Acuífero: ¿solución a la falta de agua en Ibagué?
El problema de escasez de agua en esa ciudad podría encontrar su solución bajo tierra, gracias al acuífero. No obstante, expertos consideran que se deben socializar los beneficios de ese sistema, para evitar su derroche y contaminación en el futuro.
Sebastián Muñoz López
Hace cuatro meses, en una entrevista para la W Radio, Luis Fernando Díaz, representante de la veeduría Agua para Ibagué, denunciaba que entre 60 mil y 80 mil personas tienen problemas en la ciudad para acceder al agua potable. En junio pasado hubo protestas en el sector de El Salado, debido a la intermitencia en el servicio para el suministro del líquido.
(Lea tambien: En Ibagué: 24/7 contra el suicidio)
Según el estudio de la Universidad de los Andes “Desafíos de los acueductos comunitarios frente a la expansión urbana en Ibagué”, uno de los principales problemas que enfrenta la ciudad -que tiene cerca de 541.000 habitantes- es la mala planeación urbana. Esto debido a que se proyecta la construcción de viviendas en zonas que no tienen capacidad de abastecimiento de agua. Por ejemplo, hay varios urbanizadores que están interesados en construir viviendas en las zonas en expansión hacia el norte, es decir, vía al aeropuerto, en donde la Empresa Ibaguereña de Acueducto y Alcantarillado (IBAL) no tiene capacidad para otorgar puntos adicionales de suministro de agua.
En 2017 se aprobó el Plan de Manejo Ambiental Acuífero de Ibagué (PMAA), que fue construido por la Corporación Autónoma Regional del Tolima (Cortolima), para buscar estrategias para la preservación del acuífero.
“Las corporaciones autónomas ambientales tenemos la misión y la responsabilidad de contar con información suficiente de la cantidad, la calidad y el estado del agua subterránea en nuestro departamento”, comenta Olga Lucía Alfonso Lannini, directora de la Corporación Autónoma Regional del Tolima, organización cuyo objetivo es aumentar el patrimonio natural del departamento.
“El acuífero de Ibagué es considerado como una reserva y, más que eso, un tesoro que se tiene a futuro para la demanda que presentan la ciudad y otros cinco municipios a sus alrededores”, expresa Luis Ignacio Morales, ingeniero civil y miembro de una mesa de apoyo del PMAA.
Añade que la demanda de agua del acuífero se destinaría principalmente para el consumo urbano y de agricultura, que es alto en las mesetas donde está la reserva hídrica.
Sobre la destinación del sistema hídrico que posee Ibagué, Alexánder Grijalba, subdirector de Planificación Ambiental, explica que “el 65 % del agua que está concesionada ahora es para uso agrícola y el 23 % es para uso doméstico”.
El acuífero funciona como un depósito que tiene un área de recarga y un área de descarga. Luis Ignacio Morales considera que la zona de recarga es la parte que más se debe proteger, porque por allí ingresa el agua necesaria para asegurar la sostenibilidad. Además, los principales riesgos para el sistema y su uso se ven representados en la contaminación de aguas residuales por la actividad minera, el mal uso del acuífero y la presencia de materia fecal.
Según el último estudio efectuado por Cortolima, el acuífero de Ibagué tiene una extensión de 67.056 hectáreas, que equivalen a 13 comunas y 38 veredas. Asimismo, el estudio concluyó que existiría una sobreoferta de agua a nivel subterráneo, con un buen potencial para ser usada como agua potable.
Si bien no hay una fecha estimada para que el acuífero sea utilizado para satisfacer la demanda de agua de Ibagué, Luis Ignacio Morales asegura que la Empresa Ibaguereña de Acueducto y Alcantarillado ya solicitó un permiso a Cortolima para construir pozos que suministren agua a la parte nororiental de la ciudad. “El IBAL está solicitando el permiso de una manera legal, porque mucha gente hace uso del acuífero de forma ilegal. Puede que el proceso se demore dos años, o que nunca obtengan el permiso, porque esos procesos no son tan rápidos”, afirma.
“El acuífero nos proporciona una sobreoferta de agua de aproximadamente 15 metros cúbicos por segundo, algo así como 15.100 litros por segundo”, afirma Jonathan Ortiz, geólogo e investigador académico, en una ponencia pública de socialización del acuífero de Ibagué.
Alfonso Lannini comenta que si bien el agua es subterránea, esta no sería peligrosa para la salud pública: “En Europa, casi la mayoría del agua de consumo humano se obtiene de los acuíferos. El agua superficial, o sea el agua que no está bajo tierra, suele recibir contaminación de actividades humanas, por las viviendas, las actividades agrícolas, pecuarias e industriales. Por eso requieren procesos de descontaminación”.
