Así opera la metodología neerlandesa para formalizar tierras en la Colombia rural
El Kadaster (oficina de catastro en Países Bajos) acompaña procesos de formalización y titulación de tierras en Colombia. Estuvimos en las jornadas de trabajo topográfico en el Huila, para darle celeridad a este aspecto del primer punto del Acuerdo de Paz.
Cuando se firmó el Acuerdo de Paz de La Habana, uno de los objetivos centrales de la Reforma Rural Integral (punto 1) era saldar una deuda histórica del Estado en la titulación de tierras en la ruralidad, que no se pudieron adjudicar ni formalizar por efectos de la guerra. El desplazamiento forzado, el despojo a campesinos por parte de actores armados, la negligencia y corrupción en notarías y oficinas públicas agudizaron el fenómeno.
El mapa de Colombia, tras la desmovilización de las FARC, evidencia un alto grado de informalidad en la tenencia de la tierra, especialmente en el campo. Ese era motivo suficiente para ejecutar políticas públicas que frenaran ocupaciones de baldíos, ocupación de tierras ajenas, titulaciones no registradas o sucesiones amañadas que aumentaban las brechas en el acceso equitativo a la tierra.
Lea: Formalizar la tierra no reduce siembra de cultivos de coca, según académicos
De hecho, la formalización de tierras ha tenido tan poco avance después de la firma del Acuerdo Final que, a mediados de 2022, el Instituto Geográfico Agustín Codazzi (IGAC) y la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) hicieron un informe detallando que en el país hay 48 millones de hectáreas en terrenos baldíos, algo que representa cerca de una quinta parte de todo el territorio nacional y que incide directamente, de forma negativa, en índices de productividad y acceso a la vivienda rural.
Según Angie Melo, ingeniera del Kadaster, tantos problemas sobre la tierra en Colombia también se explican por la ausencia de una reforma agraria redistributiva que pensara en las personas más necesitadas.
“Por años han sido incontables los terrenos en Colombia sin inventarios. Lugares que no tienen mediciones exactas para calcular su extensión real. Ha habido líos entre vecinos por acusaciones de querer acumular tierras y otra cantidad de factores que no permiten una distribución equitativa. Por eso hay que crear posibilidades para que la gente misma se apropie de sus tierras, las trabaje, se asienten allí legalmente y puedan construir un futuro económicamente viable”, acotó la ingeniera catastral.
Justamente, para llevar a cabo de forma más rigurosa los procesos de formalización en el campo colombiano, el Kadaster ha traído al país estrategias piloto en el proyecto Tierra en Paz (“Land in Peace”, por su nombre original). En el Sumapaz y en el municipio de Hobo, Huila, el catastro neerlandés ha llevado a cabo propuestas participativas en las comunidades rurales, para medir fincas, definir límites, promover consensos entre vecinos, firmar y formalizar.
Una metodología más eficiente
Kadaster es una entidad pública neerlandesa que realiza registros de propiedad en Países Bajos y a escala internacional, mediante estudios topográficos. En el caso colombiano, por ejemplo, son visibles los mecanismos participativos con los que la misma gente tenedora de la tierra incide de primera mano en las mediciones y la distribución de los predios que habitan.
Colombia+20 acompañó uno de estos recorridos en la vereda El Batán (Hobo, Huila), donde abundan fincas cafeteras y sueños para titular por fin las tierras que a la gran mayoría de vecinos les han dado de comer desde siempre.
Panorama: Reforma agraria arranca con la titulación de 681.372 hectáreas de tierra
De acuerdo con Ernst Noorman, embajador neerlandés en Colombia, quien también anduvo por trochas para llegar a esas fincas huilenses, no se puede llegar a titular porque sí, pues hay que entender el contexto histórico de cada región y los avances que esas tareas les puedan generar a las comunidades.
“Estando en Hobo se entiende el sentido pleno de titular y formalizar tierras. Por donde antes pasó la guerra, ahora van a pasar actividades más productivas y así las personas rurales que tanto lo han pedido podrán tener apoyo del Estado, como créditos, recursos de regalías o un respaldo cuya garantía no es más que su trabajo honesto y bien logrado”, dijo el diplomático.
El proceso parece sencillo y mecanizado, pero sin paciencia o un buen par de botas para andar por horas entre hectáreas de fincas que se expanden montaña abajo, esas actividades para delimitar y comenzar a formalizar son de alta complejidad.
