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Cualquier proceso de transformación policial sería inútil si a sus espaldas no tuviera conciencia humanística sobre los uniformados ejerciendo sus labores constitucionales o sobre las comunidades a quienes prestan su servicio. Esta premisa es innegociable para la coronel Diana Torres, autoridad policial quien además de ser una de las líderes de procesos de transformación al interior de su institución es la cabeza de los proyectos de planeación policial.
Humanizar la labor del servicio de policía en el país conlleva contemplar al ser humano como sujeto de derechos a partir de dos enfoques de actuación: ser humano policía y un servicio de policía orientado a las personas, los cuales están guiando la transformación policial desde cuatro dimensiones: seguridad humana, derechos humanos, efectividad del servicio de policía y el Estado.
Esto es la base de la estrategia “Transformación Policial + Humana”, cuya gran meta es armonizar las necesidades sociales en seguridad con las garantías plenas de derechos humanos y el apego a la ley para el ejercicio policial.
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Para la coronel Torres, si se deshumanizan las relaciones entre sociedad civil y policía, sería inútil pensar en temas de convivencia más profundos: “Nada hacemos si no trabajamos en temas conjuntos de educación y en alinearnos con planes de desarrollo que estén para funcionar con defensa y convivencia”.
Sin duda, la firma del Acuerdo de paz de 2016 marcó un quiebre en materia de buscar reestructuraciones policiales para la prestación del servicio de los uniformados a la ciudadanía.
Sin embargo, para expertos en cuestiones de seguridad y defensa como Alejo Vargas, investigador y docente de la Universidad Nacional de Colombia, hubo fallas procedimentales y de innovación para esos cambios que debía tener la Policía Nacional.
“Muchas veces, dentro y fuera del Congreso, los debates y dilemas se quedaron sólo en si la Policía se debía ir del Ministerio de Defensa para pasar al de Interior. O si un cambio profundo era sólo con los temas de los uniformes. Craso error, cambiar implica profundizar en un óptimo funcionamiento y perdimos mucho tiempo como sociedad pensando que podía haber cuestiones que de la noche a la mañana se hicieran diferentes y de una mejor forma sólo con contentillos para algunos y a punta de superficialidades”, comenta.
Por esta razón, asegura el docente, ahora se comprende que “la transformación para fines más humanos está en adaptarse a las realidades que necesita el país en este momento. Los conflictos no se han acabado, pero se han modificado. También es importante ver la disposición que tenga la institución para ello. Es valioso que trabajen con Somos Comunidad, porque ese programa lo ha pensado desde lo local”.
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Una opinión similar la tiene Jairo García, secretario de Seguridad de Bogotá durante la segunda Alcaldía de Enrique Peñalosa Londoño. El ex funcionario piensa que los Planes Integrales de Seguridad y Convivencia Ciudadana (PISCC) juegan un rol preponderante para transformar a la institución policial desde distintos ejes, pues son instancias en las que se articula lo político -desde las decisiones de mandatarios locales- con la puesta en marcha desde las calles de estrategias de seguridad encabezadas por los policías.
“A los que hagan los PISCC toca decirles que son bienvenidas estas guías más sencillas, que sean programas sencillos y con recursos concretos. Hay que respetar la planeación y en esta parte, más que en muchas otras, la Policía debe ser cuidadosa e ir en línea con los planes de desarrollo”, sintetiza García.
¿En qué consiste la transformación?
En la actualidad, con su nuevo Plan Estratégico, la Policía busca implementar un modelo que fortalezca su servicio en todas las regiones del país. Uno de los cambios tiene que ver con que los Comandos de Atención Inmediata (CAI) se conviertan en un epicentro en donde las comunidades puedan solicitar toda la oferta institucional. Pero más allá de eso, el modelo centrado en las personas se proponer generar habilidades y capacidades en los policías para que puedan comprender el contexto de los territorio donde operan, teniendo en cuenta características poblacionales, distinciones culturales, geográficas, situaciones de riesgo para prestar el servicio de policía, entre otras consideraciones. Todo esto, con el objetivo de promover salidas integrales o estructurales a violencias y conflictividades, que son la base de los problemas de convivencia y seguridad.