Grijalba complementa afirmando que para cualquier tipo de agua de consumo humano debe existir un proceso de tratamiento. “La ventaja del acuífero es que te dará unas características del agua que son siempre similares, lo que permite estandarizar el tratamiento y establecer unos costos relativamente bajos para este, a diferencia de las aguas superficiales, que cambian la turbiedad y sus componentes dependiendo del año”.
Protección ambiental
El Plan de Manejo Ambiental Acuífero de Ibagué tiene 16 componentes estratégicos para generar una mejor protección del acuífero y su futura distribución del agua, entre ellos el componente pedagógico y de socialización, que es esencial para que las personas comprendan la importancia de la reserva.
Luis Ignacio Morales, quien ayuda en el componente de socialización del plan, dice que Cortolima busca construir opciones de protección ambiental para el acuífero: comunicar la medición de la calidad del agua, la sostenibilidad del acuífero y la socialización del valor que tiene el espacio como futura reserva resultan esenciales para que este tesoro no desaparezca.
Las principales amenazas que enfrenta la reserva están relacionadas con la contaminación por actividades agropecuarias, la contaminación por vertimientos y la expansión urbana hacia las zonas de recarga del acuífero.
“El acuífero tiene unas áreas en donde se recarga de agua, la expansión urbana hacia esas zonas puede generar una capa que bloquea la recarga del acuífero. Por ello, el determinante ambiental debe ser involucrado en los planes de ordenamiento, cuando se vaya a determinar el tema de la expansión urbana”, subraya Grijalba.
Respecto a un escenario de dificultades por el uso del recurso hídirico, Alfonso Lannini dice que “los conflictos por el uso de los recursos naturales, no solo en Colombia, sino en todo el mundo, son complejos”. Ella también menciona que existe un posible riesgo por los choques que pueden existir por parte de personas que viven de la agricultura y hacen uso de estos recursos para su subsistencia, por el gasto del agua del acuífero. “Gran parte de las actividades que hacemos en Cortolima es revisar que en las zonas de vigilancia estratégica no se generen actividades que pongan en riesgo al acuífero”, comenta la directora de Cortolima.
(También le puede interesar: Fotos: los perfiles de las víctimas de Jeffrey Dahmer en la vida real)
En ese contexto, Grijalba asevera que Cortolima también genera una vigilancia y un control sobre los posibles casos de explotación ilegal que se creen en los territorios.
Ahora resta esperar la respuesta de Cortolima a la solicitud del IBAL para construir los pozos.
Hace cuatro meses, en una entrevista para la W Radio, Luis Fernando Díaz, representante de la veeduría Agua para Ibagué, denunciaba que entre 60 mil y 80 mil personas tienen problemas en la ciudad para acceder al agua potable. En junio pasado hubo protestas en el sector de El Salado, debido a la intermitencia en el servicio para el suministro del líquido.
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Según el estudio de la Universidad de los Andes “Desafíos de los acueductos comunitarios frente a la expansión urbana en Ibagué”, uno de los principales problemas que enfrenta la ciudad -que tiene cerca de 541.000 habitantes- es la mala planeación urbana. Esto debido a que se proyecta la construcción de viviendas en zonas que no tienen capacidad de abastecimiento de agua. Por ejemplo, hay varios urbanizadores que están interesados en construir viviendas en las zonas en expansión hacia el norte, es decir, vía al aeropuerto, en donde la Empresa Ibaguereña de Acueducto y Alcantarillado (IBAL) no tiene capacidad para otorgar puntos adicionales de suministro de agua.
En 2017 se aprobó el Plan de Manejo Ambiental Acuífero de Ibagué (PMAA), que fue construido por la Corporación Autónoma Regional del Tolima (Cortolima), para buscar estrategias para la preservación del acuífero.
“Las corporaciones autónomas ambientales tenemos la misión y la responsabilidad de contar con información suficiente de la cantidad, la calidad y el estado del agua subterránea en nuestro departamento”, comenta Olga Lucía Alfonso Lannini, directora de la Corporación Autónoma Regional del Tolima, organización cuyo objetivo es aumentar el patrimonio natural del departamento.
“El acuífero de Ibagué es considerado como una reserva y, más que eso, un tesoro que se tiene a futuro para la demanda que presentan la ciudad y otros cinco municipios a sus alrededores”, expresa Luis Ignacio Morales, ingeniero civil y miembro de una mesa de apoyo del PMAA.
Añade que la demanda de agua del acuífero se destinaría principalmente para el consumo urbano y de agricultura, que es alto en las mesetas donde está la reserva hídrica.
