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“En el exilio hay tanto dolor y tanta muerte, que solo se puede contar por medio del arte”, dice Angélica Pérez, periodista y curadora de la exposición Voces desde la otra orilla, que narra las experiencias de dolor y desarraigo de personas colombianas exiliadas en Europa. Pérez está radicada en Francia y fue una de las colombianas que voluntariamente se sumó a los “nodos” que ayudaron a la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición (CEV) a contar la verdad sobre el exilio.
La deuda con la verdad sobre el exilio
El Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) ya había advertido que existía una deuda histórica en reconocer los daños que habían sufrido los colombianos exiliados. En su informe, Exilio colombiano: Huellas del conflicto armado más allá de las fronteras, el CNMH explica que, cuando se piensa en el exilio, los daños que se reconocen son solo aquellos asociados al hecho que obligó a la gente a salir del país, y no a la experiencia misma del exilio. Es decir, se les reconocía como víctimas de amenazas o intentos de asesinato, pero no se reconocía el desarraigo, las dificultades que vivieron tratando de rehacer su vida en otros lugares, ni las experiencias de discriminación que padecieron por ser migrantes.
Reconociendo esta deuda y en un ejercicio único en el mundo, la CEV se propuso incluir estos lugares en otros países del mundo, como uno de los territorios en los que trabajaría para reconstruir la verdad del conflicto armado. Así, se conformaron “nodos” en 24 países del mundo, donde colombianos que habían sido exiliados, recogieron más de 2.000 testimonios de compatriotas que habían corrido la misma suerte que ellos.
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Según la CEV hubo varias olas en las que los colombianos tuvieron que salir de para preservar su vida: en la década de los 60 unos se exiliaron por causa de la violencia bipartidista; en los 70 estudiantes y políticos huyeron de las consecuencias que dejó el Estatuto de Seguridad del gobierno de Julio César Turbay Ayala; en los 80 se dio el exterminio de la Unión Patriótica y cientos de personas que estaban en las llamadas “listas de la muerte” buscaron refugio fuera de Colombia; y, entre 1991 y 2000, con el recrudecimiento del conflicto armado por el narcotráfico, el fortalecimiento de las guerrillas y el fenómeno paramilitar, otro grupo de colombianos, pertenecientes a organizaciones sociales y sindicales, tuvo que refugiarse fuera del país. En total, según la Acnur, entre 1980 y 2007 se registrarían aproximadamente 552.000 personas exiliadas.
Fue en este último periodo que Angélica Pérez decidió migrar. Había sido periodista durante el proceso de paz entre el gobierno de Virgilio Barco y el M19 y empezó a vivir con miedo: “vi cosas muy feas pasándole a gente como yo y muy cerca de mí. Cuando le dije a mi papá me dijo que uno no podía vivir con miedo y ahí decidí irme”, recuerda. Para esa época, organizaciones como Amnistía Internacional y la Acnur tenían dispositivos listos para ayudar a personas cuya vida e integridad estuviera en riesgo por causa del conflicto armado interno. Algunos países tenían esquemas de acogida para diferentes grupos poblacionales, por ejemplo, el gobierno sueco recibía periodistas amenazados y fue así como Pérez terminó refugiada en este país escandinavo. Después de conocer al papá de su hija, se radicó en Francia, donde vive actualmente y sigue ejerciendo el oficio periodístico para Radio Francia Internacional. Lleva cerca de 30 años fuera de Colombia.
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Para Angélica Pérez las verdades del exilio recogidas por la CEV son el resultado de un proceso muy interesante y poderoso: “eran exiliados recogiendo el testimonio de exiliados”, dice. Muchos de los testimonios recogen las experiencias de personas que llevaban décadas sin hablar de Colombia, que no habían compartido ni siquiera con su familia las razones por las que habían emigrado. “La memoria se construye con el tiempo y con otros y por eso en esta construcción colectiva de la verdad es invaluable y yo no podía creer que se fuera a quedar solo como un registro en el informe final de la Comisión (de la Verdad)”, dice Angélica.
Exposición Voces desde la otra orilla.
Con su “sombrero de periodista e historiadora puesto”, Angélica Pérez empezó a pensar en ideas para que estas historias, su color, sus particularidades, fueras escuchadas en otro escenario. Como varias de las personas del “nodo” Francia eran artistas y contadores de historias, como ella, decidieron transformar los testimonios auditivos que habían recogido, en las piezas fotográficas, sonoras y audiovisuales que hacen parte de la exposición Voces desde la otra orilla.
Esta muestra se presentó por primera vez en la Alcaldía de París y tiene un componente virtual que se hizo realidad gracias al trabajo de la Galería de Arte y Memoria de la Fundación Otras Voces dirigida por Constanza Ramírez. Esta versión viajó a Colombia y podrá visitarse en la Alianza Francesa del Chicó hasta el 26 de marzo. Fue inaugurada el 4 de marzo y ha tenido diferentes activaciones, con intervenciones y visitas guiadas por Angélica y otros de los hacedores de la exposición. Las próximas visitas guiadas serán el 22 y 25 de marzo y estarán a cargo de los jóvenes hijos de exiliados que hicieron parte de la exposición, y de Elkin Rubiano, director del área de Estudios literarios de la Universidad Jorge Tadeo Lozano.
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En la exposición hay cinco salas en las que diferentes “hacedores”, los autores de las piezas de la exposición, y que han vivido en carne propia el exilio en primera, segunda y hasta tercera generación, cuentan sus propias historias. Los visitantes podrán navegar virtualmente por las salas y ver cortos documentales con historias de jóvenes nacidos en Europa de padres militantes del M19 o sindicalistas que tuvieron que huir, aprender otros idiomas para sobrevivir y heredaron a sus hijos esa nostalgia por un país en el que la vida les fue inviable. También podrán escuchar los relatos de una mujer trans, una mujer colombiana adoptada por padres franceses que descubrió que su historia de adopción estuvo marcada por la violencia en el Guaviare y la travesía de una de las realizadoras para encontrarse en la búsqueda de su tía, que se llama igual que ella y que es una de las 80.000 personas desaparecidas en el marco del conflicto armado.
Uno de los factores comunes de estos testimonios son la resiliencia y las ganas de construir país desde los territorios donde están, pues ven que es probable que sus historias, las de sus hijos y nietos que hoy viven en el exilio se repitan. Precisamente, la CEV encontró que en 2019 hubo más de 12.000 solicitudes de refugio en España. Sin embargo, a diferencia de lo que sucedió en décadas anteriores, hoy hay un ambiente de hostilidad migratoria en Europa y muchas de esas solicitudes son rechazadas argumentando que en Colombia se está implementando el Acuerdo de Paz.
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Es por eso que, para Angélica es importante que estas historias se den a conocer porque el exilio sigue siendo la única opción para muchas personas en Colombia que siguen viéndose afectadas por el conflicto armado. Como escribió para este diario Carlos Beristain, Comisionado para estos territorios transfronterizos: “Esas y esos sobrevivientes son gatos de siete vidas, y siguen apostando porque nadie tenga que volver a jugárselas. Escucharlos debería ser un aprendizaje para cualquiera que no esté cegado por el odio”.