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A eso se suma un trabajo con los y las uniformadas de la institución y sus familias, pues la Policía busca que estén en condiciones de vida dignas, con bienestar, salud, educación y otras acciones que logren cerrar las brechas internas que se han identificado a lo largo de los años.
En toda esta apuesta ha Somos Comunidad, pues su experiencia en municipios PDET ha servido para transferir conocimientos en los enfoques de género, étnico, ambiental y de inclusión social para la gestión territorial de la seguridad ciudadana. Esta actividad de USAID también “ha brindado acompañamiento en la difusión de lineamientos e implementación de proyectos de gestión comunitaria en municipios PDET, promoviendo la prevención de violencias a partir del trabajo articulado policía, comunidad y administración pública”, explica Carolina Ortega, del equipo de Somos Comunidad, y agrega que uno de los hitos de la transformación es el desarrollo de “Hablemos de Policía”.
Se trata de espacios de escucha y diálogo con múltiples comunidades de municipios PDET para identificar oportunidades de mejora o cambios en el servicio.
La mediación como otra clave de transformación
La seguridad humana, la efectividad del servicio, el respeto por los derechos humanos y la coordinación con otros cuerpos estatales son la columna vertebral para la transformación policial. De hecho, a partir de esos ejes fue que en 2021 la institución próxima a cumplir 133 años de historia comenzó un proceso de ajustes de fondo y forma para adaptarse a necesidades reales de la ciudadanía.
Ese año arrancó con proyectos de estatuto de carrera para policías, un estatuto disciplinario, una reestructuración orgánica y un cambio de identidad e imagen institucional. Así se impulsó un proceso que a manera de hilo conductor realizó un ajuste normativo mediante la promulgación de la Ley 2179 de 2022.
Esa normativa es crucial, pues adecúa las nuevas circunstancias comportamentales a nivel social, adaptando para ello las conductas policiales en términos disciplinarios. La ley busca celeridad, descongestión, debido proceso y mejores garantías para todo el personal uniformado, como detalla el despacho de la coronel Diana Torres.
De forma transversal, iniciativas como “Hablemos de Policía” o Mediación Policial, apoyadas por USAID a través del programa Somos Comunidad, están en vía de promover este tipo de transformaciones más humanas por medio del acercamiento de agentes policiales con la gente de sus municipios y buscando que la figura de autoridad no sea sinónimo de lejanía hacia la institución.
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Así lo analiza el coronel Edwin Olarte, jefe del Área de Servicios de Policía y Gestión Comunitaria de la Policía Nacional, quien desde su experticia en el área de Convivencia, Mediación y Planeación cree que todos los días su institución se debe robustecer en materias específicas como el desarrollo humano policial, el servicio orientado a las personas, la profesionalización de todos los uniformados, la transformación digital para lograr mayores alcances y -con un hincapié- en promover la Unidad de Diálogo y Mantenimiento del Orden para resolver problemas desde la palabra y con los consensos como herramienta.
“La Policía como institución de todos los colombianos debe hablar de mediación en aras de una transformación para humanizar más. Transformar es también tecnificar la forma en la que la Policía cambie su actuación frente a la comunidad, que se dialogue más con el ciudadano y queremos llegar al punto en que los ciudadanos cumplan voluntariamente con sus acuerdos. Es un tema progresivo”, explica.
Para Somos Comunidad, mediar implica transformar y superar barreras del pasado, entender que la acción oportuna de la policía es válida cuando se hace desde el diálogo y pensando en lo que la comunidad necesita, ejecutar al pie de la letra la acción sin daño.
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“Mediar desde nuestro rol nos hará más fuertes en la atención a la comunidad, más preparados hacia la prevención de violencias y más acertados en la ejecución de acciones aplicadas al territorio. Así transformamos y damos ejemplo de una policía capacitada y transformada para todos los escenarios”, concluye el coronel Olarte.
**Este artículo fue construido en alianza con la Fundación Panamericana para el Desarrollo (FUPAD).