Para lograr el piloto en Huila, Kadaster ha capacitado a jóvenes de Hobo, como Juan de Jesús Perdomo y Johan Giraldo, dos muchachos curiosos por entrar al mundo de la topografía. Estudiantes y caficultores en potencia que se la han jugado para aprender a medir sus fincas y las de su comunidad, y así permitir que poco a poco los predios en El Batán queden delimitados y adjudicados.
Son chicos con GPS y celular en mano, trocheros desde pequeños y amantes del campo, que aprendieron las estrategias de Tierra en Paz para medir. Esta tecnología traída del Reino de Países Bajos es bastante precisa y poco a poco ha eliminado problemas de medición que tenían en el pasado.
“Caminamos y por cada lindero ponemos puntos. Estudiantes de la Universidad Distrital y personas como Angie, Alexánder, Nicolás y los demás del equipo de Kadaster nos enseñaron a manejar la aplicación en un celular que se conecta vía Bluetooth con una antena satelital. Ese aparato le da coordenadas al teléfono y todo eso se monitorea en tiempo real. El margen de error es de menos de un metro y es un avance enorme para la vereda, pues antes nuestros padres medían comunicándose por unos radioteléfonos. Los datos no eran del todo precisos y caminaban horas sin sentido alguno”, le dijo Juan de Jesús a Colombia+20.
La finca de la familia de Juan tiene siete hectáreas, terreno que fue parte de la inspección pública y entró en proceso de formalización durante los días de trabajo de Kadaster en Hobo. Lo mismo pasó con la gente de esa vereda y ahora el anhelo colectivo de Hobo es que eso se replique en sus otras siete veredas y, si es posible, en el departamento entero.
Lea también: Acuerdo de Paz: adjudicación de tierras a campesinos está lejos de su meta
Mathilde Molendijk, directora de Kadaster para América Latina, también acompañó los procesos de medición e inspección en ese lugar del Huila. La funcionaria resaltó el papel de los jóvenes en las jornadas de medición y monitoreo, a su vez invitando a autoridades del ámbito nacional a unirse para replicar estas labores en más lugares de Colombia.
“Los muchachos han hecho un trabajo estupendo, que ha definido en la vereda El Batán una ruta de formalización que puede llegar a ser un referente. Pero también hay que tener en cuenta que todo también ha sido posible por el diálogo entre la Alcaldía y la Gobernación de Huila, que se han puesto de acuerdo para que esto funcione. La gente nos entrega documentos y datos de sus linderos; nosotros medimos y luego eso se firma, y aprueba por la comunidad. Posteriormente pasa a un estudio jurídico, que en el caso de este piloto lo hacen desde la Gobernación, y ya el camino está casi trazado. Seguiremos trabajando con el IGAC y la Agencia Nacional de Tierras para darle a Colombia un catastro moderno, como el que se traza en el Acuerdo de Paz. Seguramente la metodología FFP [traducido como enfoque adecuado para el propósito] ayudará a ello”, sintetizó.
Más retos sobre la tierra
Kadaster también ha estado en Vistahermosa (Meta), Apartadó (Antioquia), Ciénaga (Magdalena), Cumaribo (Vichada) y en el mencionado proyecto piloto en Sumapaz (Bogotá). Todos los aprendizajes que dejaron los trabajos catastrales allí fueron aplicados en el Huila, departamento que tiene una tasa de informalidad de tierras del 29 %, según cifras oficiales.
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Todo está por hacer. Según el más reciente Reporte Anual de Tierra en Paz, la meta en este año es formalizar más de 1.000 predios en el Huila. Esto, además de ser un impulso anímico para promover la efectividad en la administración de tierras, sería una muestra más de que la paz en las regiones periféricas del país es difícil de construir si no es a varias manos y con diálogos, que en los años de guerra parecían improbables.
En septiembre de 2022, la Embajada de Países Bajos y Kadaster se reunieron con la ministra de Agricultura, Cecilia López Montaño, con quien sentaron compromisos para utilizar la metodología FFP y darles seguridad jurídica a las comunidades que estén formalizando tierras y puedan usar estas formas colaborativas para recolectar datos, andar por linderos y formalizar tierras.