Sobre la destinación del sistema hídrico que posee Ibagué, Alexánder Grijalba, subdirector de Planificación Ambiental, explica que “el 65 % del agua que está concesionada ahora es para uso agrícola y el 23 % es para uso doméstico”.
El acuífero funciona como un depósito que tiene un área de recarga y un área de descarga. Luis Ignacio Morales considera que la zona de recarga es la parte que más se debe proteger, porque por allí ingresa el agua necesaria para asegurar la sostenibilidad. Además, los principales riesgos para el sistema y su uso se ven representados en la contaminación de aguas residuales por la actividad minera, el mal uso del acuífero y la presencia de materia fecal.
Según el último estudio efectuado por Cortolima, el acuífero de Ibagué tiene una extensión de 67.056 hectáreas, que equivalen a 13 comunas y 38 veredas. Asimismo, el estudio concluyó que existiría una sobreoferta de agua a nivel subterráneo, con un buen potencial para ser usada como agua potable.
Si bien no hay una fecha estimada para que el acuífero sea utilizado para satisfacer la demanda de agua de Ibagué, Luis Ignacio Morales asegura que la Empresa Ibaguereña de Acueducto y Alcantarillado ya solicitó un permiso a Cortolima para construir pozos que suministren agua a la parte nororiental de la ciudad. “El IBAL está solicitando el permiso de una manera legal, porque mucha gente hace uso del acuífero de forma ilegal. Puede que el proceso se demore dos años, o que nunca obtengan el permiso, porque esos procesos no son tan rápidos”, afirma.
“El acuífero nos proporciona una sobreoferta de agua de aproximadamente 15 metros cúbicos por segundo, algo así como 15.100 litros por segundo”, afirma Jonathan Ortiz, geólogo e investigador académico, en una ponencia pública de socialización del acuífero de Ibagué.
Alfonso Lannini comenta que si bien el agua es subterránea, esta no sería peligrosa para la salud pública: “En Europa, casi la mayoría del agua de consumo humano se obtiene de los acuíferos. El agua superficial, o sea el agua que no está bajo tierra, suele recibir contaminación de actividades humanas, por las viviendas, las actividades agrícolas, pecuarias e industriales. Por eso requieren procesos de descontaminación”.
Grijalba complementa afirmando que para cualquier tipo de agua de consumo humano debe existir un proceso de tratamiento. “La ventaja del acuífero es que te dará unas características del agua que son siempre similares, lo que permite estandarizar el tratamiento y establecer unos costos relativamente bajos para este, a diferencia de las aguas superficiales, que cambian la turbiedad y sus componentes dependiendo del año”.
Protección ambiental
El Plan de Manejo Ambiental Acuífero de Ibagué tiene 16 componentes estratégicos para generar una mejor protección del acuífero y su futura distribución del agua, entre ellos el componente pedagógico y de socialización, que es esencial para que las personas comprendan la importancia de la reserva.
Luis Ignacio Morales, quien ayuda en el componente de socialización del plan, dice que Cortolima busca construir opciones de protección ambiental para el acuífero: comunicar la medición de la calidad del agua, la sostenibilidad del acuífero y la socialización del valor que tiene el espacio como futura reserva resultan esenciales para que este tesoro no desaparezca.
Las principales amenazas que enfrenta la reserva están relacionadas con la contaminación por actividades agropecuarias, la contaminación por vertimientos y la expansión urbana hacia las zonas de recarga del acuífero.
“El acuífero tiene unas áreas en donde se recarga de agua, la expansión urbana hacia esas zonas puede generar una capa que bloquea la recarga del acuífero. Por ello, el determinante ambiental debe ser involucrado en los planes de ordenamiento, cuando se vaya a determinar el tema de la expansión urbana”, subraya Grijalba.
Respecto a un escenario de dificultades por el uso del recurso hídirico, Alfonso Lannini dice que “los conflictos por el uso de los recursos naturales, no solo en Colombia, sino en todo el mundo, son complejos”. Ella también menciona que existe un posible riesgo por los choques que pueden existir por parte de personas que viven de la agricultura y hacen uso de estos recursos para su subsistencia, por el gasto del agua del acuífero. “Gran parte de las actividades que hacemos en Cortolima es revisar que en las zonas de vigilancia estratégica no se generen actividades que pongan en riesgo al acuífero”, comenta la directora de Cortolima.
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En ese contexto, Grijalba asevera que Cortolima también genera una vigilancia y un control sobre los posibles casos de explotación ilegal que se creen en los territorios.
Ahora resta esperar la respuesta de Cortolima a la solicitud del IBAL para construir los pozos.