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Siete años después, víctimas de la violencia y excombatientes de las FARC que obtuvieron becas de estudio de medicina en Cuba regresaron al país como médicos, dispuestos a servir en las comunidades donde un día experimentaron los rigores de la guerra. Este primer grupo de profesionales de la salud culminó su formación en ese país, gracias a una beca gestionada como parte del Acuerdo de Paz de 2016.
Nadia Marcela Villarraga es una de esas médicas, quien, después de 16 años como combatiente y enfermera empírica, encontró su verdadera vocación en la medicina durante su tiempo en la guerrilla. “Ahí fue donde le cogí amor a la medicina”, contó Villarraga.
Junto a ella, Xiomy Giraldo y otros médicos expresan un profundo compromiso para llevar conocimientos y habilidades que podrían marcar una diferencia en las vidas de muchos. Y agregó que su interés es trabajar en las veredas más alejadas y “ofrecer servicios de salud donde la atención médica es limitada”.
El Ministerio de Salud y Protección Social organizó una mesa de trabajo para recibir a este grupo pionero, en la que participaron Rodrigo Londoño, presidente de Comunes y el último jefe del antiguo secretariado de las extintas FARC, y José Alexis Mahecha, director de Talento Humano en Salud del Ministerio, junto a otros funcionarios. Durante este encuentro, se discutieron las plazas donde estos médicos prestarán su servicio social obligatorio, conocido como “el rural”, en municipios apartados que enfrentan escasez de personal médico y limitados servicios de salud.
“Bienvenidos al servicio social obligatorio, que se constituye en el primer empleo digno y decente para el talento humano en salud, donde además del salario, tendrán todas las prestaciones previstas por la ley”, declaró Mahecha.
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La esperanza en el retorno a las comunidades
Los nuevos médicos ven su labor en las áreas rurales como una oportunidad para retribuir y sanar el tejido social afectado por décadas de conflicto. Varios de los y las médicas dijeron a su llegada al país que sentían entusiasmo por cumplir su año rural, por ejemplo, en sus lugares de origen. “Este primer grupo de médicos representa el compromiso y la valentía necesarios para trabajar en los territorios donde se necesitan”, afirmó Edith Rodríguez, coordinadora de desempeño del Ministerio de Salud.
Para los médicos recién graduados, el servicio social obligatorio se convierte en una oportunidad de trabajo digno. Además, dice el Ministerio, la integración de estos profesionales al sistema de salud pública en las zonas rurales tiene un impacto positivo en la atención sanitaria y representa un avance en la promesa de construir un país en paz y equitativo.
La llegada de los médicos de la paz es una señal de que los acuerdos alcanzados en La Habana están generando resultados palpables en la vida de quienes alguna vez fueron considerados enemigos, ahora convertidos en servidores de la salud pública.
Otros becados se quedaron en Cuba, para seguir sus estudios en medicina y adelantar sus especializaciones. “Estas personas son un ejemplo real de paz, de reconciliación y de democracia” manifestó Londoño.
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