“Me gusta que nos tengan en cuenta a los jóvenes. Antes de esto solo me apasionaba la mecánica y ahora digo con orgullo que estar pendiente del uso y la distribución de nuestras tierras es una tarea de valientes y de personas que quieren construir paz para trabajar mejor los cultivos en favor de todos”, concluyó Johan Giraldo.
Cuando se firmó el Acuerdo de Paz de La Habana, uno de los objetivos centrales de la Reforma Rural Integral (punto 1) era saldar una deuda histórica del Estado en la titulación de tierras en la ruralidad, que no se pudieron adjudicar ni formalizar por efectos de la guerra. El desplazamiento forzado, el despojo a campesinos por parte de actores armados, la negligencia y corrupción en notarías y oficinas públicas agudizaron el fenómeno.
El mapa de Colombia, tras la desmovilización de las FARC, evidencia un alto grado de informalidad en la tenencia de la tierra, especialmente en el campo. Ese era motivo suficiente para ejecutar políticas públicas que frenaran ocupaciones de baldíos, ocupación de tierras ajenas, titulaciones no registradas o sucesiones amañadas que aumentaban las brechas en el acceso equitativo a la tierra.
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De hecho, la formalización de tierras ha tenido tan poco avance después de la firma del Acuerdo Final que, a mediados de 2022, el Instituto Geográfico Agustín Codazzi (IGAC) y la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) hicieron un informe detallando que en el país hay 48 millones de hectáreas en terrenos baldíos, algo que representa cerca de una quinta parte de todo el territorio nacional y que incide directamente, de forma negativa, en índices de productividad y acceso a la vivienda rural.
Según Angie Melo, ingeniera del Kadaster, tantos problemas sobre la tierra en Colombia también se explican por la ausencia de una reforma agraria redistributiva que pensara en las personas más necesitadas.
“Por años han sido incontables los terrenos en Colombia sin inventarios. Lugares que no tienen mediciones exactas para calcular su extensión real. Ha habido líos entre vecinos por acusaciones de querer acumular tierras y otra cantidad de factores que no permiten una distribución equitativa. Por eso hay que crear posibilidades para que la gente misma se apropie de sus tierras, las trabaje, se asienten allí legalmente y puedan construir un futuro económicamente viable”, acotó la ingeniera catastral.
Justamente, para llevar a cabo de forma más rigurosa los procesos de formalización en el campo colombiano, el Kadaster ha traído al país estrategias piloto en el proyecto Tierra en Paz (“Land in Peace”, por su nombre original). En el Sumapaz y en el municipio de Hobo, Huila, el catastro neerlandés ha llevado a cabo propuestas participativas en las comunidades rurales, para medir fincas, definir límites, promover consensos entre vecinos, firmar y formalizar.
Una metodología más eficiente
Kadaster es una entidad pública neerlandesa que realiza registros de propiedad en Países Bajos y a escala internacional, mediante estudios topográficos. En el caso colombiano, por ejemplo, son visibles los mecanismos participativos con los que la misma gente tenedora de la tierra incide de primera mano en las mediciones y la distribución de los predios que habitan.
Colombia+20 acompañó uno de estos recorridos en la vereda El Batán (Hobo, Huila), donde abundan fincas cafeteras y sueños para titular por fin las tierras que a la gran mayoría de vecinos les han dado de comer desde siempre.
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De acuerdo con Ernst Noorman, embajador neerlandés en Colombia, quien también anduvo por trochas para llegar a esas fincas huilenses, no se puede llegar a titular porque sí, pues hay que entender el contexto histórico de cada región y los avances que esas tareas les puedan generar a las comunidades.
“Estando en Hobo se entiende el sentido pleno de titular y formalizar tierras. Por donde antes pasó la guerra, ahora van a pasar actividades más productivas y así las personas rurales que tanto lo han pedido podrán tener apoyo del Estado, como créditos, recursos de regalías o un respaldo cuya garantía no es más que su trabajo honesto y bien logrado”, dijo el diplomático.
El proceso parece sencillo y mecanizado, pero sin paciencia o un buen par de botas para andar por horas entre hectáreas de fincas que se expanden montaña abajo, esas actividades para delimitar y comenzar a formalizar son de alta complejidad.
