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En medio de la tormenta política y jurídica que causó la imputación de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) a la cúpula de la exguerrilla de las Farc por los más de 20 mil secuestros cometidos durante el conflicto armado, un grupo de víctimas de este delito levantó su voz para que el país no las olvide. Se trata de personas que fueron secuestradas por el Eln en la iglesia La María (30 mayo de 1999) y el kilómetro 18 (17 de septiembre de 2000), en Cali. Lo hicieron a través de un documento después de participar en un espacio de escucha que realizó la Comisión de la Verdad.
Los encuentros empezaron en agosto del año pasado, en plena pandemia, de manera virtual. Según explicó el comisionado Carlos Beristain, la Comisión tiene el mandato de escuchar no solo a las víctimas de las Farc, sino a otros grupos armados. “Trabajamos estos dos casos porque muestran patrones sobre cómo se cometieron los secuestros masivos. Fue un espacio de escucha para reconocer el sufrimiento de estas personas, para que la sociedad no olvide estos hechos que tuvieron un fuerte impacto. Ellas sienten que han pasado inadvertidas, que no las atendieron. Lo relevante no es criticar por lo que no se hizo, sino hacer énfasis en lo que hay que hacer”.
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Y eso fue lo que sintieron las víctimas que participaron en este ejercicio. “Sentí un trato respetuoso; por primera vez el Estado se estaba preocupando por mí, por mi situación como víctima. A mí nadie, ni la Fiscalía ni la Policía, me había preguntado qué me pasó, cómo estuve estos años, qué aprendí de este episodio”, relató Isabella Vernaza, quien fue plagiada ese día junto a su esposo y sus dos hijos. Fue tal la desatención, que tres años después (abril de 2002) las Farc usó este modus operandi para ejecutar el secuestro de los 11 diputados del Valle: se los llevaron con engaños en camiones, haciéndose pasar por miembros del Ejército, los sacaron de Cali por la misma vía y los tuvieron cautivos en los mismos lugares.
“Fue muy interesante encontrarnos con víctimas del kilómetro 18. Ellos se dispersaron porque se fueron del país y fue impresionante encontrarlos empoderados, queriendo hablar. Ese trabajo sistemático nos hizo ser conscientes de otros reclamos”, dice Isabella. Ella explica que primero hablaron del dolor de lo vivido, del trauma, pero después hablaron, por ejemplo, del reclutamiento de niños y niñas por parte de la guerrilla.
“Ellos nos apuntaban con un fusil, nos contaban sus historias muy dolorosas de ingreso a la guerra. Veíamos cómo utilizaban a las mujeres, vendiéndoles un cuento de igualdad de género, ellas abrían las trochas, el camino por donde íbamos a pasar, y quedaban al servicio de los caprichos de los comandantes”.
Las víctimas de la iglesia La María fueron inicialmente 194, pero la guerrilla hizo liberaciones y el grupo se fue depurando; la última víctima fue liberada el 11 de diciembre de ese año. Todos pagaron a la guerrilla para obtener su libertad. Cerca de la mitad de las víctimas salieron del país por miedo; los que se quedaron conformaron un grupo compacto que se reunía con frecuencia, crearon una corporación y hasta montaron una carpa en la plaza de toros para ofrecer acompañamiento a las familias de otros secuestrados.
En cambio las víctimas del kilómetro 18 vivieron otra realidad: “Nuestro secuestro se dio después de La María y el Gobierno quería evitar que nos dejaran por muchos meses en la selva y por eso el Ejército presionó. Siempre estaremos muy agradecidos por lo que hicieron; sin embargo, la intervención hizo las condiciones más difíciles y la consecuencia fue la desnutrición y el estado deplorable en el que llegamos. Los médicos nos dijeron que si nos hubieran demorado unos días más, hubiéramos muerto por inanición”, recordó una víctima que prefiere mantenerse en el anonimato.
Y así están todas las víctimas de este secuestro. No quieren hablar a pesar de que han transcurrido 20 años. La razón: sus familias no pagaron por su liberación y el Eln las siguió extorsionando tiempo después. Por eso, casi todas salieron del país y la gran mayoría permanecen aún en el exilio.
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“Tuvimos que ver morir a tres de nuestros compañeros, fueron momentos muy duros”, relata la víctima que estuvo secuestrada con varios miembros de su familia. “Y ahora vemos que el Eln, que fue el culpable de ese daño, no tiene intención de dialogar con el Gobierno. Creemos que el Gobierno está poniendo unas condiciones sensatas y lógicas, pero estamos en una sin salida”.
En ese sentido, Beristain reconoce que algunas de estas personas no han tenido un reconocimiento como víctimas y no han hablado de su sufrimiento ni siquiera con su familia. “Son dolores muy enquistados, el trabajo nuestro fue abrir un espacio para poder hablar, hay que construir confianza, en medio de un entorno difícil por los incumplimientos del Acuerdo de Paz y la continuidad del conflicto armado por parte del Eln”.
En este grupo de víctimas hay todavía escepticismo y pocos deseos de hablar del tema. Los que están en el exilio quieren enterrar el pasado y se niegan a revivirlo. De un total de 66 personas, apenas unas 10 participaron en el ejercicio con la Comisión. “Tenemos mucho temor, no queremos ponernos en riesgo. En el acto de conmemoración de los 20 años dimos la cara como un homenaje a nuestros tres compañeros muertos. Por eso creemos que hoy vale la pena levantar nuestras voces y hacer un llamado al Gobierno para que tienda puentes con la guerrilla y queremos decirle al Eln que esta guerra no tiene sentido y que esto no puede seguir pasando”.
El comisionado Beristain explicó que estas personas manifestaron no tener interlocutor, ya que las víctimas de las Farc les han podido reclamar a sus victimarios. “Hablando con colombianos en el exilio que salieron por secuestros y amenazas, se descubre que viven con miedo, tienen una necesidad enorme de poner distancia con una historia que quieren dejar atrás y buscan un espacio así sea en la invisibilidad. El dolor del exilio no existe en Colombia y lo hemos evidenciado en los 1.600 testimonios que hemos recogido en 24 países”.
El principal objetivo de las víctimas es que les digan la verdad: “Por qué nosotros, por qué dejaron morir a esas tres personas. La reparación también es explicar y dar la verdad. A todos nos tocó sanar las heridas solos, porque el Estado nunca nos ofreció apoyo ni nos preguntó qué necesitábamos”, replica la víctima.
Carta abierta de víctimas del secuestro
Las víctimas de dos secuestros masivos del Eln escribieron una carta en la que manifiestan: “Como ciudadanos no queremos que se repita con otros compatriotas el impacto y las afectaciones que ha dejado el secuestro en nuestras vidas, familias y en el tejido social vallecaucano, crímenes que siguen en la impunidad. De darse una negociación con el Eln, solicitamos al Gobierno le exija a este grupo que se pronuncie frente al reconocimiento de los hechos de secuestro cometidos en todo el país, especialmente los secuestros masivos, como los ocurridos en el avión de Avianca, en la iglesia La María y en el km 18 en Cali, así como los secuestros individuales de carácter extorsivo a otros civiles”.
Piden además que en un eventual diálogo, esta guerrilla reconozca el secuestro “como un hecho atroz, sin matices ni justificaciones o intentos de minimizar responsabilidades”. Piden que el Eln reconozca la muerte de tres de los secuestrados y que hagan una petición pública de perdón por los daños causados a las familias.