así como de su obra al servicio de la construcción de paz local y global, que inspiró este Festival desde su primera versión.
En ese lugar también estuvo el abogado Henrique Otero Dajud, de la Mesa Ciudadana de Servicios Públicos, quien habló del derecho al agua, como derecho fundamental en favor del Acuífero de Morroa, fuente principal de agua en la región que requiere de un manejo sostenible de manera urgente.
El espacio se aprovechó para rememorar las recuperaciones históricas de tierras del departamento y el papel de la mujer campesina en la lucha por la tierra de la mano de Catalina Pérez, líder y narradora de la memoria de la Asociación de Amas de Casa Rurales de Sucre (AMARS) y antigua miembro de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (ANUC).
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Imposible entonces no rendirle un homenaje a Máximo Jiménez, el cantautor de vallenato protesta, por su aporte musical a la lucha campesina. Máximo nos acompañó en el público, pero por motivos de salud solo presentó sus discos a través de su hijo, sin duda una de las más importantes bandas sonoras de la memoria del territorio. Asimismo, recordamos a Chucho Pérez, el guardián de los expedientes de la ANUC.
La noche contó con la participación de Eduardo Porras, delegado regional para la Comisión de Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición. Un abogado, investigador y docente comprometido con la defensa de los derechos humanos. Porras explicó la importancia de las acciones simbólicas en favor de la paz y la verdad de las víctimas. Advirtió que no todo ejercicio de memoria es memoria histórica, poniendo de ejemplo la escultura del cantautor Martín Elías en la vía San Onofre, que reivindica la cultura musical y la tradición pero no debe confundirse con la memoria de quienes no han contado con medios para contar su verdad y han sido invisibilizados por la violencia.
Con este tipo de actos buscamos la atención de la ciudadanía y las instituciones con el fin de evitar la indiferencia sobre el derecho a saber qué realmente ha sucedido en Sucre. Los Festivales han sido espacios de resistencia, especialmente en el Caribe colombiano. Esta apuesta se enmarca en una red nacional y latinoamericana de festivales por la memoria, la vida y el territorio.
La paz y la memoria campesina, afrodescendiente, indígena, estudiantil, religiosa, juvenil acompañó el lanzamiento de la Calle de la Memoria en Sincelejo, que busca resignificar el pasado de conflicto armado y darle la bienvenida a los tiempos de esclarecimiento de la verdad que llegan.
Sincelejo tiene Calle de la Memoria. Una que se inauguró con actos simbólicos, relatos de líderes sociales y sobrevivientes de la guerra, quienes representaron el apoyo a la reconstrucción de la memoria histórica local, la memoria ambiental y la construcción de culturas de paz en Sucre. El 2018 cerró con esta celebración, a propósito del Segundo Festival Imagina la Paz, que se realizó en la esquina de la parroquia El Carmen, frente a la mítica Plaza de Majagual.
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Ese 7 de diciembre, noche de velitas, se hicieron presentes los líderes y lideresas de algunas organizaciones comprometidas históricamente con la construcción de paz y la memoria histórica regional. Allí estuvieron los integrantes de la Asociación Sembrando Semillas de Paz, Asociación de Amas de Casa Rurales de Sucre, Asociación Nacional de Usuarios Campesinos ANUC, Asociación de Campesinos y Campesinas de la Finca La Europa, el Proceso Pacífico de la Alta Montaña de El Carmen de Bolívar, el Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado –MOVICE-, Mesa Ciudadana de Servicios Públicos de Sincelejo, CoMstrupaz, Red Nacional de Mujeres Lideresas Defensoras de Derechos Humanos, representantes del Festival de la Memoria de Montería y de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición, que compartieron su experiencia y resultados de procesos de memoria histórica local.
Fue en ese escenario que se resaltó la labor de Ricardo Esquivia Ballestas, director de la Asociación Sembrando Semillas de Paz. Se habló de su liderazgo y activismo por la paz, así como de su obra al servicio de la construcción de paz local y global, que inspiró este Festival desde su primera versión.
En ese lugar también estuvo el abogado Henrique Otero Dajud, de la Mesa Ciudadana de Servicios Públicos, quien habló del derecho al agua, como derecho fundamental en favor del Acuífero de Morroa, fuente principal de agua en la región que requiere de un manejo sostenible de manera urgente.
El espacio se aprovechó para rememorar las recuperaciones históricas de tierras del departamento y el papel de la mujer campesina en la lucha por la tierra de la mano de Catalina Pérez, líder y narradora de la memoria de la Asociación de Amas de Casa Rurales de Sucre (AMARS) y antigua miembro de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (ANUC).
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Imposible entonces no rendirle un homenaje a Máximo Jiménez, el cantautor de vallenato protesta, por su aporte musical a la lucha campesina. Máximo nos acompañó en el público, pero por motivos de salud solo presentó sus discos a través de su hijo, sin duda una de las más importantes bandas sonoras de la memoria del territorio. Asimismo, recordamos a Chucho Pérez, el guardián de los expedientes de la ANUC.
La noche contó con la participación de Eduardo Porras, delegado regional para la Comisión de Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición. Un abogado, investigador y docente comprometido con la defensa de los derechos humanos. Porras explicó la importancia de las acciones simbólicas en favor de la paz y la verdad de las víctimas. Advirtió que no todo ejercicio de memoria es memoria histórica, poniendo de ejemplo la escultura del cantautor Martín Elías en la vía San Onofre, que reivindica la cultura musical y la tradición pero no debe confundirse con la memoria de quienes no han contado con medios para contar su verdad y han sido invisibilizados por la violencia.
Con este tipo de actos buscamos la atención de la ciudadanía y las instituciones con el fin de evitar la indiferencia sobre el derecho a saber qué realmente ha sucedido en Sucre. Los Festivales han sido espacios de resistencia, especialmente en el Caribe colombiano. Esta apuesta se enmarca en una red nacional y latinoamericana de festivales por la memoria, la vida y el territorio.
La paz y la memoria campesina, afrodescendiente, indígena, estudiantil, religiosa, juvenil acompañó el lanzamiento de la Calle de la Memoria en Sincelejo, que busca resignificar el pasado de conflicto armado y darle la bienvenida a los tiempos de esclarecimiento de la verdad que llegan.