Para lograr el piloto en Huila, Kadaster ha capacitado a jóvenes de Hobo, como Juan de Jesús Perdomo y Johan Giraldo, dos muchachos curiosos por entrar al mundo de la topografía. Estudiantes y caficultores en potencia que se la han jugado para aprender a medir sus fincas y las de su comunidad, y así permitir que poco a poco los predios en El Batán queden delimitados y adjudicados.
Son chicos con GPS y celular en mano, trocheros desde pequeños y amantes del campo, que aprendieron las estrategias de Tierra en Paz para medir. Esta tecnología traída del Reino de Países Bajos es bastante precisa y poco a poco ha eliminado problemas de medición que tenían en el pasado.
“Caminamos y por cada lindero ponemos puntos. Estudiantes de la Universidad Distrital y personas como Angie, Alexánder, Nicolás y los demás del equipo de Kadaster nos enseñaron a manejar la aplicación en un celular que se conecta vía Bluetooth con una antena satelital. Ese aparato le da coordenadas al teléfono y todo eso se monitorea en tiempo real. El margen de error es de menos de un metro y es un avance enorme para la vereda, pues antes nuestros padres medían comunicándose por unos radioteléfonos. Los datos no eran del todo precisos y caminaban horas sin sentido alguno”, le dijo Juan de Jesús a Colombia+20.
La finca de la familia de Juan tiene siete hectáreas, terreno que fue parte de la inspección pública y entró en proceso de formalización durante los días de trabajo de Kadaster en Hobo. Lo mismo pasó con la gente de esa vereda y ahora el anhelo colectivo de Hobo es que eso se replique en sus otras siete veredas y, si es posible, en el departamento entero.
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Mathilde Molendijk, directora de Kadaster para América Latina, también acompañó los procesos de medición e inspección en ese lugar del Huila. La funcionaria resaltó el papel de los jóvenes en las jornadas de medición y monitoreo, a su vez invitando a autoridades del ámbito nacional a unirse para replicar estas labores en más lugares de Colombia.
“Los muchachos han hecho un trabajo estupendo, que ha definido en la vereda El Batán una ruta de formalización que puede llegar a ser un referente. Pero también hay que tener en cuenta que todo también ha sido posible por el diálogo entre la Alcaldía y la Gobernación de Huila, que se han puesto de acuerdo para que esto funcione. La gente nos entrega documentos y datos de sus linderos; nosotros medimos y luego eso se firma, y aprueba por la comunidad. Posteriormente pasa a un estudio jurídico, que en el caso de este piloto lo hacen desde la Gobernación, y ya el camino está casi trazado. Seguiremos trabajando con el IGAC y la Agencia Nacional de Tierras para darle a Colombia un catastro moderno, como el que se traza en el Acuerdo de Paz. Seguramente la metodología FFP [traducido como enfoque adecuado para el propósito] ayudará a ello”, sintetizó.
Más retos sobre la tierra
Kadaster también ha estado en Vistahermosa (Meta), Apartadó (Antioquia), Ciénaga (Magdalena), Cumaribo (Vichada) y en el mencionado proyecto piloto en Sumapaz (Bogotá). Todos los aprendizajes que dejaron los trabajos catastrales allí fueron aplicados en el Huila, departamento que tiene una tasa de informalidad de tierras del 29 %, según cifras oficiales.
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Todo está por hacer. Según el más reciente Reporte Anual de Tierra en Paz, la meta en este año es formalizar más de 1.000 predios en el Huila. Esto, además de ser un impulso anímico para promover la efectividad en la administración de tierras, sería una muestra más de que la paz en las regiones periféricas del país es difícil de construir si no es a varias manos y con diálogos, que en los años de guerra parecían improbables.
En septiembre de 2022, la Embajada de Países Bajos y Kadaster se reunieron con la ministra de Agricultura, Cecilia López Montaño, con quien sentaron compromisos para utilizar la metodología FFP y darles seguridad jurídica a las comunidades que estén formalizando tierras y puedan usar estas formas colaborativas para recolectar datos, andar por linderos y formalizar tierras.
“Me gusta que nos tengan en cuenta a los jóvenes. Antes de esto solo me apasionaba la mecánica y ahora digo con orgullo que estar pendiente del uso y la distribución de nuestras tierras es una tarea de valientes y de personas que quieren construir paz para trabajar mejor los cultivos en favor de todos”, concluyó Johan Giraldo.